lunes, 4 de julio de 2011

PSOE. ¿Qué esperamos de Rubalcaba?. Por Agapito Maestre

Si de aquí a las elecciones logra el Gobierno rebajar en torno a los ochocientos mil el número de parados, P. Rubalcaba y Prisa lo venderán como su gran programa, incluso podrían llegar a decir que hay un millón y medio menos de parados.

¿Qué podemos esperar de P. Rubalcaba? Lo peor; por eso, no acabo de entender la reacción de la oposición del PP pidiéndole coherencia. O es martillo de los banqueros o es amigo de los banqueros, pero no puede jugar a las dos cosas a la vez sin caer en gravísima falta a los electores, al sistema político y a la inteligencia. Así, más o menos, se ha expresado González Pons, vicesecretario de Comunicación del PP, contra Rubalcaba. Se equivoca el representante del PP al decir que no puede; debería de haber dicho que no debe, pero poder claro que puede. Es más, en mi opinión, será lo único que haga: decir una cosa y la contraria. La racionalidad, la moralidad, en fin, la coherencia entre lo que se dice y se hace es algo que no tiene que ver con P. Rubalcaba.

Saltarse permanentemente cualquier noción plausible de verdad es el programa de Rubalcaba. Todo se sacrificará para "persuadir", léase engañar, a sus votantes de que "al cielo sólo se va por la izquierda". P. Rubalcaba no ha contestado ni contestará a sus adversarios, sencillamente porque desprecia cualquier debate político basado en la coherencia lógica. De hecho, este político es el prototipo de socialista que se levanta desayunándose un sapo y se acuesta cenando una rata. No le importa otra cosa que no sea el mantenimiento y conquista del poder a cualquier precio. Es el Fouché, sí, del PSOE, o sea, el político-basura de nuestro tiempo que cambiará de tradición, bando o línea política permanentemente y, por supuesto, utilizará todos los resortes y alcantarillas del Estado para seguir en el poder. No hay escrúpulo alguno en este personaje.


No será, pues, esa contradicción sobre los banqueros la primera ni la última de P. Rubalcaba. Toda la larga precampaña electoral será así un continúo despropósito a la inteligencia democrática. La acusación permanente del adversario, o peor, atribuir todas las maldades propias a la acción de la oposición, será la base del programa de P. Rubalcaba. Naturalmente, el candidato socialista jamás contestará a sus adversarios situándose en el mismo plano, sencillamente, porque desprecia cualquier debate político basado en la coherencia lógica. Por otro lado, y este es el gran problema, no creo que Alfredo P. Rubalcaba, conociendo su trayectoria, pudiera jugar otra baza electoral que no sea la demagógica, es decir, comparar lo incomparable y, sobre todo, romper permanentemente cualquier lógica medianamente sensata a la hora de encarar los problemas políticos clave de España.

Y, sin embargo, P. Rubalcaba mostrará una "lógica" aplastante con respecto al desempleo. Su cinismo no tendrá límite: conseguirá vender, especialmente si las elecciones generales se distancia de la fecha del 22-M pasado, que el desempleo está bajando considerablemente de los cinco millones de parados gracias a las medidas tomadas por los socialistas. Si de aquí a las elecciones logra el Gobierno rebajar en torno a los ochocientos mil el número de parados, P. Rubalcaba y Prisa lo venderán como su gran programa, incluso podrían llegar a decir, faltando a la verdad, que hay un millón y medio menos de parados. Al tanto.


Libertad Digital - Opinión

De error en error. Por César Alonso de los Ríos

La reciente derrota electoral está llevando a la autocrítica a algunos socialistas.

La reciente derrota electoral está llevando a la autocrítica a algunos socialistas. Se acusan de no haber sido coherentes con su ideología. Patéticos, aún desconocen que la «utilidad» de la socialdemocracia consistió en ofrecer una alternativa al comunismo. El mal menor. Con la desaparición de la Unión Soviética, la globalización posterior y el actual desplazamiento del centro mundial a Oriente, su evocación es un perfume del pasado que podría convertirse en hedor insoportable si las amputaciones de esta mal construida Europa no consiguen evitar la putrefacción.

Dejando a un lado el aspecto ideológico, los socialistas no quieren reconocer que antes de la burbuja inmobiliaria y la crisis en España se cometió un error que por sí solo iba a llevarnos al abismo. Me refiero al «error» autonómico. ¿Qué podía esperarse de una sociedad que, además de no tener un sistema económico productivo y competitivo, se permitía la experiencia de defender un Estado «compuesto» por diecisiete? El inicial «café para todos» había sido el comienzo de una «burbuja autonómica» cuyos efectos disparatados iban a quedar disimulados por la «burbuja inmobiliaria».


Con los dineros de esta iban a pagarse las réplicas de los poderes, la duplicación de los servicios, los trenes sin viajeros y los aeropuertos no inaugurados… En una explosión de inmoralidad pública los partidos nacionales se fragmentaban para crear clientelas y, por si fuera poco, pudieron gozar de un poder financiero local…

La corrección impuesta por la crisis permitirá pensar de nuevo en la viabilidad de la España autonómica. En todo caso va a ser interpretada por los nacionalismos de un modo distinto. Bildu anuncia el salto a la soberanía. Para consolarse o consolarnos algunos analistas interpretan el ascenso de ETA al poder como una derrota. ¿Y en Cataluña? Cuando cicatricen las desgarraduras de la crisis económica, volveremos al Estatut. Todo en su momento.


ABC - Opinión

PSOE. El calendario de Freddy. Por Emilio Campmany

A principios de octubre, Zapatero, en contra de su voluntad, firmará el decreto de disolución de las Cámaras y convocará elecciones para 54 días después, tal y como exige la ley, es decir, para el 27 de noviembre.

Freddy, además de un plan, tiene un calendario. Es sencillo. El 9 de julio lo proclamarán candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno. Poco después, Rubalcaba dimitirá de todos los cargos que tiene en el Gobierno, lo que abrirá una mini crisis que resolverá el propio Freddy dictándole a Zapatero quién tiene que poner al frente de Interior y de la vicepresidencia primera del Gobierno. Me juego un Cohiba de los gordos a que el agraciado es Ramón Jáuregui. Quien sustituya a éste en Presidencia es poco relevante.

Luego, se celebrará la conferencia ideológica del PSOE el fin de semana que va del 30 de septiembre al 2 de octubre. Esta conferencia es lo que se inventaron en el Comité Federal para disimular que el Congreso Extraordinario que habían reclamado los barones con el pretexto de hacer un repaso a la ideología del PSOE tenía como fin encumbrar a Rubalcaba a la candidatura sin pasar por unas primarias. Liquidada Chacón, y siendo Freddy candidato único, ya no había inconveniente en celebrarlas. Pero, teóricamente no se le había dado gusto a los barones en su exigencia de repasar la ideología del partido. De forma que se inventaron lo de la conferencia para representar la comedia de la revisión ideológica.


Inmediatamente, a principios de octubre, Zapatero, en contra de su voluntad, firmará el decreto de disolución de las Cámaras y convocará elecciones para 54 días después, tal y como exige la ley, es decir, para el 27 de noviembre. Se hará así porque, de no convocarse, la presencia de Rubalcaba en los medios, una vez fuera del Gobierno, disminuiría al ser sólo un candidato a unas elecciones que no están convocadas. Tampoco podría Freddy en tal caso desgranar propuestas sin el riesgo de que le contesten que, si esas medidas que propone son tan buenas, por qué el Gobierno de su partido no las aplica ya sin esperar a las elecciones de marzo. Además, en esta ocasión, no se pueden hacer coincidir las andaluzas y las generales, pues la debacle socialista en toda España condenaría al PSOE al desastre en Andalucía, donde todavía no las tienen del todo perdidas. Lo mejor para intentar ganarlas es darle a Rajoy la oportunidad a partir de diciembre de que encabrone a los españoles con las medidas laborales y económicas que inevitablemente tendrá que tomar y esperar a que la irritación sea tanta como para que el electorado andaluz vuelva en marzo a confiar en los socialistas. No les resultará fácil, pero no es imposible.

Sólo queda por saber cuándo se hará Rubalcaba con la secretaría general del partido. Tiene que ser antes de las elecciones, porque después corre el riesgo de que no quieran dársela si los resultados son muy malos, que tiene toda la pinta de que lo serán. La última puñalada que Freddy le clavará a Zapatero será esa. Veremos la fecha que escoge para darla.


Libertad Digital - Opinión

Hillary Clinton: Hola y adiós. Por José María Carrascal

El paralelismo Obama-Zapatero que ha tratado de venderse es más aparente que real, más externo que interno.

NO hemos tenido visita de Obama, pero hemos tenido la de quien pudo ser primera presidenta norteamericana, Hillary Clinton, una especie de premio de consolación en unas relaciones casi idílicas. Todo lo que fueron conflictos con la administración Bush, se convirtió en «seguidismo» de la política USA al llegar Obama a la Casa Blanca. Zapatero ha hecho todo lo posible para traerle a España y lograr lo que Leire Pajín llamó una «acontecimiento planetario». Pero los muchos y enormes problemas externos e internos que esperaban al nuevo presidente norteamericano, fueron posponiendo la visita hasta llegarse a este final agónico de Zapatero, sin que tuviera lugar. De hecho, la única «cumbre» que sostuvieron fue telefónica, cuando, en mayo de 2010, Angela Merkel llamó a Obama para decirle que la resistencia española a adoptar recortes drásticos podía hacer descarrilar la Unión Europea. Ante lo que Obama llamó a Zapatero pidiéndole que las tomase. Bastó para que éste diera un giro copernicano a su política económica y social.

Un eco de aquella llamada ha habido en esta visita de Hillary, cuando tras alabar las reformas hechas por el Gobierno español, le pidió firmeza en completarlas. Pues pese a todas sus promesas, no las ha completado.

La visita, por lo demás, transcurrió apacible, con un cierto aire de despedida. La secretaria de Estado norteamericana se entrevistó con el Rey, con Zapatero, con Rajoy, y prefirió reservarse la primera noche en vez de la cena oficial que le había preparado su colega española. A Hillary le encanta Madrid y recordarán que en una anterior visita se compró una capa española. No es la única Clinton que le gusta saltarse el protocolo, aunque, eso sí, dentro de un orden.

Se cierra así una etapa de las relaciones hispano-norteamericanas marcadas por la sintonía, excepto en algunos arranques impetuosos de la ministra de Defensa, Carme Chacón, resueltos de inmediato por Zapatero. No hay duda de que su entorno ha tratado vender un paralelismo entre ambos presidentes: ambos son jóvenes, atractivos, gustan del baloncesto, tienen hijas pequeñas. Pero las diferencias son mucho mayores y profundas, Obama tuvo que sudar para llegar adonde llegó, mientras a Zapatero se lo regalaron. Más importante: el norteamericano llegó a la presidencia con un enorme afán conciliador, que le hizo retener algún miembro del gabinete Bush, dispuesto a resolver los problemas más urgentes de su país sin cambiar su línea de siempre. Mientras el español vino dispuesto a dar la vuelta a España, reescribir su historia y encerrar a la oposición en un lazareto. En otras palabras: Obama es un hombre de centro. Zapatero, un radical, aunque lo oculte tras una sonrisa. El resultado es que Estados Unidos va resolviendo sus problemas, mientras los nuestros aumentan.


ABC - Opinión

El vuelo de Rubalcaba: el del águila o el de la codorniz. Por Antonio Casado

Quedamos en que la fecha de las próximas elecciones generales es una clave a la que sólo tienen acceso el PNV, por un lado, y el candidato socialista a la Moncloa, por otro, como condicionantes de la voluntad de Rodríguez Zapatero, el único habilitado para llevar la decisión al BOE con 54 días de antelación.

La complicidad del PSOE con el PNV se puso de manifiesto la semana pasada en las propuestas derivadas del debate sobre el estado de la Nación. Nos dice que a Zapatero no le faltará apoyo para superar las próximas “mociones de censura”. Básicamente, techo de gasto, reforma de las pensiones y Presupuestos Generales del Estado para 2012. “El PNV atenderá las iniciativas del Gobierno con la responsabilidad de siempre”, ha dicho el portavoz nacionalista, Josu Erkoreka.


Y en cuanto a Pérez Rubalcaba, el candidato socialista no tiene prisa. Necesita tiempo para diferenciarse de Zapatero y ser reconocido como el rival de Mariano Rajoy. Forjar su propia causa electoral, entre el cambio y la continuidad, como él ha dicho, va a ser muy complicado. “Hemos trabajado juntos pero somos distintos, naturalmente. Tampoco pienso hacer caso a los sociólogos que me dicen que me separe de ZP. No pienso buscar rupturas artificiales”, decía ayer Rubalcaba en el periódico adicto (El País), mientras que el periódico de acreditada aversión a su figura (El Mundo) afirma que el intento de desmarcarse de Zapatero es sencillamente “increíble”.
«El candidato socialista no tiene prisa. Necesita tiempo para diferenciarse de Zapatero y ser reconocido como el rival de Mariano Rajoy.»
Hacerlo creíble será su empeño. En su mano izquierda queda la tarea de diferenciarse de Zapatero. En su mano derecha, la de hacerse el encontradizo con Rajoy. “Esta vez la disputa no va a estar entre el PSOE y el PP. Los ciudadanos tendrán que elegir entre Rajoy y Rubalcaba”, dice el candidato socialista, pensando seguramente en la ventaja sobre el candidato del PP que le otorgan las encuestas de valoración de líderes, a diferencia de lo que ocurre con el cruce de las siglas, donde el PSOE aparece como una marca prácticamente desahuciada.

Elegido ya el modelo de mochila, queda el equipaje. Sus retos programáticos: redefinir la izquierda y ofrecer respuestas a los acampados del 15-M. Imprescindible conectar con los indignados, entre los que figuran los propios del “No nos falles” de 2004, y ofrecerles respuestas. Además, redefinir la Socialdemocracia y explicar en qué consiste ser de izquierdas a estas alturas del siglo XXI. Son las tareas de la Conferencia Política que el PSOE llevará a cabo en septiembre ¿Y todo esto con visión de futuro o sólo para minimizar daños? Es lo que se preguntan dentro y fuera de la pirámide socialista.

El propio Rubalcaba salía ayer al paso de quienes le auguran el vuelo corto y apresurado de una codorniz: “Mi proyecto político es de largo recorrido y tiene vocación de continuidad para toda la Legislatura” ¿El vuelo del águila? Por los manuales sabemos que es el ave de mayor longevidad de su especie, aunque en una avanzada etapa ha de acometer un doloroso proceso de renovación que le dará 30 años más de vida, una vez que le vuelve a crecer el pico después de habérselo arrancado a golpes contra las rocas.


El Confidencial - Opinión

PSOE. ¿Dónde se metió Alfredo en el 69?. Por José García Domínguez

Asunto en verdad notable, sobre todo si se toma en consideración que Rubalcaba no consta como afiliado al PSOE hasta ciertas vísperas de 1975, cuando lo poco que quedaba del dictador ya se enfilaba hacia la lápida del Valle de los Caídos.

Hay un algo patológico en la necesidad compulsiva de fantasear que arrostra Alfredo. ¿A qué si no esa obsesión, tan recurrente por lo demás entre los de su generación, la de labrarse a toda costa un pasado? Chico bien de Madrid; vástago ejemplar de una familia devota del Régimen; aplicado alumno del Colegio del Pilar, donde habría de compartir aulas, recreos y guateques con la mitad de los presidentes de la banca española, entre otros peligrosos revolucionarios; pío católico presto a conjurar las tentaciones de la carne con el flagelo mortificante del deporte, Alfredo Pérez se quiere, sin embargo, Federico Sánchez.

Así, ayer domingo le dejaría caer a un embelesado plumilla de El País que, tan pronto como en 1969, "se metió en política". A diferencia, pues, de tantos progres medrosos que, como mucho, concedían acudir silentes a alguna que otra asamblea de facultad, Alfredo "se metió". Aunque, en su modestia, considera ocioso ofrecer más detalles al respecto. Llegada esa añada, simplemente, "se metió". Asunto en verdad notable, sobre todo si se toma en consideración que Rubalcaba no consta como afiliado al PSOE hasta ciertas vísperas de 1975, cuando lo poco que quedaba del dictador ya se enfilaba hacia la lápida de mil quinientos kilos que le aguardaba en el Valle de los Caídos.

En idéntico orden de perplejidades, es universalmente sabido que por aquellos tiempos, a finales de los sesenta, el partido socialista ni estaba ni se le esperaba. Heroica vacación que aún invita más a la intriga. Y es que, si por razones obvias no pudo ser en el PSOE, ¿dónde se metió Alfredo? El propio interesado ofrece una única pista al respecto. Su "meterse" fue motivado, asegura, por el asesinato de Enrique Ruano a manos de la Brigada Político Social. Ocurre, no obstante, que entre los viejos militantes del Frente de Liberación Popular, grupo clandestino en el que militara Ruano, nadie recuerda a ningún Rubalcaba. En el FLP de Julio Cerón y César Alonso de los Ríos no anduvo metido nunca, aseguran. Al tiempo, en los archivos del partido comunista tampoco resta constancia de Alfredo P. alguno. Con buen criterio, parece que igual se abstuvo de meterse en el PCE. ¿Mas dónde entonces, si trotskistas y maoístas asimismo lo desconocían? ¿En la OJE? Misterio. Alfredo se metió. Y punto.


Libertad Digital - Opinión

Los antipáticos. Por Ignacio Camacho

Teddy Bautista se había convertido, en gran parte por su culpa, en uno de los personajes más odiosos de España.

VISTO el reciente giro del affaire Strauss-Kahn y comprobada la dolorosa experiencia sufrida no hace mucho por la atleta Marta Domínguez, conviene tentarse un poco la ropa antes de emitir juicios contundentes de valor sobre ciertos blietzkriegs judiciales que a menudo acaban sin imponer a los reos otra pena que la del telediario. En el caso de Teddy Bautista y sus mariachis de la SGAE ha caído ya sobre ellos además el linchamiento moral de las redes sociales, donde la ira popular los ha lapidado con pedradas muy ingeniosas pero con frecuencia respaldadas en la impunidad del anonimato. El carácter antipático de ciertos personajes, forjado en su reiteración del abuso y la arrogancia, no los convierte en culpables de nada que no sea su propia mala fama; los delitos hay que probarlos y mientras eso no ocurra tienen derecho a que la fobia social no desemboque en una condena anticipada. Resulta preocupante que el avance de la libertad tecnológica propicie retrocesos democráticos que actualizan en pleno siglo XXI los rituales del sambenito y otros castigos inquisitoriales.

Bautista se había convertido, en gran parte por su culpa, en uno de los personajes más odiosos de España. Su exagerada voracidad recaudatoria ha malbaratado la legitimidad de su empeño por defender los derechos de autor, y su gestión opaca y clientelista del oligopolio de la SGAE lo ha envuelto en un halo de caciquismo jactancioso, típico de los personajes encumbrados que desdeñan todo atisbo de humanidad en el poder. Parecía un jerarca del sindicalismo vertical. Habrá que ver hasta qué punto ha sucumbido a la tentación de desviar parte de los fondos que con tan excesivo celo recolectaba. Pero la animadversión, la tirria que suscita tiene que ver sobre todo con el que quizá sea el más razonable de sus esfuerzos, aunque él mismo lo haya malversado a base de arbitrariedades, atropellos y prepotencia: la lucha contra la piratería intelectual, la copia ilícita y la generalizada mentalidad de gratuidad completa que al amparo de internet amenaza el trabajo de los creadores. Y esa sensación de justicia poética que ha ocasionado su arresto es una especie de desahogo rencoroso que tiene mucho de ejecución populista.

Es tan imposible sentir simpatía por un tipo así como imprescindible distinguir entre la justicia y el ajusticiamiento. Sumarse al apedreo indiscriminado constituye un acto de cobardía social que deberíamos desterrar de nuestra conducta colectiva. En una época de aprietos es fácil que se ponga de moda la hostilidad hacia esa clase de personajes célebres y poderosos —banqueros, constructores, ejecutivos, políticos— sobre los que resulta tentador construir un perfil detestable que cargue con las culpas de las desgracias generales. Esa animosidad elemental, mezclada con resentimiento, forma un cóctel peligroso y sencillo de inflamar por motivos espurios. Se llama demagogia.


ABC - Opinión

Bildu, también en el Congreso.

Como era previsible, los efectos de la legalización de Bildu por seis magistrados del Tribunal Constitucional no se detienen en sus conquistas electorales del 22 de mayo. Según el sondeo de intención de voto que hoy publicamos, de celebrarse ahora elecciones generales la formación batasuna lograría colocar cuatro diputados en el Congreso. Es decir, se convertiría en un actor parlamentario de indudable envergadura que no sólo llevaría la voz de la banda terrorista al hemiciclo, sino que además legitimaría plenamente que no se haya disuelto y desaparecido. De ahí que sea tan importante y trascendente la próxima sentencia constitucional sobre si Sortu se puede presentar o no a las generales. Lo de menos en este asunto, como en el de Bildu, es el ideario independentista que defienda o sus sueños mesiánicos. Otros partidos, como ERC, también predican la independencia y a nadie se le ha ocurrido que pueda ser un partido ilegal. Incluso en el País Vasco existen formaciones, como Aralar y EA, que desde hace años defienden la secesión, y no por ello se le ha ocurrido a nadie instar su ilegalización. La diferencia es que Bildu-Sortu-Batasuna ha vuelto a la pugna política con el permiso de ETA, mientras que los pistoleros se reservan el papel de vigilantes activos, como el mafioso que espía en la trastienda si se paga o no la extorsión. Al no haber desaparecido la banda terrorista, sus representantes políticos en las instituciones se convierten en la correa de transmisión de sus tácticas y estrategias, en portavoces de sus amenazas y en comisarios políticos que toman buena nota de sus adversarios. Desde que Bildu ha recuperado el estatus que Batasuna perdió (aunque fuera a medias) gracias al pacto antiterrorista, la sombra de ETA se cierne de manera muy palpable en cada decisión que adoptan sus alcaldes y altos cargos forales. Detrás de las manifestaciones exigiendo la libertad de los terroristas presos, de actos ilegales como retirar el retrato del Rey y la bandera nacional de los consistorios o impedir el trabajo de los escoltas está la mano de la banda etarra. Hoy mismo publicamos cómo en varios municipios gobernados por los batasunos se están obstaculizando las acciones antiterroristas de la Guardia Civil, como la instalación de controles, y ya han planteado iniciativas legales para que no pueda operar en sus demarcaciones. Bildu está cada día más envalentonada y se siente legitimada para aplicar el ideario político de ETA, que sigue activa, porque así se lo ha permitido el Tribunal Constitucional. Su objetivo siguiente será entrar en el Congreso y, dos años después, convertirse en fuerza de gobierno en el País Vasco. Salvo, naturalmente, que el Gobierno de la nación ponga verdadero empeño en evitarlo con la Ley en la mano. En este sentido, es oportuno subrayar que nuestra encuesta electoral de hoy ratifica la mayoría absoluta del PP, partido que incrementa hasta el millón el número de votantes fugados del PSOE, lo que demuestra su clara victoria en el Debate sobre el Estado de la Nación. Casi el 60% de los encuestados insisten en que se adelanten las elecciones.

La Razón - Editorial

Dilema socialista

El PSOE no tiene claro hasta cuándo Pérez Rubalcaba debe permanecer en el Gobierno.

El debate del estado de la nación fue el último gran acto político en el que previsiblemente participará Rodríguez Zapatero antes de ceder todo el protagonismo al inminente candidato socialista a la presidencia del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba. El vicepresidente primero ha ofrecido algunos indicios de la estrategia para conjurar los inevitables riesgos que conlleva la situación de bicefalia, multiplicados por los malos resultados que pronostican las encuestas. Tras el último Consejo de Ministros, Rubalcaba expresó su voluntad de que el Gobierno agote la legislatura, para lo que contaría con el apoyo del PNV, UPN y Coalición Canaria. Además, quiso mostrar que el Ejecutivo tiene planes para justificar su permanencia hasta marzo del próximo año. Y subrayó el componente social de esos planes, trazando la línea de confrontación con el PP.

La duda principal sobre los pasos a seguir en los próximos meses reside, sin embargo, en la posición desde la que Rubalcaba debería desarrollar la estrategia esbozada. Aunque el candidato no se ha pronunciado sobre lo inmediato, el Partido Socialista se encuentra dividido entre quienes consideran que debería abandonar cuanto antes el Gobierno y quienes piensan que aún es pronto para que renuncie a la proyección política que le ofrece, sobre todo, su papel de portavoz. Estas dudas son posibles porque, desde el punto de vista institucional, no parece congruente que se exija la renuncia de un vicepresidente cuando se convierte en candidato, mientras que, tratándose del presidente, se da por descontada la compatibilidad de ambas tareas. Otra cosa es que Mariano Rajoy renunciase al ser designado candidato de los populares en 2004.


El dilema al que se enfrenta el PSOE es que el intento de prolongar el protagonismo político de Rubalcaba en el Ejecutivo acabe obligándole a asumir, en contrapartida, mayores cotas de responsabilidad en una gestión que los ciudadanos valoran con dureza, y de ahí que el momento de su dimisión se haya convertido en una pieza esencial del rompecabezas. Es probable que el giro social que quiso imprimir el Gobierno en el último Consejo de Ministros se profundice con ocasión de la conferencia política prevista para septiembre, pero subsisten muchas dudas acerca de si el electorado será sensible a este cambio de última hora. En cualquier caso, ese es el único margen de maniobra, junto a una eventual mejora estacional de los datos económicos tras el verano, del que dispone el candidato para evitar el hundimiento que auguran los sondeos.

Al mismo tiempo que esta carrera contra reloj de las elecciones generales, el Partido Socialista se enfrenta a la necesidad de decidir el liderazgo para los próximos años, que podrían ser los de una dura travesía del desierto, y que requerirán, por tanto, de talento y de capacidad de resistencia. No es por ello cuestión menor cuándo y de qué forma se resuelvan estos interrogantes, para el bien del proyecto del centro-izquierda en España.


El País - Editorial

El candidato Rubalcaba, un mentiroso compulsivo

Si por algo se ha caracterizado el ministro Rubalcaba ha sido por ser un mentiroso compulsivo. No parece que el candidato Rubalcaba vaya a comportarse de un modo muy distinto.

La subordinación del Gobierno, y por tanto del interés general, a los dogmas de la izquierda y a las necesidades electorales del PSOE ha sido una constante dentro del Ejecutivo de Zapatero. Se ha violentado la legalidad, se ha mentido una y otra vez a los españoles, se ha dinamitado la división de poderes, se ha hecho quebrar la economía y se ha condenado a cinco millones de españoles al desempleo.

Obviamente, la estrategia de Rubalcaba de cara a las próximas generales pasa inexorablemente por distanciarse de la desastrosa gestión del Gobierno del que ha formado parte durante los últimos cinco años. Absurdo empeño, sobre todo desde octubre del año pasado, cuando Rubalcaba fue nombrado vicepresidente plenipotenciario del Ejecutivo y líder de facto del PSOE. De hecho, si algo caracteriza a Rubalcaba es el haber estado relacionado con los episodios más funestos del felipismo y del zapaterismo.


Empero, el todavía ministro del Interior está, sin duda, haciendo denodados esfuerzos por construirse una nueva imagen y aparentar que cuenta con un renovado y esperanzador programa. En su intento, sin embargo, está exhibiendo los mismos rasgos que no en vano han caracterizado al que también ha sido su Gobierno: improvisación permanente, ausencia completa de ideas, demagogia a raudales e irrefrenable impulso a engañar a los votantes.

Así, por ejemplo, el vicepresidente del Gobierno de los cinco millones de parados ha prometido conocer las recetas para acabar con el paro y ha vuelto a guiñarles el ojo a la extrema izquierda de los indignados arremetiendo contra la banca. Por supuesto, Rubalcaba carece de cualquier programa –o, al menos, de cualquier programa eficaz–, porque en tal caso sólo cabría concluir que el candidato socialista es un sádico que ha disfrutado viendo cómo las cifras de desempleo se han multiplicado por dos. Si sabe cómo hacerlo, ¿por qué no ha atajado hasta ahora semejante sangría?

Lo mismo sucede con su populista discurso contra la banca, del que ya ha venido echando mano en otras ocasiones. Rubalcaba sabe, o debería saber, que toda su radical palabrería no puede llegar a traducirse en medidas concretas, a menos que quiera condenar el sector financiero, y por tanto al país, a atravesar muy serias dificultades. Lo único cierto hasta el momento es que su Gobierno, lejos de poner en jaque a los bancos, los ha recapitalizado con dinero público (aunque de manera mucho más lenta y torpe que el resto de países occidentales).

En definitiva, si por algo se ha caracterizado el ministro Rubalcaba ha sido por ser un mentiroso compulsivo. No parece que el candidato Rubalcaba vaya a comportarse de un modo muy distinto.


Libertad Digital - Editorial

El vicepresidente Zapatero

El Gobierno se conforma con golpes de efecto, como el discurso populista del candidato contra la banca, a la que su propio Gobierno ha refinanciado.

EL candidato socialista y vicepresidente primero del Gobierno —a la vez que ministro del Interior y portavoz— insistió ayer en que va a explicar a los ciudadanos que sabe lo que hay que hacer para crear empleo. Adornó su inmejorable autoestima con la sentencia de que España está mejor que hace dos años. Pues mejor será que explique por qué el Gobierno al que pertenece y del que es corresponsable no lo está haciendo ya, porque la tasa de más del 20% de paro no permite jugar a los mensajes crípticos. No es la primera vez que Rubalcaba se presenta como depositario de fórmulas inéditas para sacar a España de la crisis. Y no es la primera vez que el intento de exponerse como oferta diferenciada de Zapatero no sólo no le ha funcionado, sino que está reforzando su imagen de mera prolongación del jefe del Ejecutivo y del fracaso que el gabinete socialista representa.

Tampoco parece que vaya a tener mejor futuro el enésimo plan de actividad legislativa con el que el Gobierno pretende dar apariencia de iniciativa y fuerza parlamentaria. El pasado año, a la vuelta del verano, cuando el PSOE buscó el «efecto Rubalcaba» con su acceso a la Vicepresidencia Primera, el Gobierno anunció un calendario de leyes que no se está cumpliendo. La reincidencia en el error de vender como novedad lo que es un discurso de segunda mano demuestra hasta qué punto el Ejecutivo está empantanado y no funciona el plan socialista de encumbrar a Rubalcaba como candidato de nuevo cuño. La falta de una verdadera estabilidad parlamentaria ha roto su calendario legislativo, que, en el mejor de los casos, lleva entre tres y seis meses de retraso, lo que supone que la mayoría de los proyectos no será aprobada. Por ejemplo, el Gobierno anunció para diciembre de 2010 el proyecto de la reforma concursal, necesaria para mejorar la respuesta judicial frente a las crisis de empresas, pero aún sigue en trámite de enmiendas. En cambio, otros proyectos anunciados como esenciales para la reactivación económica parecen descartados, como el de Servicios Profesionales, comprometido personalmente por Zapatero ante Bruselas.

Son sólo ejemplos de que el Gobierno gesticula movimiento, pero no avanza, y se conforma con golpes de efecto, como el discurso populista del candidato Rubalcaba contra la banca a la que su propio Gobierno ha refinanciado y apoyado sin exigir a cambio esas responsabilidades que ahora reclama por oportunismo.


ABC - Editorial