viernes, 12 de agosto de 2011

Desgobierno. Faisán, adelanto del adelanto y Pleno extraordinario. Por Agapito Maestre

Sin bajarse del autobús, como se dice castizamente, el PP ganará las elecciones. Pero, parecería que Rajoy, el hombre tranquilo, ahora le hubieran entrado algunas prisas por demostrar que él quiere hacer cosas.

Noto al PP cada vez más nervioso a medida que se acercan las elecciones, a pesar de que todas las encuestas le dan ganador por mayoría absoluta. Es como si no se lo terminara de creer. Yo, sin embargo, cada día que pasa estoy más convencido de su triunfo, porque la gente no soporta las picias y fracasos terribles de Zapatero en particular, y el PSOE en general. Sin bajarse del autobús, como se dice castizamente, el PP ganará las elecciones. Pero, parecería que Rajoy, el hombre tranquilo, ahora le hubieran entrado algunas prisas por demostrar que él quiere hacer cosas. Es menester cuidarse de ese hiperactivismo, sobre todo cuando se viene de una larga etapa de hibernación, porque puede provocar lesiones graves de carácter muscular.

Más allá de las metáforas, el nerviosismo, que cunde ahora entre los dirigentes del PP, les lleva a exigir algunas cosas que no se entienden su significado, excepto que las justifiquemos cómo mecanismos oportunistas para conseguir votos. Ejemplos de ese nerviosismo abundan por todas partes, pero, lo grave, es que, a veces, especialmente en temas espinosos, revelan una carencia de proyecto político alarmante. He aquí tres asuntos mal planteados y peor resueltos por el PP sin que podamos desvelar su genuino significado político. Son como palos de ciego.


El primero que asombra es el caso Faisán. ¿Por qué se ha pasado de hablar todos los días y a cualquier hora del caso Faisán a no decir nada? ¿Cómo puede justificarse ese tránsito sin sentir sospecha de que la negociación del Gobierno con ETA también afecta al PP? ¿Acaso Rubalcaba está negociando con la cúpula del PP no tratar ni discutir, durante la campaña electoral, sobre temas que pudieran afectar al PP cuando llegue al poder? Imagínense, queridos lectores, la papeleta que ETA le puede acarrear a Rajoy, si en vez de decir ahora que abandona las armas, con el aprovechamiento consiguiente que haría Rubalcaba de ese comunicado, espera a decirlo después del 20-N las elecciones y con el PP en el poder. Quizá en este preciso contexto tendríamos que contextualizar las, por otro lado, poco claras y prescindibles declaraciones de Arenas sobre el final del terrorismo pero no el final de ETA. Por favor, señores del PP, no adelanten problemas. Bastante tienen con definir un proyecto nacional que ilegalice lo que ya está legalizado de facto: ETA. Porque Bildu es ETA.

El segundo caso que me cuesta entender es por qué se pide con tanta insistencia "el readelantamiento" del adelanto de las elecciones, cuando estamos viviendo una crisis económica mundial sin precedentes en la historia. Tampoco veo claro para qué puede servir un pleno del Congreso, si no es para decir que los políticos están haciendo algo por solucionar la crisis. Naturalmente, siempre habrá motivos para justificar esa exigencia del PP y abundar sobre las medidas del Gobierno contra la crisis, que a veces han sido compartidas por el PP. Quizá sea acorde con el sentir común de los españoles esta petición para saber exactamente cuáles son las medidas de ajuste. En fin, ese pleno pudiera tener, sin duda alguna, una función más o menos catártica para los participantes, e incluso para algunos observadores, pero, nadie se engañe, porque lo fundamental del asunto es conocido de sobra. Nadie debería de esperar demasiado de ese pleno, porque parte de esas medidas ya las sufren los españoles, desde hace años; son millones los que conocen en sus propias carnes esas medidas, piénsese, por ejemplo, en los millones de funcionarios a los que se le ha rebajado el sueldo, o en los jubilados que tienen congeladas sus pensiones, etcétera.

Por otro lado, vivimos en una democracia de información y opinión, es decir, no es difícil enterarse por los medios de comunicación de lo que hace este Gobierno para paliar la crisis. Este Pleno Extraordinario puede, en el mejor de los casos, actuar más como un placebo del desgobierno de España que como una solución. Y, naturalmente, quizá también sirva para arrancar unos pocos votos más al PP.


Libertad Digital - Opinión

Uña y carne. Por Alfonso Merlos

Sólo un alma cándida puede escandalizarse de que Bildu y sus cabestros sigan adelante con su plan antiespañol y anticonstitucional cuando la Policía y la Guardia Civil han certificado que dan cumplimiento a un proyecto terrorista, que es ir dos pasos más allá, o tres. Lo escandaloso es que la democracia tenga como único mecanismo de defensa declaraciones políticas de repudio, que evidencian patéticamente la indefensión de un Estado de derecho inoperante y pazguato. Y hay razones de peso para lanzarse judicialmente a por Bildu, morales y legales. Con la ocurrencia de Vitoria, los filoetarras nos sitúan ante una gran paradoja: muestran un gran celo por el presunto maltrato animal mientras desprecian la tortura y el asesinato de ciudadanos libres; pero además atacan las subvenciones públicas que reciben los supuestos maltratadores mientras ellos se llenan los bolsillos actuando como voceros de una organización criminal. La justificación del abolicionismo taurino, se ve, les retrata como auténticos becerros del hacha y la serpiente. Con la escenificación totalitaria de Leitza, los delegados de Troitiño y Ternera aterrizan en otro plano y nos recuerdan, para nuestra vergüenza, que si los demócratas titubeamos y nos dividimos para honrar a nuestros mártires, a los enemigos de España jamás les tiembla el pulso para homenajear a quienes más daño le han hecho a esta nación semidesmoronada. En definitiva, los destrozos que estos miserables están haciendo al sistema de libertades es tal que lo último que necesitamos para repararlo es que socialistas y nacionalistas pidan sosiego frente a una mera «serpiente de verano». Bildu y ETA son uña y carne. Quienes no deseen su achatarramiento, por favor, que no estorben a los que honrada y patrióticamente trabajan para alcanzarlo.

La Razón - Opinión

Terrorismo. Esperando a ETA. Por Ignacio Cosidó

La derrota definitiva de los terroristas será, junto a la recuperación económica, uno de los dos grandes desafíos que tendrá que abordar el nuevo Gobierno que surja de las urnas. No podemos asumir una paz tutelada por una organización terrorista.

Nada es más suicida que supeditar la política antiterrorista a la buena voluntad de ETA. Rubalcaba creía que tras rehabilitar políticamente a los cómplices de los terroristas, la banda emitiría un comunicado anunciando su disolución a cambio de algunas concesiones aparentemente menores en materia de presos y otros asuntos. Pero el efecto de la legalización de Bildu ha sido justamente el contrario. No sólo ETA no ha desaparecido y sus representantes políticos se niegan a condenar los atentados o pedir la disolución de la banda, sino que una vez han accedido al poder están poniendo las instituciones democráticas que controlan al servicio del proyecto totalitario de los terroristas. El peligro ahora es que el próximo 20-N, los cómplices de los terroristas puedan volver, si nadie se lo impide, al Congreso de los Diputados, el corazón mismo de nuestra democracia y de nuestra soberanía.

Lamentablemente, no creo que ETA tenga en estos momentos voluntad alguna de desaparecer. Los últimos datos de movimientos de los terroristas en Francia apuntan más bien lo contrario, los esfuerzos de la banda por reconstituirse y rearmarse como ocurrió en treguas anteriores. En mi opinión, creo que los terroristas no cometerán atentados en la medida en que los demócratas nos pleguemos a sus demandas, pero no dudaran en volver a asesinar, si pueden, en el caso de que no accedamos al chantaje permanente al que pretenden someternos. La amenaza al uso del terror es tan inaceptable política y moralmente como la ejecución misma de los atentados. Solo la eficacia de nuestras fuerzas de seguridad, la firmeza de nuestro Estado de Derecho y la fortaleza de nuestras convicciones democráticas podrá neutralizar esa amenaza y, en última instancia, llevarnos a la derrota definitiva de los terroristas que tanto ansiamos.


Llevamos demasiados años anunciando el final de ETA. Deberíamos haber aprendido de una vez que la derrota de ETA no llegará de ningún pacto firmado en una mesa de negociación ni de ningún comunicado otorgado graciosamente por la banda terrorista, sino cuando todos sus miembros estén en la cárcel y sus cómplices políticos sean aislados y repudiados socialmente en el País Vasco.

La presencia de Bildu en las instituciones está provocando un daño inmenso en la convivencia en el País Vasco y en el funcionamiento mismo de nuestra democracia. El poder al que han accedido los terroristas está generando situaciones que, de hecho, cada vez será más difícil revertir. Habría que tomar decisiones urgentes. Todo grupo político que se niegue a condenar los crímenes de ETA, exigir la disolución inmediata e incondicional de la organización terrorista y dar amparo a sus victimas, debería ser ilegalizado. La iniciativa para instar en los tribunales a esa ilegalización corresponde al Gobierno y a la fiscalía y ya deberían haberlo hecho. La lista de pruebas que acumulan las Fuerzas de Seguridad sobre la conexión de Bildu con Batasuna y ETA, las humillaciones ejercidas por sus cargos electos a las victimas del terrorismo y el apoyo mostrado a los asesinos, no ha hecho sino incrementarse con el paso del tiempo.

Necesitamos un gobierno con la fuerza, el coraje y la determinación necesarias para derrotar definitivamente a ETA. Para ello es esencial no solo mantener la presión policial y judicial sobre los terroristas, sino expulsar a sus cómplices políticos de las instituciones democráticas. Hay que cercenar cualquier posible vía de acuerdo, negociación o dialogo con los asesinos. El único camino que conduce a la derrota de los terroristas es el de la aplicación estricta de nuestro Estado de Derecho. La derrota definitiva de los terroristas será, junto a la recuperación económica, uno de los dos grandes desafíos que tendrá que abordar el nuevo Gobierno que surja de las urnas. No podemos asumir una paz tutelada por una organización terrorista.


Libertad Digital - Opinión

Salario mínimo. Por José Antonio Vera

El ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, nos ha sorprendido con una de sus habituales rectificaciones, en esta ocasión sobre el salario mínimo interprofesional (SMI). Si el pasado junio anunciaba que iba a subirlo un 2,5 por ciento, ahora se arrepiente y dice lo contrario, o sea, que no se va a subir porque la prioridad del Gobierno es crear empleo. Rectificación que no me parece mal, porque si bien es verdad que en España tenemos el SMI más bajo de Europa, pensar en un momento como el actual en subirlo parece suicida.

Sobre el salario mínimo he leído estos días en Estados Unidos unas declaraciones de Walter Williams, miembro relevante de la Universidad George Mason de Virginia, que me han parecido de lo más interesante. Es verdad que, en principio, a todos nos parece razonable que la cuantía del SMI sea tal que pueda permitir a cualquier trabajador que viva sólo de él, tener dinero suficiente. Pero dice Williams, profesor universitario de raza negra forjado a sí mismo tras superar una infancia de pobreza en las calles de Filadelfia, que si bien el salario mínimo se considera una conquista para los desprotegidos, en realidad «es una auténtica tragedia para los pobres». ¿Por qué? Lo explica con una ley básica del mercado: cuanto más bajo es el precio de algo, más demandado será; y cuanto más alto, menos. Trasladándolo al SMI, arguye que una de las crueldades de su aumento es que perjudica directamente a los trabajadores menos cualificados, incluidos los jóvenes, que son los primeros en perder el empleo cuando las empresas se ven obligadas a pagar determinados sueldos por unas actividades de las que eventualmente pueden prescindir. Recuerda, en este sentido, que la obligación de pagar el salario mínimo acabó con miles de puestos de repostadores de combustible en las gasolineras, con cientos de acomodadores en los cines, con miles de cobradores de autobús y con otras muchas profesiones que dejaron de existir y sus miembros pasaron a engrosar las listas del paro. Walter Williams no es ningún racista sino lo contrario. En su juventud de negro sin recursos fue seguidor de Malcom X, lo que no le impidió aceptar trabajos de todo tipo, desde limpiabotas a cargador de muelle, camarero, cartero y otros en los que echó jornadas intensivas que compatibilizó con estudiar duramente hasta llegar a la Universidad y acabar como profesor en Virginia. Hoy es también un prestigioso comentarista de Radio y Televisión, articulista en diferentes medios escritos, y autor de libros relevantes, el último «Raza y Economía». Ese bagaje le permite emitir sin mayor problema opiniones libres contrarias, por ejemplo, a la «discriminación positiva de los negros», o como ésta sobre el SMI. «¿Qué es mejor –dice Williams- un salario mínimo de 3,26 dólares a la hora o uno de 7,25 que no se puede cobrar por encontrarse uno en el paro?». Reflexión interesante a la que veo se ha apuntado, con buen sentido, nuestro ministro sindicalista. Ciertamente, yo también creo que es mejor trabajar y cobrar algo, aunque sea poco, que no tener trabajo y no cobrar nada.


La Razón - Opinión

Réplica a David Torres. Guerra santa, hambre santa. Por Guillermo Dupuy

Ni una palabra dicen nuestros "progres" de la genocida actitud de los islamistas que, además de declarar santa la guerra que genera esa hambruna, niegan la existencia de la misma e impiden la ayuda humanitaria de los infieles occidentales.

Denunciaba hace un par de días David Torres en El Mundo el escaso eco mediático que está teniendo la atroz hambruna que sufre Somalia comparado con la atención que las portadas de los periódicos están brindando a noticias como la ola de vandalismo que asola Londres, el desplome de la Bolsa o la inminente visita del Papa a Madrid. Su denuncia habría quedado en una metafórica y original aplicación al periodismo de la teoría especial de la relatividad si no fuera porque, en lugar de culpar de los periodistas de esa dispar atención, la atribuye al hecho de que "Somalia pilla muy lejos para el Vaticano, la OTAN, la ONU y la madre que los parió".

Y es que, en un párrafo anterior, en el que el periodista ya parecía más molesto con la visita del Papa que con la indiferencia hacia ese inmenso cementerio en el que, ciertamente, se está convirtiendo el país africano, Torres nos hablaba de "la noticia del enésimo peregrinaje papal a España, los gastos que va a generar el festejo, los ingresos que va a producir, las lecciones de moral que Benedicto XVI va a traer a millones de jóvenes orondos y satisfechos, mientras que un rincón perdido del planeta del que nadie quiere acordarse está a punto de quedarse sin jóvenes ni niños: un inmenso cementerio africano que no aparece en los telediarios frívolos del verano ni en los mapas celestiales de la caridad".


Para empezar, si hay un líder religioso que ha dado la voz de alarma y pedido ayuda internacional para Somalia es Benedicto XVI. La denostada Iglesia Católica lleva desde hace años brindando ayuda a ese país de inmensa mayoría islámica, donde sacerdotes, monjas y miembros laicos de organizaciones de denigrada "obediencia vaticana" como Cáritas no sólo han dedicado su vida, sino que la han perdido a manos de islamistas radicales que, no sólo han negado y siguen negando la espeluznante gravedad de la situación, sino que impiden que la ayuda humanitaria llegue a sus destinatarios.

Ha sido el grupo islamista Al Shabaab, vinculado a Al Qaeda y que controla el sur de Somalia y algunas zonas de Mogadiscio, el que ha rechazado la declaratoria de hambruna de Naciones Unidas y el que ha contribuido a generarla por su enloquecido y "santo" empeño de mantener puro ese "hogar del Islam". Es ese "clima de Jihad", tanto o más que el de sequía, el responsable de tan extrema situación de carestía. Prueba de ello, tal y como el GEES denunciaba hace un mes en nuestro periódico, es que, a diferencia de la Somalia islamista, otras regiones afectadas por la carestía de lluvias, al norte, y en Kenia y Etiopía, han resistido mejor, sin caer en la hambruna.

Pero, mira tú por dónde, ahora nos sale David Torres arremetiendo contra el Vaticano, la OTAN, la ONU y la madre que los parió. Más que llevar alimentos a los somalíes parecería que Torres quiera arrojar piedras contra los occidentales. Ni una palabra dice de la genocida actitud de los islamistas que, además de declarar santa la guerra que genera esa hambruna, parecerían estar dispuestos a declarar también santa al hambre misma si es el precio que hay que pagar con tal de mantener alejados a los infieles. Ni una palabra dice tampoco de los llamamientos del Papa a socorrer a Somalia; llamamientos que, antes que Torres, reiteraba hace unas semanas el cardenal Rouco Varela en Aranjuez, precisamente en un acto dedicado a la organización de la Jornada Mundial de la Juventud.

Torres prefiere, sin embargo, hacer demagogia con el "festejo", "sus gastos y sus ingresos", sin olvidar su despectiva referencia a "las lecciones de moral que Benedicto XVI va a traer a millones de jóvenes orondos".

No sé si todos esos jóvenes estarán orondos, pero, desde luego, son precisamente esas lecciones de moral cristiana las que han llevado a muchos católicos a Somalia y muchas otras partes del mundo a brindar ayuda a los más necesitados, sin importar su raza o su religión. Esas mismas lecciones de moral son las que han llevado al denostado Vaticano a abrir y sostener, sólo en África, 12.496 escuelas maternas, 33.263 escuelas primarias, 983 escuelas secundarias, 1.074 hospitales, 5.373 dispensarios, 186 leproserías, 753 casas para ancianos, enfermos crónicos y minusválidos, 979 orfanatos, 2012 jardines de infancia y más de 1200 instituciones de ayuda humanitaria. Y, desde luego, si esas denostadas lecciones de moral que el Papa nos viene a dar estuvieran bien aprendidas dudo mucho que se diera esa indiferencia mediática hacia la tragedia de Somalia que a David Torres tanto le parecía molestar.


Libertad Digital - Opinión

La cita. Por Alfonso Ussía

Vivimos en una nación sin Gobierno. El alcalde semietarra de San Sebastián retiró el retrato del Rey del salon de plenos del Ayuntamiento donostiarra. Ninguna reacción. El etarra pseudoetarra de San Sebastián retiró la Bandera de España del salón de recepciones del Ayuntamiento de San Sebastián. Ninguna reacción. O son colaboradores de los casietarras nuestros gobernantes o son unas putas gallinas. Y ahora el alcalde filoetarra de San Sebastián solicita audiencia con la desaparecida ministra de Defensa, Carmen Chacón, para exigirle que desmantele los últimos establecimientos militares del Ejército en la capital de Guipúzcoa. «Lore Toki» y Loyola. El primero, una estupidez de Bono, que quiso hacerse el moderno con el anterior, y todavía no clasificado, alcalde de San Sebastián, Odón Elorza. Elorza es un personaje complicado. Lo decía una gran mujer vizcaína a los noventa años de edad. «Hay vascos que son nacionalistas, y lo reconocen; hay vascos que son nacionalistas y no lo reconocen; y hay vascos que son nacionalistas, y no lo saben». Para mí, que Elorza pertenece al tercer apartado. El hecho es que Bono, siendo ministro de Defensa del primer Gobierno de esa calamidad nacida en Valladolid y desmesuradamente crecida en León, le entregó a Elorza el acuartelamiento de «Lore-Toki», donde el Arma de Caballería mantenía la crianza de los caballos de «purasangre» mejores de España. Ahora están en Ibio, en la provincia de Santander, río Saja superado. Y resta el acuartelamiento de Loyola, que mucho daño produce a los separatistas.

Izaguirre –creo que así se apellida el pájaro– no quiere la presencia del Ejército en San Sebastián. Y le va a exigir a Carmen Chacón la retirada de nuestras tropas de la capital guipuzcoana. No me gustaría estar en el pellejo de doña Carmen. En el plano personal, por tener que compartir lecho matrimonial con Miguel Barroso, que es el listo de la pomada, y no Rubalcaba como algunos creen. Y en el plano institucional, porque es una ministra que sabe que va a dejar de serlo y tampoco se sustenta en convicciones firmes. Porque si yo fuera la ministra de Defensa, o en su defecto, el ministro, ni recibiría al alcalde filoetarra de Bildu, ni cumpliría con la estúpida cesión de Bono.

En Loyola ondea la Bandera de España. La Bandera de todos los guipuzcoanos, de todos los vascos, desde que fuera establecida como tal por Carlos III, después de serlo de la Armada. Y en «Lore-Toki», todavía se iza y se arría cada mañana y tarde. «Lore-Toki» es un prodigioso rosario de prados de decenas de hectáreas. La Real Sociedad de Fomento de Cría Caballar competía con el Ejército en sus praderas de Arizabalo. Si yo fuera el ministro de Defensa, y ante un alcalde que me pide que nuestros soldados abandonen San Sebastián, después de haber retirado el retrato del Rey y la Bandera de España del Ayuntamiento, le enviaría al sujeto un mensaje redactado en los siguientes términos: «Excelentísmo señor Alcalde de San Sebastián. No me toque los cojones –en el caso de doña Carmen, se acepta cualquier dicho de similar intención–. El Ejército está en San Sebastián porque es una ciudad española. Y no se va a mover de ahí. Ni de «Lore-Toki» ni de Loyola. Es más, pretendemos aprovechar las instalaciones para que nuestras Fuerzas Armadas estén presentes en mayor medida y capacidad en aquellos acuartelamientos. Y dado que «Lore-Toki» ha perdido, por culpa de diferentes diarreas nada bonancibles, una parte de su significado, creemos que ha llegado el momento de establecer ahí una nueva bandera de la Legión, que llevará el nombre de Ignacio de Loyola o de Catalina de Erauso. Y si le parece mal, tararí que te ví. Con ninguna consideración, el Ministro de Defensa que España no tiene».


La Razón - Opinión

Humor y política. La Codorniz imposible. Por Emilio Campmany

Con semejante competencia, es imposible sacar con éxito un semanario de humor. Cuando vengan tiempos más serios, si es que llegan, veremos.

¿Por qué en España no hay prensa humorística? ¿Es que no hay hueco en el kiosco para La Codorniz del siglo XXI? Es verdad que todavía hoy sobrevive El Jueves, pero no puede decirse de que sea la sucesora de La Codorniz porque dista mucho de ser "la revista más audaz para el lector más inteligente". Murió Hermano Lobo y apenas sobrevivió El Cocodrilo de Alfonso Ussía.

¿Por qué ocurre esto aquí que siempre ha habido buena sátira política y magníficos humoristas gráficos? Hay una explicación bien sencilla. La actualidad, la información pura y dura, los despachos de agencia, sin necesidad de tocarles una coma, son tan graciosos que resultan imposibles de mejorar. ¿No me creen?

Así, a bote pronto, recuerdo lo de que la Universidad de Sevilla iba a permitir copiar en los exámenes, el discurso de Miguel Ángel Moratinos en lingala, lo de Maleni, que no quería presentarse por la "circuncisión" de Málaga, o cuando Zapatero dijo aquello de que la tierra es del viento, o lo de Bono, que siendo ministro de Defensa prefería morir a matar, o lo de la Pajín con la conjunción planetaria.


Ustedes dirán que eso no vale, que más de siete años de zapaterismo dan para mucho, pero lo discutible es que den para tanto como para hacer inviable un semanario de humor. Bueno, pues vean las siguientes noticias, que son todas de hace menos de una semana.

Según Ramón Jáuregui (¡Jáuregui, no Maleni ni Pajín!) ha dicho que a Zapatero lo recordará la Historia "porque con él se inició un camino difícil, pero se empezó a recuperar y resolvió problemas muy graves". No hay ironía que pueda mejorar semejante augurio de cuál será el juicio de la Historia sobre Zapatero.

Otra: "Marruecos reclama la mitad de los ingresos de La Alhambra de Granada". Se supone que tan brillante idea partió del ministro de Cultura marroquí. Es verdad que la noticia ha sido desmentida, pero lo increíble es que haya que desmentirla porque, de no hacerlo, todos hubiéramos creído en su autenticidad.

Más: Blanco dice que los mercados desconfían de Rajoy porque aumenta la prima de riesgo cuando se anuncian elecciones anticipadas. Es verdad que, viendo que no se reía nadie en la rueda de prensa, el sujeto aclaró que se trataba de un chiste. Y ahí está lo gracioso, en cómo puede permitirse un ministro Zapatero gastar bromas por la agobiante situación económica que padecemos, entre otras cosas, por su culpa.

La última: Elena Salgado, tras recordar que le porcentaje de deuda con relación al PIB es superior en Alemania a lo que lo es en España, admitió que Alemania tampoco tendrá problemas en el futuro para pagarla. Angela Merkel debe estar muy agradecida a Salgado por haber apoyado al poco fiable bono alemán.

Con semejante competencia, es imposible sacar con éxito un semanario de humor. Cuando vengan tiempos más serios, si es que llegan, veremos.


Libertad Digital - Opinión

ETA, serpiente de verano

Las especulaciones periodísticas alimentadas desde el PSOE sobre un inminente final de la banda etarra han generado disputas políticas que no contribuyen precisamente a terminar con ella. Al contrario, nada puede alegrar más a ETA, cuyos intereses gestiona Bildu desde las instituciones, que convertirse en la serpiente del verano gracias a la división entre los partidos. Si los etarras han llegado a un callejón sin salida ha sido gracias a la acción policial y al pacto antiterrorista. Preservar ese consenso básico es más fundamental aún en estos momentos para que la desaparición de ETA sea la consecuencia de su derrota y no, como pretende la banda, un simple cese de actividades voluntariamente decidido por razones estratégicas. Para que la libertad sea real y duradera en la sociedad vasca, sin la ominosa sombra del chantaje a la vuelta de la esquina, es más importante el cómo que el cuándo de la derrota. No vale cualquier forma. De ahí que no se deba caer en las trampas que continuamente tiende Bildu a las fuerzas democráticas, cuyo objetivo final es que todo quede en tablas tras cincuenta años de terrorismo. Para ello, el brazo político etarra ha puesto en marcha una estrategia desde los ayuntamientos para equiparar a las víctimas con los terroristas presos, de modo que se meten a todos en el mismo saco de un «conflicto» que debe terminar sin vencedores ni vencidos. La malintencionada invitación hecha por el alcade de San Sebastián a las víctimas para que acudieran a un acto con los familiares de etarras tuvo la respuesta adecuada y lúcida de la asociación COVITE: «¿Qué hacen las víctimas en casa del verdugo?» En efecto, resulta un sarcasmo que los dirigentes de Bildu, que estos días están recibiendo las instrucciones de Batasuna para los presupuestos municipales de 2012, disfracen de «invitación a todas las víctimas» lo que sólo es una manionbra para rehabilitar legalmente a los terroristas presos, al mismo tiempo que en Leiza (Navarra) les organizan actos oficiales de homenaje. Súmese a ello que en otros ayuntamientos incumplen la legalidad constitucional o destrozan monumentos en memoria de asesinados por ETA, y se desvelarán las verdaderas intenciones del entramado etarra. Por eso causa estupor que dirigentes perspicaces como Rubalcaba, Urkullu o el propio lendakari López muestren ahora su «decepción» por el comportamiento de Bildu, por su supuesto giro de «comprensión» hacia ETA y por su envalentonamiento. Se diría que tienen mala conciencia por haber promovido y jaleado la legalización de la marca blanca de Batasuna y no se les ha agradecido el esfuerzo. Pero no deja de ser una queja hipócrita, pues está en manos del PSOE y del PNV que Bildu deje de gobernar, por ejemplo, en el emblemático Ayuntamiento de San Sebastián y en la Diputación de Guipúzcoa. Todo lo demás son lágrimas de cocodrilo. No obstante, cabe esperar de su responsabilidad que los dirigentes socialistas no caigan, empujados por las prisas para cobrar pieza electoral, en la tentación de aceptar las tablas que Bildu ofrece al Estado en nombre de ETA para poner fin a medio siglo de asesinatos. Y, por supuesto, las víctimas no son ni moneda de cambio ni peones de partida: son los vencedores junto a los demás españoles.

La Razón - Editorial

Después de la batalla

Cameron mira hacia el futuro para prevenir otra barbarie y evita afrontar los males del pasado.

El primer ministro británico, David Cameron, compareció ayer en los Comunes para dar cuenta de los sucesos que han sacudido Londres y otras ciudades del país, dejando un balance de cuatro muertos, centenares de comercios saqueados y más de un millar de detenidos. Ante los miembros de la Cámara, Cameron prefirió hablar del futuro en lugar de concentrarse en las jornadas de barbarie que han padecido los británicos, imaginando que escogía un terreno más propicio para defender la gestión de su Gobierno. Pero Cameron no lo tendrá fácil en ninguna de ambas direcciones.

La muerte de Mark Duggan a manos de la policía fue la causa, o la coartada, que desencadenó una de las mayores llamaradas de vandalismo sufridas por Reino Unido en un cuarto de siglo. Las primeras versiones oficiales trataron de ocultar que se trató de un error policial de trágicas consecuencias, cuyas responsabilidades deberán establecer los tribunales. A este mal paso inicial se sumó la tardía, confusa e insuficiente reacción del Gobierno, que dejó en el ánimo de los británicos una sensación de desamparo. Este es el pasado del que Cameron tendrá que dar cuenta, aunque en los Comunes intentase dirigir la mirada hacia el futuro.


Pero el futuro, por su parte, exige medidas que van a contracorriente de las que la mayor parte de los Gobiernos están adoptando frente a la crisis económica. Una parte de la explicación de los sucesos, no de su justificación, remite a unas políticas en las que Reino Unido fue pionero en tiempos de Margaret Thatcher, y que no se corrigieron durante los Gobiernos de Tony Blair. Los portavoces del actual Ejecutivo señalaron al principio de las revueltas que resultaba imposible preverlas. Como en el caso de la crisis financiera, no es que no saltaron las alarmas, sino que las alarmas fueron sistemáticamente desatendidas. Hasta el punto de que hoy la sociedad británica y, con ella, la del resto de Europa, se asombra de los niveles de desigualdad alcanzados en una de las principales economías mundiales.

El Gobierno de Cameron ha señalado la importancia de que las familias se esmeren en la educación de los hijos para evitar revueltas como las de estos días. La función del Estado no consiste en dar buenos consejos, sino en garantizar la seguridad de los ciudadanos y sus bienes, y uno de los instrumentos de los que dispone para lograrlo es no desentenderse de las bolsas de exclusión. En cuanto a las voces que reclaman el control de las redes de comunicación, conviene recordar los límites que impone el Estado de derecho. El vandalismo no puede sumar su fuerza a la del terrorismo para limitar las garantías de las que disponen los ciudadanos. El hecho de que una minoría de violentos se haya servido de las redes sociales o de los servicios de mensajería no puede ser una excusa para que se prive de ellos a la mayoría, o para que esta pierda el derecho a su privacidad.


El País - Editorial

Rubalcaba, otro Zapatero

Quien esperara algo de frescura en un político que lleva tantos años en esto, sus palabras han podido causar una decepción. Porque si algo ha demostrado este jueves Rubalcaba es que no se diferencia en nada de Zapatero.

El viejo nuevo candidato del PSOE ha comenzado a concretar parte de sus propuestas económicas; no las que piensa acometer en el supuesto de que gane las elecciones, sino las que deberían adoptar Zapatero y Trichet ya mismo. Para quien esperara algo de frescura en un político que lleva tantos años en esto, sus palabras han podido causar una decepción. Porque si algo ha demostrado este jueves Rubalcaba es que no se diferencia en nada de Zapatero.

Su petición al presidente ha sido, de hecho, deliberadamente continuista. Ha solicitado el mantenimiento de los 400 euros que instauró Zapatero para que el Estado sostuviera a los parados de larga duración durante la crisis. Reconociendo la incapacidad de las políticas socialdemócratas para crear empleo, el PSOE al menos decidió otorgar una dádiva a quienes lo necesitaran, subsidio que expirará en breve. Pero esta medida no soluciona nada; sólo sirve para paliar levemente el impacto de la crisis a costa del déficit. Si Zapatero la retira será obligado por la angustiosa situación de las cuentas públicas, pero con estas declaraciones su exvicepresidente podrá desmarcarse de él. Si la mantiene, Rubalcaba se pondrá la medalla. Continuista, sin duda, pero al menos en esta ocasión ha mostrado una astucia de la que había carecido hasta ahora en su papel de candidato.


En cuanto a su otra petición, esta vez a Trichet, demuestra que la ruinosa querencia keynesiana sigue firmemente anclada en los cerebros y programas de los socialistas. Cuando ni empresas ni particulares piden créditos no porque los tipos estén altos sino porque tienen demasiada deuda acumulada por devolver, cuando los bancos se cuidan mucho de conceder préstamos arriesgados visto lo sucedido durante la burbuja, Rubalcaba se empeña en que para salir de la crisis hay que bajar los tipos de interés.

Pero lo peor no sería que no funcionara, sino que lo hiciera. En tal caso estaríamos de nuevo alimentando una burbuja con crédito barato, que nos acabaría estallando y arruinando aún más. Quizá esta vez no sería la vivienda, ni las empresas de internet como sucediera hace una década. Posiblemente el dinero acudiera en exceso a la producción de materias primas o a algún otro sector. Pero se volvería a iniciar el ciclo que nos ha llevado hasta aquí: crédito barato no basado en ahorro, exceso de proyectos empresariales que no serían rentables a unos tipos más realistas y explosión de la burbuja cuando ese crecimiento artificial termina siendo

Las medidas que tendrá que tomar España para salir de la crisis son muy duras e impopulares. A nadie le gusta que le quiten el caramelo de la boca, por más que el objetivo sea no tener caries. Ahora ya sabemos que Rubalcaba no está por la labor, pese a lo cual se ha permitido burlarse del PP pidiéndole ideas desde la playa donde estén de vacaciones. Al menos, de los populares aún podemos albergar cierta esperanza de que tomarán las decisiones que hacen falta a España. Con el PSOE, en cambio, tenemos la certeza de que todo seguirá igual o peor. Para presentar estas ideas, mejor que se vaya de vacaciones.


Libertad Digital - Editorial