sábado, 9 de abril de 2011

Eurodiputados caraduras: los privilegios de la casta. Por Federico Quevedo

En ese estupendo libro que escribimos al alimón mi compañero Daniel Forcada y quien suscribe, titulado El negocio del poder, hay un capítulo, el quinto, que bajo el epígrafe de El juego de los euromillones: a por un puestazo en Europa, esconde una amplia información sobre cómo viven sus señorías con el dinero que sale de nuestros impuestos, y puedo asegurarles que lo hacen bastante bien. No por nada el capítulo va encabezado con una pequeña cita del escritor francés y clérigo Jacques Benigne Bossuet, quien decía que “la política es un acto de equilibrio entre la gente que quiere entrar y aquellos que no quieren salir”. Claro, como para dejarlo. Si es un chollo. El asunto es recurrente, no voy a negarlo, y como siempre tampoco esta vez las protestas de la ciudadanía conseguirán introducir un mínimo de exigencia ética y estética en los comportamientos de esta clase instalada en un sistema burocrático perfectamente diseñado para que ellos siempre tengan a su disposición lo mejor de lo mejor, mientras los ciudadanos que pagamos con nuestros impuestos sus lujos y sus excesos vivimos angustiados por llegar a final de mes.

La última hazaña de sus señorías europarlamentarios ha sido votar en contra de una propuesta de un grupo de la Cámara para que los diputados dejaran de viajar en primera clase en los aviones y lo hicieran en turista. No les pareció bien, y rechazaron la iniciativa con los votos de casi todos los eurodiputados españoles salvo cuatro honrosas excepciones. Las excusas hicieron su aparición a raíz del escándalo y de su ebullición en la red social Twitter, donde el topic #eurodiputadoscaraduras se convirtió el miércoles por la noche en la estrella de la jornada, un trending topic que continuó el jueves y que obligó a que los partidos reaccionaran, al menos un poco. Y en esto tengo que admitir que el PSOE ha estado más al quite que el PP, ya que aunque la votación está ahí y ya no tiene marcha atrás, al menos la Dirección de los socialistas ha desautorizado públicamente el sentido del voto de sus parlamentarios europeos, cosa que no ha hecho el Partido Popular, que como ocurre muchas veces llega tarde a estas cosas, y todavía estamos esperando.


Menos mal que el viernes por la mañana una voz se alzó en el desierto de ideas ‘popular’, la de José Ramón Bauzá, líder del PP en Baleares, para quien “si hay que ir en bicicleta se va en bicicleta. Tenemos que estar a pie de calle. Si hay que ir andando, se va andando” -en clara respuesta a los defensores de la Clase Business-, y muy aplaudido por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, la secretaria de Organización del PP, Ana Mato, y el secretario general de los ‘populares’ europeos, Antonio López Istúriz.

Lo de Aguirre no es extraño dado que ella solo viaja en primera en trayectos muy largos, si no lo hace en turista, y lo ha hecho siempre. En un viaje a Palma de Mallorca Aguirre se pasó la hora y pico del vuelo departiendo con un grupo de mayores del Imserso que estaban encantados. En cierta ocasión, el sobrecargo no le quiso cobrar una coca cola y la presidenta se empeñó en pagarla. Y tampoco aceptó la invitación del comandante de otro vuelo para que ocupara un asiento en preferente porque había lugares vacíos. Yo mismo me he encontrado al ministro de Fomento, José Blanco, viajando en clase turista acompañado de su jefe de prensa. Esa debe ser la tónica habitual, porque no hay excusa que valga para que ningún político abuse del privilegio de serlo para obtener un beneficio al que la mayoría de los ciudadanos no pueden acceder.

El hecho de volar más de trescientas veces al año no es un argumento suficiente porque, qué nos quiere decir con ello Vidal Quadras, ¿que la clase turista es, con perdón, una mierda? ¿Que no se puede trabajar? Hay gente que viaja mucho más de lo que lo hace un eurodiputado, y lo hace en clase turista, y trabaja igual y aprovecha igual su tiempo. Cierto, es un poco más incómoda que la Business y, normalmente, no te ofrecen aperitivos. ¡Qué pena! Pero la realidad es que si el premier británico David Cameron puede venir a España en low cost y alojarse en una pensión normal, a nuestros eurodiputados se les puede exigir un comportamiento mucho más cercano a la realidad de la calle, como el viernes pedía Bouzá con mucho sentido común.

En el libro que les indicaba al principio se cuenta como el Europarlamento se ha convertido en un retiro dorado para políticos de todos los partidos y tendencias. Sueldos de casi 8.000 euros al mes complementados con dietas y presupuestos para gastos de personal que los llevan a los casi 12.000 euros mensuales, viajes y estancias pagados además por la burocracia parlamentaria. Incluso estuvieron a punto de aprobar una serie de indemnizaciones pagadas por el Parlamento a aquellos diputados que llegaran tarde a los plenos por retrasos en los medios de transporte, aunque la propuesta fue paralizada por el Consejo Europeo. Pero lo cierto es que la capital europea se ha convertido en un reclamo para jóvenes promesas y en un vehiculo de favores políticos y personales.


El Confidencial - Opinión

Guerra de guante blanco. Por Hermann Tertsch

Nuestras almas delicadas se soliviantan porque la OTAN no quiere disculparse por haber atacado unos blindados del ejército libio sin saber que habían sido capturados por soldados de la oposición al régimen. Y durante días la noticia más importante era otra confusión de la alianza al matar por error a otros combatientes rebeldes. Y sin embargo, parece lógico lo más incomprensible, que es que tras varias semanas de bombardeos, las tropas de Gadafi sigan moviendo su artillería pesada y sus tanques con una facilidad y efectividad pasmosa. Y que la soldadesca del régimen aún pueda mantener sus largas líneas de comunicación y suministro entre su retaguardia y algunas de las ciudades que ataca sin mucha dificultad. Revela un ritmo de los ataques de la OTAN parsimonioso y nada tiene que ver con la desesperada lucha contra reloj de las fuerzas rebeldes. Que en una guerra como la que presenciamos, con unos frentes en continuo movimiento y unas fuerzas irregulares enfrentándose a un ejército en proceso —lento pero cierto— de disolución se produzcan bajas por confusión o malentendidos no es más que comprensible. Los mejores ejércitos del mundo tienen bajas por fuego amigo. Se pueden minimizar pero nunca descartar. Lo relevante es la incapacidad de los mandos intermedios militares —¿o es culpa del mando superior y de la voluntad política?— para establecer comunicaciones con las fuerzas rebeldes. Pretenden una guerra de guante blanco. No las hay. El miedo de los gobiernos occidentales a tener una sola baja propia hace lenta y compleja su campaña pese a la abrumadora superioridad. Unos mandan aviones con orden de no disparar. Otros no quieren que sus pilotos se manchen. Así se hace y puede llegar a hacer el ridículo. Además de perder el respeto de aliados y enemigos sobre el terreno. Y se da tiempo al enemigo a matar a más libios inocentes.

ABC - Opinión

Manifestación. Rajoy no es noticia. Por Maite Nolla

No se puede tolerar que cuando lo relevante es que parte de la sociedad española se niega a que se comercie con su libertad y que eso ha empujado a medios, asociaciones y políticos a participar, la noticia sea si Rajoy sabe o no sabe si va a venir o no.

Yo no creo que se puedan discutir los motivos por los que muchas personas, políticos o medios que no apoyaron las dos manifestaciones precedentes convocadas por Alcaraz en solitario, ahora sí decidan apuntarse; todo lo contrario. Cuando la causa es justa y es noble la existencia de tipos que tiren del carro es necesaria para que luego otros se unan al asunto. Es más, a veces determinados movimientos es mejor que tengan un crecimiento sostenido. Por ejemplo, poco o muy poco queda del espíritu de Ermua, pese a que España salió masivamente a la calle. Estarán de acuerdo conmigo en que no hay ninguna diferencia moral entre lo que pasó en julio de 1997 y lo que se pide ahora. En cambio, el movimiento cívico actual, aunque sea mucho menor en número, lleva años firme en su posición y el otro se disolvió para vergüenza de todos y para satisfacción de algunos. No hablo yo en nombre de nadie, pero creo que los que estén el sábado serán muy bienvenidos, como no puede ser de otra manera. Además, si había motivo para ir a las otras dos, mucho más ahora que siete magistrados del Tribunal Supremo han puesto el fundamento jurídico y han marcado el camino correcto para eludir la Ley de Partidos y sus propias sentencias anteriores.

Los políticos son otra cosa. Estaría bien que nos expliquen no por qué motivos vienen ahora, sino por qué no acudieron las otras veces. Pero oigan, desconfiando de ellos por principio y regla general, siempre están mejor los políticos manifestándose con las víctimas que ignorándolas. Por eso, no se puede tolerar que cuando lo relevante es que parte de la sociedad española se niega a que se comercie con su libertad y que eso ha empujado a medios, asociaciones y políticos a participar, la noticia sea si Rajoy sabe o no sabe si va a venir o no. Rajoy tomó una decisión en 2008. Alguien le convenció de que a Zapatero no le pasaron factura sus negociaciones y que al PP no le benefició en exceso salir a la calle. Y desde entonces ha actuado en consecuencia. Tan en consecuencia que no ha dudado en mostrar la salida a algunos que, literalmente, se habían dejado la vida por las siglas del partido que ahora preside Rajoy. A mí, si se manifiesta, bien; y si no, fenomenal. Él no es la noticia.

Libertad Digital - Opinión

¡Indignaos! (Hoy, esta tarde). Por Tomás Cuesta

Lo ocurrido en el «proceso» y el mismo proceso son una traición y una derrota del Estado, de los ciudadanos.

LA despedida en falso del presidente del Gobierno (y la agonía a crédito, y la derrota a plazos) ha camuflado tras un telón de humo su responsabilidad en asuntos tan concretos como la catástrofe económica y los contactos con ETA, ya sea en la fase negociadora o en el chivatazo en el bar Faisán. El efecto más inmediato del desesperado anuncio ha sido pintar una sonrisa de suficiencia en el rostro de Rubalcaba, al que todo el mundo pregunta qué se siente a las puertas de tomar posesión del PSOE, aunque el partido de los cien años de honradez sea una auténtica ruina, la zona cero de los negocios de familia, la antesala del trinque y el apalanque. Sin embargo, la desbandada general no será, como hasta ahora, un camino de rosas. Siete días después del renuncio, las víctimas del terrorismo salen a la calle —por tercera vez en seis meses— para intentar que los terroristas no participen en las próximas elecciones. Dicho con la claridad de quien vela a los inocentes, lo ocurrido en el «proceso» y el mismo proceso son una traición y una derrota del Estado, de los ciudadanos, del Derecho, de la lógica y del sentido común, además de colaboración con banda armada.

Es harto probable que el soplo policial a ETA que retrasó un año la detención de los responsables de las extorsiones no haya calado en la opinión pública con la intensidad, por ejemplo, con que lo ha hecho la negativa de los eurodiputados a pasarse de bisnes a turista. Las actas de la infamia, el chivatazo o los beneficios penitenciarios de los etarras no son «trending topic» en «Twitter» como tampoco lo son el paro o las andanzas de los hijos de Chaves, el mismo que exhibía un ridículo patrimonio de sesenta mil euros tras toda una vida política como prueba de probidad; lo que no quita ni pone a efectos de la potencia de las redes sociales, ni mucho menos respecto a la importancia, sustancia, calado y alcance de que el Gobierno mienta con reiteración, alevosía y ensañamiento sobre ETA, acumule unos registros históricos de desempleo y mantenga en sus puestos a Rubalcaba y Chaves como si aquí y en «Twitter» no pasara nada.

Puede que la manifestación de hoy no tenga grandes consecuencias en las urnas para los partidos tradicionales, distantes o directamente contrarios a las movilizaciones de las víctimas del terrorismo, pero es la respuesta de una parte considerable de la ciudadanía ante la clamorosa ignominia de repartirse el mundo con los etarras (incluso después de un atentado) y negar cualquier derecho a quienes pueden hablar de terrorismo de primera mano, que son, según Rubalcaba, Zapatero y Pajín, la «extrema derecha» y el «tdt party», un hallazgo retórico elemental que es la respuesta de carril cada vez que alguien osa inquirir sobre cómo es posible que individuos condenados por pertenencia a ETA sean considerados «hombres de paz» y puedan regresar a los ayuntamientos para alimentar la maquinaria sangrienta con fondos públicos, con el dinero de las propias víctimas.

¿Y qué dirán, por cierto, los entusiastas de «¡Indignaos!» —ese turbio panfleto antisemita— de aquellos que esta tarde proclamarán su indignación a pie de calle? La respuesta es tan obvia como miserable. Dirán que es indignante que la gente se indigne a beneficio de los reaccionarios. Porque las víctimas, según de qué parte caigan, son daños colaterales, sangre caducada.


ABC - Opinión

El error como verdad. Por Alfonso Ussía

Personalmente me importa un rábano la Segunda República. La he estudiado, leído y oído, pero falleció hace setenta y cinco años y no soy partidario de esquelas de aniversarios. Además, que es una fallecida que no cuenta con mis simpatías porque supuso un desastre que desembocó en un caos trágico y sangriento. La Segunda República rompió con sus buenas intenciones del principio y terminó en manos de un Frente Popular vindicativo y soviético. Por su culpa nació el fascismo, la revolución de la burguesía y las clases medias frente a la revolución comunista y socialista. Hubo una guerra, y perdieron los que no supieron unirse. No obstante, admito y respeto todas las opiniones al respecto.

La TVE de Oliart está obsesionada con la Segunda República. Unos eran los buenos y otros los malos. Los buenos perdieron y los malos ganaron. Ese nivel de gilipollez histórica es el que aún predomina. Y se siguen editando novelas a manta con la Guerra Civil como escenario. Buenas y malas, medidas o desmedidas, que cada cual cuenta la historia como le fue.


Entre las buenas, la de Raúl del Pozo, que es un formidable escritor que emergió de la izquierda y hoy se mueve por el equilibrio y la serenidad que concede la capacidad de sobrevolar sobre las extintas pasiones. «El Reclamo» se titula su novela. Desde que juega al golf, a Raúl se le ha blanqueado el pelo hasta la máxima elegancia. Parece un Luca de Tena. Pero ha dicho algo que no concuerda con su talento. Esa falsedad permanente. «Unos luchaban a favor de la República y la Democracia, y otros a favor de la Dictadura». No es así y no fue así. Cuando estalló la Guerra Civil la República no era ni democrática ni libre. Ya se había convertido en un sistema asesino. Por supuesto que muchos republicanos combatieron por sus ideales, pero la quimera ya se había desmoronado sobre sangre, incendios de iglesias y llantos de paseos de la Brigada del Amanecer. Y en el lado de los nacionales, no se luchaba por una dictadura, entre otros motivos, porque la dictadura llegó como consecuencia del fin de la guerra. Estaban los monárquicos, los falangistas, los carlistas y los que no pertenecían a ninguno de los tres apartados. Se combatió por recuperar la unidad de una España troceada y echada al vertedero por unos dirigentes políticos fanáticos e insensatos. Hubo gloria y honor en las dos partes. Hubo terror e injusticias en una y otra retaguardia. Y ganaron la Guerra los sublevados porque no se mataron entre sí, como ocurrió en el bando republicano. Pero la gran mayoría de combatientes del bando nacional, no luchaban por una dictadura. Y decir que se combatía por la libertad y la democracia con la URSS en la cima del mando, se me antoja una frivolidad. Los nazis ayudaron a Franco. Tampoco se sabía en aquel tiempo el nivel de horror que el nazismo alcanzaría durante la Segunda Guerra Mundial.

Guardo el casco de guerra de mi padre, que al finalizar la barbaridad compartida, era capitán del Arma de Ingenieros. El casco le salvó la vida en dos ocasiones. Mi padre luchó por la España que él creía mejor. Por la España que mantuvo sus símbolos y su bandera. El gran error simbólico de la Segunda República – en el que no cayó la Primera República Española–, fue cambiar los colores de la bandera de 1785, creada por Carlos III y no por Franco, como cree el analfabetismo sectario. La democracia la había pisoteado la República cuando empezó la Guerra y la dictadura franquista se estableció con posterioridad a su término. Se luchó por otras cosas, ideales incluidos. Salvando esta apreciación, mucha suerte, Raúl.


La Razón - Opinión

Manifestación. La casta debería ir en la pancarta. Por Pablo Molina

Una ración de sinceridad cercana del ciudadano hacia el político díscolo es vacuna eficacísima contra las veleidades progres en materia de terrorismo, y en el PP periférico ya hay quien va necesitando una monodosis tamaño elefante.

La decisión de las organizaciones de víctimas del terrorismo convocantes de la manifestación de este fin de semana, impidiendo a los políticos que aparezcan en la primera fila, me parece una concesión demasiado generosa a nuestra casta que, seamos honestos, tampoco es que vaya a sufrir una epidemia de hernias discales por trabajar un poquito un sábado por la tarde.

Los políticos, al menos los del Partido Popular, deberían haber sido invitados con cierta insistencia a participar en la manifestación de este sábado en lugar destacado, porque el 99,9 por ciento de sus votantes defiende la memoria y la dignidad de las víctimas, las acompaña cada vez que lo necesitan y quiere que los políticos a los que entrega su confianza acudan a todas y cada una de las convocatorias que se realicen en apoyo de los heridos y los familiares de los asesinados por el terrorismo. El resto de los votantes, ese 0,1 por ciento en el que me incluyo, querría además que lo hicieran de rodillas para purgar sus muchas traiciones, pero esa es una cuestión marginal dada la importancia de los asuntos que se ventilan.


En las primeras filas de la manifestación de este día 9 deberían ir los 153 diputados, los 123 senadores y el medio millar largo de diputados autonómicos que el Partido Popular mantiene a cuerpo de rey gracias al voto de los ciudadanos anónimos que acuden desde todos los extremos de España a estas convocatorias; y no precisamente en la clase business de Iberia, sino en autobús o coche particular, donde no hay azafatas que te sirvan lingotazos para entretener el viaje.

Además, la presencia de los altos cargos del PP en la cabecera de la manifestación tendría efectos pedagógicos muy interesantes, al menos en lo que respecta a esos centristas vergonzantes que juegan a la ambigüedad en asuntos tan graves, a los que con toda seguridad sus votantes les harían llegar de primera mano la opinión que les merece su actitud traidora. Una ración de sinceridad cercana del ciudadano hacia el político díscolo es vacuna eficacísima contra las veleidades progres en materia de terrorismo, y en el PP periférico ya hay quien va necesitando una monodosis tamaño elefante.

Se hace difícil llevar la contraria a una organización de víctimas del terrorismo porque, sinceramente, alguien al que le han asesinado a un familiar por patriota dice que esto no es Libertad Digital sino la versión web del Pumby (FJL dixit) y yo simplemente cambio de tema. Es sólo que a veces las víctimas se pasan de buenas y hay quien no merece tanta bondad. Los políticos, menos que nadie.


Libertad Digital - Opinión

Delenda est excellentia. Por Ignacio Camacho

Cualquier iniciativa de primar el mérito debe ser anatematizada en nombre de la dictadura de los mediocres.

EL culto a la mediocridad es una vieja tradición española que ha dado lugar a una carencia histórica de élites con proyección y pujanza. Los países que pisan fuerte en el mundo han procurado siempre dotarse de una clase dirigente formada para ejercer el liderazgo social, empresarial y político, y lo han hecho a través de instituciones docentes de alto nivel capaces de establecer una rigurosa selección de excelencia. Sea mediante el sistema privado anglosajón —la Ivy League americana, los colleges británicos— o el modelo público de la ENA francesa, las naciones avanzadas han forjado su hegemonía en el intangible del conocimiento, mientras España perdía siglo y medio en un marasmo de vulgaridad que enterró el sueño regeneracionista del krausismo y de Costa, que fueron los primeros en apostar —en vano—por una vanguardia intelectual que tirase del carro del progreso. La cascada de leyes educativas y planes de estudio de los últimos treinta o cuarenta años testimonia el fracaso de nuestra orientación pedagógica, que ha alcanzado con la Logse la apoteosis de la medianía: un régimen escolar que fija el rasero en el escalón más bajo del aprendizaje y penaliza o desprecia la competitividad y el mérito.

Ese espíritu anodino que identifica los valores democráticos con la vulgaridad multitudinaria ha estallado en la reacción de la izquierda oficial contra la iniciativa de Esperanza Aguirre de crear institutos-piloto para que los alumnos más brillantes y de mejores notas no sufran la rémora de una bajísima media obligatoria. Delenda est excellentia; todo intento de destacar debe ser anatematizado en nombre de la dictadura de los mediocres, disfrazada de igualitarismo. El dicterio de la segregación y el apartheid ha caído de inmediato sobre un proyecto que si algo puede lograr es que la instrucción pública compita con la privada en la formación de élites. Pero nuestro progresismo de salón prefiere perpetuar el privilegio de la educación selectiva en carísimos centros particulares mientras condena la enseñanza oficial al estatus de una escuela para pobres. Huelga decir en qué colegios estudian los hijos de esa sedicente izquierda ilustrada; la solidaridad es estupenda cuando se aplica sobre los derechos de los demás.

La idea de Aguirre saldrá bien o mal según la eficacia con que se desarrolle; lo que no cabe es cuestionarla desde los principios de la justicia o del progreso porque la selección que se pretende es la del talento, no la de los recursos, y eso resulta tan justo como progresista. Se trata de darle una mejor oportunidad a los mejores, de recompensar y proyectar su esfuerzo en vez de cortarle las alas al deseo de perfeccionamiento y mejora. Eso es lo que ocurre en las aulas españolas sometidas al esquema logsiano: una rebaja sistemática del nivel medio que bajo la coartada de la integración empobrece la calidad y consagra el adocenamiento.


ABC - Opinión

La razón de las víctimas

Las víctimas del terrorismo saldrán hoy a las calles de Madrid con el propósito de que ningún partido afín a Batasuna esté presente en las elecciones. O lo que es igual, para que ETA no regrese a las instituciones. Se presume una movilización masiva, y no sólo porque la sociedad mantiene una lealtad y un apego afectivos a esos cientos de compatriotas que constituyen un referente moral para todos, sino porque una mayoría comparte las motivaciones de la protesta. Las víctimas se han ganado el respeto, pero también la confianza en sus pronunciamientos. Están avaladas por décadas de responsabilidad y de saber estar a la altura de las circunstancias.

Por eso entendemos las razones del colectivo para manifestarse. Vivimos una etapa de confusión y las víctimas temen que la banda terrorista pueda colarse en los ayuntamientos y las Juntas Generales. Hay un clima político distinto al de hace unos meses. Hoy, parece imposible asegurar que una marca proetarra no estará presente en las elecciones y ése es un motivo suficiente de alarma. Hay episodios que abonan esa incertidumbre. En primer lugar, el voto particular de siete magistrados del Supremo –casi la mitad– que dieron crédito a las palabras de Sortu y no a los documentos presentados por la Fiscalía y la Abogacía, ni a los informes de la Guardia Civil y la Policía. Que esos magistrados pertenezcan a la misma corriente ideológica que una mayoría de los miembros del Tribunal Constitucional que decidirá sobre el recurso de Sortu dispara las dudas.


Después, la posición de los socialistas vascos, que se han alineado con los criterios de esa minoría discrepante con el fallo que desmontó la trampa etarra en el Supremo. No sólo ha sido el presunto verso suelto de Jesús Eguiguren, sino que el partido, por medio de su portavoz, José Antonio Pastor, lo ha expresado con claridad. Que las tesis de Eguiguren se hayan impuesto supone caminar hacia la equidistancia, el borrón y cuenta nueva y el olvido, lo que es inaceptable. Las víctimas tomarán las calles mientras en el Congreso la Ley de Solidaridad con el colectivo lleva congelada desde octubre sin que se conozcan los motivos y a la espera de que los grupos se decidan a reactivar la tramitación. Esta situación es un escándalo y una burla a las víctimas, que no se merecen el enredo parlamentario de los dos grandes partidos que ha permitido, por ejemplo, 24 prórrogas en el plazo de entrega de enmiendas.

El presidente del Gobierno prometió esta ley en 2006 y las víctimas la esperan cinco años después. Ni el Gobierno ni el PSOE acudirán a la manifestación. Esta actitud distante y fría ha sido un error crónico de la izquierda y lo peor es que no hay propósito de enmienda. El PP estará con una importante representación. Es un deber moral, pero también, una convicción. La protesta, por tanto, está sustentada en sólidos fundamentos. Las víctimas desconfían porque la pasada negociación con ETA está demasiado presente en mensajes y protagonistas. Hasta la fecha, el Gobierno se mantiene firme en la política de la derrota y es de justicia reconocerlo. Como lo es también recordar que los socialistas mantienen viva la resolución parlamentaria de 2005 que autoriza al Ejecutivo a dialogar con los terroristas.


La Razón - Editorial

Errores de Mas

La deriva propagandística en el debate sobre el déficit amenaza con perjudicar a Cataluña

Nada peor que politizar o hacer propaganda cuando se trata de algo tan serio como ajustar el déficit fiscal por exigencia europea. Eso es lo que está haciendo el nuevo Ejecutivo de la Generalitat encabezado por Artur Mas. Acompañado por una torpeza de Hacienda: la negativa a adelantar, en la forma tradicional, los recursos (1.450 millones) del Fondo de Competitividad, imprescindibles para que Cataluña haga su ajuste en condiciones.

El déficit presupuestario español no lo originan las autonomías, a las que se debe solo una pequeña parte, aunque creciente y descontrolada, y que ha sido subsanada en 2010 gracias al mayor ahorro del Estado. Y a la inversa, el objetivo de cerrar 2011 con un desbalance autonómico del 1,3% sobre el PIB no es un capricho de Madrid: es un tope acordado por el Consejo de Política Fiscal y Financiera, al que concurren todas las comunidades.

Administración central y comunidades autónomas deben ejecutar los sacrificios que a cada parte corresponden para cumplir con los compromisos libremente adoptados por España ante la Unión Europea. De lo contrario, quienes sufrirán serán todos los españoles sin distinción. Ahí está el ejemplo de Portugal.


El gobierno de Mas ha cometido tres errores en un asunto que merita prudencia y discreción, cuando los mercados todavía olfatean las debilidades financieras del Reino. El primero es un énfasis excesivo en el presunto desastre de la herencia recibida de su predecesor, el tripartito de izquierdas. Decir que "la caja está vacía", que no se podrán "pagar las nóminas" o que se induce a "maquillar" el presupuesto acaba revolviéndose contra quien lo formula. Los nacionalistas más que nadie deberían creer en la unidad y permanencia del Estado (en este caso, de la Generalitat, que también lo es), y no caer en frivolidades. Al cabo, Mas ha debido optar por una emisión de bonos a particulares, en unas condiciones ligeramente mejores que las del tripartito en otoño, gracias a que los mercados han mejorado su percepción, la de España.

El segundo error es el ruido, el desorden y la inequidad en el anuncio de los recortes presupuestarios. Si la Sanidad absorbe el 25% del gasto de la Generalitat, es lógico que deba quedar afectada. Ahora bien: ¿es acertado el cierre general de quirófanos por las tardes? ¿No sería mejor algo más de valentía con el copago? ¿Era justo este el momento para suprimir el impuesto de sucesiones, que beneficia a los más ricos y en nada contribuye al crecimiento ni al empleo?

El tercer error es desviar el debate sobre el recorte o alternativamente el incremento de impuestos hacia una renegociación financiera que adelanta el "pacto fiscal" prometido por Mas para 2012. Eso es también renegociar traspasos, como los edificios hospitalarios para poder aumentar la deuda. Las cortinas de humo nunca generan claridad. Y menos cuando coinciden con el clandestino voto por la independencia del presidente catalán en un referéndum alegal. O un camino o el otro.


El País - Editorial

Bonus por matar

El PSOE han impuesto su agenda y en ella está escrito que ZP quiere pasar a la historia como el presidente que acabó con ETA, aunque sea a costa de mantener intactas sus estructuras criminales y de premiar el terror con una irrupción en las instituciones.

El objetivo de la manifestación que celebran hoy las víctimas del terrorismo es denunciar la presencia de ETA en las instituciones, un regreso que no es tal porque los satélites de la banda terrorista estaban y están de un modo directo en los ayuntamientos a través de las listas de ANV. Y estarán a través de EA, partido que facilitará el encaje electoral de una "izquierda abertzale" que es, en realidad, la plataforma funcionarial de los asesinos. Que estos individuos tengan más facilidades aún para acceder al censo, que dispongan de fondos públicos oficiales, que habiten los mismos espacios que los concejales demócratas (lo que facilita enormemente su control y seguimiento para fines delictivos) no es precisamente el mejor camino para acabar con el terrorismo; como tampoco es la mejor manera de que abandonen el tiro en la nuca y la bomba lapa sentarse a dilucidar y decidir con ellos el futuro de Navarra, la política penitenciaria, la forma de Estado y el futuro de España. Esa es, para ellos, la demostración de que la consecuencia de sus crímenes puede ser la cárcel, pero también el escaño, todo un incentivo para dejar de matar y también para seguir matando y extorsionando si es que la realidad no se ajusta a sus previsiones.

El Gobierno y el PSOE han impuesto su agenda y en ella está escrito que Zapatero quiere pasar a la historia como el presidente que acabó con ETA, aunque sea a costa de no acabar con ETA, de mantener intactas sus estructuras criminales, de "bendecir" sus pretensiones políticas, de premiar el terror con una irrupción en las instituciones por la puerta grande, como héroes, sin vencedores ni vencidos, tan amigos después de más de ochocientos asesinatos, del éxodo de cientos de miles de vascos, de la práctica desaparición del Estado y de la Nación en el País Vasco, de la extorsión sistematizada, del lavado de cerebro de una parte de la sociedad que, visto lo visto y la actitud del Gobierno, está convencida que tras cada crimen terrorista hay un proyecto político legítimo. Y en eso consiste una negociación que empezó antes de que el PSOE alcanzara el poder, continuó tras el atentado de la T-4 y continúa en la actualidad en una forma de proceso en el que se trata de conseguir que personas condenadas por pertenencia a banda armada introduzcan en la política democrática los usos ideológicos y los "razonamientos" prácticos de los terroristas. En suma, no un crimen sin castigo sino un bonus por matar.

Libertad Digital - Editorial

Razones para apoyar a las víctimas

Sí, las víctimas sí tienen razones de pesono sólo para convocar esta manifestación,sino para recabar el apoyo de todos los ciudadanos con su presencia.

LOS buenos resultados de la acción policial y judicial contra ETA en los últimos tiempos son compatibles con los motivos que llevan hoy a las víctimas del terrorismo a manifestarse por el centro de Madrid contra la posibilidad de que los terroristas sigan en las instituciones democráticas a partir del 22 de mayo. Mientras la Audiencia Nacional, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y la Fiscalía están actuando decididamente contra ETA y sus diversas sucursales políticas, el Gobierno y, sobre todo, algunos dirigentes del socialismo vasco han emitido mensajes equívocos, cuando no claramente favorables a la legalización de Sortu, como un paso necesario para responder a la tregua de ETA e impulsar un nuevo proceso de negociación política. Al mismo tiempo, el voto particular de siete magistrados de la Sala del 61 del Supremo, destinatario de adhesiones entusiastas entre los socialistas vascos, ha abierto la expectativa de que el Tribunal Constitucional revoque el auto que ordena no inscribir a Sortu como partido legal.

En medio de esta confusión organizada en torno a la actitud política del Gobierno y del PSOE hacia Sortu, es decir, ETA/Batasuna, la revelación de los documentos sobre las negociaciones con los terroristas entre 2005 y 2007 ha reabierto las heridas mal cerradas que causó el engaño masivo y constante perpetrado por Rodríguez Zapatero contra las víctimas y el Partido Popular. La falta de sensibilidad y de empatía del Gobierno socialista hacia las víctimas de ETA se ha hecho aún más patente tras conocerse los reiterados ofrecimientos hechos por sus representantes a ETA de entorpecer la acción judicial y conceder medidas de gracia incluso por delitos de sangre.

Sí, las víctimas sí tienen razones de peso no sólo para convocar esta manifestación, sino para recabar el apoyo de todos los ciudadanos con su presencia. En un tiempo de crisis de valores, de pesimismo social, de desconfianza en las instituciones, conviene recordar la ejemplaridad cívica y ética de unas víctimas que nunca han pedido otra cosa que el amparo de la ley, la aplicación de la justicia y el cumplimiento de las sentencias. Nunca ha habido en las víctimas un discurso de venganza, ni de comprensión hacia la guerra sucia contra ETA. No han pedido atajos para castigar los crímenes terroristas, ni se han apartado de las leyes o de la Constitución para atender sus legítimas demandas. Después de tanto como han entregado a la sociedad, es de justicia salir hoy a la calle, en Madrid, con las víctimas del terrorismo.


ABC - Editorial