sábado, 2 de abril de 2011

Arriba y abajo. Por Tomás Cuesta

La descomposición de la sociedad española es uno de los principales logros del señor presidente.

EN el fragor del naufragio, el ensimismamiento socialista camufla la composición química de la crisis en España: una letal combinación de inmoralidad ejecutiva, incompetencia práctica y falsedad sistemática. Hace tiempo que la tropa mira a su capitán como un bulto sospechoso, mero lastre destinado a salir volando por la borda en el momento procesal oportuno, lo cual no significa, en absoluto, que Zapatero esté amortizado. Si fuera pasado, los daños provocados por sus palabras se limitarían a la subida del pan, un efecto sin duda desagradable pero ya conocido. Ocurre, sin embargo, que cada vez que habla no sólo se encampanan las facturas del trigo y el centeno, sino que lo hacen también los del gas, la luz, la gasolina, además de incrementarse el paro en una suerte de odisea del amanecer de duración indefinida y consecuencias fatales.

Según los principios generales de la física, todo lo que sube baja. La teoría de las previsiones sucesorias también se aferra a las inevitables leyes de la gravedad, pero la trayectoria de Zapatero no ha sido ascendente. Se asemeja más bien a la de una montaña rusa activada por un figurante del planeta de los simios. Al borde del descarrilamiento, el moroso del ático es legión y la clase media celebra que ya es primavera porque se nota menos el frío, se tiende a comer ligero y caminar puede ser un ejercicio sumamente agradable. La descomposición de la sociedad española es uno de los principales logros del señor presidente, junto al debilitamiento tal vez definitivo de la Nación, ese concepto discutido y discutible del que nadie se acuerda si no arrecian los truenos.


Rota la polea del ascensor social, arriba tiemblan de miedo y abajo se tirita de hambre. La esperanza de un rescate, el clavo ardiente de los náufragos no es un timonazo, de timo o de timón, en el PSOE, sino un cambio de ciclo en la isla de los perdidos, un anhelo tan difuso, vago e inconcreto como los anuncios del laboratorio económico de Moncloa. O sea, un espejismo similar al de las previsiones oficiales de recuperación inminente, crecimiento neto y progreso real. La nada hecha todo a la espera de que escampen las facturas del gas, de la luz, de la hipoteca, del híper, del súper y del todo a cien.

Toque liras o deshoje margaritas, Zapatero ya no es el problema, sino uno más de los problemas en el solar de los EREs a destajo y de los trinques a voleo. De las subvenciones clamorosas y los apaños en secreto. De los impagos de las administraciones y de la contabilidad de pega. Del chalaneo con la caterva taliboina y de las actas levantadas sobre las tumbas de los muertos. Todo sube, menos la moral en galeras, ahí abajo, donde se rema en círculo y hacia atrás en un esfuerzo tendente a la melancolía y la nostalgia. Así, cualquier cosa es mejor que abrir la correspondencia del banco y constatar que la ruina no era retórica, que el humo no era de pajas, que los errores se pagan y que el final de mes comienza el día 1.

Dadas las circunstancias, ya ni siquiera queda en pie aquella vieja norma de la marinería que apelaba al decoro en el fragor de la tormenta: las mujeres y los niños primero.


ABC - Opinión

Del Padre Bono, confesor confeso, y la procesión de pecadores. Por Federico Quevedo

El penitente se arrimó a la puerta del despacho y tocó dos veces al tiempo que, con voz trémula, preguntó: “¿Se puede? Desde dentro, una orden seca dictó: “Pasa, hijo mío”. El penitente abrió despacio y se introdujo dentro de aquel despacho sombrío y austero, tanto que casi parecía la cueva de un ermitaño, pues tan poco amigo de lujos y apariencias era su dueño que todo lo que le rodeaba repelía las tentaciones del alma y de la carne. Sentado en una silla adusta, de madera de pino mal labrada, el Padre Bono observó con indisimulada curiosidad el aspecto del fiel que a él acudía. “Dime, hijo, ¿qué te aflige que acudej a mi con tan humilde ajtitud?”.

El penitente, arrodillado ante el confesor y maravillado por el áurea de bondad que irradiaba, dijo: “Padre, necesito confesión antes de acudir al Comité Federal del sábado”. El Padre Bono removió sus nalgas sobre el asiento para acomodar bien espalda y glúteos, y se dispuso a escuchar: “Habla”, dijo, sin más.


“Verá Padre, resulta que yo antes era fiel a mi señor, a Zapatero, ya sabe. Pero desde hace un tiempo, llevado por un ansia irrefrenable de poder, le vengo traicionando ya que he entregado mi lealtad a Rubalcaba…” En ese punto, el Padre Bono negó con la cabeza en un gesto de reproche, pero el penitente continuó: “No, no, si el problema es que también a él le he engañado y he vendido mi lealtad a Chacón”. “Ah, bueno”, señaló el Padre Bono, “ejto último ya ej más aceptable, pero tampoco te preocupej porque no erej el único que ha pasado por aquí a contarme sus penaj y sus traiciones… ¡Si tú supieraj lo que de ti me dijo el propio Zapatero, no te sentiriaj tan mal, y si hubieraj ejcuchado a Rubalcaba como le ejcuche yo, hoy no habría pena alguna ni aflicción en ti, sino ganaj de darle un par de eso que yo, que soy hombre de Fe, no puedo decir”.
«Lo que me importa es que con la que está cayendo en este país, Rodríguez y sus amiguetes o sus enemiguetes se dediquen a marear la perdiz y a distraer nuestra atención. Lo que tiene que hacer es irse, largarse de una vez.»
Ante tal revelación, el penitente se irguió presto y sentándose al lado del Padre Bono añadió a sus palabras: “¿Ah, si? ¿Y puede saberse en que términos hablaron mal de mi?”. “Hijo -espetó el confesor-, eso ej secreto de confesión, pero habiéndote pitado los oidoj con gran intensidad, ya puedej imaginarte que no fueron palabraj precisamente amablej, así que olvida tus penaj y cuéntame que haj hecho para ejte cambio de imagen”. “O, nada, aprendí de vos a cuidar la apariencia exterior que, como vos decís, es espejo del alma, y por eso al igual que su excelencia retocó su incipiente alopecia, yo opté por aclarar mi mirada prescindiendo de las lentes de montura…”.De ahí, penitente y confesor pasaron a la dieta de cada uno, y a otras bajezas morales propias de sus cargos, para luego informar a los plumillas de la Corte de que habían hablado “de lo que todos ustedes se imaginan”.

Miren, bromas aparte, les diré que me importa un bledo lo que pueda pasar este sábado por la mañana en el Comité Federal del PSOE, si Rodríguez anuncia que se va, que se queda, o no anuncia nada y abunda un poco más en esta tomadura de pelo colectiva en que se ha convertido el ‘culebrón’ de su sucesión, en el que no sé si Rubalcaba es JR, Chacón Angela Chaning y los demás el plantel de Pasión de Gavilanes. Lo que me importa es que con la que está cayendo en este país, cuando la gente ya no puede más porque no sabe cómo llegar a fin de mes mientras el Gobierno nos sigue exprimiendo un poco más cada viernes en el Consejo de Ministros, subiendo más tarifas y recortando más prestaciones, Rodríguez y sus amiguetes o sus enemiguetes se dediquen a marear la perdiz y a distraer nuestra atención. Lo que tiene que hacer es irse, largarse de una vez.

Pero lo que todavía resulta más infumable, más indignante y más grosero, es que el presidente del Congreso de los Diputados, una institución que nos pertenece a todos los españoles, se dedique a jugar al corre-ve-y-dile, utilice su despacho oficial para las confidencia y las confesiones como si se tratara del sillón de Gran Hermano, y encima se permita el lujo de tomarnos el pelo con insinuaciones sobre lo que han hablado y lo que han dejado de hablar tratando a los ciudadanos como si fueran tontos de pacotilla. No, mire usted, señor Bono, ¡ya está bien! Es indigno que haga usted lo que está haciendo, es sucio e inmoral. Si quiere hablar “de lo que todos ustedes imaginan” con el resto de imbéciles que se prestan a ese juego para darle a usted una notoriedad que ya no tiene, se va al bar de la esquina donde nadie se lo va a echar en cara, pero en el despacho del Presidente del Congreso de los Diputados, señor Bono, no.

Lo que ocurra en el Comité Federal del PSOE este fin de semana debería darnos a todos igual porque a estas alturas, tal y como están las cosas en este país, la única noticia que puede importarnos es la de la fecha de las próximas elecciones generales para echar a Rodríguez y a toda su corte, pero mientras eso no ocurra,0 que al menos no sigan jugando como lo están haciendo con la desesperanza y la angustia de millones de personas.


El Confidencial - Opinión

Con la crisis bastaría. Por César Alonso de los Ríos

Rajoy quiere aprovechar el caso Faisán a fin de eliminar a Rubalcaba como candidato a la Presidencia.

El PP ataca al PSOE en dos frentes: en el económico (la crisis) y en el jurídico ( la negociación con ETA). Se diría que a Mariano Rajoy no le parece suficiente el haraquiri que se ha hecho Zapatero con su política antisocial y quiere aprovechar el escándalo que supuso el caso Faisán a fin de eliminar a Rubalcaba como candidato a la Presidencia. Ante una estrategia tan ambiciosa los que solemos criticar a Rajoy por su escaso arrojo, como líder de la oposición, deberíamos reconocer que, al menos en esta ocasión, hemos dejado de tener razón. No lo veo así. Me temo que la dirección del PP se haya entregado a lo que podríamos calificar como una guerra total por razones de inseguridad. A mi entender no ha querido centrarse en el flanco de la crisis que es el que ha supuesto la desautorización total de Zapatero como demuestran las encuestas, y ha querido aprovechar la violación del Estado de Derecho que supuso la negociación con ETA tal como revelan las actas levantadas por esta. El caso Faisán fue un acto de alta traición en el contexto de un continuado proceso de alta traición como lo fueron las negociaciones con ETA. Ahora bien todo ello debió ser castigado en las últimas legislativas porque existían ya todos los elementos para considerar una vez más la capacidad del PSOE para traicionar la Nación y la Ley. Rajoy no pudo o no quiso sacar fruto democrático a aquellos hechos. Quizá los Arriola le aconsejaron que no lo hiciera. Pero en estos momentos, y habida cuenta del desprestigio político de Zapatero que reflejan las encuestas ¿no sería lo más eficaz y lo más inteligente desde el punto de vista electoral aparecer como el partido que hace la oposición no sólo con el fin de llegar al poder sino con la voluntad de aportar soluciones en todo momento? Por supuesto el PP difícilmente conseguirá que Rubalcaba confiese en el Parlamento sus manejos con ETA, Moscoso y Eguiguren.

ABC - Opinión

Pujol. Libérate. Por Maite Nolla

El independentismo tardío de Pujol es como la salida del armario de algunos cantantes; no, si ya se veía, ya.

De pronto un día, Pujol ha pasado de pensar qué pensarían su mujer, sus hijos y su portera y ha salido a la calle a proclamarse independentista. España le ha dejado sin argumentos ante los independentistas, a los que ya no puede convencer. Motivos no le faltan; empezando por el insufrible expolio fiscal. Los catalanes somos los pagaderos de España, como ha reconocido Alicia Sánchez-Camacho para sorpresa de sus hagiógrafos madrileños. Pujol intentó frenar a los que buscaban una solución a contracorriente y dedicó su vida a vertebrar España, pero la fractura estatutaria y una lista de agravios que por repetida no mengua, le obligan a decidirse por la independencia, ese enorme cul de sac. Un mal menor y, en todo caso, indeseable.

Alguno puede pensar que Pujol nunca ha dejado de ser así; otra cosa es que ahora lo diga después de toda una vida de oficialidad y disimulo. Porque está mayor y se siente liberado, o por lo que sea. De hecho existe bibliografía en abundancia que apunta en la dirección de que Pujol ha sido un gran comediante que se ha aprovechado del viento a favor y de la estupidez de los políticos españoles. Que en realidad dejó al tripartit un piso amueblado. Que su supuesta contribución a la gobernabilidad de España no era más que una forma absolutamente desleal de vaciar el Estado poco a poco y de forma irreversible. Que la manera en la que introdujo el nacionalismo minoritario en todos los ámbitos de la sociedad merece un premio al gran trabajo de ingeniería social y política. Que después de veintitrés años acabó acomplejando a socialistas y populares y, para muestra, ahí tienen el ejemplo de Montilla diciendo cosas que dejan a Duran i Lleida en lo que dice que es, un nacionalista moderado. Que el complejo llega hasta el punto de que todos los partidos en Cataluña tienen que llamarse "cé" y que los sindicatos tienen que ser más "cé" que nadie. Y aunque nadie haya hecho más por el nacionalismo catalán que Zapatero en estos siete años, gracias al trabajo de campo previo de don Jordi, el que más ha hecho por el independentismo en Cataluña ha sido precisamente Pujol. Por eso el independentismo tardío de Pujol es como la salida del armario de algunos cantantes; no, si ya se veía, ya.


Libertad Digital - Opinión

La barbarie posible. Por Hermann Tertsch

En Europa se ha extendido un miedo difuso según llegan las novedades de Oriente Medio y el norte de África.

En Europa se ha extendido un miedo difuso según llegan, se precipitan, las novedades que desde hace meses estremecen Oriente Medio y el norte de África. Los miedos son lógicos. Tienen sus raíces históricas profundas. Y razones muy contemporáneas. Si algunos piensan en Guadalete y las conquistas medievales a sangre y fuego, en el asedio de Viena en 1683 o el Mahdi en Jartum, basta con escuchar la noticia de la espeluznante muerte ayer de ocho funcionarios de la ONU en Afganistán para que hasta cualquier occidental concluya que nada quiere saber de un mundo cultural en el que la religión puede aún generar tal odio y tanta barbarie.

Que unos afganos se reúnan a rezar en desagravio por la quema, real o supuesta, de un Corán en Florida, y acaben asesinando y decapitando a unos funcionarios de la ONU, porque eran los infieles que tenían más cerca, produce un lógico espanto, que difícilmente mitiga el hecho de que poco tienen que ver aquellos afganos con los musulmanes que se manifiestan estos días en Yemen. Y mucho menos con los de Siria, Libia, Egipto o Túnez. La amenaza del peor Islam existe. También en todos estos países. Y en nuestras ciudades europeas. Pero de nada nos sirve en el análisis de nuestros intereses de seguridad ese miedo que lleva a muchos a considerarlos a todos iguales. Porque podríamos estar ante la oportunidad histórica de que el mundo musulmán se despida de esa faceta monstruosa medieval. Con esta revolución que puede durar años y cuya primera fase concluirá cuando los pueblos se hayan emancipado. Puede que sea así, puede que no. Nuestra influencia directa será mínima. Pero tenemos una no menor que estriba en que los pueblos que se han levantado no luchan por vivir como en Irán, sino como aquí en Europa. Ayudemos a intentarlo.


ABC - Opinión

Cataluña. Aquí un pujolista. Por Pablo Molina

Al hijo treintañero que exige su herencia familiar y la de sus hermanos para pulirse la pasta en caprichos bajo la amenaza de marcharse de casa, hay ayudarle a hacer la maleta y acompañarle hasta la puerta entre vítores y abrazos.

Los independentistas catalanes, entre los que me cuento, estamos muy satisfechos con la valentía de Jordi Pujol y su voto a favor de la independencia de Cataluña en un referéndum que, por desgracia, todavía no es vinculante. A ver si cunde el ejemplo y los nacionalistas catalanes nos dan una alegría marchándose de España, a poder ser antes de las próximas elecciones generales, para que los escaños del PSC y CIU en el congreso de los diputados no perviertan la elección del presidente del país.

Dice Pujol, mente privilegiada y coherente donde las haya, que una Cataluña independiente es perfectamente viable. Probablemente haya utilizado para llegar a esa conclusión sus vastos conocimientos financieros, suficientemente acreditados en su trayectoria al frente de Banca Catalana pero, sinceramente, a los independentistas catalanes del resto de España, la sostenibilidad de una Cataluña emancipada nos importa básicamente un carajo.


Es la viabilidad de España lo que nos preocupa y, desde esa perspectiva, es irrefutable que la secesión de una autonomía que se apropia de recursos comunes gracias al tratamiento financiero claramente ventajista de su estatuto es una ventaja que podría incluso llegar a solucionar los problemas de nuestras finanzas públicas, dado el carácter pedagógico de su ejemplo respecto a otras comunidades autónomas que reclaman en sus estatutos el mismo tratamiento que a Cataluña.

Al hijo treintañero que exige su herencia familiar y la de sus hermanos para pulirse la pasta en caprichos bajo la amenaza de marcharse de casa, hay ayudarle a hacer la maleta y acompañarle hasta la puerta entre vítores y abrazos. No porque los padres quieran nada malo para él, sino porque su primera obligación es preservar la supervivencia de la familia en su conjunto.

Arturo Mas no debe ver tan clara la viabilidad del futuro estado independiente, porque su proyecto nacionalista se queda en el establecimiento de un concierto económico a imagen y semejanza de la rémora carlista que opera en País Vasco y Navarra, pero ya es demasiado tarde para eso. Después de treinta años de chantajes continuados bajo la amenaza de fragmentar la nación, ha llegado el momento de culminar las aspiraciones del noble pueblo catalán liberándolo de las cadenas centralistas de un Estado opresor. ¿Concierto económico para seguir dentro de España? No hombre, no, Arturo. El ejemplo de tu referente intelectual y ético debe vacunarte contra la tibieza separatista. Si Pujol dice que lo mejor es independizaros de España, hazle caso, hombre. Y de paso tranquiliza a tu colega, el oscense piadoso, porque ya verás cómo Martínez Sistach bendice el proceso y hasta es posible que se convierta en el primer Papa de la Iglesia catalana.

Arturo, no seas españolazo. Independiza a Cataluña, chaval. Ya verás qué guay.


Libertad Digital - Opinión

Inopia del día D. Por Ignacio Camacho

La única realidad del presunto Día D del postzapaterismo es la certeza socrática de que (casi) nadie sabe nada.

AL alba del presunto Día D del postzapaterismo la única realidad constatable es la certeza socrática de que nadie sabe nada. Bueno, casi nadie. Acaso sepa algo Pepe Blanco, fiel procónsul del César en las legiones acuarteladas del partido; o Rubalcaba, cuyo perfil de esfinge sucesoria aparece algo difuminado entre las plumas de un faisán a la brasa; incluso tal vez Bono, convertido en custodio de ocultos protocolos de transición que le llevan en procesión los próceres socialistas a su hornacina del Congreso. Y Sonsoles, por supuesto, pero está fuera de concurso. El resto de la militancia amanece en estado de zozobra, agarrada al transistor y al móvil, con la sensación o la sospecha de hallarse en plena cuenta atrás hacia ninguna parte.

Sea lo que sea que anuncie hoy Zapatero —la retirada a secas, sin plazos ni candidatos; el calendario y/o la identidad de un delfín sucesorio; la nunca descartable autosucesión o la simple y dilatoria nada, acaso salpicada de pistas y puntos suspensivos—, probablemente sea tarde para su partido y sus intereses. La declaración de no volver a presentarse aliviaría la presión que sufren los candidatos de las elecciones autonómicas y locales, pero la designación o elección de un nuevo líder no promete más que la posibilidad de minimizar el tamaño de la previsible derrota de 2012. A cambio abrirá un inexorable vacío de poder y una probable etapa de lucha interna. En el instante en que él se declare proyectado sobre la Historia pasará a ser un presidente interino, sin liderazgo, por más que pueda conservar una relativa estabilidad parlamentaria. Se irá de hecho en el momento en que diga, sugiera o deje entrever que se va a ir.


En todo caso, la cuestión resulta apasionante para los medios de comunicación, siempre aficionados al nominalismo y a las quinielas; para parte de la escena política y, desde luego, para los militantes, simpatizantes y votantes del PSOE. Pero el grueso de la sociedad española tiene ahora mismo otras preocupaciones prioritarias. A las ya estables e inquietantes magnitudes del paro y el estancamiento se ha unido un alza desbocada de precios de combustibles, energía y otros productos de primera necesidad, y ha resurgido la crisis bancaria con la peligrosa zozobra de la Caja del Mediterráneo. Ante ese panorama, la cuestión nominal tiene su importancia, pero es una importancia relativa. Gran parte del electorado ha descontado ya su confianza de un partido que no ha sabido gestionar la recesión, y va cuajando un estado de opinión pública favorable, aunque escaso de entusiasmo, a la alternancia.

La política española vive de un alto grado de fulanismo, pero el juego de las apuestas reviste carácter secundario. Hay otras preguntas distintas del quién: el qué y el cómo. Y para ésas nadie tiene previstas respuestas convincentes.


ABC - Opinión

Legalidad frente a ETA

Esta semana pedíamos al Gobierno una explicación sobre el episodio de las actas de ETA. Después de varias comparecencias del Ejecutivo, parece evidente que no está dispuesto a responder por las actuaciones plasmadas en los documentos de la banda, que eran en buena medida un relato de los hechos que se produjeron durante la negociación entre el Gobierno y los terroristas. El Gobierno ha preferido culpar al PP en un intento baldío de desviar la atención y de pasar una página en la que están en juego cosas de gran relevancia como la lealtad y la confianza, principios clave en la lucha contra el terrorismo. Las palabras frente a los hechos valen de poco y, de momento, los socialistas sólo han aportado retórica cuando se los acusa de maquinar un gran engaño.

El Gobierno ha pretendido de forma injusta utilizar en su defensa el alto el fuego de ETA en la etapa de Aznar para trasladar a la opinión pública que todos intentaron e hicieron lo mismo. La manipulación no puede ser mayor.


No sólo porque el PNV fue el que negoció aquella tregua, sino porque el Ejecutivo del PP nunca estuvo dispuesto a una sola concesión política y por eso aquello acabó con un único encuentro mientras los socialistas mantuvieron decenas de ellos. El presidente Aznar respondió ayer como debía. Fue concluyente y convincente. Acusó de «deslealtad» al Gobierno, de negociar cuando aseguraba que no lo hacía y de estar dispuesto a pagar un precio a los terroristas. Uno de los muchos méritos de Aznar fue que sacó la política antiterrorista de los atajos en los que fue metida por el PSOE hasta arrinconar a la banda. «La lucha contra ETA debe basarse sólo en la Ley y en toda la Ley y no se puede distinguir entre terroristas buenos y malos, porque todos son los mismos, da igual su nombre». Principios que sirvieron entonces y valen hoy.

Aznar habló de los nombres de ETA. Para él, para una mayoría del Tribunal Supremo y para la opinión pública, Sortu es Batasuna y Batasuna es ETA. El auto de la mayoría de magistrados de la Sala del 61 contra la marca proetarra da fe de ello. La trascendencia del fallo radica en su solidez jurídica y en que, a diferencia del voto particular a favor de inscribir la marca proetarra como partido, se atiene a los documentos intervenidos a ETA y Batasuna y huye de las conjeturas. Esos papeles especifican que Sortu forma parte de una estrategia fraudulenta diseñada por ETA en 2009, que contempla el falso distanciamiento de la violencia. Por tanto, la banda ha ordenado y ha tutelado el proceso. El voto particular de siete magistrados, en cambio, no concibe que todo sea una trampa y defiende una especie de legalización «a prueba». Increíblemente, no ven similitudes entre Sortu y Batasuna, y ensalzan «el carácter contundente del rechazo de la violencia contenido en los estatutos». Cabe recordar que ANV, viejas siglas recuperadas por Batasuna, también negaba la violencia y aquello acabó como acabó. Estos magistrados rechazan «una ilegalización preventiva», pero no hay tal cosa, porque los papeles de ETA ya demuestran que existe la connivencia y la continuidad en las siglas.

Aznar blandió ayer la legalidad como la mejor política contra el terrorismo. Toda la Ley, dijo. Un principio básico contra ETA y Sortu que no hay que olvidar.


La Razón - Editorial

La rendija para que se cuele Sortu

Que casi la mitad de los jueces que componen la sala se manifiesten abiertamente por la legalización de lo que a todas luces es parte de una organización terrorista debería ponernos en alerta.

Es tan evidente que Sortu es la continuación natural de Batasuna que hasta el Tribunal Supremo, en el auto que hizo público este viernes, afirma que la formación abertzale es la "plasmación del designio de Batasuna de constituir un nuevo partido político para que le suceda en su actividad". No estamos, por lo tanto, ante mera opinión pública, sino frente al propio Tribunal Supremo, que considera que Sortu es hoy, como lo fue Batasuna ayer, el "brazo político" de la ETA.

No deberíamos, sin embargo, dejarnos llevar por el optimismo. Esta ha sido la primera vez en la que se ha roto la unanimidad dentro del alto Tribunal en un asunto de esta naturaleza. Siete de los 16 magistrados que forman su sala 61 discrepan públicamente del auto, y así lo han hecho saber mediante un voto particular a favor de Sortu.

Que casi la mitad de los jueces que componen la sala se manifiesten abiertamente por la legalización de lo que a todas luces es parte de una organización terrorista debería ponernos en alerta. Quizá no sea tan casual que los siete de la discordia sean conocidos por sus posturas políticas escoradas a la izquierda, o que cuatro de ellos sean miembros de la asociación Jueces para la Democracia, de conocidas simpatías por el PSOE y su política de negociación con la banda.


Estos magistrados defienden, por ejemplo, que "la única prueba existente" que puede considerarse de carácter directo en la relación Batasuna-Sortu es su vinculación "con un sector de la Izquierda Abertzale, cuyos miembros pudieron o no estar integrados en organizaciones ilegalizadas". Tal vez sea la única prueba –que no lo es– pero, en todo caso, sería la definitiva. La ETA aspira a perpetuarse en las instituciones a través de militantes de probada lealtad que le sirvan desde los ayuntamientos.

Los discrepantes asumen, asimismo, que con que Sortu rechace la violencia de forma genérica en sus Estatutos sería suficiente para legalizar la plataforma. No sería, por tanto, necesario ni que la condenasen, que es precisamente lo que se han negado a hacer las sucesivas reencarnaciones de Batasuna. Condenar o no la violencia de ETA es, en este contexto, algo más que un símbolo, y los siete jueces deberían saberlo.

Que Sortu haya logrado este apoyo en un tribunal tan politizado hace temer que otro aún más politizado, como es el Constitucional, dé la razón a la penúltima encarnación de ETA. O que el propio Supremo abra las puertas a otras listas. Esa película, desgraciadamente, la conocemos muy bien.


Libertad Digital - Editorial

El turno de las víctimas

Las víctimas de ETA fueron arrinconadas en una estrategia perfectamente definida para legitimar el diálogo emprendido entre la banda y el Gobierno.

DESPUÉS de varias semanas pendientes de cada palabra, gesto o acto de Sortu, de ETA o de cualesquiera dirigentes proetarras que decidieran coger un micrófono para hacer su aportación al nuevo engaño de los terroristas, las víctimas de ETA piden la palabra de nuevo, porque otra vez se sienten preocupadas y están indignadas. Temen que se las traicione otra vez. El Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero frenó el movimiento cívico que impulsaron las víctimas de ETA en las legislaturas de José María Aznar e hizo cuanto pudo para debilitar su ejemplaridad ética contra la negociación con los etarras. Fueron manipuladas, arrinconadas y enfrentadas a las víctimas del 11-M, en una estrategia perfectamente definida para legitimar el diálogo emprendido entre ETA y el Gobierno. Estas víctimas, que ven ahora con estupor cómo se confirman sus denuncias contra el engaño masivo de la anterior negociación entre 2005 y 2007, volverán a manifestarse legítima y justificadamente el próximo día 9, en Madrid, para exigir que ETA se quede fuera de las instituciones. Y lo piden como contrapunto a la toma de postura de muy significados representantes del socialismo vasco a favor de la legalización de Sortu, secundados por mensajes a medias y discursos contradictorios de responsables nacionales del PSOE e incluso de miembros del Gobierno. No son el Partido Popular ni las víctimas a quienes el Gobierno ha de demandar unidad frente a ETA, sino al presidente de los socialistas vascos, Jesús Eguiguren, y otros dirigentes del partido, que son quienes con diferente intensidad han asumido el papel de avalistas públicos de Sortu.

La Sala del 61 del Tribunal Supremo ha desmentido las bondades estatutarias de Sortu y lo ha situado en su escenario natural, que es ETA. Pero no se puede ignorar la división que existe en la Sala —otra división, otra fractura que puede anotar Zapatero en su paso por el Gobierno—, porque es trasunto de la falta de coherencia en un Gobierno que defiende una cosa en las demandas de la Fiscalía y de la Abogacía del Estado, pero que no se recata en utilizar espontáneos para dejar caer que desea otra. Con toda razón el Tribunal Constitucional se sitúa ahora en el centro de la atención pública y de las víctimas, en especial, porque entre el doble lenguaje del PSOE y la falta de unanimidad en el Supremo nunca ha tenido ETA tantas posibilidades de sacar adelante un recurso de amparo contra la Ley de Partidos Políticos. Las víctimas vuelven a tener razón.

ABC - Editorial