martes, 19 de julio de 2011

Castilla La Mancha. Un Potosí de facturas impagadas. Por Guillermo Dupuy

En Castilla La Mancha pasa algo parecido, solo que aquí lo que se está "desenterrando" son tantas facturas sin pagar que si se juntaran podrían cubrir la cara de Barreda, que, créanme, es muchísima cara.

Dicen que los españoles sacamos tanta plata de las minas de Potosí como para hacer con ella un puente que llegara desde el cerro boliviano hasta el Palacio Real de Madrid. En Castilla La Mancha pasa algo parecido, solo que aquí lo que se está desenterrando son tantas facturas sin pagar que si se juntaran podrían cubrir la cara de Barreda, que, créanme, es muchísima cara: Si la semana pasada Cospedal denunciaba la existencia de 1.700 millones de euros en facturas sin pagar, frente a los 700 millones declarados por Barreda en el momento de hacer el traspaso de poderes, este lunes la Junta ha elevado el pufo en casi mil millones de euros más.

El ex presidente socialista tuvo hace unos días la desfachatez de "explicar" los primeros 1000 millones de diferencia al hecho de que "probablemente las facturas se hayan acumulado" en estos dos meses y medio debido a "la preocupación y la zozobra de los proveedores y de los centros de gestión". Ahora no se qué nueva excusa dará Barreda para explicar los otros mil millones de diferencia. Lo que sé es que el ex presidente socialista no tuvo ni "preocupación" ni "zozobra" alguna en disponer, por ejemplo, de una flota de 22 coches oficiales cuyo coste roza el millón de euros, uno de los cuales costó por sí solo los casi 400.000 y que apenas utilizó.

Ignoro si los déficits escondidos bajo las alfombras pueden ser constitutivos de delito, pero deberían serlo. Es más. Aunque no fueran ocultos, considero que debería una ley que fijara un límite al déficit y endeudamiento públicos a todos los niveles de la administración. Si vivir por encima de nuestras posibilidades es siempre una receta segura para la ruina, que nos puede además conducir a la cárcel, en el caso de las administraciones públicas constituye además una adulteración de la democracia. En la medida en la que los gobiernos gastan más de lo que ingresan, los gobiernos no sólo llevan a cabo una funesta política económica, sino que comprometen el poder fiscal de legislaturas venideras sobre la que no deberían tener jurisdicción alguna. La democracia se caracteriza por los límites a los gobiernos transitorios, que precisamente lo son porque tienen límites temporales a su acción de gobierno. Esta acción de gobierno se enjuicia periódicamente por parte de los ciudadanos, pero parte esencial de ese enjuiciamiento queda distorsionado precisamente por la posibilidad de endosar hacia el futuro la factura de lo que hacen en el presente. Si esto ya es grave cuando los futuros gobiernos tienen que hacer frente a las facturas que sus manirrotos antecesores han dejado encima de la mesa, peor aun resulta cuando se las encuentran debajo de las alfombras.


Libertad Digital - Opinión

Caos en el coro. Por Hermann Tertsch

Está claro que algunos están asustados ante la devastación causada por la aventura zapaterista.

«LA pérdida de confianza en la gestión del actual presidente del Gobierno es clamorosa dentro y fuera de España. Es imposible suponer que de una legislatura como la que hemos padecido se derive ya ninguna de las soluciones que los ciudadanos reclaman. El deterioro preocupante del partido en el poder amenaza con desequilibrar el futuro inmediato de nuestras instituciones políticas. José Luis Rodríguez Zapatero debe de una vez por todas abandonar su patológico optimismo y renunciar al juego de las adivinanzas. Los titubeos, las dudas y los aplazamientos a que nos tiene acostumbrados son la peor de las recetas para una situación que reclama medidas de urgencia. Su deber moral es anunciar cuanto antes un calendario creíble para el proceso electoral. A la fecha nos encontramos con un país amenazado de ruina (atrapado en la vorágine de los mercados financieros desatada sobre Europa), sin perspectiva, con serios problemas de cohesión social y aun territorial, en el que cunde la desilusión entre los ciudadanos sin distinción de ideologías o de clase social. La pérdida de confianza en la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero parece irreversible. El creciente escepticismo sobre la gobernabilidad española en las circunstancias actuales amenaza con acrecentar nuestros males. La crisis no es solo económica, sino también, y acaso sobre todo, política». «Hace ya mucho que las respuestas del presidente del Gobierno a los desafíos a los que se enfrenta España apenas merecen crédito alguno por parte de los ciudadanos. Aún peor: su incapacidad en la gestión, los magros resultados de las reformas apenas incoadas, más el lastre y la impotencia de una legislatura agónica auguran un deterioro imparable al que resulta imprescindible poner fin cuanto antes. A este respecto, la fecha sugerida por algunos dirigentes socialistas para celebrar elecciones (finales de noviembre) es del todo tardía. Si de verdad Rodríguez Zapatero quiere rendir un último servicio a su país, debe hacerlo abandonando el poder cuanto antes».

Estarán ustedes pensando que estoy pesadísimo, porque todo esto ya lo he dicho en anteriores artículos. Cierto, la gran noticia no es que sea verdad lo dicho, que lo es. La inmensa novedad es que lo reconocen y describen quienes durante años han ayudado a Zapatero a ocultar nuestra crisis y por tanto a agravarla. Quienes han dirigido el coro mediático del Gobierno socialista para descalificar y ridiculizar a quienes escribíamos y decíamos lo que ellos dicen ahora. Catastrofistas y antipatriotas nos han llamado. Y también agoreros y saboteadores vocacionales, que disfrutan con la desgracia de los españoles. La prensa socialista se ha caído este lunes del guindo. Y resulta que ahora, de repente, dicen lo que nosotros llevamos mucho tiempo diciendo. Está claro que reina el caos en el coro mediático. Que algunos están asustados ante la devastación causada por la aventura zapaterista. Mientras otros se aferran a la letanía de Zapatero de aguantar aunque reventemos todos. Lo expuesto arriba son citas textuales de un artículo de Juan Luis Cebrián y un editorial de El País. Parecen dictadas por un Mariano Rajoy decidido como un buitre a acabar con la enorme credibilidad internacional de Zapatero y su serenísima actitud de timonel de nervios de acero. Parecen insidias del PP, movido sólo por sus bajos instintos antipatrióticos y ansias de poder. Claro que lo podían haber dicho antes. Con su influencia en la militancia socialista quizás habrían logrado acortar la agonía y evitar al menos algunos daños a España. Por supuesto que sus prisas se deben a intereses propios. Que quieren elecciones porque Rubalcaba teme que cada día que pasa empeoran sus expectativas. Pero aunque sea por cálculo electoral de uno de los principales culpables de nuestra tragedia, alegrémonos de que aun sepan decir verdades.

ABC - Opinión

Rajoy y Rubalcaba, Gürtel y Faisán, odiosas comparaciones. Por Antonio Casado

Odiosas comparaciones y estúpido intercambio de pedradas entre los trajes de Gürtel y el chivatazo del Faisán. Nada que ver en lo judicial. Sin embargo, admito que la derivada política puede ser relevante en el juego de los contrapesos. De una conducta supuestamente delictiva siempre se deducen responsabilidades políticas. Se deben deducir. Por acción o por omisión. Así son las cosas en democracia. Y es evidente que aquí estamos ante dos tipos de conductas igualmente delictivas en su consabido grado de presunción.

Por cierto, las comparaciones sólo son odiosas para quien sale perdiendo. Decidan ustedes. Entre la conducta de los tres procesados (Hidalgo, Pamiés y Ballesteros) que acertada o equivocadamente estaban trabajando para el Estado y los cuatro procesados (Camps, Campos, Costa y Betoret) que cobraban en especie los favores que le hacían a la franquicia valenciana de Gürtel.


Ya entraremos en las diferencias del tipo delictivo aplicado a uno y otro caso. Hoy me limito a comentar la derivada política. Un caso de corrupción cosido al tejido orgánico e institucional del PP y una mala práctica en la política antiterrorista cosida al tejido orgánico e institucional del PSOE. Es de manual exigir responsabilidades a los jefes políticos de los procesados. ¿Hasta qué punto? Según el PP, hasta la inhabilitación de Rubalcaba como candidato socialista a la Moncloa. Es tanto como pedir la de Mariano Rajoy como candidato del PP a la Moncloa.
«Ni Rajoy ni Rubalcaba se van a sentir políticamente culpables por acción o por omisión de que funcionarios o militantes del escalafón no se comporten como deben.»
Según se desprende de la propia lógica del PP al pedir la inhabilitación de Rubalcaba (Soraya Sáenz de Santamaría dixit), no es Mariano Rajoy menos responsable político de las conductas de los procesados del Gürtel, acreditados dirigentes regionales de su partido, que Pérez Rubalcaba de las conductas de los procesados del Faisán, que eran sus subordinados políticos o policiales cuando se produjo el famoso chivatazo.

¿Se imaginan que se impusiera esa lógica hasta el punto de dejar inhabilitados a los dos aspirantes a la Presidencia del Gobierno ahora que ya están hechos los carteles? Que no cunda el pánico. Nada de eso va a ocurrir. Ninguno de los dos va a tirar la toalla. Ninguno de los dos se va a sentir políticamente culpable, por acción o por omisión, de que funcionarios o militantes del escalafón que ambos encabezan se comportasen como no debían. Y, dicho sea de paso, no ha sido más entusiasta la defensa que Rubalcaba ha hecho de los procesados del Faisán que la que ha hecho Rajoy de los procesados del Gürtel.

Más difícil lo tiene Camps, siempre dentro del terreno político, que es a lo que se dedica el presidente valenciano. Lo de inhabilitar a Rajoy y Rubalcaba, como dirigentes, estaría en los usos y costumbres de una democracia sana y transparente, en la mente del respectivo adversario, en los procesos de intención, en las estrategias de partido, en el caldo de cerebro de los analistas. Vale. Pero lo de Camps está en un auto de procesamiento con apertura de juicio oral. Dice la alcaldesa de Valencia y compañera de partido, Rita Barberá, que sufre mucho desde que conoció la noticia. No me extraña. Curados de espanto como estamos, tampoco me extrañaría que afrontase el juicio con jurado, previsto para el otoño, en base al reciente respaldo de los valencianos en las urnas. Como si las urnas borrasen los indicios del presunto delito cometido por Camps, Campos, Costa y Betoret.


El Confidencial - Opinión

Pasividad del Gobierno. Crisis política y prima de riesgo. Por Emilio J. González

No es de extrañar que los mercados nos castiguen un día sí y otro también, y más aún cuando observan que Zapatero ni gobierna ni se quiere ir. Este es el verdadero problema con nuestra prima de riesgo.

Este lunes, los mercados han vuelto a darnos un nuevo disgusto, con una nueva y drástica subida de la prima de riesgo. En principio, esto no debería de haber sucedido, habida cuenta de que los resultados de los test de estrés de la banca europea que se conocieron el pasado viernes, a última hora de la tarde, fueron razonablemente buenos para el sector financiero español. Sin embargo, la semana ha comenzado con un nuevo susto. ¿Qué es lo que sucede? Pues muy sencillo, que estamos en una situación de crisis económica y crisis política muy parecida a la que, en 1995, provocó el adelanto de las elecciones y la caída de Felipe González.

Lo que les preocupa a los mercados es que la economía española va a la deriva y este Gobierno ya no tiene la capacidad de volver a coger el timón para enderezar el rumbo. La economía marcha peor de lo previsto y las cosas se van a poner aún más negras después del verano. Las cuentas públicas, como es lógico, se ven influidas por este panorama y muy probablemente no se van a poder cumplir los objetivos de déficit marcados por el Ejecutivo. Además, ahora se conoce que en muchas administraciones territoriales había ingentes cantidades de facturas sin contabilizar en los cajones, con lo que se desconoce la verdadera magnitud del déficit público. Todo esto exige medidas correctoras tan duras como drásticas. Sin embargo, el Ejecutivo de Zapatero ni es capaz de tomarlas, ni deja que otros lo hagan.


Zapatero ya no tiene capacidad de decisión sobre las reformas que necesita la economía, porque tiene que pactarlas con Rubalcaba. Y lo que quiere Rubalcaba es que ZP convoque elecciones cuanto antes y se marche a su casa, a lo cual el presidente se niega. Por ello, al presidente ahora no se le ha ocurrido nada mejor que pedir solidaridad a Merkel y, después, enfrentarse con ella porque, en buena lógica, Merkel dice que el contribuyente alemán no tiene por qué pagar los desastres ocasionados por el Gobierno español. Así las cosas, la economía está pidiendo a gritos medidas de ajuste. Pero nadie las toma y los mercados se ponen muy nerviosos pensando que aquí se puede repetir la situación de Grecia, corregida y aumentada.

Es más, Zapatero ya se ha olvidado de sus compromisos con los mercados, como el de aprobar la reforma laboral o forzar a las administraciones territoriales a restringir sus gastos y reducir su déficit, y donde antes dijo ‘digo’ ahora dice ‘Diego’. Por ejemplo, con los préstamos de 3.000 de euros a los ayuntamientos, con la nueva ayuda estatal de 8.000 euros para que las autonomías resuelvan sus problemas con la sanidad pública, con la retirada de la subvención del Fogasa para abaratar el despido, etc.

Así las cosas, no es de extrañar que los mercados nos castiguen un día sí y otro también, y más aún cuando observan que Zapatero ni gobierna ni se quiere ir. Este es el verdadero problema con nuestra prima de riesgo, que sólo empezará a resolverse el día en que se convoquen elecciones, si es que antes la demora de ZP para seguir disfrutando unos meses más del cargo no nos ha llevado a la suspensión de pagos.


Libertad Digital - Opinión

El estilista de la Moncloa. Por M. Martín Ferrand

A tal punto hemos llegado que hasta El País considera indispensable y urgente que Zapatero abandone el poder.

SIMEÓN el Estilita era un santo varón que, en el siglo V de nuestra era, para estar más cerca del Señor y lejos de los hombres, construyó en el desierto de Turquía una columna de una docena de metros de altura. Sobre el amplio capitel que remataba el fuste, pasó más de treinta años y murió santamente. José Luis Rodríguez Zapatero, en nuestros días y en versión laica, ha conseguido el mismo efecto sin necesidad de columna alguna. Le ha bastado con cerrar los ojos para no contemplar la realidad y los oídos para no escuchar las voces, tanto próximas a su militancia como distante de ella, que claman en el páramo nacional, en donde crecen al mismo tiempo el paro y la desesperanza.

Zapatero es un fruto típico de la partitocracia. Su éxito —a cualquier cosa llaman chocolate las patronas— se sustenta en la capacidad para no llamar la atención, para permanecer sentado en un escaño hasta que las circunstancias, para evitar que otros lo hagan, le eleven a un poder y una representación para los que no estaba preparado. Algunos llevamos muchos años, desde que, llegado a La Moncloa, le dio por desenterrar cadáveres y honrar a su abuelo en lugar de gobernar, tratando de responsabilizar al PSOE, a su aparato de poder, del riesgo creciente de la conducta presidencial. Ya nadie duda de la incapacidad de quien sigue siendo presidente del Gobierno de España y máximo líder del «otro» gran partido nacional.

El de León, que no quiso ver llegar la crisis económica y no supo, después, enfrentarse a ella, acompañado de un equipo de mediocres, y mediocras, nos ha llevado a la ruina y, además, ha fabricado otra crisis de naturaleza política que, superpuesta a la primera, incita el desmoronamiento nacional. A tal punto hemos llegado que hasta El País, el primero de los diarios nacionales, protector del felipismo, guardián y promotor de Alfredo Pérez Rubalcaba, considera indispensable y urgente que Zapatero abandone el poder. Son lentos de percepción; pero, como explicaba telefónicamente Miguel Gila, todo cuanto no cae por la ley de la gravedad termina haciéndolo por su propio peso. El PSOE, sus próximos y beneficiarios, no quisieron hace un par de años, cuando la situación presente ya era previsible hasta en sus mínimos detalles, sustituir a Zapatero al frente del partido y el Gobierno y ahora, quizás, sea tarde para ello. Ya no hay más camino que el electoral y eso lleva su trámite y sus tiempos. Por el momento, ya hemos batido nuestro record y los bonos españoles a diez años cotizan a 6,34 euros, el precio más alto desde que nació la moneda europea. El estilita sigue en La Moncloa.


ABC - Opinión

ETA. ¿Por qué no se callan?. Por Cristina Losada

Al Gobierno, en consecuencia, se le acumulan los comunicados de ETA y servicios auxiliares que celebran los éxitos arrancados al Estado represor.

Uno de los grandes problemas que afrontan los convencidos de que el final de ETA sólo puede ser negociado, es ETA. Y no porque una banda terrorista se resista a una negociación que la eleva a interlocutor político y supone el reconocimiento y la legitimación de su trayectoria de crímenes. El problema para un Gobierno que ha de responder de sus actos ante la opinión pública, reside en que los terroristas no están dispuestos a aceptar las concesiones que se les hacen con un silencio agradecido y cómplice. Muy al contrario de lo que dicta el interés del Ejecutivo negociador, la banda así beneficiada, en lugar de callar mientras se le otorga, habla sin parar desde su propio interés y su propia agenda.

Mutatis mutandis, fue por una subespecie de esa pulsión parlanchina que se descubrió el chivatazo en el bar Faisán. El que avisó de la inminente redada a Joseba Elosua, le advirtió también de que no debía de hablar por teléfono ni en el coche. Sin embargo, Elosua no se pudo contener y enseguida le chivó, a su vez, toda la asombrosa historia a su cuñado en el coche. Por esa imprudencia, la conversación fue grabada y tres miembros de la cúpula policial de entonces están procesados. Cierto, que un peón de la ETA sea incapaz de mantener la boca cerrada después de que el enemigo le prestara tamaño servicio, no es más que una anécdota. En cambio, pertenece al terreno de la categoría que un grupo terrorista se jacte de cualquier cosa que pueda presentar como un trofeo político. Está en su naturaleza.

Al Gobierno, en consecuencia, se le acumulan los comunicados de ETA y servicios auxiliares que celebran los éxitos arrancados al Estado represor. En lugar destacado, la legalización de Bildu y su resultado electoral, que ha dado pie a la proclamación por parte de Otegi y otros de que "Euskal Herria ya nos ha absuelto". El día, muy próximo, en que la mayoría progresista del Tribunal Constitucional deje sin efecto la doctrina Parot aunque no llegue a derogarla, y salgan de la cárcel más etarras de los que ya disfrutan de libertad –y de la libertad de huir–, tendrán otro motivo para vanagloriarse. Lejos los tiempos en que Zapatero comentaba emocionado las cartas de Otegi y las notas de ETA, ahora guarda silencio. Su cruz política es que el conglomerado terrorista no cesa de cantar victoria a pleno pulmón.


Libertad Digital - Opinión

Tu quoque. Por Ignacio Camacho

A Zapatero, que nunca ha tenido muchos amigos, lo abandonan sus últimos fieles. La puñalada final siempre la da Bruto.

LA famosa soledad del poder pesa sobre todo cuando se escapa el poder y se queda la soledad con su inmenso páramo de angustia. El aviso del final lo dan los fieles más rezagados cerrando la puerta por fuera; entonces es cuando el poderoso se queda de veras solo con su soberbia. Abandonado como los muelles en el alba, decía Neruda de ese momento en que el último barco de lealtad desaparece tras el espigón de la melancolía.

Zapatero, que nunca ha contado con demasiados amigos y encima ha liquidado a los pocos que tenía, se debió de despertar ayer con un estrépito de mudanzas. Sus aliados mediáticos más importantes le habían puesto los muebles en la puerta con un inequívoco pronunciamiento de desahucio. Aunque no es la primera vez que el presidente recibe fuego amigo sorprendió la encarnizada intensidad del ametrallamiento, una declaración contundente, virulenta y solemne que lo señala como un estorbo para los intereses de la socialdemocracia. Por pronunciarse con esos mismos argumentos, más moderados incluso, periodistas, políticos, medios de comunicación y otras voces de opinión pública recibían hasta no hace mucho gruesas descalificaciones de fascismo irredento. Pero ahora ya no queda espacio ni para la piedad; convertido en un obstáculo hasta para la propia izquierda, los suyos le señalan inclementes el camino de salida. Lo quieren fuera, y lo quieren ya.


Mucho han tardado en convencerse. El presidente ha acumulado en un plazo muy corto un descrédito tan vertiginoso que reúne características de fobia social. Perdido el estado de gracia que disfrazaba en tiempos de prosperidad sus evidentes carencias de serie, su falta de entidad como gobernante, ha dejado de resultar útil. Primero consumió su credibilidad política, luego su popularidad y por último su capacidad de otorgar favores, que es lo que acostumbra a retener a los más pragmáticos. Es un lastre, un impedimento, una rémora. Lo sabe todo el país desde hace mucho tiempo, y los más renuentes han acabado por rendirse a la evidencia.

La pregunta que flotaba ayer en la escena política es la de si ese áspera expresión de desapego incluye también la opinión o el criterio de Pérez Rubalcaba. En ese caso estaríamos ante un conflicto de poder propio de los estados terminales, que a menudo estallan en sacudidas interiores de convulsiones críticas. La posibilidad de que el presidente se esté atrincherando incluso contra la voluntad de su propio partido es ya una hipótesis de seria verosimilitud que abre conjeturas imprevisibles sobre los efectos de una bicefalia palmaria. La conspiración palaciega de junio aún no ha concluido su trabajo. Y la puñalada final, la más dolorosa, la que abre la mayor herida moral, siempre queda para Bruto.


ABC - Opinión

Tamaño baño. Por Alfonso Ussía

Me lo escribió mi amiga venezolana Teresa Machado Uzcáztegui desde Caracas, en nuestros tiempos veinteañeros: «Caracas, comparado con Madrid, es un rollazo tamaño baño». Alta expresividad en una mujer prodigiosa. Tamaño baño, lo más grande. ¿No será una mentira tamaño baño la presumible revolución bolivariana? A nadie le deseo males físicos y enfermedades sin esperanza. Tengo entendido que Hugo Chávez padece de un cáncer de colon. El colon, ahí donde se registran las emociones y los primeros golpes de los sentidos. Escribió José María Pemán que eso de los sentimientos anidados en el corazón es un invento de los poetas. El gran motor de la vida, el corazón, no tiene corazón. Y decía el grande y olvidado escritor gaditano. «Pero no queda bien decirle a una mujer: te quiero con todo mi colon».

No considero un acierto revolucionario bolivariano que el llamado jefe de la Revolución, la luz del futuro, el amanecer de Venezuela, el resplandor del Orinoco y rosicler sobre los tepuís que emergen de los Llanos, viaje al exterior para tratarse su enfermedad. Es, como poco, un feo gesto contra la medicina bolivariana, los médicos bolivarianos y las quimioterapias bolivarianas. Hay que dar ejemplo. Instalarse en Cuba y Brasil para recibir el tratamiento no entra en los ámbitos del patriotismo ni de la cortesía. Al hacerlo, está reconociendo que el nivel de la Sanidad pública venezolana no responde a los esplendores sociales de su Revolución. «Ustedes se quedan aquí mientras yo me voy allá a que me sanen». Y para colmo, manteniendo el mando absoluto desde allá para que a aquel que mueva un dedo por aquí se lo corten.


Nada gusta más a la retroprogresía oficial española –muy callada en espera de lo que suceda en la SGAE, que va a ser mayúsculo– que hablar de las excelencias de la Sanidad cubana. Un mito. Ha sido un cirujano español el que ha intervenido a Fidel Castro. Le ha pasado a Fidel en La Habana lo que a Chávez en Caracas. Que no encontró un médico de confianza. Sucede que a Fidel no le han faltado medicamentos como al resto de los enfermos cubanos. Y Chávez en Cuba es tratado como si fuera Fidel. Pero del mismo modo sería considerado en Caracas, si Chávez tuviera fe en los adelantos sociales y científicos de su llamada Revolución. Y se habla de una corta estancia en Cuba para volar seguidamente a Brasil para cumplir íntegramente el ciclo de la quimioterapia. Sólo falta que si le sale un uñero se lo trate en Chile; si un forúnculo anal, en Argentina, y si un orzuelo, en Colombia. Todo menos Venezuela, su Patria, su horizonte bolivariano.

Si después de este espectáculo grotesco queda todavía un médico en Venezuela partidario de Chávez, habrá que levantarle por suscripción pública un monumento a la tonta lealtad. Puede tratarse de un ginecólogo despistado, pero no un cirujano, y menos aún, un oncólogo. El corte de mangas, la butifarra que ha dedicado Chávez a la medicina venezolana, es tamaño baño. Los dictadores huyen de sus países cuando sienten el aliento indignado del pueblo sometido en su nuca. Pero no para tratarse un tumor.

A partir de ahora, la revolución bolivariana dejará de tener sentido si no se centra en la Sanidad. Menos matones y más médicos. De lo contrario, a Chávez no le van a obedecer. Un dictador que se larga de su dictadura para ser sanado demuestra no creer en su proyecto. Demuestra también, y sobre todo, que es un farsante tamaño baño.


La Razón - Opinión

Zapatero. "¡Que le corten la cabeza!". Por José García Domínguez

La incansable quinta columna intelectual de cuantos maquinaron el Estatut, clamando por una España simétrica. "Cosas veredes, amigo Sancho". Por lo demás, no acaba de quedar claro si la llamada a rebato contra Zapatero persigue ganar tiempo o perderlo.

Como de costumbre, abro el diario por la plana del editorial. Allí, con muy exuberante tipografía a prueba de miopes, leo: "Si Zapatero quiere rendir un último servicio a su país debe abandonar el poder cuanto antes". Sin salir de mi incredulidad y después de repasar la frase un par de veces, doy en desandar el camino hasta la portada por ver si me hubiera equivocado de cabecera. Pero no. De ahí que, ya con los ojos bien abiertos, reanude la exploración, página tras página. Hasta dar con la cueva del tesoro en la plana veinticinco, donde me topo con un de profundis que viene a repetir idéntica letanía, solo que corregida y aumentada.

Tras el rejón de castigo, pues, la puntilla. Dos por el precio de uno, que diría el no simpatizante González Márquez. Tal que así, y bajo la rúbrica del mismísimo Juan Luis Cebrián, acuso recibo de que "no es imaginable que [el PSOE] acuda a los próximos comicios sin un congreso previo que restaure su maltrecho liderazgo". Enunciado mollar al que se accede luego de sobrevivir a una interminable sábana hilvanada con desechos retóricos de segunda mano, un plúmbeo refrito de algunas de las exageraciones apocalípticas más caras a los publicistas... del PP. Totum revolutum en el que, junto a los lugares comunes de cierta opinión de derechas, se añora con hondo pesar una reforma constitucional "capaz de instaurar un Estado federal moderno".

La incansable quinta columna intelectual de cuantos maquinaron el Estatut, clamando por una España simétrica. "Cosas veredes, amigo Sancho". Por lo demás, no acaba de quedar claro si la llamada a rebato contra Zapatero persigue ganar tiempo o perderlo. Y es que, desde mucho antes de Aristóteles, la lógica formal reclama para sí la propiedad de la consistencia. Requisito con el que en nada se compadece la diatriba del consejero delegado de Prisa. Al respecto, vindicar el adelanto de las alecciones por la vía de urgencia y, al tiempo, exigir que antes se celebre un congreso del Partido Socialista, recuerda aquellas cogitaciones algo histéricas de la Reina Roja en Alicia en el país de las maravillas. La preceptiva antesala al "¡Que le corten la cabeza!". No llegará a los idus de marzo.


Libertad Digital - Opinión

La izquierda contra Zapatero. Por Edurne Uriarte

Entre unos, Zapatero, y otros, Rubalcaba, la decisión final la tomará la prima de riesgo instalada en más de 300 puntos.

PRISA es al liderazgo intelectual de la izquierda española lo que el PSOE al liderazgo político. La gran referencia periodística sin cuyo apoyo es altamente complicado el desempeño de los líderes políticos socialistas. Por lo que la exigencia del ayer de El País a Zapatero de la renuncia inmediata al poder y la convocatoria urgente de elecciones anticipadas coloca al presidente al borde de su final. Al borde, pero no al final. La diferencia entre ambos puntos la marca la figura de Rubalcaba.

Sin Rubalcaba de candidato y sin Rubalcaba de aspirante al control del partido, el posicionamiento de El País habría significado la rendición segura de Zapatero. Pero el candidato Rubalcaba, apoyado por Prisa, introduce algunas complicaciones en el diagnóstico de lo que pueda hacer en los próximos días y semanas el presidente. Y es que no sólo asistimos al enfrentamiento entre Zapatero y Rubalcaba por la convocatoria de elecciones anticipadas. También a su lucha por el control posterior del partido y el reparto de responsabilidades tras la más que posible derrota electoral. De ahí que El País añadiera también ayer la petición de un Congreso del PSOE anterior a las elecciones, cabe suponer que para asegurar la secretaría general de Rubalcaba ante lo que pueda pasar después.


Pues, después, lo que puede pasar es una derrota estrepitosa del PSOE que Zapatero tiene intención de endosar a Rubalcaba, el candidato que iba a salvar al PSOE y resultó ser peor que Zapatero. Y, a continuación, maniobrar para colocar al frente del PSOE a uno de los suyos, Chacón, por ejemplo. En ese contexto, el supuesto interés general que defiende Zapatero en su defensa del agotamiento de la legislatura es ante todo el interés personal de asegurar la mejor posición postelectoral para la lucha interna en el Partido Socialista que se desatará.

Y todo lo anterior, unido a la confusión y vacilaciones internas de un PSOE poco seguro de las posibilidades futuras de Rubalcaba, puede llevar al presidente a continuar con su huida adelante y el aferramiento al poder. Contra todos, contra la derecha y la izquierda, contra el candidato de su partido, contra una parte del PSOE. Atrincherado en La Moncloa con sus fieles para ganar tiempo y madurar estratagemas para la propia supervivencia postelectoral. Eso que algunos llaman inmolación, sacrificio supremo por el bien de España, y que izquierda mediática sentenció ayer como irresponsabilidad.

Entre unos, Zapatero, y otros, Rubalcaba, la decisión final la tomará la prima de riesgo instalada en más de 300 puntos, si bien para entonces puede haberse inmolado Zapatero, pero también la economía española.


ABC - Opinión

Un Gobierno agotado

A pesar de la insistencia del Gobierno en agotar la legislatura, por lo que descarta por activa y por pasiva convocar elecciones anticipadas, lo cierto es que el Ejecutivo está apurando los minutos de descuento y no precisamente con acierto. La falta de coordinación y un aparente desconcierto reinan entre los socialistas. Prueba de ello son las situaciones tan surrealistas a las que está llegando y que dicen muy poco de su eficacia y diligencia, como la aprobación de un Real Decreto para modificar una ley que todavía no estaba aprobada. Sucedió el pasado 1 de julio con la ley de residuos. El desatino llegó con la aprobación de un Real Decreto para un procedimiento que no existía por la sencilla razón de que se refería a un órgano que se crea en la ley de residuos, que aún no había sido validada. Lo fue, justamente, en esa misma sesión del jueves.

Éste es sólo un ejemplo de la sensación que transmite el Ejecutivo socialista: no acepta convocar elecciones anticipadas como se solicita desde casi todos los partidos políticos y desde la sociedad, pero tampoco parece capacitado para llevar a cabo las reformas que la situación económica y social exige que se pongan en marcha más pronto que tarde. Desnortado, sumido en una alocada huida hacia adelante, denota un estado de ansiedad y de precipitación que se antojan perjudicial España. Es una ambición legítima que el Gobierno quiera apurar los últimos meses de la legislatura, pero no es lo más aconsejable para el bien común. Zapatero se ha conjurado para abandonar La Moncloa habiendo hecho todos los deberes. La cuestión es si esos deberes que se ha propuesto son los más adecuados para el país o simplemente responden a una necesidad particular que no se corresponde con las necesidades colectivas. Y, sobre todo, pesan sobre el Ejecutivo el descrédito y la pérdida de confianza por parte de los ciudadanos, de sus socios comunitarios y de los mercados que observan, entre sorprendidos e indiferentes, cómo este Ejecutivo nos ha embarcado rumbo a un horizonte incierto, pleno de dudas y carente de músculo para disiparlas.

Ante un Gobierno agónico e inane, con poca capacidad de reacción, que tiene que bregar con un entorno económico y social muy complicado de gestionar, la mejor medida, y la más sensata, que podría tomar en la convocatoria de elecciones anticipadas. Todos saldríamos beneficiados. Se imponen discursos nuevos y otra forma de hacer política para enfrentar con unas mínimas garantías las profundas reformas estructurales que debe llevar a cabo España para fortalecer la cohesión social y territorial, estabilizar y consolidar nuestra economía y, por supuesto, generar empleo, la primera prioridad para los españoles en esos momentos. Porque lo que se percibe ahora mismo es que la realidad va muy por delante de la acción gubernamental y que ésta no tiene capacidad para reconducir la situación, desbordada por los datos financieros y económicos. El actual Gobierno está en franca retirada y se nota, por lo que ya es hora de que otros tomen el relevo.


La Razón - Editorial

Polvorín Murdoch

Las investigaciones de los usos delictivos del grupo mediático implican a políticos y policías.

El escándalo de las escuchas ilegales realizadas por una de las cabeceras más importantes del imperio editorial de Rupert Murdoch se ha convertido en un polvorín. Apenas 15 días después de las revelaciones que conmocionaron a la opinión pública de que el News of the World había interceptado en 2002 el móvil de una niña de 13 años, Milly Dowler, secuestrada y asesinada, el conglomerado mediático de Murdoch está contra las cuerdas, pero las repercusiones del caso son de mayores dimensiones.

El escándalo está poniendo al descubierto unas connivencias políticas y policiales que dejan en precaria situación a varios inquilinos de Downing Street y a mandos de los investigadores. Dos de ellos ya han dimitido, no sin antes -el comisario jefe de Scotland Yard, Paul Stephenson- apuntar con dedo acusador al primer ministro David Cameron, que mantuvo durante varios meses como portavoz al exdirector del News of the World, Andy Coulson. Que los Murdoch hayan sido llamados a declarar hoy ante la Cámara de los Comunes, cita para la que Cameron ha interrumpido un viaje oficial, es parte de la rápida y amplia escalada que está cobrando el caso.


El imperio de Rupert Murdoch, News Corporation, uno de los más influyentes del mundo, ha afrontado escándalos similares en el pasado por su predilección por el periodismo sin escrúpulos. Ahora, sin embargo, está acorralado. De poco ha servido el cierre del News of the World, la renuncia a comprar la plataforma televisiva BSkyB y las excusas pedidas con grandes caracteres en los periódicos británicos. Si Murdoch creyó alguna vez que con tales gestos y sacrificios zanjaba el asunto estaba equivocado. El domingo tuvo que encajar uno de sus golpes más duros: el arresto de Rebekah Brooks, ahora en libertad bajo fianza, exresponsable del grupo en el Reino Unido. Con ella, ya son una decena los directivos detenidos.

Las investigaciones apuntan directamente hacia presuntas prácticas delictivas y el conglomerado de Murdoch está seriamente amenazado también al otro lado del Atlántico, donde posee The Wall Street Journal y la cadena de televisión Fox. El fiscal general, Eric H. Holder, ha abierto una investigación paralela sobre las operaciones de News Corporation en suelo estadounidense.

La quiebra de Lehman Brothers en 2008 ha demostrado que ya no hay vacas sagradas, y que lo que en otros tiempos podría haber sido tratado con muestras de repulsa pero pocas consecuencias es hoy una bomba de elevada potencia con petición de responsabilidades penales y políticas a ambos lados del Atlántico. El imperio Murdoch se tambalea y no es precisamente por una laxa aplicación del código deontológico del periodismo, sino algo mucho más grave. El laborista Ed Miliband, antes errático e inseguro, ha consolidado su liderazgo al frente de la oposición británica con esta crisis, pero está fuera de lugar su petición de una nueva regulación para la prensa. En este caso basta con aplicar el código penal.


El País - Editorial

Rubalcaba tiene prisa

Rubalcaba, hasta ayer su ministro plenipotenciario, quiere ya que le den la alternativa, tiene prisa por demostrar que él puede darle la vuelta a las encuestas. Por primera vez en más de diez años Zapatero está sólo.

Ningún otro presidente del Gobierno en tres décadas largas de democracia se había desgastado tanto en una legislatura. Ni Adolfo Suárez, ni Felipe González ni, naturalmente, José María Aznar esperaron a que estallase un clamor popular para que convocasen elecciones anticipadas. El primero no tuvo la oportunidad ya que dimitió menos de dos años después de haber sido elegido en las generales de 1979. El segundo anticipó en varias ocasiones hasta el punto de que no completó ninguna de sus cuatro legislaturas. Aznar, por último, cuadró a la perfección dos mandatos de cuatro años exactos.

Zapatero, que recogió en marzo de 2008 los frutos de una primera legislatura triunfal, hace tiempo que dilapidó todo su crédito político y se encuentra literalmente acorralado. Ni sus aliados ni sus adversarios le quieren en Moncloa ni un solo minuto más. Y no sólo eso, sus propios compañeros de partido han empezado a estrechar peligrosamente el cerco del que un día fue líder providencial a cuya sombra todos se acogían.


Las señales no pueden ser más claras. A estas alturas el socialismo mediático y el político claman por la convocatoria electoral. Tienen ya candidato y hasta un programa más o menos esbozado con el que tratar de revalidar la mayoría en las cámaras. El futuro del socialismo español pasa por la figura de Rubalcaba y por la de su terminal mediática preferida: el Grupo Prisa, que ha pasado las de Caín durante el zapaterismo por culpa de las aprietos en los que le han situado algunos de los colaboradores más cercanos al presidente.

Los desafíos que encara el proyecto Rubalcaba van, sin embargo, mucho más allá que una trifulca entre medios de comunicación que buscan la cercanía del poder. Zapatero ha dejado al país en la ruina. Los españoles ya no se preocupan tanto de poder comprarse un piso como de sortear la cola del paro. España ha despilfarrado el prestigio internacional que un día tuvo en inanes aventuras como la de la alianza de civilizaciones, nada en el descrédito y coquetea cada pocas semanas con la bancarrota.

Para colmo de males, la fractura es también interna. La "España Plural" de la que alardeaba el zapaterismo temprano ha derivado en discordia intestina, perfectamente verificable en leyes como la de la memoria histórica o el Estatuto de Cataluña. Y todo lo anterior con el trasfondo de la rendición ante la ETA, materializada en las candidaturas de Bildu que recientemente se han apoderado de muchos ayuntamientos vascos y navarros.

El panorama no puede ser más desalentador. El pesimismo es generalizado y la mengua en las esperanzas que los ciudadanos tienen depositadas en el futuro es más que evidente. A Zapatero no le quedan muchas más opciones que tirar de una vez la toalla y escuchar la voluntad mayoritaria de un país exhausto. Rubalcaba, hasta ayer su ministro plenipotenciario, quiere ya que le den la alternativa, tiene prisa por demostrar que él puede darle la vuelta a las encuestas. Por primera vez en más de diez años Zapatero está sólo. Ha llegado la hora de que se quiera dar por enterado.


Libertad Digital - Editorial

La crisis pone a prueba a Europa

El liderazgo se ha desvanecido en las instituciones comunitarias, y los asuntos esenciales se han trasladado al debate nacional.

DENTRO de su particular laberinto político, los dirigentes italianos han tenido la suficiente lucidez como para poner en marcha un plan drástico de reformas a la primera señal de alarma en los mercados de deuda. El gesto —con todo lo alentador que pueda llegar a ser, como ejemplo para otros países— aparece, sin embargo, como otro síntoma del desbarajuste en que se está sumiendo la Unión Europea, donde cada cual campa por sus intereses sin tener en cuenta los efectos que provoca transmitir la impresión de que el único lema que todos los gobiernos respetan es el de «sálvese quien pueda». Así ha sucedido cuando la canciller Merkel y el presidente del Banco Central Europeo han empezado una semana decisiva exhibiendo sus desacuerdos, cuyo resultado ha sido un nuevo descalabro de la deuda de los países periféricos, que ha convertido en cenizas todo el esfuerzo dedicado a exhibir las pruebas de resistencia de los bancos como señal de estabilidad.

La UE ha conocido problemas muy graves a lo largo de su historia, pero nunca antes se habían concitado al mismo tiempo una crisis económica cuyas dimensiones parecen escapar de los márgenes de la experiencia de los especialistas y, por otra parte, un bloqueo institucional que no se ha producido por falta de instrumentos —el Tratado de Lisboa tiene menos de dos años—, sino por la estruendosa falta de visión de los dirigentes de Bruselas. El liderazgo se ha desvanecido en las instituciones comunitarias y los asuntos esenciales se han trasladado al debate nacional, donde están siendo presa de populismos nacionalistas, cuando no se enfangan en el ambiente de descrédito general en el que se ha dejado a la política en muchos países. Algunos gobiernos actúan como si fuera posible resolver por separado problemas que, les guste o no, ya sólo pueden afrontarse a escala europea. En un mundo globalizado, ni siquiera Europa tiene poder suficiente para hacer frente por sí sola a desafíos planetarios. Por ello es necesario que la cumbre de países del euro convocada para este jueves sea un punto de inflexión en la búsqueda de soluciones reales y no una nueva exposición de las divisiones que están minando los fundamentos no sólo de la moneda única, sino de todo el andamiaje institucional europeo.

ABC - Editorial