lunes, 16 de mayo de 2011

Por qué votar socialista garantiza la propia ruina. Por Roberto Centeno

Vamos de mal en peor, el deterioro económico y social crece día a día. La OCDE acaba de afirmar que las reformas de Zapatero no han mejorado sino que han empeorado la economía española, un agravamiento que se ceba especialmente en los pensionistas y la clase trabajadora, que ven cada día hundirse más y más su renta disponible. Los socialistas no tienen piedad para los más débiles, porque están convencidos de que les seguirán votando. Sin embargo, votar socialista el próximo día 22, o en cualquier otro momento, es garantizar la propia ruina. Siempre ha sido así cuando han gobernado, aunque esta vez han deteriorado de forma irreversible la economía y el bienestar de los españoles: nunca tan pocos hicieron tanto daño a tantos.

Los desastres del socialismo: la crisis del 33 y la del 96

La primera vez fue la crisis de 1933, que los “historiadores” izquierdistas cuentan fue debida a “la traición de empresarios y banqueros para sabotear la República”, cuando la realidad fue que el Gobierno de la República actuó con una incompetencia económica absoluta, su única preocupación, al igual que Zapatero con Aznar, fue como nos recuerda el profesor Velarde (1), la destrucción de los logros económicos de Primo de Rivera, los mayores de la primera mitad del siglo XX. Ortega y Gasset, en su discurso ante las Cortes Constituyentes en julio de 1931 afirmaría que “si el régimen hoy naciente no triunfa en la economía, no tiene porvenir”, y espantado por la ineptitud del Gobierno clamaría “es menester que encarguéis (la economía) a las personas más autorizadas que en España haya, y si no hay bastantes traedlas del extranjero”.


Marcelino Domingo, Ministro de Agricultura, del que Alcalá-Zamora decía que “estaba tan ayuno de preparación, que era incapaz de distinguir el maíz de las algarrobas”, con el mito republicano del “pan barato” decidió importar grandes cantidades trigo a finales de 1931 y cuando en 1932 este trigo estaba llegando se recogió la mayor cosecha en años, el exceso de oferta hundió los precios y sumió a los campesinos en el hambre y la miseria. El otro mito republicano, la “peseta fuerte”, sosteniendo un cambio artificial, dio la puntilla. En 1933 la izquierda perdió el poder, que recuperó tres años después en un clima prebélico latente, como adelantó en campaña el socialista Largo Caballero, espetando que “si no ganamos, iremos a la guerra civil”, con una caída de la renta per capita del 13% hasta julio tras las ocupaciones de tierras y fábricas.

La era González, después de una etapa expansiva entre 1986 y 1990, consecuencia de nuestra incorporación a la UE, desastrosamente negociada por las prisas de entrar, algo que hubiera sucedido en cualquier caso y a coste cero, “concluyó en catástrofe a causa de un considerable déficit del sector público, de una política monetaria restrictiva y, por ello, con altos tipos de interés, y de una peseta fuertemente sobrevalorada, y de las rigideces estructurales (1)”. Al término de esa época, la Seguridad Social bordeaba la quiebra, la industria quedó aniquilada por el desastre de la reestructuración siderúrgica, naval y textil, el paro superó el 23 % y los monopolios públicos fueron privatizados a precio de saldo… un expolio de dos billones de pesetas a los españoles.

“Una España arruinada, dividida y con ETA en las instituciones”

Pero este desastre quedaría empalidecido por Zapatero. No se me ocurre mejor resumen del mandato del presidente que el realizado por Esperanza Aguirre, que no solo nos ha llevado a una ruina económica sin precedentes, que tardará varias generaciones en superarse, también ha dividido España y ha sentado las bases de su destrucción, además de legalizar a una banda terrorista porque los socialistas buscan gobernar el País Vasco y Navarra donde la izquierda abertzale puede jugar un papel bisagra importante.
«Pues si tanto le dolía ¿por qué en vez de recortar gasto social no recortó despilfarro autonómico y local, seis veces mayor que los 15.000 millones que cercenaría a los mas desfavorecidos?.»
Cuando Zapatero ganó las elecciones de marzo 2004 era evidente que el modelo de crecimiento era insostenible. Zapatero encargó a un indolente Pedro Solbes, que había completado el hundimiento económico de la era González y que logró sillón de Comisario de cuota en la UE, la cuadratura de un círculo imposible. Ya desde el principio, Zapatero se desentendió de la economía, mientras Solbes dormitaba, porque el crecimiento continuaba, aunque ni el uno ni el otro supieran por qué. Zapatero se dedicó a lo realmente le gustaba, a destruir toda la obra de Aznar, empezando por paralizar el Plan Hidrológico Nacional -un disparate histórico-, a reescribir la Guerra Civil -“durante el franquismo los españoles no éramos españoles, éramos apátridas”- y a negar a la nación mas vieja de Europa su condición de tal -“España es una realidad discutida y discutible”, sentenciaría-.

Los primeros avisos

Y como no podía ser de otra manera, los desequilibrios se agravaron hasta unos límites tales que han llevado al hundimiento irreversible de la nación. El primer aviso institucional del desastre que se avecinaba lo realizaron los inspectores del BdE a mediados del 96, alertando al Gobernador sobre los riesgos suicidas que estaban corriendo bancos y cajas inflando irresponsablemente la burbuja inmobiliaria. Solbes y Mafo no solo ignoraron la advertencia, en la primavera del 2007 animaron a las familias a seguir endeudándose, pues “cuanto más se endeuden mas ricos son, ya que los pisos solo pueden subir de precio”. Solo por esto, en cualquier país civilizado ambos habrían sido procesados. Zapatero derogaría también el modelo de financiación autonómica consensuado en 2002, realizando transferencias y cesiones absolutamente disparatadas, algo que ya por si solo nos llevará a la ruina, pero además destruyendo la cohesión nacional con un reparto inaceptable de las inversiones del Estado, Cataluña y Andalucía se apropiarían de más del 40% de las mismas.

La incompetencia absoluta del BdE han hecho que al menos un tercio del sistema financiero esté quebrado y que la falta de crédito este aniquilando al tejido productivo del país. El endeudamiento de España llega al 300% del PIB, el mayor del mundo desarrollado, el déficit por cuenta corriente en términos de PIB es aún el mas alto de los 42 países más importantes. La deuda pública total, no sólo la computable, llega al 100% del PIB, y sigue creciendo sin freno. El reparto de la riqueza es el más antisocial de Europa: un 90 % de las familias ha perdido renta real, un 60 % tiene problemas para llegar a fin de mes y un 23 % vive por debajo del umbral de la pobreza. La parte del trabajo en el PIB se ha hundido hasta el 46%, la cifra más baja desde que existen series estadísticas y la menor de toda Europa, frente al 57 % del PIB en 1970. El paro real asciende a 6 millones y Zapatero ha destruido a la generación más preparada de nuestra historia. Y el pasado abril, por primera vez en la historia, el paro y la inflación han hecho descender el gasto en alimentos, convirtiendo la cesta de la compra en una cesta de supervivencia.

El martes pasado con una desvergüenza sin precedentes, Zapatero afirmó que “miente como un bellaco quien diga que he recortado ayudas sociales”. ¡Patético! Solo hace un año anunció en el Congreso el mayor recorte de derechos sociales de la Democracia, afirmando con toda su cara que “era al que más le dolía hacerlo, pero era necesario”. Pues si tanto le dolía ¿por qué en vez de recortar gasto social no recortó despilfarro autonómico y local, seis veces mayor que los 15.000 millones que cercenaría a los mas desfavorecidos? ¿Por qué no eliminó los pagos millonarios a UGT y CCOO por trabajos que pueden hacer mejor los funcionarios públicos, de los que sobran más de dos millones? Incluso ahora, ante este escenario, la ministra de Defensa y aspirante a liderar el PSOE se atreve a decir que pronto “pasaran cosas maravillosas”. Realmente, están convencidos que estamos alelados y no les falta razón, porque el 22 muchos votaran socialista.

Y así las cosas, el Gobernador del BdE falta a la verdad por segunda vez con las cifras de PIB justo antes de unas elecciones, para ayudar a los socialistas, como hizo en febrero 2008 diciendo que España, al contrario que el resto del mundo, estaba creciendo y no había ninguna crisis, engaño que sería clave en la victoria de Zapatero. Con todas las grandes empresas y entidades financieras, el corazón de nuestro sistema económico, con resultados mucho peores en España que hace un año -los ingresos cayeron entre un 5-15% y el Ebitda (resultado bruto operativo) entre un 10-20% en el primer trimestre-, cómo se puede tener la desvergüenza de afirmar que el crecimiento ha sido positivo. Si fuera cierto es que muchas otras habrían tenido resultados excelentes. Entonces, Sr. Gobernador, por qué no nos las presenta, quiénes son las afortunadas. Con todos los indicadores de actividad y demanda experimentado caídas generalizados, con la tasa de inflación haciendo estragos en la renta real disponible de las familias y, por tanto, en el consumo, cómo puede subir el PIB. No estamos creciendo al 0,3 ni al 0,2 %, estamos cayendo al 4% o más y el Gobernador miente de nuevo para ayudar electoralmente a los socialistas.

Y termino, la situación de España es un sistema piramidal, donde con menos riqueza se incrementa el peso de las deudas. Pero ningún esquema Ponzi se mantiene mucho tiempo, el BCE acaba de advertirnos que los mercados están a punto de perder la paciencia. “Después del 22-M se desatará el infierno sobre España; recortes de gastos inimaginables hoy, aumento de impuestos y de precios de los servicios, un empobrecimiento brutal de las familias para que pueda pagarse la deuda pública y la de las entidades financieras” (2). Por ello, parafraseando a Machado y al profesor Niño-Becerra, creo que el mejor resumen es: españolito que vienes al mundo, te guarde Dios; deuda, paro y socialismo van a helarte el corazón.


Cotizalia - Opinión

Campaña. Antigallardonismo. Por Emilio Campmany

Sí hay un resultado que podría, si no matar, al menos herir al gallardonismo. Así ocurriría si Esperanza Aguirre, la candidata del PP a presidir la Comunidad y antigallardonita en estado puro, saca a Alberto Ruiz Gallardón, cuantos más votos, mejor.

El gallardonismo parte de la base de que España es de izquierdas. Ergo, es imposible ganar elecciones en España desde la derecha. Por tanto, es necesario hacer política de izquierdas y dorarle la píldora a los nacionalistas para, contando con los votos de la derecha, arañar aquí y allá votos de electores de izquierda y de nacionalistas y configurar así una mayoría victoriosa. Se llama gallardonismo porque es Alberto Ruiz Gallardón quien ha elevado esta estrategia al estado de arte. Para los electores del PP la cuestión es: y si es para hacer política de izquierdas, ¿para qué queremos que gane el PP?

Rajoy se ha gallardonizado. Luego, el PP que pudiera vencer en las elecciones de 2012 lo hará para gallardonear en el Gobierno. A principios de 2009, pedí a los electores gallegos del PP que no votaran a Feijóo para desprestigiar al gallardonismo. No me hicieron caso ante la tesitura de tener que soportar cuatro años más a Touriño. Así que será el Rajoy gallardonado quien encabece el PP en 2012 sin que nada que razonablemente pudiera ocurrir en las elecciones del día 22 pueda impedirlo.


No obstante, sí hay un resultado que podría, si no matar, al menos herir al gallardonismo. Así ocurriría si, en Madrid capital, Esperanza Aguirre, la candidata del PP a presidir la Comunidad y antigallardonita en estado puro, saca a Alberto Ruiz Gallardón, el candidato al Ayuntamiento, cuantos más votos, mejor. Tal hecho demostraría que el gallardoneo no es tan rentable electoralmente como su inventor preconiza y obligaría a Rajoy a revisar su gallardonizada estrategia.

Pero, aunque no valiera para eso, serviría para algo mucho más importante en el caso de que se produjeran en 2012 alguno de estos escenarios. Imaginen que Rajoy pierde o, aun ganando, quien forma Gobierno es el PSOE aliándose con los nacionalistas. Habría que buscar a otro líder que lo sea de la oposición y Gallardón será el primer nombre en venir a la boca, sobre todo si logra su propósito de ser el número dos de la lista de Madrid. Sus posibilidades para tal caso quedarían francamente disminuidas si se hubiera demostrado tener mucho menos tirón electoral que Esperanza Aguirre.

Cabe un segundo escenario aun más atemorizador. Que un Rajoy ganador por mayoría simple sea incapaz de forjar una alianza con los nacionalistas y éstos se muestren dispuestos a apoyar, en cambio, un Gobierno presidido por Gallardón. La única forma de evitar semejante desastre es dando a los gerifaltes del PP dispuestos a oponerse el argumento de que Gallardón no tiene tirón electoral.


Libertad Digital- Opinión