jueves, 14 de julio de 2011

Ferrusola. Cuando las lenguas caminan en libertad. Por Eva Miquel Subías

Lo que hoy creo muy sinceramente es que, en este asunto, Twitter podría dar alguna que otra lección a tipas como la señora Ferrusola. Y ya de paso, enseñarle modales. Como a otros tantos.

No voy a caer. De verdad, no quiero entrar en ninguna provocación. En ésta, no. Así que voy a seguir con mi propósito inicial obviando las ofensivas palabras de la esposa de quien fuera galardonado como "español del año" por el diario ABC. Corrían los años ochenta y Marta Ferrusola ya apuntaba maneras. No tan zafias, como las de ahora, pero enseñaba la patita. Me gustaría que pudiera explicarnos el significado de "los españoles ya tienen los toros y las manolas", justo después de sentenciar que le parecería "horroroso" que la marca España patrocinara al FC Barcelona.

Pero como ya les he advertido, nada va a conseguir apartarme de mi objetivo. Y mucho menos Doña Marta, a quien sin embargo le parece "chachi" que la Qatar Foundation engrase de petrodólares el césped del Nou Camp. Esa hierba húmeda que ella conoce tan bien.

Una cosa les diré. El fenómeno Twitter en España habla por sí solo. Un 90% de aumento de cuentas totales desde el mes de septiembre y el país europeo no angloparlante que más crece en número de usuarios. El promedio de nuestro consumidor nacional es el de un varón –aunque cuatro de cada diez son mujeres– joven, urbanita y licenciado.


Y mientras prosigo en mi período de observación desde mi cuenta tuitera comprobando si el interés aumenta, disminuye o si se trata de una tendencia pasajera que podrá o no causarnos algún tipo de disgusto por el camino, quiero compartir con todos ustedes algo que he venido observando desde que me lancé a teclear mi primer y virginal tweet y que por cierto, así rezaba: "Voy de estreno. Nueva en el sendero de twitter y la curiosidad, la misma que mató al gato, probablemente acabe conmigo. Sucumbo".

Lo pensé al leer un artículo al respecto de un profesor de Ciencia de la Computación de la Universidad de Saint Louis, en Estados Unidos, quien muestra su sorpresa al aplicar un programa informático de detección de las lenguas utilizadas en la red, por la cantidad de tweets en lenguas minoritarias de cualquier punto de la geografía que surgen espontaneamente.

Les pondré un ejemplo cercano. El español y el inglés dominan claramente la red de seguidores en nuestro país. De vez en cuando aparece algún link con un artículo en francés o en italiano, pero en menor medida. Con alguno de mis followers, sin embargo, o con otros a los que sigue una servidora, se entremezcla también el catalán. Depende, en ocasiones, de si el mensaje es directo o público, pero no pocas veces queda "expuesto" a todo el mundo, en función del asunto en cuestión.

El respeto, la comprensión e incluso alguna duda sobre el significado de un vocablo en concreto ha sido la tónica habitual por parte de todos los usuarios. Con lo que hay que llegar inevitablemente a la conclusión de que cuando una lengua fluye de manera espontanea y como simple herramienta de comunicación no entraña el más mínimo problema.

Otra cosa es cuando ésta cae en manos del político de turno que la utiliza como arma arrojadiza para reafirmarse en su posición nacionalista y doméstica, siendo las personas las únicas responsables de generar discrepancias, como apuntó hace poco José Manuel Blecua. En cuanto a su protección, no puedo más que dudar, desde una óptica liberal, sobre la idoneidad de la misma. Pero esa es otra cuestión.

Lo que hoy creo muy sinceramente es que, en este asunto, Twitter podría dar alguna que otra lección a tipas como la señora Ferrusola. Y ya de paso, enseñarle modales. Como a otros tantos.


Libertad Digital - Opinión

Artisteo. Teddy, Joan Baez y otros idealistas. Por Cristina Losada

La influencia y la osadía políticas de clanes como el de la Ceja son impensables sin el mito de su idealismo contrapuesto al del corriente afán de lucro. El mito alcanzó su apogeo con los cantautores que pergeñaron los himnos revolucionarios de los sesenta.

El ocaso de Teddy Bautista ha coincidido, casual, con el crepúsculo del canon digital, pero hay otros cánones imbricados en el sórdido affaire de la SGAE. Quiere el tópico cultivado por ciertos cantantes, ornados con la leyenda "progresista", que lo suyo no es hacer dinero, que enriquecerse es vulgaridad de plutócratas y mercaderes. Y no, sus aspiraciones son mucho más elevadas. Como revela, por ejemplo, la trama descubierta en los entresijos de la Sociedad. Pero al "artista comprometido" le enfada sobremanera el recordatorio de que es tan aurívoro como ese tiburón de Wall Street del que se siente a una infinita distancia moral. Así, el cabreo de John Lennon durante uno de sus bed-in, cuando Al Capp le dice que escribe canciones –y monta numeritos– por la misma razón por la que él dibuja comics, esto es, por dinero. Vale, quien más se irrita es Yoko.

Ha habido aquí una simbiosis entre el sector abajofirmante del artisteo y el socialismo gobernante, en la que es difícil decidir quién parasita a quién. Ambos han obtenido beneficios de su asociación y algunos, como Fermín Cabal, sospechan que el partido se aprovechó de fondos de la SGAE. Pero eso está por ver, mientras que el capital político de la "alianza de las fuerzas del trabajo y de la cultura" ha estado a la vista. Y qué es el dinero, más el del contribuyente, cuando se trata de mantener la vieja y rentable ecuación de que Izquierda es igual a Cultura y viceversa. Los ministros reniegan hoy de los lazos con la Sociedad que acaudillaba Bautista y le cargan el muerto a la Comunidad de Madrid y a la que se tercie. ¡Qué desleales, qué judas!

La influencia y la osadía políticas de clanes como el de la Ceja son impensables sin el mito de su idealismo contrapuesto al del corriente afán de lucro. El mito alcanzó su apogeo con los cantautores que pergeñaron los himnos revolucionarios de los sesenta. Al respecto, cuenta un testigo la entrevista entre Joan Baez y el anciano Bertrand Russell, que esperaba sacar de la acaudalada cantante algún dinero para su Fundación. Pero la estrella llegó en su limusina, le soltó una cháchara sobre gurúes y meditación al último exponente vivo del racionalismo y, fiel a su "no nos moverán", se fue sin aflojar un dólar. Ay, el idealismo. Al menos, Teddy no fue una figura de la canción protesta. Igual se lanza ahora, que hay motivo.


Libertad Digital - Opinión

ETA en el poder. Por Ignacio Camacho

ETA celebra el triunfo electoral de Bildu como un claro paso adelante en su proyecto de conquista del poder

EL peor legado del zapaterismo no van a ser los casi cinco millones de parados, que al fin y al cabo no constituyen una herencia voluntaria por más que sean en gran medida fruto de la incompetencia y del mal gobierno. El lastre más grave de esta etapa desdichada lo constituye la legalización de Bildu, siniestra consecuencia del llamado Proceso de Paz que ha entregado el poder a los representantes de ETA, ha retrocedido una década la lucha antiterrorista y ha acercado el horizonte de la secesión vasca. Por no hablar de la humillación de las víctimas, equiparadas ahora a sus verdugos en el hipócrita lenguaje de estos falsos apóstoles de una reconciliación equidistante que pretenden hacer pasar por apostasía de la violencia. Y todo ello sin que la banda haya hecho siquiera amago de disolución, de rendición o de renuncia, ufanándose por el contrario del indiscutible éxito de su estrategia política.

Por primera vez en catorce años, ETA se ha permitido ocupar el primer plano del aniversario de Miguel Ángel Blanco con una declaración triunfalista y jactanciosa superpuesta a la dolorosa conmemoración del más repudiado de sus crímenes. En su lógica de repugnante pragmatismo la banda celebra el triunfo electoral de Bildu como un paso adelante en su proyecto de conquista del poder y reivindica el papel de la amenaza armada como respaldo de su brazo político. La aquiescencia de la coalición abertzale, incapaz de marcar distancias o señalar la apropiación indebida de su causa, muestra su subordinación estratégica respecto a quienes se proclaman los verdaderos artífices y garantes de su victoria. Más aún, al valorar positivamente el comunicado sus portavoces respaldan de forma implícita la trayectoria de sangre sobre la que se han encaramado a las instituciones vascas.

Porque lo grave de la cuestión es la claridad sobrecogedora con que las dos ramas del conglomerado etarra admiten formar parte de una comunidad de intereses definida por un proyecto de poder. ETA transmite, y Bildu acepta, que la violencia criminal ha sido necesaria para alcanzar sus objetivos, y se reserva la posibilidad de administrarla como garantía de avance en su delirante proceso. Es decir, que los 860 muertos le han servido para obtener una recompensa política con la que en modo alguno están dispuestos a conformarse. De este modo blasonan sin tapujos de aquello que los defensores de la legalización insisten en negar: que el libre acceso a la vía política constituye una contrapartida por el cese temporal de la actividad terrorista, conclusión que desbarata el entramado moral que ha sostenido hasta hoy la resistencia democrática. Porque para llegar a este punto sobraba tanto dolor y tanto luto, y para terminar cediendo de este modo Miguel Ángel Blanco podía haber llegado a ser un aceptable batería de su grupo musical.


ABC - Opinión

Amenazas. Si Europa cae.... Por José García Domínguez

Otra vez, pues, el nacionalismo económico, ese genuino padre de todas las desgracias identitarias que han asolado el continente a lo largo de los dos últimos siglos.

De la agonía final de Europa, algo que acaso esté ocurriendo mientras redacto estos párrafos, uno esperaría al menos la grandeza estética de la decadencia. Aunque no semeja que vaya a ser el caso. Aquel territorio moral alumbrado por Erasmo, por Cervantes, por Voltaire, por Kant, por Goethe, por cuanto aún merece el nombre de civilización, va a eclipsarse, parece, en medio de una reyerta de tenderos. Lo acaba de certificar Gordon Brown, que ha acudido a Churchill para componer un retrato de sus antiguos pares. "Decididos a ser indecisos, inflexibles en su deriva, sólidos en su fluidez y omnipotentes en su impotencia". Así las Merkel, los Sarkozy y demás. Pequeños contables incapaces de comprender que no son posibles los escapismos solipsistas frente al colapso de la Unión.

En su miopía, ajenos a que si dejan caer a Grecia, detrás no solo irán España e Italia: también se desmoronará Adam Smith desde lo alto del pedestal que hoy lo sustenta. Y su lugar volvería a ocuparlo el proteccionismo, ¿quién si no? El proteccionismo armado hasta los dientes con el viejo arsenal de aranceles, contingentes, devaluaciones continuas, reglamentos y mil miserias chovinistas más. Otra vez, pues, el nacionalismo económico, ese genuino padre de todas las desgracias identitarias que han asolado el continente a lo largo de los dos últimos siglos. Una cortedad de miras, la de los líderes presuntos de Europa, que se vuelve todavía más irritante por el manto de moralina calvinista tras el que pretende ocultarse ahora.

Como si el devenir de la deuda de los indolentes PIIGS fuera el justo castigo de la Providencia a sus pecados, empezando por la prodigalidad. Un sambenito que, simplemente, no se compadece con los hechos. Y es que no fue el despilfarro estatal quien provocó la crisis, sino la muy disparatada predisposición a regalar créditos de la banca alemana durante los años de vino y rosas. Por lo demás, el tiempo le ha terminado dando la razón al euroescéptico Brown: para algunos países –España sin ir más lejos– la moneda única acabaría siendo lo que él siempre temió, una camisa de fuerza. Pero ya no hay vuelta atrás. A menos, claro, que, al modo de los primeros surrealistas, se considere que el suicidio es la solución.


Libertad Digital - Opinión

La virtud del olvido. Por M. Martín Ferrand

Las dos Españas no tienen sentido cuando el marco circundante, el europeo, nos invita a la unidad de acción

DEL mismo modo que la Guerra de los Cien Años tuvo entretenidos a los franceses y a los ingleses durante dos tercios del siglo XIV y la mitad del XV, la Guerra Civil Española lleva camino de alargar su resaca hasta que la crisis económica produzca un apagón general y las televisiones dejen de emitir, en lamentable alternancia, telediarios sesgados, basuras con pretensiones de divulgación histórica y lamentables espectáculos degradantes de la condición y la dignidad humanas. El próximo lunes se cumplen setenta y cinco años del arranque de la fratricida contienda y, lejos de olvidarlo, insistimos en ello con saña improcedente. Lo que la Transición había conseguido, una reconciliación entre las partes, lo destruyó José Luis Rodríguez Zapatero con un afán revisionista y parcial de la barbarie. Sin venir a cuento y, supongo, a falta de ideas políticas de mayor enjundia y provecho, se puso a desenterrar cadáveres como un poseso en un patológico intento de honrar la memoria de su abuelo. De uno de ellos.

Ahora le toca el turno al otro bando. Lejos de ahuyentar los viejos demonios familiares que nos empujan a una convivencia de garrotazo y tente tieso, Telemadrid acaba de estrenar una serie con pretensiones históricas —«El asesinato de Calvo Sotelo»— que insiste en el espíritu que motivó la contienda y del que, por lo que parece, no conseguimos liberarnos. La serie, a juzgar por su primera entrega, es televisualmente mediocre, históricamente partidaria y políticamente inoportuna. Más aún en tiempos de tribulación y carestía en los que las televisiones públicas, lejos de acometer nuevos fichajes y ambiciosos proyectos, debieran ir organizando su ordenado cierre y su equitativa desaparición. No nos las podemos permitir y, aunque pudiéramos, ni esa es una función del Estado en sus administraciones regionales ni resulta deseable ningún estímulo disolvente de la convivencia nacional.

Cuando una Nación padece la desgracia de un conflicto armado entre sus ciudadanos, la tendencia que señalan los ejemplos de la Historia es la de alargar su memoria. Cada bando guarda su afrenta y su dolor y nunca faltan razones para la efervescencia del recuerdo que avive la herida y la vuelva sangrante y rabiosa. Aquí y ahora, debiéramos compartir el esfuerzo superador de tan mala costumbre. Las dos Españas no tienen sentido cuando el marco circundante, el europeo, nos invita a la unidad de acción y mercado y la realidad política presente se afana en la construcción de diecisiete feudos bien diferenciados y distantes. Necesitamos la elegancia del olvido, no una industria del recuerdo.


ABC - Opinión

Responsabilidades políticas

Cinco años después de los hechos, y tras no pocos obstáculos, un juez de la Audiencia Nacional dictó ayer un auto de procesamiento por el caso del chivatazo a ETA en pleno proceso de negociación del Gobierno con la banda, probablemente uno de los episodios más oscuros y graves de la historia de la democracia en España. Pablo Ruz actuó contra los tres imputados en la causa del bar Faisán: el ex director general de la Policía y la Guardia Civil, Víctor García Hidalgo –en la actualidad dirigente de los socialistas vascos–, el jefe superior de la Policía en el País Vasco, Enrique Pamies, y el inspector José María Ballesteros. A los tres los procesó por colaboración con organización terrorista, además de por un delito de revelación de secretos, si bien admite la posibilidad de que la presunta colaboración pueda considerarse un delito de encubrimiento.

El juez Ruz ha reunido hasta una docena de indicios contra los altos cargos policiales del Ministerio del Interior, que dirigía entonces Alfredo Pérez Rubalcaba, y los considera responsables del chivatazo a ETA, que se produjo el 4 de mayo de 2006 en el bar Faisán de Irún, para impedir el desarrollo de una operación policial contra el aparato de extorsión de la banda terrorista. En su auto, el juez cita las declaraciones de Elosua, el dueño del bar, supuesto jefe de la trama etarra y hombre que recibió el aviso, y el concluyente tráfico de llamadas de los teléfonos móviles en aquellas horas, así como la «clara disfunción en el normal y habitual funcionamiento de la cadena jerárquica de mando» que se produjo el día de los hechos.


Hay que ponderar el trabajo de un juez profesional que ha dirigido con pulso firme una instrucción de enorme complejidad y repercusión pese al legado de Baltasar Garzón, que frenó la causa todo lo que pudo, y con el criterio siempre discrepante de la Fiscalía y, por consiguiente, del propio Gobierno. El auto de procesamiento es el fruto de meses de investigaciones, horas y horas de testimonios, informes periciales y otros procedimientos, lo que le confiere una solidez significativa.

El juez se mueve en el plano jurídico y bajo esos parámetros no va más allá porque así lo entiende. Pero el chivatazo tiene una evidente dimensión política, pues se procesa a tres altos mandos policiales relacionados estrechamente con el ex vicepresidente y ex ministro del Interior Alfredo Pérez Rubalcaba y con el que fuera su número dos y actual ministro, Antonio Camacho. Algún sindicato policial apuntó ayer que el chivatazo sería imposible sin una orden política y la portavoz del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, afirmó que el auto «inhabilita» a Pérez Rubalcaba «para pedir la confianza a los ciudadanos» en las próximas elecciones generales. El candidato socialista a la presidencia del Gobierno lleva meses eludiendo la explicación que debe a la sociedad sobre un caso de máxima gravedad. Su actitud ha sido esquiva. Y ya no se puede esperar más. Hablamos de una supuesta colaboración con ETA desde el Ministerio que dirigía en un contexto político como la negociación. El Estado de Derecho tiene el deber de perseguir conductas penales, pero también de depurar responsabilidades políticas.


La Razón - Editorial

Otra SGAE

Los nuevos gestores deben introducir los cambios necesarios para transmitir confianza.

Si hace tiempo que era evidente que la gestión de los derechos de autor debía revisarse a fondo, el desmantelamiento de una presunta trama corrupta y la imputación a altos directivos de la SGAE de delitos por apropiación indebida y administración fraudulenta imponen urgencia a esta revisión. Y no solo por higiene societaria. También porque los autores han de tener mecanismos para defender sus legítimos derechos, unos mecanismos claros en su concepción y transparentes en su gestión. No tendría ningún sentido que se aprovechara la depuración de responsabilidades para fragilizar la ya de por sí difícil gestión de los derechos de propiedad intelectual en el nuevo mundo tecnológico.

Los abusos y deficiencias del actual sistema habían sido documentados por organismos públicos nada afectos a discursos líricos sobre la piratería. Ahora los actuales gestores de la SGAE tienen ante sí una tarea descomunal. Deben poner orden y transmitir confianza. Y una de sus urgencias debería ser cambiar un sistema electoral que el propio juez que lleva el caso ve, como mínimo, oscuro, y que da derecho de voto apenas a 8.000 de los 100.000 socios.


Parece obvio que fallaron los controles por parte del Gobierno, que ha esgrimido excusas competenciales para eludir su responsabilidad respecto a lo ocurrido en la SGAE, la entidad de gestión de autores más importante de España, y excusar la desidia de su gestión. Tiene, por ejemplo, dormida una imprescindible revisión de la Ley de Propiedad Intelectual, que requiere más que una actualización. La mayor parte de los grupos parlamentarios pidió ayer a la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, una reforma profunda de dicha ley.

Y esa misma dejadez provoca situaciones como la de esta semana. En febrero, el PSOE obtuvo el apoyo del PP para proseguir con la llamada ley Sinde a cambio de una reforma del canon digital para adaptarlo a la sentencia del Tribunal Europeo de Justicia, que lo había rechazado por estimar que es abusivo obligar a pagar a Administraciones y empresas. La Audiencia Nacional, además, sentenció que la orden ministerial que establecía las tarifas contenía un "vicio radical". A pesar de todo ello, el Gobierno no hizo a tiempo la enmienda y el PP ha presentado esta semana una proposición no de ley, que votaron el resto de grupos, incluido el socialista, por el que debe sustituirse el canon "por otras fórmulas menos arbitrarias" de remuneración.

Lo esperpéntico del asunto es que el PSOE interpreta esa proposición como la necesaria revisión del canon, mientras el PP considera que supone su supresión. A la incuria socialista se suma la demagogia del PP, que no detalla las alternativas. Uno de los temas que debería aclarar el PP es qué pasa con la copia privada si desaparece toda compensación, algo que si sucede en el mundo anglosajón es precisamente porque no se permite la copia privada. Los cambios en los usos digitales provocan la rápida obsolescencia normativa y los partidos, sobre todo si están en el Gobierno, deberían responder a ella.


El País - Editorial

¿Acabará Rubalcaba como Barrionuevo?

El hecho es que Rubalcaba y Camacho, lejos de haber presentado sus respectivas dimisiones, han asumido mayores responsabilidades políticas. El tiempo dirá si es una forma de evitar presuntas resposanabilidades penales.

Ignoramos si Alfredo Pérez Rubalcaba terminará siendo procesado por un delito de colaboración con banda armada por haber sido él quien transmitió la orden de dar el soplo al aparato de extorsión de ETA. Lo que nos parecía y sigue pareciendo evidente es que, desde que se supo que unos policías a su mando estuvieron implicados, Rubalcaba debía haber asumido su responsabilidad in vigilando y haber presentado su inmediata dimisión.

Ignoramos, asimismo, si Antonio Camacho, como autor de unos informes de verificación que ocultaban la incesante actividad extorsionadora de ETA durante la tregua de la primera legislatura de Zapatero, podría llegar a ser procesado por un delito de encubrimiento y colaboración con banda armada. Lo que nos resultaba y nos sigue resultando incuestionable es que el entonces número dos de Interior cometió con esos informes, como mínimo, un error inadmisible al no denunciar en ellos la incesante exigencia del llamado "impuesto revolucionario", extorsión que tanto los empresarios vascos y navarros habían denunciado, como los propios terroristas justificado en Gara por "razones de financiación". Por todo ello, pensamos que Camacho también debía haber presentado hace años su dimisión, tanto por este asunto como también por el del chivatazo en el bar Faisán.


El hecho, sin embargo, es que Rubalcaba y Camacho, lejos de haber presentado sus respectivas dimisiones, han asumido mayores responsabilidades políticas: el primero como candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno, el segundo como nuevo ministro del Interior. El auto de procesamiento, sin embargo, que el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz acaba de dictar contra los altos cargos policiales a las órdenes de ambos en el momento de perpetrarse el chivatazo, más que hacer inaplazables las dimisiones de Rubalcaba y Camacho, viene a reforzar la ya de por sí lógica hipótesis de que el infame soplo a ETA se produjo, no por falta de responsabilidad in vigilando de los entonces ministro y secretario de Estado, sino por una orden dictada y transmitida por ellos a sus más directos subordinados como son el ex director general de la Policía y la Guardia Civil Víctor García Hidalgo, el jefe superior de la Policía en el País Vasco, Enrique Pamiés, y el inspector José María Ballesteros.

El tiempo dirá si Rubalcaba ha decidido hacerse cargo de un partido en retroceso y de presentarse a unas elecciones que sabe perdidas para blindarse y no tener que acabar, por la paz sucia con ETA, como acabó Barrionuevo por los GAL. El tiempo dirá si Rubalcaba escala en responsabilidades políticas como forma de alejarse de las responsabilidades penales. Pero no sería la primera vez que un ministro del Interior socialista acaba en prisión.


Libertad Digital - Editorial

El riesgo de dar ventaja a ETA

ETA no desaprovecha ninguna oportunidad, ni el «proceso de paz» ni la sentencia del Tribunal Constitucional, para llevar su estrategia política a sus últimas consecuencias.

EL comunicado de ETA publicado por «Gara» es un ejercicio práctico de la teoría de vasos comunicantes de la banda terrorista con la izquierda abertzale. Por este procedimiento, a menor capacidad operativa de los terroristas, mayor es el protagonismo de la izquierda abertzale; y a mayor intensidad de la violencia, menor presencia de Batasuna. Ahora toca la primera opción, porque, en efecto, ETA está débil, pero por esto mismo ha transferido el peso de su estrategia a Bildu, jugándoselo todo a la carta del Constitucional. Y como ganó Bildu, gana ETA, reforzada por los efectos diferidos de un «proceso de paz» que alcanza su mayor grado de indignidad al conocerse el auto que procesa al ex director general de la Policía, al jefe superior de la Policía en el País Vasco y un inspector —dependientes todos del actual ministro de Interior, Antonio Camacho, y del candidato socialista, Pérez Rubalcaba— de los delitos de colaboración con banda terrorista, revelación de secretos y encubrimiento.

Tras beneficiarse de las trampas de un «proceso de paz» cuyos detalles tendrá que aclarar la Justicia, los terroristas consideran que en las elecciones del 22 de mayo se «ha ganado la batalla política e ideológica de la ilegalización». Con la sentencia del TC sobre Bildu, y sin necesidad de atribuir a sus magistrados juicios políticos de intenciones, la estructura legal construida sobre la Ley de Partidos Políticos se ha venido abajo. ETA se jacta de lo mismo que denunciaban los informes policiales y el anterior ministro del Interior: Bildu está en su estrategia. Por tanto, ETA no dijo ayer nada que no hubiera manifestado en los meses previos a la creación de Bildu. De hecho lo reconoce en su comunicado, al relatar todas las iniciativas de la izquierda abertzaley de la propia ETA que han desembocado en este escenario. Pero el problema es que para el TC lo que ETA dijo y ahora vuelve a decir sobre Bildu no es más que «conductas ajenas» a esta coalición, que el Supremo calificó como mera prolongación de ETA/Batasuna. El blindaje legal dado por el TC a Bildu es inexplicable.

ETA no da un paso más en su último comunicado, porque no necesita darlo. Bildu controla Guipúzcoa, es la primera fuerza municipal vasca y lidera el nacionalismo. Y todo esto lo ha conseguido ETA al mismo tiempo que la Ley de Partidos Políticos se venía abajo y el Estado dejaba escapar la oportunidad de acabar, esta vez sí, con la banda terrorista. Su comunicado omite cualquier referencia a un cese definitivo e incondicional de la violencia. Tampoco menciona a las víctimas para pedir su perdón. Por el contrario, no fue casualidad que el comunicado se diera a conocer en el aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Como si fuera un aviso para incautos y tontos útiles, ETA se ha presentado como tutor del éxito de Bildu y se ríe de todos los españoles.


ABC - Editorial