sábado, 13 de agosto de 2011

Ignacio y Wendy rompen tabúes en Cuba. Por Yoani Sánchez

Las bodas homosexuales en Cuba no son legales, pero esta tarde estarán cerca de serlo. Ignacio se casa con Wendy, que se hizo una operación de cambio de sexo.

Se nos adelantaron los Países Bajos, Bélgica, Sudáfrica, Noruega, Suecia, Portugal, Islandia, Argentina y hasta la mismísima España de alpargata y pandereta que nuestros abuelos nos describían como timorata y chapada a la antigua. El matrimonio gay se constituyó en una realidad también en varias jurisdicciones de Estados Unidos y en México D.F, de donde llegaban aquellos filmes de vaqueros con sombrero ancho y pistola al cinto. En apenas unas décadas, la modernidad nos ha pasado corriendo por delante -sin un solo pelo en la cabeza para agarrarla- y nos ha encontrado con demasiados prejuicios, con demasiada ranciedad. ¿Cómo fue que los cubanos nos volvimos pacatos y anticuados? ¿Por qué motivos -o intenciones- nos quedamos fuera del siglo veintiuno?

Al "daño antropológico" de ser una sociedad apenas conectada a las nuevas redes de comunicación, de poseer una pobre cultura política y una inexperiencia casi infantil en cuestiones de expresión ciudadana, hay que agregarle la poca evolución en aceptar las diferencias que hemos tenido en los últimos cincuenta años. Pero siempre existen individuos que obligan a que una nación apriete el paso, se suba las enaguas y corra para treparse al tren de la historia. En este caso se llaman Wendy e Ignacio, quienes no se conformaron con la lentitud de la Asamblea Nacional para evaluar la legalización de los matrimonios de un mismo género. Ella, de ida y de vuelta de todas las discriminaciones; él, acosado por la homofobia y por la intolerancia ideológica. Wendy, logrando una cirugía de adecuación genital a través del CENESEX; Ignacio, provocando con sus ideas políticas que Mariela Castro despidiera a su prometida del trabajo, de una institución que dice velar por la aceptación de la pluralidad.

Aunque lo que ocurrirá esta tarde no se considera legalmente una "boda gay", es lo más cerca que hemos podido llegar. Wendy tiene un carnet de identidad con un nombre femenino, pero a los burócratas les costará entender por qué su certificación de nacimiento dice "varón". Firmarán ambos sobre un acta -ante notario- y saldrán de ese Palacio de Matrimonios como marido y mujer. Volverán a su casita del municipio Playa conscientes de que han sentado un precedente importante, que nos han dado una lección, un corrientazo, un acelerón. Y quienes presenciemos esa unión legal, especialmente esta servidora que hará las veces de madrina, tendremos el deber de agradecimiento a Wendy e Ignacio, porque por una tarde, por una breve tarde, han colocado a nuestro país en el tercer milenio, en el anhelado tiempo del "ahora".


El País - Opinión

Sólo es candidato. Por Carmen Gurruchaga

¿En calidad de qué pide Rubalcaba al BCE que baje los tipos para reactivar la economía? Porque una cosa es que como candidato socialista plantee propuestas que supuestamente formarán parte de su programa electoral y otra que se crea vicepresidente de Gobierno e interlocutor del BCE, o con capacidad para convocar a los ministros, no se sabe si para que preparen su programa electoral o para tomar un café. Porque el sueldo a estas personas no lo paga el PSOE, sino el Gobierno; es decir, todos los españoles y quedaría feo que trabajaran para el candidato de Ferraz. Además ha debido de olvidar que dimitió de todos sus cargos en el Ejecutivo, pues de lo contrario no se entiende que hace unos días incitara a empresarios y sindicatos a negociar para lograr un pacto de rentas que modere los beneficios empresariales y los salarios, y ahora anuncie la prolongación de la ayuda de 400 euros con la que se subsidia a los parados de larga duración y que termina el próximo 16 de agosto. Por cierto, una decisión que adoptó con su aquiescencia el gabinete del que él formaba parte.

Tampoco recuerda que existe un acuerdo entre partidos para no usar el terrorismo en campaña. Esa amnesia temporal le permite decir que la próxima campaña será la primera sin ETA y revelar que dispone de información privilegiada, ya que el resto de los mortales no hemos visto el texto de la banda en el que ésta anuncia su final sin contrapartidas y comunica a las autoridades los lugares en los que se hallan sus arsenales. Menos mal que algunos participantes en las redes sociales, tan utilizadas por los políticos, hacen uso del sentido del humor y se preguntan «¿vamos a tener que aguantar a este señor en primera plana hasta el 20-N?».


La Razón - Opinión

Economía paso a paso. ¿Especulación buena, especulación mala?. Por Juan Ramón Rallo

El especulador alcista toma prestado un dinero que no tiene para comprar unos activos que espera revender más caros en el futuro; el especulador bajista toma prestados unos activos que no tiene para recomprarlos más adelante.

La especulación tiende a ejercer una influencia moderadora sobre los precios de los activos al proporcionarles volumen de negocio y reducir sus divergencias geográficas y temporales. En relación al futuro, la postura de los especuladores puede dividirse en dos clases: los que tratan de comprar barato y vender caro (especulación alcista o posiciones largas) y los que intentan vender caro para recomprar barato (especulación bajista o posiciones cortas).

Ambas clases de especulación tienen el mismo propósito: ajustar los precios a la realidad. Pero para lograrlo siguen caminos distintos: la especulación alcista presupone que los precios actuales están artificialmente abaratados con respecto a los futuros, por lo que tiende a acaparar los activos en cuestión (encareciendo su precio actual) para revenderlos más adelante (abaratándolo su precio futuro); la especulación bajista considera que los precios actuales están artificialmente inflados con respecto a los futuros, por lo que trata de enajenar los activos (reduciendo su precio actual) para recomprarlos más adelante (encareciéndolo en el futuro). Los especuladores ganan cuando el mercado se orienta en la dirección pronosticada: los alcistas cuando sube y los bajistas cuando baja.

El especulador es un profesional del ajuste de precios y, por consiguiente, rara vez hace uso de su exiguo patrimonio personal. Si se restringieran las operaciones especulativas a los fondos propios de cada agente, apenas tendrían capacidad para corregir los desajustes en los precios: el volumen de transacciones en los mercados es tan descomunal que un agente individual apenas pintaría nada si no se apalancara para multiplicar su relevancia. De ahí que el especulador, tanto el alcista como el bajista, tienda a operar de prestado.


En concreto, el especulador alcista toma prestado un dinero que no tiene para comprar unos activos que espera revender más caros en el futuro; por su parte, el especulador bajista toma prestados unos activos que no tiene para recomprarlos más adelante. Los medios de comunicación suelen hacer mucho hincapié en que los especuladores bajistas "apuestan" por vender unos activos que no poseen, pero se olvidan siempre de que exactamente lo mismo sucede con los especuladores alcistas: el activo que venden sin poseer es el dinero.

Nada de lo anterior cambia sustancialmente si los especuladores bajistas operan al descubierto, esto es, si ni siquiera poseen o han pedido prestados los activos que enajenan. Las ventas al descubierto no son más que ventas a plazo: los especuladores cobran de inmediato y efectúan la entrega del activo después; es durante el intervalo cuando aprovechan para comprarlo o para pedirlo prestado. Lo mismo sucede, sin embargo, con los especuladores alcistas, los cuales pueden comprar activos sin necesidad de pagarlos al contado. Al final, estamos hablando de operaciones a crédito (compro o vendo ahora y pago o cobro luego) con la peculiaridad de que no implican un préstamo formal de dinero o de activos.

Cuando alguna de las operaciones crediticias anteriores se realiza a través de un broker (de un intermediario financiero), será habitual que éste intente limitar la cuantía del crédito que les extiende a sus clientes a través de la exigencia de una "entrada", que en la jerga financiera se conoce como "margen" (margin en inglés). Por ejemplo, si una acción vale 100 euros y el broker les exige a sus clientes un margen del 50%, un especulador alcista podrá adquirirla abonando únicamente 50 euros. Lo mismo con el especulador bajista: si su margen es del 50%, venderá una acción que no posee por 100 euros y deberá aportar 50 euros adicionales para cubrir al broker del riesgo de que suba de precio.

El margen exigido por el broker va ajustándose en cada momento según la evolución de los precios de los activos. Por seguir con el anterior ejemplo, si el precio de las acciones cae de 100 a 60, el especulador padecerá unas pérdidas latentes de 40 euros que el broker le imputará a los 50 euros que ha aportado. Problema: si le restamos al margen de 50 euros las pérdidas latentes, éste queda reducido a 10 euros, cuando el broker exige en todo momento que el especulador mantenga un margen equivalente al 50% del precio de las acciones (en este caso, un margen de 30 euros). En esos supuestos, el especulador alcista sólo tendría dos opciones: o ingresar 20 euros más en el broker (margin call, en inglés), o liquidar sus acciones para saldar su deuda con el broker. El caso es análogo para el especulador al descubierto: si vende la acción anterior a 100 euros sin poseerla y su precio sube a 140, como debe mantener un margen del 50% del precio de la acción (70 euros), deberá aportar 20 euros adicionales o recomprar de inmediato el título (con las pérdidas pertinentes).

Fijémonos que, en contra de lo que sugiere muchos medios de comunicación, la especulación bajista no es que carezca de riesgos para el especulador, sino que es muchísimo más arriesgada que la especulación alcista. Para que nos entendemos: las pérdidas máximas del especulador alcista están limitadas al precio de lo que adquiere. Si pide prestados 100 euros para comprar acciones de la empresa X, como mucho perderá esos 100 euros y sólo en el caso de que las acciones pasen a valer 0 euros. En cambio, las pérdidas para el especulador bajista son potencialmente infinitas: si vende hoy acciones de la compañía X con el compromiso de entregarlas dentro de una semana, corre el riesgo de que mientras tanto el precio de la acción se multiplique por 2, por 10, por 100 o por 1.000; el único límite es el infinito. Y, al contrario, las ganancias potenciales de los especuladores alcistas son infinitas (compro una acción a 100 y puede subir sin límite) mientras que las de los especuladores bajistas se encuentran limitadas (vendo una acción que no poseo por 100 y tengo que recomprarla por 0).

Los medios de comunicación también suelen atribuir las debacles bursátiles a la intensa actividad de los especuladores bajistas. La crítica, empero, está del todo injustificada. Es verdad que generalmente los pinchazos del mercado de valores irán de la mano de cuantiosas ventas en corto, pero la cuestión de fondo es: ¿cae la bolsa porque se venden acciones en corto o se venden acciones en corto porque la bolsa está inflada de valor y se espera que las acciones vayan a caer en el futuro? Si en el año 2006 se hubiese producido una intensa especulación bajista en el mercado inmobiliario español (una opción que por desgracia no existía), ¿alguien hubiese tenido la cara dura de atribuir el pinchazo de precios a la especulación bajista en lugar de a una burbuja que había sido sobredimensionada por los especuladores alcistas?

Pese a todo, a los liberticidas les encanta hablar de "profecías autocumplidas": si los especuladores bajistas generan una dinámica depresiva en los precios de los activos, la caída tenderá a realimentarse aun cuando no exista ningún motivo de fondo. Ahora bien, si los especuladores bajistas venden al descubierto, ¿por qué los alcistas no compran a margen? Si ambos especuladores cuentan con las mismas armas financieras (comprar sin pagar o vender sin poseer), lo que tenderá a prevalecer en cada momento será la opinión más extendida entre los especuladores. Nadie dice que la opinión mayoritaria sea necesariamente la correcta (de hecho, en numerosísimas ocasiones no lo será), pero sí que ninguna iluminada opinión, mayoritaria o minoritaria, es tan buena como para imponerla sobre el resto. Las prohibiciones de las ventas en corto no pretenden alcanzar valoraciones más acertadas de los activos, sino valoraciones sesgadas al alza.

De hecho, no es inhabitual que los especuladores alcistas sean, al contrario de lo que suele suponerse, los que fuercen las grandes debacles bursátiles y que los especuladores bajistas quienes las contengan. Si los especuladores alcistas están muy apalancados (han comprado muchos activos a margen) y el precio de sus activos desciende, tendrán que hacer nuevas aportaciones de dinero a sus brokers, pero si carecen de suficientes fondos, su única alternativa será la de liquidar sus activos a cualquier precio.

Por el contrario, los especuladores al descubierto son los únicos que, si se produce un rebote en medio de una debacle, se verán forzados a comprar a cualquier precio, reforzando la dinámica alcista. Así, por ejemplo, el 28 de octubre de 2008, en medio de la debacle bursátil post-Lehman Brothers, las acciones de Volkswagen subieron cerca de un 100% después de que Porche anunciara que había comprado a escondidas el 74% de los títulos de la automovilística alemana y que no pensaba enajenarlos. Los bajistas se toparon con que tenían que entregar a corto plazo más acciones de las que quedaban a la venta en el mercado, por lo que los precios se dispararon.

Pero además, prohibir las ventas en corto resulta absurdo. Aun cuando los especuladores bajistas no puedan expresar sus opiniones negativas, los alcistas siguen teniendo la capacidad para hacerlo. ¿Cómo? Pues vendiendo los títulos que habían comprado previamente cuando tenían mejores expectativas sobre el futuro. Si el pesimismo se ha adueñado de los inversores, prohibir las ventas al descubierto no impedirá el ajuste a la baja de los precios, sólo lo retrasará (hará que vivamos durante más tiempo en una burbuja) y lo canalizará por otros canales que no tienen por qué ser tan apropiados (opciones, futuros, ETFs...). La única manera de evitar que el precio de los activos cayera sería prohibiendo directamente su venta: ¡sólo se admiten compras! Con tanto genio político suelto, no le extrañe que en algún momento lo veamos.

En definitiva, por mucho que a los Gobiernos les encante buscar chivos expiatorios de por qué su deuda o las acciones de su país se derrumban, en general las caídas sostenidas hay que reputarlas a las condiciones económicas de fondo y no contubernios judeomasónicos. Los especuladores no son un cuerpo unitario que actúe a modo de cártel, sino cientos de millones de personas que expresan en el mercado sus opiniones sobre el futuro de los distintos activos: cuando aciertan ganan y cuando se equivocan pierden.

Si prohibimos la especulación bajista bajo la presunción de que los especuladores siempre se equivocan o de que pueden manipular los precios, también deberíamos prohibir la especulación alcista por los mismos motivos: esto es, deberíamos prohibir toda actividad de mercado. Mas no podemos permitirnos el lujo de prescindir de la función esencial de los especuladores: sin ellos, las fluctuaciones de precios serían infinitamente más violentas que ahora.

Si se quieren soluciones a la volatilidad y a las crisis en general, sería mucho más lógico que nos dedicáramos a revisar cómo los especuladores –y todos los agentes económicos– acceden a un crédito casi siempre demasiado flexible y elástico en lugar de monitorizar su actividad una vez disponen del crédito. Pero esto, me temo, más que atentar contra los especuladores bajistas iría frontalmente en contra de unos especuladores alcistas demasiado acostumbrados a comprar activos con un dinero que no tienen.


Libertad Digital - Opinión

La miserable campaña socialista contra el 'candidato' Rajoy. Por Federico Quevedo

Que se sepa y hasta el próximo 20 de noviembre, el presidente del Gobierno de este país se llama José Luis Rodríguez Zapatero. Quien tiene, por tanto, la responsabilidad de gobernar este país, de hacer frente a las crisis presentes y futuras hasta el momento en el que los ciudadanos le den puerta, es José Luis Rodríguez Zapatero. Pero José Luis Rodríguez Zapatero está de vacaciones, en Doñana para más señas. Allí pasea con su familia y se va de tapas y comidas con sus amigos, pisa la arena de la playa, se baña en el mar y hace todo lo que se supone que uno hace cuando está de vacaciones, pagadas además con el erario público.

Pero eso a nadie parece llamarle la atención. Como tampoco parece llamarle a nadie la atención el hecho de que mientras Rodríguez Zapatero está de vacaciones, quien aparentemente gobierna el país es un señor llamado Alfredo Pérez Rubalcaba, sin cargo presente conocido salvo el de ser candidato socialista a la Presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales, pero que sin embargo ejerce mando en plaza vulnerando la voluntad popular y violentando la esencia misma de la democracia, ya que a él nadie, absolutamente nadie, le ha elegido para ejercer esa tarea.


Tampoco esto parece llamar la atención de atención de nadie y el tal Rubalcaba se pasa el día diciéndole a los ministros lo que tienen que hacer: mantener seis meses mas los 400 euros de los parados, pedir al BCE que baje los tipos de interés -como si en el BCE estuvieran muy preocupados por lo que pueda decirles Rubalcaba-, etcétera. Pero esto tampoco parece preocupar a nadie por más que se trate de un anacronismo democrático sin precedentes y una demostración evidente del modo absolutamente patrimonialista con el que la izquierda ejerce el poder.
«Rubalcaba ejerce mando en plaza vulnerando la voluntad popular y violentando la esencia misma de la democracia, ya que a él nadie, absolutamente nadie, le ha elegido para ejercer esa tarea.»
No, nada de esto preocupa a los medios de comunicación y, por supuesto, al Partido Socialista, ya que toda la atención está puesta en el candidato del Partido Popular, Mariano Rajoy, quien se encuentra estos días descansando en las playas gallegas de las Rías Baixas y se le critica por ello e, incluso, se le reprocha de una manera absolutamente miserable el que conceda entrevistas a medios de comunicación que éstos distribuyen unos días después...

Una costumbre muy habitual que, sin embargo, le ha servido al PSOE para demostrar una vez mas que cuando se trata de jugar sucio, a eso no les gana nadie, y ha salido Rafael Hernando en un video absolutamente deplorable -tan deplorable que hasta resulta un escarnio para las víctimas del terrorismo por la escenografía que utiliza- denunciando que Rajoy concede entrevistas enlatadas... Solo espero que Hernando vuelva a sacar el mismo video cuando sea Rubalcaba el que protagonice una situación semejante, que lo hará, no les quepa la menor duda.

Pero más allá de la anécdota de la entrevista, o del hecho en sí de que incluso los medios de comunicación caigan en la trampa saducea sed criticar a Rajoy por estar en Galicia en un momento de crisis cuando el que tiene que hacer frente a esta crisis es Rodríguez Zapatero -que también está de vacaciones-, lo que resulta verdaderamente miserable es esa campaña de la izquierda, instigada por algunos medios de comunicación, que quiere presentar a Rajoy como un dirigente político poco activo, como un vago dicho mal y pronto.

Nada más lejos de la realidad. Durante los pocos días que Rajoy ha estado descansando con su familia antes de enfrentarse de nuevo a la realidad de un país al borde del abismo por culpa del PSOE, no ha dejado de mantener un contacto diario y permanente con todos sus colaboradores, y nada de lo que se ha hecho o dicho en el PP ha sido sin su previo acuerdo y visto bueno. El martes que viene estará de nuevo en Madrid, en su despacho de Génova 13, pero ya antes ha dedicado muchas más horas de las que está dedicando José Luis Rodríguez Zapatero a preocuparse por los problemas del país.

Me consta que es así, porque he vivido personalmente la situación de encontrarme con uno de sus colaboradores más cercanos en el momento en el que ya muy entrada la noche le llamaba para preocuparse por el futuro de los mercados financieros. Su cabeza no descansa, no lo ha hecho nunca, ni cuando fue presidente de la Diputación de Pontevedra, vicepresidente de la Junta y ministro de unas cuantas cosas, vicepresidente del Gobierno, registrador de la propiedad por oposición y modélico estudiante.

Esa imagen que se transmite de él es profundamente injusta y en nada se compadece con la realidad, mucho menos además en comparación con un Rodríguez Zapatero que nunca ha destacado por su laboriosidad. También en esto, además de por su talante y su disposición al pacto y al consenso -muy necesarios para los tiempos que van a venir-, así como por su moderación y compromiso reformista, ganaremos los españoles cuando Rajoy ocupe el Palacio de la Moncloa.

Hasta que eso ocurra, habrá que seguir denunciando las campañas miserables de una izquierda que se resiste a abandonar el poder, y de unos medios de comunicación que prefieren dejarse llevar por la insolente corrección política antes que por el ejercicio de la contrastación y la comparación propios de la objetividad que se les presupone.


El Confidencial - Opinión

Más problemas para Rajoy. Por Iñaki Zaragüeta

A Mariano Rajoy le crecen ya los problemas para cuando sea presidente del Gobierno. Si no tiene suficiente con la herencia que le deja Zapatero en todos los frentes –economía por los suelos, ETA envalentonada, desorden territorial, la Justicia desprestigiada …– los suyos, en este caso las suyas, ya se apuntan borrokeras. Si no quería un caldo, dos tazas. Me refiero al «frente femenino» que ha emergido para desbaratar el programa de infraestructuras. Nada más y nada menos que María Dolores Cospedal, Esperanza Aguirre y Luisa Fernanda Rudí. No han tenido otra ocurrencia que levantar la bandera contra el corredor mediterráneo, con la pretensión de que la conexión de la zona sur de Andalucía con Francia y Europa transcurra por Castilla-La Mancha-Madrid-Zaragoza-Barcelona en lugar del ya diseñado Algeciras-Almería-Murcia-Alicante-Valencia-Barcelona o el de más posibilidades inmediatas Algeciras-Sevilla-Madrid-Valencia-Barcelona. Si tres «pesos pesados» como estas tres presidentas autonómicas alzan sus voces para semejante disparate, debemos interpretar que no están dispuestas a arrimar el hombro pera el bien general sino que su gestión se conducirá en base al oportunismo y, si apuramos, a la demagogia.

Mi amigo Rogelio se pregunta qué tendrá Cospedal contra la Comunitat Valenciana. Ya protagonizó otra similar cuando aprobó en el Parlamento manchego la limitación y más tarde supresión del trasvase de agua del Tajo al Segura, expresando así no sólo su adhesión a un principio inconstitucional –los ríos que atraviesan varias regiones son competencia del Estado– sino su animadversión a un proyecto nacional, uno de cuyos ejes debe ser el principio de solidaridad. No le fue bien, porque en el Congreso de los Diputados se impuso la racionalidad, y la Ley, gracias a la batalla librada por el entonces presidente valenciano, Francisco Camps, y su homólogo murciano, Ramón Luis Valcárcel, que en esta ocasión contaron además con el apoyo de los socialistas de ambas autonomías.

Parece que la lucha volverá a repetirse en el capítulo del corredor mediterráneo, al que ya ha defendido en su entrevista con La Razón el actual presidente de la Generalitat Valenciana, Alberto Fabra, señalando que el eje Andalucía-Murcia-Valencia-Barcelona abarca un recorrido en el que se encuentra el 50 por cien de la población, el 50 por cien del PIB, el 55 por cien de las exportaciones y el 70 por cien del turismo. Además, ahí están los puertos, que deben ser el enlace con el resto de mercados y continentes. Todas éstas, como saben las tres «gracias» y señalaba Fabra, son cuestiones tan contundentes que cierran el debate. Por si no fueran suficientes argumentos y Rajoy tuviera tentación de sucumbir a los encantos de estas «Circe» del PP, ha de contemplar las aportaciones que cada una de las autonomías afectadas le aporta a su carrera hacia la Moncloa. En 2007, solamente los valencianos le dieron 1.411.000 votos, mientras que La Mancha 590.000 y 12 diputados; lo de Aragón ya es casi sideral, 282.000 y 5 diputados.

La cuestión es que Rajoy deberá pronunciarse o, al menos, ocuparse de incluir en su programa electoral cuál es la opción por la que se decanta. Así es la vida.


La Razón - Opinión

Visita del Papa. El chollo de ser peregrino. Por Maite Nolla

Aunque el asunto del Papa ni te vaya ni te venga, te obligan a tomar partido. A tomar partido por la libertad y el respeto.

De esta manera han abierto los informativos de La Sexta durante esta semana. Que un chaval se pase una semana a cuerpo de rey en Madrid por algo más de doscientos euros es un chollo, según estos ricos de extrema izquierda que hacen negocio al calor de lo público. Ponemos unas imágenes cantando "Alabaré" y ya tenemos la gracia: la derecha puebla Madrid de frikis y de gorrones. Y no sólo eso, la visita del Papa a España nos cuesta dinero, perjudica al mundo del taxi, a los comerciantes y a algunas terrazas de bar que se ven obligadas a cerrar durante un par de días. Vaya; la comparación con la invasión violenta e ilegal que se ha llevado a cabo durante meses en Madrid es inevitable y, seguramente, ustedes habrán leído ya una veintena de artículos haciendo lo propio. Pero no me digan que reprochar al Papa que su visita provoque cortes de tráfico, incomodidades a los madrileños y pérdidas al comercio no tiene toques de genialidad.

Yo muy practicante no soy, y es que en Cataluña junto a la doctrina, por el mismo precio, te adjuntan nacionalismo moderado en pequeñas diócesis. Bueno, moderado y no tan moderado. Por eso yo soy más de Boadella que de la Tarraconense. Pero aunque el asunto del Papa ni te vaya ni te venga, te obligan a tomar partido. A tomar partido por la libertad y el respeto. Como pasó con los indignados; dos meses han bastado para dar a los partidos políticos la mejor campaña de reafirmación. Visto lo visto, vivan los partidos españoles, aunque sean un desastre. Y con la visita del Papa pasa algo parecido. Podemos hacer cientos de comparaciones, pero en el fondo y en la forma lo que sucede es que debemos empezar a reconocer que en España una parte de la sociedad no respeta a la otra parte. Por supuesto que la Iglesia ha cometido errores: ahí está Sistach. Pero que dejen a la gente que disfrute y el que no quiera, pues que no vaya.

Además, la rosca da varias vueltas sobre sí misma cuando en el país en el que se pasea a Bildu por los parlamentos y las televisiones autonómicas, se pide a la Fiscalía que esté atenta al discurso del Papa. Y es que cuando Cameron habló de una parte de la sociedad enferma, pensé que se refería a la nuestra.


Libertad Digital - Opinión

Solo se trata de cambiar el mundo. Por Andrés Aberasturi

Cuando estalló la gran crisis del Siglo XXI, esa en la que aun estamos todos inmersos, hubo precipitadas reuniones globales, urgentes encuentros de políticos, foros de economistas; las grandes salas en las que se reúne el poder permanecían siempre llenas y en estado de alerta y solo cambiaban las siglas de quienes las habitaban: FMI, G-lo-qué-sea, OCDE... Y decidieron dos cosas: parchear la situación inyectando dinero a los bancos -culpables en gran medida del desastre y "refundar el capitalismo", que como objetivo no se puede decir que sea pacato.

Pero pasaron los primeros días de pasmo y como no se producían suicidios en masa, hubo quien creyó que aquello era ya el comienzo de una nueva época en la que volveríamos todos, con sacrificios, claro, a recuperar nuestro mundo feliz. Algunos dijimos -sin tener ni idea de economía- que aquello no bastaba, que las medidas eran excesivamente coyunturales y que lo verdaderamente importante, eso que ellos habían llamado "refundar el capitalismo", era poner a los mercados rostro humano, introducir una cierta ética de forma que el capital fuera una poco más productivo y un poco menos especulativo, tratar de que los recursos llegaran a los países subdesarrollados, cuatro o cinco cosas que seguía siendo un sueño irrealizable. Y pasó lo que ahora puede empezar a pasar: que los EEUU han estado a punto de la suspensión de pagos y que en una Unión Europea absolutamente disparatada han tenido que ser "rescatados" tres países, tres más están en el punto de mira y otros -que entraron por la puerta falsa de cuando las vacas gordas- ni siquiera cuentan en el panorama económico.


Y así vamos a seguir porque la única solución que está en la mente de todos es tan sencilla que resulta absolutamente imposible de poner en marcha: sólo se trata de cambiar el mundo, de equilibrarlo, de que ese 20% de la población mundial que maneja el 80% de los recursos se de cuenta de que eso ya no va a ninguna parte y que es mejor para todos ir bajando poco a poco esa abrumadora desproporción, de que un pueblo y hasta un continente, no pueden ser solo el negocio de unos señores, de unos grupos y que esos señores y esos grupos no pueden seguir estando amparados por unos gobiernos que no son más que rehenes al servicio de unas minorías inmorales que se protegen con leyes que ellos mismos promueven agazapados en las sombras como alimañas para legalizar sus crímenes y hasta sus genocidios.

Sólo se trata de cambiar un poco el mundo. Pero ¿cómo creer en esa posibilidad si los que podrían hacerlo tienen las conciencias compradas y las manos manchadas de sangre? Si uno creyera en algo más que en el hombre sólo, si uno fuera un predicador de esos apocalípticos, andaría ahora anunciando el final del Becerro de Oro y que sólo destruyendo el sistema que nos hemos montado, seremos capaces de volver a la tranquilidad. No soy predicador y el sistema es posible que sobreviva. Me conformaré explicándole a mi nieto dentro de unos años, que no era tan difícil, que solo hubiera bastado con que unos cuantos hubieran tratado de cambiar el mundo.


Periodista Digital - Opinión

Huelguistas ricos. Por Alfonso Ussía

Lo de algunos futbolistas privilegiados no es solidaridad, sino cinismo. Demagogia barata. Cinco millones de parados a los que hay que añadir un número de jugadores de fútbol que se unen para perjudicar a los clubes que les pagan millones de euros. Lo solidario –voz que aborrezco por su oquedad– sería destinar el diez por ciento de los muchos millones que perciben al año para mitigar la situación agobiante de sus compañeros de profesión. Porque una estrella del Real Madrid o el «Barça» no gana lo que se dice. A esos diez o doce millones de euros anuales de ficha que figuran en el contrato hay que añadir las primas por ganar –encima son premiados por cumplir con su obligación–, las dietas, los sueldos y los derechos de imagen, aparte de la publicidad que les reclama por pertenecer a un gran club y formar parte de la Selección española de fútbol. Si todos los futbolistas privilegiados, en lugar de disfrazarse de sindicalistas, ofrecieran un diez por ciento de sus beneficios a los futbolistas que no cobran –y que, dicho sea de paso, no lo hacen porque la crisis económica no perdona la mediocridad–, se solucionaría el principio del problema. Esta huelga contra el fútbol puede ser justificada en los futbolistas desfavorecidos. Creo, no obstante, que también les perjudica. Pero es una huelga inadmisible si a su convocatoria acuden los futbolistas millonarios, los privilegiados de la sociedad en la que viven, los mimados por millones de seguidores entre los que se encuentran cientos de miles de parados a los que el fútbol les hace olvidar una considerable porción de sus preocupaciones. Figúrense la escena. Convocatoria de huelga en la banca y cajas de ahorro en defensa de los intereses de miles de trabajadores del sector que han dejado de percibir sus sueldos. El sindicalista habla y enciende los ánimos de los impagados y en primera fila se ubican los presidentes de las sociedades que han gestionado mal y los principales directivos de la banca y del mundo empresarial. Nadie sabría interpretar de buena fe la fotografía. En el fútbol hay muchas diferencias. Hay grandísimos futbolistas que por lo normal, están en los mejores clubes, hay futbolistas inmersos en la medianía y los hay ahogados en la más absoluta mediocridad. La equiparación es imposible. Las sociedades anónimas han llevado al fútbol al desastre. Los clubes que se han mantenido como tales –Real Madrid, Athletic de Bilbao, «Barça» y Osasuna– son los que presentan, a excepción del «Barça», los mejores resultados. Se dice que no es justo que entre blancos y azulgranas se lleven más del cincuenta por ciento de los derechos de televisión. A primera vista no lo es. Pero España es una sociedad libre y los aficionados compran los partidos que les interesan, y el interés se reúne principalmente en los dos grandes clubes. Pretender la igualdad es como si un cajero del Banco de Santander pretendiera ocupar el cargo de Emilio Botín. En caso extremo, bien por la huelga de empleados de la banca, pero sin Botín, o Francisco González entre los huelguistas. En caso extremo, bien a la huelga de futbolistas que militan en clubes mal administrados, pero sin Casillas, Alonso, Puyol, Cazorla y demás privilegiados. Se habla del tope salarial. Los perjudicados de hoy lo aceptarían inmediatamente, pero mucho me temo que de aprobarse, no estarían entre ellos ninguna de las estrellas nacionales o extranjeras de nuestro fútbol. Esta huelga perjudica a todos. Al fútbol español, a los clubes, a los futbolistas medianos y a los jugadores mediocres. Sólo se salvan los privilegiados. Es decir, los que se hacen los solidarios siempre que no les arranquen ni un euro de los que les salen por las orejas.

La Razón - Opinión

Disturbios. Qué poco británico es todo esto. Por David Jiménez Torres

Hemos visto cómo la sociedad los ha condenado de forma inequívoca, hemos visto cómo el partido de la oposición ha apoyado sin reservas al Ejecutivo y hemos visto cómo no se concedía ni un milímetro a las justificaciones de los anarquistas con ADSL.

Los gravísimos disturbios que han azotado el Reino Unido durante los últimos días no tienen ni van a tener explicaciones fáciles. Como en un examen de opción múltiple, la respuesta correcta es probablemente la F: "todas las opciones son correctas". Y además es que estamos hablando de una pregunta-trampa, porque uno intuye que todo esto de británico, de solamente británico, ha tenido muy poco.

Los que han aprovechado los espeluznantes actos de violencia y vandalismo para azotar a su bestia negra preferida (caso del vergonzoso artículo de M. A. Bastenier en El País) se han retratado como unos irresponsables, por no usar otro adjetivo. Porque ¿cómo puede uno echar la culpa de lo sucedido a las desigualdades supuestamente creadas por Margaret Thatcher, cuando la mitad de los detenidos se han educado durante los trece años, trece, de Gobierno laborista? Y así con cualquier explicación fácil que se ha manejado en las últimas semanas: en cuanto empieza a construirse la argumentación, ya se alza la sombra de su opuesto para desautorizarla.

¿Cómo culpar al liberalismo económico de las desigualdades sociales, cuando (como señala Carmen Serna en elmundo.es) los vándalos viven en barrios donde todo el mundo cobra subsidios por cualquier circunstancia, hasta el punto de que les es más rentable no trabajar que poner hamburguesas en un McDonald’s? ¿Cómo echar la culpa al supuesto racismo de la policía o de la sociedad, cuando la mitad de los detenidos son blancos, o cuando la policía reconoce que tardó en reaccionar adecuadamente a la crisis por miedo a recibir críticas (como las que recibió tras las manifestaciones contra el G-8)? ¿Cómo echar la culpa a los recortes presupuestarios de Cameron, cuando sólo lleva quince meses en el poder y los recortes anunciados todavía no han surtido efecto? Nick Clegg, que cada vez se parece más a un héroe kafkiano, respondía a la acusación de que todo se debe a los recortes en los efectivos policiales explicando que estos recortes ni siquiera han empezado a llevarse a cabo. Así de absurda está resultando la búsqueda de culpables: tan válido es echar la culpa al tándem Cameron/Clegg como a Guy Ritchie y sus películas de glorificación del pequeño mafioso británico.


Pero es que además, ¿qué explicación podemos encontrar que sea exclusivamente británica? Seguro que la glorificación de la violencia y de la propia marginalidad que distingue a la cultura gangsta ha tenido algo que ver, pero ¿por qué entonces no ha habido disturbios comparables en los guetos de las grandes ciudades norteamericanas, que es de donde provienen esa cultura y esa retórica? Si hablamos de paro y de marginación social, ¿de verdad creemos que hay algo estructuralmente distinto entre las barriadas pobres de Londres o Birmingham y las de Madrid, Chicago, Milán, Dublín o Lisboa? Si hablamos de una cultura consumista, ¿es que somos más consumistas ahora que hace cinco años, que hace diez, que hace quince? ¿Y son más consumistas los británicos que los alemanes, españoles, turcos, italianos, franceses, suecos? Si hablamos de Blackberrys... bueno, ya si le echamos la culpa a la Blackberry es que nos hemos vuelto locos de verdad.

Yo creo que lo único que se puede decir de estos episodios es que han sucedido en Inglaterra como podrían haber sucedido en otros países occidentales, inmersos como estamos en una tormenta perfecta causada en parte (no en su totalidad) por la grave situación económica. Por eso me parece que el único análisis posible es uno como el de Antonio Robles aquí en Libertad Digital, esto es, un análisis cuya óptica sea una visión general del contexto de Europa en los últimos cinco-diez años (o incluso yendo más atrás). Porque es verdad que las distancias que separan lo sucedido en Inglaterra del 15-M son enormes, pero hay un punto de contacto muy importante: la rapidez con que una protesta y una serie de actos aislados se extendieron por un país dizque próspero y civilizado; la rapidez con que una mecha prendió en una bolsa enorme de descontento y frustración, sobre todo entre la juventud.

Nos damos cuenta, comparando un caso y otro, que es la naturaleza de la mecha la que determina la forma que toma después su expansión por el resto del país. Esto es, en España la mecha fue una protesta callejera principalmente pacífica organizada por una plataforma con una serie de ideas y reivindicaciones, y todos los que se sumaron después se acoplaron (más o menos) a ese modus operandi; mientras que la mecha en el Reino Unido fueron una serie de altercados violentos, que luego se multiplicaron por todo el país. Pero la bolsa de descontento que prendieron esas dos mechas es casi la misma; y muy autocomplacientes seríamos si creyésemos que la británica no podría haber prendido aquí, o en Italia, o en Portugal. Ese es el verdadero peligro, la verdadera fuente de preocupación: lo aleatorio de las mechas.

Antes de acabar me corrijo: sí ha habido algo británico en todo esto: la reacción de la sociedad. En los últimos días hemos visto cómo la sociedad británica ha condenado de forma inequívoca los disturbios, hemos visto cómo el partido de la oposición ha apoyado sin reservas al Ejecutivo y hemos visto cómo no se concedía ni un milímetro a las justificaciones de los anarquistas con ADSL. Los vecinos de los barrios afectados se han juntado para limpiar sus calles y para ayudar a los comerciantes que han visto destrozadas sus tiendas, y hasta hemos visto cómo la comunidad musulmana de Birmingham se negaba a entrar en el juego de las venganzas y llamaba a la calma pese a la muerte de tres de sus miembros durante los disturbios. Son el tipo de cosas que hacen que, pese a todo lo sucedido en los últimos días, valga la pena seguir admirando a ese país.


Libertad Digital - Opinión

Guiño del PSOE a los laicistas

Las facilidades dadas por la Delegación del Gobierno en Madrid para que unos grupúsculos laicistas organicen una manifestación contra la visita del Papa ha convertido un hecho irrelevante en una baza política para la izquierda a las puertas de la campaña electoral. Irrelevantes son los que convocan la marcha, tres asociaciones minúsculas que practican la caza de las subvenciones públicas. Irrelevante es el argumento esgrimido (el empleo de dinero público en la visita papal), pues la JMJ reportará más de 100 millones de beneficios a España, y si bien es cierto que el Estado corre con los gatos del despliegue policial, también corre con los gastos policiales que supondrá la manifestación anti Papa. Irrelevante es, en fin, la delegada del Gobierno en Madrid, un cargo político puesto ahí por Pérez Rubalcaba, el candidato socialista cuya sombra se adivina al fondo. En efecto, resulta sospechoso que la delegada Dolores Carrión diera marcha atrás en su primera decisión para satisfacer la principal exigencia de los convocantes: que la marcha pase obligadamente por la Puerta del Sol. Pese a los informes contrarios del Ayuntamiento de Madrid y del Gobierno regional, Interior pasó de restringir la manifestación a zonas no conflictivas a extenderles la alfombra roja a los laicistas con parada y fonda en Sol, gesto necesario para que los «indignados» se sumen a la protesta. Tienen razón los portavoces de la Santa Sede, Federico Lombardi, y de la Conferencia Episcopal Española, Martínez Camino, al quitarle importancia a una manifestación cuyo propósito es aprovecharse de un acontecimiento con gran repercusión internacional para hacerse publicidad gratuita. Así es, en efecto, pero en este caso existe una intención ideológica y política muy calculada debido a la proximidad de las elecciones generales. El candidato del PSOE, Pérez Rubalcaba, se ha lanzado a la titánica empresa de movilizar a las bases de la izquierda, agostadas por la frustración y el desengaño tras siete años de Gobierno socialista, y no desaprovecha ninguna baza que sirva a su objetivo. La de capitalizar el movimiento de los «indignados» es una de ellas; y la de atraerse el voto de los laicistas radicales es otra. Del mismo modo que los cargos públicos de IU tratan de hacerse notar presentando mociones contra el apoyo de los municipios a los jóvenes de la JMJ, el candidato socialista aspira a recoger el voto de esa izquierda extrema con concesiones como ocupar la Puerta del Sol o manifestarse por las calles que deseen. Es verdad que el Gobierno de Zapatero ha actuando con sentido de Estado prestando su apoyo al gran acontecimiento que, para cualquier país, supone la visita del Papa y la celebración de un encuentro mundial que reúne a millón y medio de jóvenes. Sería impensable otro comportamiento en los gobernantes de una nación mayoritariamente católica. Pero eso no quita que los dirigentes del PSOE, con su líder de facto a la cabeza, echen la caña en aguas menos claras y del mismo modo que hacen propuestas a diario de carácter electoral que chocan con lo que hace el Gobierno, también cultivan el voto de los laicistas radicales con cesiones y regalos.

La Razón - Editorial

Europa contraataca

La prohibición de las ventas a corto confirma que el euro tiene recursos para frenar la especulación.

La decisión de prohibir las llamadas ventas a corto de valores de entidades financueras adoptada en cuatro países (España, Francia, Italia y Bélgica) transmite a los mercados bursátiles el mensaje de que la especulación, fundamento del negocio de la renta variable, tiene unos límites que no se pueden cruzar impunemente. Esos límites se sobrepasaron el miércoles cuando una serie de noticias engañosas hundieron la cotización del banco francés Société Générale, cuya caída arrastró a todos los valores bancarios y a todas las Bolsas europeas. La decisión, hecha pública en un durísimo comunicado por la Autoridad Europea de Activos y Mercados, es temporal (en el caso de España se aplicará 15 días, aunque es prorrogable), pero resulta significativo que desde Alemania se reclame la extensión del veto a toda Europa.

El miércoles negro demostró que, a pesar de las pruebas de resistencia y de muchas protestas de fortaleza, la banca europea es extremadamente débil frente a los ataques especulativos. No ha recuperado la confianza de los inversores y sigue siendo un blanco fácil para las operaciones a la baja. Pero, y este es quizá el mensaje más importante de la prohibición, también ha demostrado que las autoridades nacionales son capaces de coordinarse para frenar la tendencia bajista persistente, manipulada por el mecanismo de ventas a corto (se alquilan acciones, generalmente a bancos de inversión, que se venden con la certeza de que bajará su cotización, se recompran a precio más bajo y se obtiene un beneficio, del que hay que descontar el precio del alquiler). Los inversores que juegan a la baja para deprimir un poco más los mercados ya saben ahora a qué atenerse.


Las contraindicaciones de la prohibición, si efectivamente es temporal, serán escasas. Así se demostró en la reacción de ayer en los parqués. No estaría de más que en la cumbre franco-alemana de la próxima semana se considerase la opción de aplicar la medida a la deuda soberana. En todo caso, se sienta el precedente de que las autoridades económicas europeas tienen recursos para aliviar la presión de los mercados. Como señal política, la decisión es un buen paso.

Sin embargo, las expectativas económicas en Europa no mejoran. Francia, con una economía estancada en el segundo trimestre, aplicará más ajustes para contener el déficit. Italia tiene que poner en marcha su propio plan de austeridad. Por estas razones es necesario que Merkel y Sarkozy, líderes europeos de hecho, establezcan una estrategia de estímulo del crecimiento en Europa y, además, trasciendan esta prohibición de urgencia, necesaria ante un episodio de extrema volatilidad e histeria de los mercados, con más reformas institucionales de los flujos financieros. Un mensaje contundente sería que acelerasen la puesta bajo control de las cámaras de compensación las operaciones que hoy se negocian fuera de los mercados organizados, como los credit default swaps (CDS), los activos que cubren el riesgo de impago.


El País - Editorial

La izquierda intolerante contra el Papa

La manifestación contra el Papa del miércoles servirá principalmente para dejar ver el sectarismo y la intolerancia de sus promotores. Porque para la izquierda la libertad no es más que la ley del embudo.

Por mucho que se repita mil veces, ninguna mentira se convierte en verdad, pero sí que queda así en la mente de muchos de los que lo han oído. Así, de la campaña de la prensa de izquierdas contra la Jornada Mundial de la Juventud habrá bastante que se quedarán con la cantinela de que prácticamente los 50 millones de euros que costará el evento los ponen las administraciones públicas. Y siendo cierto que sí recibe alguna ayuda directa en especie, muy mal tendrían que salir las cosas para que el coste que supone para las arcas del Estado no se viera superado muy ampliamente por los ingresos que traerán consigo los peregrinos.

Una Jornada Mundial de la Juventud no es un evento cualquiera. Al margen de su carácter religioso, la enorme afluencia de público de todos los puntos del globo y los años que lleva su preparación lo asemejan mucho desde el punto de vista público a un gran evento deportivo. De ahí que no resulte de extrañar las ventajas fiscales que reciben sus patrocinadores, fruto de haberse declarado acontecimiento de excepcional interés público, como lo han sido la Copa América de Vela o lo será el Mundobasket de 2014. Sin duda, podría tener interés una crítica al trato de favor que reciben todos ellos. Pero circunscribirla a la visita del Papa demuestra a las claras el carácter meramente instrumental de la protesta. A la izquierda ultramontana no le molesta que se gaste el dinero público, o no sería izquierda; lo que le fastidia es que se proponga una moral y un estilo de vida completamente contrapuesto al que consideran ideal.


Lo que los radicales no pueden soportar que exista la Iglesia y que ésta tenga una opinión distinta de la suya. Para ellos el tema del dinero público no es más que una excusa, un arma que enarbolar contra la visita de Benedicto XVI para intentar convencer a los demás de lo justo de sus fobias, pero aunque no tuvieran ninguna duda sobre el carácter privado del evento seguirían protestando igual. Porque no pueden admitir que se opine de forma distinta a ellos de forma pública, con un gran eco mediático y sacando a la calle mucha más gente de la que el 15-M será jamás capaz de sacar.

Así, aunque no dudamos de que en las televisiones se les dará un protagonismo mucho mayor al que su previsible exiguo número de asistentes justificaría, como ha sucedido con las acampadas de indignados, la manifestación contra el Papa finalmente aprobada por la delegación del Gobierno para este miércoles servirá principalmente para dejar ver el sectarismo y la intolerancia de sus promotores. Ya lo han adelantado, exigiendo a la Fiscalía General del Estado que vigile al Sumo Pontífice por si se le ocurre decir algo con lo que estos censores totalitarios estén en desacuerdo.

Para nuestra izquierda la libertad no es más que la ley del embudo. Cuando se proclaman sus defensores nunca hacen otra cosa que exigir que se les deje hacer lo que quieran, al margen de toda norma de convivencia o de mero respeto por los demás. Jamás defienden, ni defenderán, la libertad de los demás para hacer algo que les desagrade. Porque la izquierda española es, ante todo y por encima de todo, profundamente antiliberal.


Libertad Digital - Editorial