viernes, 20 de mayo de 2011

¿En Sol?. Por Alfonso Ussía

Los «indignados» han tomado la Puerta del Sol. En un principio, sentí simpatía hacia ese movimiento. La perdí cuando el presumible actor Guillermo Toledo se sumó a los acampados y éstos lo aceptaron como uno más. Lo que parecía una protesta lógica y comprensible –cinco millones de parados y una generación con el futuro negro–, se ha convertido en un juguete de la izquierda radical. Penélope Cruz ha sido buenísima con ellos. «Los tengo en mi corazón», ha dicho. Con todos los acampados en su corazón, ha ingresado en la sala de espera de Primera Clase del aeropuerto de Barajas para volar a Los Ángeles. Excesivo peso en su corazón para vuelo tan largo.

Aun así, y a pesar de la manipulación de la izquierda radical, entiendo la desesperanza de los acampados, y también su indignación. Lo que no comprendo es que hayan elegido la Puerta del Sol para reunirse en la indignación. La economía española ha registrado una subida del 0,3 % en el primer trimestre del año. Una subida retaca. La economía madrileña ha subido en ese mismo período un 0,7% y un 1,8% en el cómputo interanual. Cifra que responde plenamente a la recuperación en la Unión Europea. Pero los indignados han elegido precisamente la Puerta del Sol, donde se ubica la sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid para hacer visible su protesta. ¿Por qué en Sol? En el entorno del Palacio de La Moncloa hay más espacio para acampar que en Sol.


El responsable del desastre económico de España, de los cinco millones de parados y del túnel sin salida del porvenir de nuestra juventud, habita y hace que trabaja en el Palacio de la Moncloa. ¿Por qué en Sol y no en La Moncloa? ¿Por qué en Sol y no ante la sede de Economía y Hacienda? ¿Por qué en Sol y no ante el despacho de Rubalcaba, corresponsable del desencanto? ¿Por qué en Sol y no ante las sedes de Comisiones Obreras y la Unión General de Trabajadores, los sindicatos de clase mansos y obedientes, que han permitido al Gobierno mucho más que lo permisible con la boca callada a cambio de millonarias dádivas y subvenciones? No pongo en duda la sobrada razón que tienen para protestar los acampados. Pongo en duda la oportunidad en la elección del lugar. ¿Casualidad o manipulación? Me temo que lo segundo. Cuando un movimiento nace de la espontaneidad, no se deja instrumentalizar por los oportunistas de siempre. Mañana estarán ahí todos los de la Ceja. Resulta sorprendente que Zapatero, Blanco, Rubalcaba, Pajín y compañía hayan aprovechado la situación para pedir el voto a las víctimas de su política económica y social. Son maestros en embarullar sus propios barullos.

En ese movimiento juvenil y espontáneo hay inteligencia, preparación y muchos motivos para la protesta. Se ha manifestado apolítico. Sería interesante que sus promotores cortaran el paso a quienes se aprovechan de ellos y convierten en sospechosas sus claridades. La izquierda radical es muy competente cuando se trata de infiltrar a los suyos y cambiar los esquemas, la ética y la estética de un movimiento popular. Una prueba irrefutable. Todos los detenidos por alterar el orden público y aprovechar la confusión para destrozar el mobiliario urbano tienen antecedentes. Expúlsenlos de entre ustedes. No permitan que sus razones y sus reivindicaciones se sometan a los violentos profesionales. Y con todo el respeto que la verdad de los «indignados» me merece, cambien el lugar de sus protestas. El Palacio de La Moncloa está a dos pasos. No es Esperanza Aguirre la culpable de sus desesperanzas. Y mucha suerte.


La Razón - Opinión

Movimiento 15-M. Entierro en la Puerta del Sol. Por Emilio Campmany

En todo esto, sólo hay una cosa segura. El régimen de 1978 está muerto. Sólo falta reconocerlo y decidir si ha fallecido de muerte natural o ha sido asesinado y, en éste último caso, determinar quienes han empuñado el arma.

El movimiento este del 15-M es amorfo y turbio, pero, aunque la izquierda del sistema esté tratando de manipularlo, sí parece espontáneo y exterior a los partidos con representación en las instituciones. Periodísticamente, el fenómeno tiene encandilados a muchos medios, incluido el Washington Post, que habla sin tapujos de la "Spanish revolution". Debe de ser que, como África de alguna manera empieza en los Pirineos, el rotativo encuadra lo de la Puerta del Sol en el marco de la primavera árabe que recorre todo el Magreb. Por mucho que nos duela, que la acampada sea fruto en parte de un contagio no debe descartarse.

El movimiento, a pesar de que el apoyo expreso es poco numeroso, está alcanzando mucha visibilidad. ¿Están bien organizados? El magnífico reportaje gráfico de Fernando Díaz Villanueva muestra unos medios bastante cutres, lo que sugiere espontaneidad. Sin embargo, algunas pancartas gigantescas aparecen en su enormidad perfectamente impresas, lo que a su vez hace pensar que cuentan con posibles. Esto implica disponibilidad de fondos y la posibilidad de que haya alguien aportándolos con el fin de manipular el movimiento en su beneficio. Total, que puede que haya alguien detrás y también puede que no.


El futuro es incierto. Si la Policía los deja, pueden acabar como los de Sintel, permaneciendo meses de acampada. Podrían terminar por convertirse en una atracción turística, una especie de parque de Tahrir donde poder ver (y oler) cómo se protesta para pedir más democracia en el norte de África, pero dentro del orden que implica hallarse en Europa. Aunque también puede que la protesta se vaya extendiendo hasta hacerse incontrolable. Incluso cabe la posibilidad, por hoy remota, de que se haga violenta.

¿Y si la Policía interviene? Rubalcaba tiene la obligación de hacerlo porque la acampada es ilegal sin necesidad de esperar a que lo diga la Junta Electoral Central. Naturalmente, antes de las elecciones, no se arriesgará. Pero, si lo hiciera después, podría despertar a un monstruo dormido. No hay que olvidar que el descontento de los del 15-M es común a muchos españoles, aunque a la mayoría de ellos no les apetezca dormir en la calle, compartir un colchón viejo y beber de una litrona.

En todo esto, sólo hay una cosa segura. El régimen de 1978 está muerto. Sólo falta reconocerlo y decidir si ha fallecido de muerte natural o ha sido asesinado y, en éste último caso, determinar quienes han empuñado el arma. Luego habrá que crear otro nuevo, para lo que tendrán que convocarse elecciones a Cortes constituyentes tras una reforma en profundidad de la Ley Electoral. Qué programa tan bonito para un líder que fuera un estadista. Si alguien sabe de alguno, que lo llame, que urge.


Libertad Digital - Opinión

Movimiento manipulado

Los acampados en la Puerta del Sol han cumplido su quinto día de protestas y anoche, tras conocer la decisión de la Junta Electoral Central de prohibir las manifestaciones del día de reflexión, no sólo no depusieron su actitud sino que advirtieron que mantendrán las concentraciones en toda España, sin que se tengan noticias de la autoridad gubernativa, que asiste entre complaciente y paternal a la ilegalidad que supone la ocupación del centro neurálgico de la capital de España. El Gobierno ha justificado su pasividad ante la movilización antisistema y de ultraizquierda en un discurso que no encaja en un Estado de Derecho. El vicepresidente primero y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, principal responsable de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, explicó que «la Policía busca resolver los problemas y no crear más». Que los responsables de la seguridad renuncien a preservarla es un hecho grave. Las leyes están para cumplirlas y la Junta Electoral Central dictó en este sentido una resolución y un mandato clarísimos que fueron incumplidos en un acto de desobediencia. Resolver problemas en democracia es acatar y hacer cumplir las resoluciones de los organismos y no cruzarse de brazos mientras la situación se enquista sin un desenlace tranquilizador. Precisamente, el abuso y el atropello comienzan cuando la Ley, las normas que regulan nuestra convivencia, no se respetan o cuando se supedita la libertad de una mayoría a la voluntad de una minoría por unos intereses que, desde luego, no son los generales. El Gobierno ha tenido tiempo y medios para devolver la Puerta del Sol a la ciudad pero ha preferido amparar el desafío. ¿Habría hecho lo mismo si la algarada se hubiera celebrado ante La Moncloa o Ferraz? Con toda seguridad, no. Pero tiene su explicación. Ayer se conocieron las principales propuestas del recetario político, social y económico de los autodenominados «indignados». El discurso que emana de estos grupúsculos es el de la izquierda más trasnochada y rancia, en línea con principios del comunismo extraviado de IU: la subida de impuestos, la «expropiación» de viviendas en supuesto desuso, la ocupación de espacios públicos, el derecho a la tierra y al dinero público, la nacionalización de los bancos, el derecho a una vivienda digna o el alquiler social. También defienden cambios en la ley electoral, someter más leyes a referéndum, reducción de los privilegios, denuncia del Concordato con la Santa Sede o una consulta sobre monarquía o república. Es un sarcasmo que el PSOE, el autor del mayor recorte del Estado del Bienestar, se alinee con quienes piensan así. La izquierda ha edulcorado la realidad de una movilización no espontánea, de carácter involucionista, que persigue perturbar unas elecciones que tienen un pronóstico favorable al PP. En el río revuelto de la frustración y la irritación social provocada por siete años de Gobierno socialista, han echado la caña la izquierda radical y de la pesca hay varios partidos que aspiran a darse un banquete, empezando por el PSOE, el único partido de Europa que en vez de gobernar para sacar a su país de la postración económica sólo se dedica a hacer oposición de la oposición.

La Razón - Editorial

Movimiento 15-M. Consentidos y adulados. Por Cristina Losada

Se ha recordado a los amotinados, en difícil lección de geografía, que esto no es Egipto ni Túnez. Cierto. Pero es un rasgo egipcio, y recurrente, que aquí la igualdad ante la ley se tome por el pito del sereno.

En España, la condición necesaria, aunque no suficiente, para que una acción de protesta despierte las tiernas atenciones del poder es que infrinja la ley. Ese insufrible hábito de democracia acomplejada y de políticos oportunistas se ha impuesto, de nuevo, ante la acampada, happening o macrobotellón, que tiene por epicentro la Puerta del Sol madrileña. La Junta Electoral dispuso que era ilegal, y como si dijera misa. La filosofía del Gobierno y de su ministro del Interior es dejar a los niños en paz. Esto es, dejar que vayan –o vuelvan– a ellos. Y si no los nenes, sus papás, que igual verían con malos ojos que sus retoños fueran desalojados sin miramientos por los paladines del progresismo. Al tiempo, políticos de la izquierda y de otros páramos pugnan por adular a los del campamento, abonando la ya asentada noción de que el respeto a las normas sólo rige para los pringados.

Ah, es que son jóvenes. Y, por lo tanto, exentos de responsabilidad. No propongo, vaya, que enviaran a la caballería. Ante todo, para evitar daños a edificios y comercios, pues, por lo demás, cuando uno participa en un acto ilegal ha de ser mayorcito y estar preparado. Tanta sobreprotección a la juventud, sea interesada o bobalicona, crea las condiciones para que los peques se desorienten cuando caen en la realidad desde el mundo Alicia. Razón de más para impedir que sigan haciendo lo que les da la gana. Nada justifica la consentida violación de las normas. Pero cambiemos el decorado. De estar ocupada la plaza de España en vísperas electorales por gentes contrarias a la presentación de Bildu, tendríamos al Gobierno en pie de guerra y al diario global tocando a rebato contra una conducta golpista instigada por el PP, la Brunete y el Tea Party.

Se ha recordado a los amotinados, en difícil lección de geografía, que esto no es Egipto ni Túnez. Cierto. Pero es un rasgo egipcio, y recurrente, que aquí la igualdad ante la ley se tome por el pito del sereno. Y eso sí que es para indignarse. Oh, pero estos chicos merecen ser escuchados; representan el malestar social ante la crisis. Un momento. Sólo se representan a sí mismos en tanto no concurran a unas elecciones. Y si quieren ser sociedad civil, deben mostrar, primero, que son civilizados. Aquí se empieza por no creer en la sociedad civil y se acaba creyendo que es cualquier cosa.


Libertad Digital - Opinión

Protesta y democracia

La Policía no está para filosofar, sino para hacer cumplir la ley electoral y proteger la jornada de reflexión.

LA opinión pública reconoce que los acampados en la Puerta del Sol tienen motivos para sentirse defraudados, aunque los manifestantes pierdan buena parte de sus razones distribuyendo culpas de manera genérica, pero ideológicamente orientadas contra el sistema democrático liberal. Hay una reacción social de empatía ante una crisis que ha arruinado las expectativas de media juventud española, pero es muy distinta la valoración que merecen las propuestas que ha alumbrado esta asamblea del centro de Madrid, porque si se pusiera en práctica la mayor parte de ellas —de un izquierdismo absolutamente trasnochado— la crisis sería aún peor. Entre las propuestas que ayer recibieron más apoyo en las asambleas realizadas a mano alzada en la plaza estuvieron la supresión de la Audiencia Nacional, el apoyo a la III República y la derogación de la ley de Partidos, que tantos éxitos y provechos ha generado en la lucha antiterrorista. Inquietante.

En cualquier caso, todo ciudadano tiene derecho a expresarse y a decir lo que crea oportuno, siempre que no incite ni justifique la violencia. Ahora bien, actualmente hay un proceso electoral en marcha que finaliza el próximo domingo. No es admisible que las jornadas de reflexión y votación vayan a estar marcadas por estas protestas, que tienen una clara intencionalidad electoral, aunque solo sea la de, supuestamente, disuadir a los ciudadanos de que vayan a votar. Otras interpretaciones más detalladas podrían incluso perfilar tendencias políticas concretas en el planteamiento de este movimiento de indignación. La lista de asociaciones o colectivos que han respaldado públicamente este movimiento o que han invitado a sumarse a él —en su inmensa mayoría procedentes de la izquierda radical y antisistema— y la ubicación del campamento base de esta protesta asamblearia frente a la sede del Gobierno autonómico de Madrid no resultan gratuitas y aportan bastantes pistas.


Y quizá consciente de esa adscripción ideológica, y de que su abstención podría empeorar el mal panorama que ya dibujan las encuestas del 22-M, los dirigentes del PSOE —el primero, su secretario general— se han lanzado a dar la razón a los «indignados», pero sacudiéndose cualquier responsabilidad en la situación de crisis derivada de su mala gestión, pese a llevar casi ocho años gobernando España. No es previsible que ese cinismo, ese echar la culpa al empedrado, sirva para convencer a los acampados y a quienes los secundan de que les den sus votos en las elecciones del domingo para así neutralizar el ascenso del PP.

La resolución de la Junta Electoral Central, adoptada al filo de la medianoche de ayer, de prohibir las concentraciones durante el sábado y el domingo es la tercera declaración de ilegalidad que recae sobre este movimiento asambleario, aunque las anteriores no tuvieran efecto alguno por la pasividad del Ministerio del Interior y de la Delegación del Gobierno. Alfredo Pérez Rubalcaba se ha justificado con el argumento de que un desalojo «no es la filosofía» de la Policía. Independientemente de lo que pueda hacer hoy en cumplimiento de la decisión de la JEC, convendría recordar al titular de Interior que la Policía no está para filosofar, sino para hacer cumplir la ley electoral y —llegado el caso, dados los planes de los antisistema— proteger mañana la jornada de reflexión, llamada así porque en ella no se pueden realizar actividades políticas que influyan en el voto de los ciudadanos. El Estado de Derecho tiene unas reglas cuyo incumplimiento quizá guste a parte de la izquierda, acostumbrada a no respetar las jornadas de reflexión, pero que representa una agresión a la democracia.


ABC - Editorial

Se abre una brecha en el régimen socialista andaluz

UGT y CCOO, esos apéndices políticos disfrazados de sindicatos, han sido las primeras víctimas de este intento del PSOE andaluz de forzar la máquina.

Mientras el foco informativo se mantiene en la Puerta del Sol, en Andalucía ha tenido lugar un suceso importante: UGT y CCOO, sindicatos oficiales del régimen en que vivimos, se han quedado sin representantes en las elecciones de delegados de los funcionarios de la Junta de Andalucía. La región gobernada por el PSOE desde hace treinta años es la culminación del proyecto que tienen los socialistas para España: una sociedad aborregada, empobrecida, caciquil y completamente sometida al sector público. Pero esta derrota muestra una grieta en el control casi perfecto que permitió a Chaves gobernar casi veinte años.

A primera vista, la razón es la ley que permite convertir en funcionarios con todos sus derechos al numerosísimo personal laboral contratado a dedo por la Junta a lo largo de los años. Se consideren o no razonables los privilegios con que cuentan los funcionarios en comparación con el resto de los trabajadores, lo que resulta inadmisible es que se extiendan a quienes no han demostrado más mérito que el de llevar bien agarrado el carnet del PSOE en la boca. Quienes más han protestado contra la medida han sido precisamente los mismos funcionarios, que han demostrado su indignación en las calles y, después, en las elecciones sindicales.


Ante ese asalto al funcionariado andaluz, UGT y CCOO han preferido apoyar a la Junta, como buenos representantes del régimen que han sido siempre. Los resultados de las elecciones sindicales de este jueves los colocan completamente fuera, cuando en España el principal y casi único lugar donde ejercen es precisamente el sector público.

El Gobierno de Griñán ha querido perpetuar el control socialista de la Junta de Andalucía aun en el caso de que pierdan alguna vez las elecciones, asegurándose de tener a los suyos ahí colocados hasta la jubilación. UGT y CCOO, esos apéndices políticos disfrazados de sindicatos, han sido las primeras víctimas de este intento de forzar la máquina. Pero que se haya abierto esta brecha en el sistema implantado por Chaves para garantizar que el PSOE se eternice en el poder no significa que se vaya a romper. Para eso hace falta que pierdan unas elecciones, y el ganador se esfuerce en desmontarlo. Y ambas cosas parecen aún algo lejanas.


MEDIO - Opinión