viernes, 13 de mayo de 2011

#llamamebellaco o cómo (casi) todo se vuelve contra ZP. Por Federico Quevedo

Ha sido decir Rodríguez en un mitin de campaña, con el rostro indignado y el puño golpeando con estudiada cadencia el atril, que “miente como un bellaco” quien diga que él ha hecho alguna clase de recorte social -pero, por Dios, ¿cómo se nos puede ocurrir semejante cosa?-, y la red de moda, o sea, Twitter, ardía por los cuatro costados bajo la etiqueta de #llamamebellaco: “#llamamebellaco pero 120.000 jóvenes emigran en busca de trabajo”, “#llamamebellaco por el pleno empleo, a eso lo llamo yo cumplir promesas”, “#llamamebellaco pero solo tus nombrados en el TC colaboran con ETA legalizando a Bildu”, “#graciasZP por la subida de la luz pero, si quieres, #llamamebellaco”, “#llamamebellaco si quieres, pero a mí sí me bajaron el sueldo el año pasado”, “#llamamebellaco por el recorte de los sueldos de los funcionarios y las pensiones”, #llamamebellaco pero me compré un piso que costó una pasta y hoy vale una m….”, “#llamamebellaco va camino del #plenoparo”… Y así hasta un infinito que se convirtió en uno de los trending topics del día. Y es que, en fin, hace falta tener la cara muy dura para negar hasta ese punto las evidencias, y lo de Rodríguez empieza a ser ya un poco preocupante.

Tal día como hoy se cumple un año desde que Rodríguez se subiera a la Tribuna del Congreso de los Diputados para anunciar el que ya ha sido el mayor recorte social que se haya llevado a cabo nunca en nuestra historia democrática. Lo cierto es que afirmar esto resulta enormemente doloroso, y me consta que cada vez que se dice en el Partido Socialista chirrían los goznes de las puertas de la vergüenza, pero qué le vamos a hacer, es así les guste o no les guste. Fue el propio Rodríguez quien dijo aquello de que “mientras haya una mayoría socialista en el Parlamento que no aspiren a recortes sociales, de ninguna manera, no va a pasar”.


Pero en mayo del año pasado ocurrió, obligado por las circunstancias y por las presiones de nuestros socios europeos y del presidente norteamericano, Barack Obama. Entonces teníamos nuestra prima de riesgo en 97 puntos básicos. Hoy la tenemos en 230 y nuestra economía vuelve a estar en el punto de mira a cuenta de la más que posible reestructuración de la deuda de los países periféricos, lo cual nos lleva a pensar que probablemente lo hecho entonces no acaba ahí y que cuando Salgado dice que no habrá más recortes hay que echarse a temblar, porque eso significa que los va a haber.

Dice Rodríguez, en sus mítines -que es en el único sitio en el que encuentra a alguien que le haga caso, y cada vez menos y a menos gente-, que eso es mentira, que él ha traído los mayores logros sociales a este país. Es verdad que la herencia dejada por Aznar le permitió, durante su primera legislatura, tirar de chequera y mejorar algunas de las prestaciones sociales e, incluso, aprobar algunas nuevas como el cheque-bebé. Pero realmente lo único que hizo Rodríguez fue eso, gastar más y como suele ocurrir casi siempre cuando las cosas se hacen así, mal, sin pensar, sin políticas de ajuste añadidas que permitan aplicar políticas sociales y al mismo tiempo evitar incurrir en déficit, cuando se tira la casa por la ventana y se derogan leyes de estabilidad presupuestaria permitiendo a las administraciones públicas hacer lo mismo, también hay que saber asumir las consecuencias de esos errores.
«Finalmente no ha tenido más remedio que aceptar los hechos: esta es la crisis más profunda que ha padecido este país, y su incompetencia la ha hecho todavía más grave..»
Este Gobierno ha gestionado mal, muy mal, y cuando han venido las vacas flacas primero se dedicó -él sí- a mentir y engañar negando la evidencia, después a menospreciar el alcance de la crisis, más tarde a presumir ante el resto de los socios riéndose de algunos de ellos, a continuación a intentar convencernos de que había brotes verdes en el desierto, hasta que finalmente no ha tenido más remedio que aceptar los hechos: esta es la crisis más profunda que ha padecido este país, y su incompetencia la ha hecho todavía más grave.

Gastar y gastar

Durante los primeros compases de la crisis el Gobierno de Rodríguez se dedicó a hacer justo lo contrario de lo que había que hacer: gastar, gastar y gastar. Fue la época de los Planes E, A, B, C… Cada día un plan, una reunión, un comité, un pacto sin pacto, una mesa… Pero de medidas reales, de verdadero programa económico, nada de nada. Y a medida que la inoperancia crecía, lo hacía proporcionalmente la intensidad de la crisis, y hace un año por estar fechas el asunto estalló en las manos del Gobierno, justo cuando España presidía la UE y estábamos en el escaparate a los ojos del mundo entero, y el mundo entero se dio cuenta de que tenía un problema que se llamaba España. Porque podían hundirse Grecia, Irlanda e incluso Portugal, pero si se hundía un país que significa más del 10% del PIB de la Unión, en el que buena parte de los inversores europeos y americanos tenían invertidos muchos billones de dólares, podía llevarse por delante la incipiente recuperación de esos mismos países.

Y fue cuando Obama, Merkel y Sarkozy levantaron el teléfono y le dijeron a Rodríguez: “Muchacho, hasta aquí hemos llegado, ya no puedes seguir haciendo el idiota, ahora te tienes que poner las pilas y tomar decisiones, aunque eso suponga que vayas a perder las elecciones”. Y el resto de la historia la conocen ustedes igual que yo: dos días después Rodríguez comparecía ante el Parlamento y se hacía lo que los periodistas hemos llamado una enmienda a la totalidad de toda su política.

Ayer lo resumía, en el transcurso de la sesión de control, Mariano Rajoy quien, lejos de escuchar los cantos de sirena de quienes le piden más agresividad en su particular campaña, está acertando con un mensaje directo al ciudadano más preocupado hoy por su situación económica que por cualquier otra cosa. Hace un año Rodríguez anunció un plan muy duro de recortes sociales como la eliminación del cheque bebé, la deducción de 400 euros por IRPF o la deducción por compra de vivienda habitual, la congelación de la pensiones y la reducción del salario de los funcionarios, entre otras cosas.

Con todo, la más antisocial de las políticas de Rodríguez se llama PARO: "En España hay 264.700 parados más, el paro juvenil ha aumentado del 42% al 45%, 43.728 autónomos ha cesado su actividad y los españoles siguen perdiendo poder adquisitivo", enumeró ayer Rajoy. "Todo esto sin crecimiento económico, con la prima de riesgo por encima de 200 puntos básicos y sin crédito en España. Con casi 5 millones de personas que quieren trabajar y no pueden, es evidente que se pierde poder adquisitivo”, y eso, aunque se nos llame bellacos, solo tiene un nombre: recorte social, el peor de todos los recortes sociales. "Tiene usted el dudoso honor de ser el presidente de ese gobierno que más ha empobrecido a los españoles y que más recortes de derechos sociales ha hecho nunca", le dijo ayer Rajoy a Rodríguez. Y tiene toda la razón, aunque el presidente se empeñe en llamarle “bellaco”.


El Confidencial - Opinión

Cómplices en la infamia. Por Hermann Tertsch

El Gobierno español es el mayor defensor del régimen cubano en el mundo. A los cubanos sin miedo los desprecian e ignoran.

NO les voy a hablar de Bildu y el Tribunal Constitucional, aunque no culpo a nadie que lo haya pensado al leer el título. No les voy a hablar de los cerca de novecientos muertos españoles, cuyos asesinos han sido legitimados en su trayectoria por nuestro Gobierno. Erigidos en adalides de un largo proceso de cincuenta años que entra en su nueva fase triunfal con las camadas de nazis legalizadas para su proyecto de liquidar las libertades en el País Vasco y en Navarra. Algunos de los responsables de esta tropelía histórica se prometen de ello el título de “pacificadores” en nuestra historia. A mí se me ocurren otros. En todo caso, que no pidan respeto, por favor. Cuando lo que deberían pedir es perdón. Respeto no, por favor.

Vamos a hablar de otro muerto que aquí han olvidado antes de que lo enterraran el pasado domingo en un cementerio de La Habana. Juan Wilfredo Soto, de 46 años, era un cubano que llevaba más de la mitad de su corta vida pidiendo, precisamente, respeto. Nada menos que al poder. Juan Wilfredo pedía que le dejaran decir lo que pensaba. Y pedía que no le pegaran ni le encarcelaran por algo tan sencillo e inocente como decir la verdad, su verdad, en voz alta. Que no es otra verdad que la de millones de cubanos que no se atreven a pronunciarla. Él era uno de esos pocos que no tenía miedo. O que lo vencía a diario por un compromiso consigo mismo, un respeto y una exigencia a un tiempo. Eso que se llama dignidad. La mayoría de los cubanos tiene miedo. Es lógico porque el régimen que los oprime desde hace medio siglo es una inmensa maquinaria de producción de miedo. Todas las demás fuentes de producción, fábricas, ingenios, talleres y granjas, se han hundido en Cuba podridas por la desidia, el desamor, la ineficacia, la corrupción y la mentira. Solo funciona la producción y la administración del miedo, esa mercancía que se reparte muy equitativamente, según las reglas comunistas, entre toda la población. Mayores y menores, hombres y mujeres, obreros y burócratas, policías y campesinos, miembros del partido de arriba y abajo, todos tienen miedo por igual. Como debe ser para el funcionamiento armonioso de un sistema que, desprovisto de espíritu y alma, no funciona. Juan Wilfredo, sin miedo, era una pieza estropeada. Como tantos cientos de cubanos que, por alzar la voz con su verdad, con su dignidad y la exigencia de libertad para defenderlas ambas, sufren las represalias de uno de los regímenes más viles y putrefactos del mundo. Tras el Congreso del Partido Comunista, nuestras gentes sin miedo pasan una vez más una dura prueba. Resuena con virulencia la consigna del hostigamiento contra esos impertinentes que osan no tener miedo. Los registros, las detenciones, los

insultos, los asaltos vandálicos a sus viviendas, vuelven a ser deber patriótico para la soldadesca del miedo. Y así le han matado a Juan Wilfredo. De una paliza. Sabía que lo harían. Se lo habían dicho. Cumplieron. Para que sus amigos no se obstinen en no tener miedo. Y reconozcan que sólo con miedo se puede vivir con seguridad.

El Gobierno español es el mayor defensor del régimen cubano en el mundo. Lo han elogiado en Bruselas, en Washington y aquí. Jiménez alaba sus «reformas». Pajín en La Habana canta al hermanamiento entre PCC y PSOE. A los cubanos sin miedo los desprecian e ignoran. El régimen es su amigo, los disidentes «gusanos». Por eso aun no han dicho una palabra sobre Juan Wilfredo. Porque son cómplices. Del crimen y la infamia.


ABC - Opinión