domingo, 21 de agosto de 2011

“Besa humildemente vuestra sandalia...” Por Carlos Sánchez

Fue Juan Pablo II, precisamente, quien en cierta ocasión dijo que bien comprendido el principio de laicidad pertenece también a la doctrina social de la Iglesia católica. “La laicidad” -sostuvo Wojtyla- “lejos de ser lugar de enfrentamiento, es verdaderamente el espacio para un diálogo constructivo con el espíritu de los valores de libertad, igualdad y fraternidad”. Es decir, de los valores clásicos republicanos surgidos de la revolución francesa.

Como ha recordado el profesor González Vila en Communio, una revista fundamental del pensamiento católico fundada e impulsada por el propio Benedicto XVI, la fe cristiana, a diferencia de otras, “ha desterrado la idea de la teocracia política”. O dicho en términos más actuales, ha promovido la laicidad del Estado. De hecho, en la Declaración vaticana Dignitatis Humanae, publicada por Pablo VI inmediatamente después del Concilio Vaticano II, incluso se sugiere que la separación de poderes es una condición necesaria para la libertad religiosa. Hasta el punto de que en ese texto se reconoce sin paliativos que “el derecho a la libertad religiosa se ejerce en la sociedad humana y, por ello, su uso está sujeto a ciertas normas que lo regulan”. Normas que, lógicamente, emanan del poder civil en un Estado democrático.

«La libertad religiosa está sujeta a límites, y por eso resulta frustrante que este país no haya sido capaz todavía de enterrar definitivamente sus demonios del pasado cada vez que el pontífice de Roma visita España.»
La libertad religiosa, por lo tanto, está sujeta a límites, y por eso resulta frustrante que este país no haya sido capaz todavía de enterrar definitivamente sus demonios del pasado cada vez que el pontífice de Roma visita España. Afortunadamente, quedan ya muy lejos disposiciones como las del primer Concordato, firmado en 1851, en el que sin rubor la monarquía isabelina dejaba meridianamente claro que “la instrucción en las universidades y escuelas públicas o privadas serán conforme a las doctrina de la Iglesia Católica”. Y con este fin, se remarcaba: “No se pondrá impedimento alguno a los obispos y demás prelados diocesanos encargados de velar por la pureza de la doctrina de la fe y de las costumbres sobre la educación religiosa de la juventud, aún en las escuelas públicas”.

Un siglo después de aquel primer Concordato, y con una guerra civil por medio que hunde en parte sus raíces en el fenómeno religioso, el propio general Franco pidió a Pío XII, renovar el Concordato. Pero el poderoso y soberbio dictador de los años cincuenta mostraba en esta ocasión su cara más servil. El tirano se humillaba ante el papa de la manera más rastrera que jamás ha hecho un dirigente político. "Ha llegado el momento de la celebración de un Concordato según la tradición católica de la nación española”, le decía el caudillo a Pío XII en una misiva. Y a continuación mostraba su comprensión y benevolencia hacia el Papa de la manera más humillante para el poder político. “Postrado ante Su Santidad, besa, humildemente vuestra sandalia el más sumiso de vuestros hijos." Firmado, Francisco Franco.

Todo esto en realidad pertenece al pasado. Pero es verdad que los demonios familiares salen frecuentemente del armario. Precisamente por esa tendencia casi freudiana que tiene este país a dejar las heridas sin cerrar, los problemas sin resolver. Lo que sin duda demuestra que estamos ante una clase política adolescente que en vez de enfrentarse a los problemas de cara (ahí está el debate sobre la España autonómica) los esquiva con el fin de instrumentarlos políticamente en función de cada coyuntura. Y la religión es, a menudo, víctima de un claro oportunismo político, como ha demostrado Zapatero en sus dos legislaturas. La existencia de una España tramontana e intolerante -en los dos bandos- que parece añorar las guerras de religión ha contribuido sin duda a ello.

El hecho de que 32 años después de la firma del Concordato -ahí está el sistema de conciertos educativos- la Iglesia católica todavía no haya logrado cumplir su compromiso de “lograr por si misma los recursos suficientes para la atención de sus necesidades”, sólo pone de relieve la tendencia a dejar morir los problemas.
«"La separación de poderes es una necesidad para la propia Iglesia católica, que sin duda ha demostrado en la JMJ 2011 su capacidad de convocatoria; pero contrasta su incapacidad para reafirmar su compromiso con la fe alejándose del manto del Estado".»
La separación de poderes es una necesidad para la propia Iglesia católica, que sin duda ha demostrado en la JMJ 2011 su capacidad organizativa y de convocatoria. Lo vivido estos días en Madrid ha sido, sin lugar a dudas, puro civismo. El uso del espacio público como un acto de civilización, lo cual contrasta con esa incapacidad de la Iglesia para reafirmar su compromiso con la fe alejándose del manto del Estado. Haciendo buenas aquellas célebres palabras del dictador Porfirio Díaz sobre México: ‘Tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos".

No es un problema económico, al fin y al cabo muchas grandes ciudades quisieran recibir la visita de cientos de miles de peregrinos durante casi una semana. Es un problema de principios. Exactamente los mismos principios que el propio cardenal Ratzinger proclama en Dios y el Mundo, donde reconoce con acierto que el Papa “no necesita un Estado, pero si precisa libertad, una garantía de independencia mundana. No puede estar al servicio de Gobierno alguno”. Exactamente la misma libertad que necesitan los representantes del Estado democrático para que el mundo no caiga en ese pozo del relativismo moral que deplora el Papa en sus intervenciones.

Sin embargo, como han señalado algunos curas madrileños, la visita del pontícipe se ha enturbiado por la existencia de un pacto con las fuerzas económicas y políticas “que refuerza la imagen de la Iglesia como institución privilegiada y cercana al poder, con el escándalo social que ello supone, particularmente en las circunstancias actuales”. Una mala señal que arruina una visita sin duda histórica y hasta necesaria para los católicos que arrumba esa imagen estereotipada de jóvenes pasotas sin compromiso moral alguno y en última instancia carne de cañón del botellón. No es cierto, como se ha demostrado en Madrid.


El Confidencial - Opinión

Blanco y ZP. De insultos y contradicciones. Por José T. Raga

¿Se imaginan al señor ministro situado en el podio de la inteligencia para valorar los insultos que a ella puedan dirigírsele?

Reconozco que una de mis carencias es ese esmero en guardar lo que un día alimentará el recuerdo y la contemplación histórica. Por eso mi admiración por aquellos cuyo interés por el hoy y por lo que el futuro deparará al hecho presente les lleva a atesorar un patrimonio de hechos, dichos o sentencias fundamentados sobre un dogmatismo, propio del que abunda en necedad.

A éstos, seguro que no les ha pasado desapercibido el insulto para la inteligencia al que ha aludido, ya digo que con su habitual tono dogmático e imperativo, el ministro señor Blanco. Para él, el insulto para la inteligencia viene producido por los sueldos de los banqueros. Ya sabemos que la izquierda se caracteriza no tanto por la consideración hacia los pobres como por su odio a los ricos. Es el resultado de la envidia a una situación en la que se quisiera estar. Como muestra, algún ministro socialista, presidente de una caja quebrada, además de alto se subió el sueldo.


Lo del señor Blanco hace unos días, dirigido a los banqueros, no tiene desperdicio. ¿Se imaginan al señor ministro situado en el podio de la inteligencia para valorar los insultos que a ella puedan dirigírsele? Si no fuera porque nos está gobernando, sería para pasar un rato inolvidable. Pero hombre, ¿por qué no se acuerda de los pobres, o de los parados, y lo hace precisamente de la inteligencia? Es una contradicción de las muchas con las que el gobierno de ZP nos ha obsequiado en los casi ocho años en el poder. Siempre habla quien más tiene que callar.

Y a propósito: el jefe del Ejecutivo, que es su jefe, también se ha desvelado con una delicia que merecerá recordar: reunidos los líderes de Alemania y Francia –los demás no cuentan–, deciden que Europa debería tener un mayor grado de gobierno económico, que garantizase la marcha de la Unión y la ausencia de despropósitos en unos, y de angustias en otros.

Pues bien, el señor Zapatero, sin ocurrírsele que España es uno de esos países que preocupan y generan angustias a la Unión, se apunta raudo a la idea y, como si la cosa no fuera con él, proclama que es una gran idea y una magnífica solución: un mayor gobierno de Europa y en Europa, y uno menor en los países miembros.

¿Pero cómo puede quien ha reducido el Gobierno de la Nación, incrementando los diecisiete regionales, admitir ahora el proceso inverso dando mayor gobierno a la Unión frente a los de sus miembros? ¿Por qué no empieza por España? La fórmula resultaría válida para tener menos Zapatero, pero no sería la solución. Ahora bien, que lo diga Zapatero, me parece la mayor de las contradicciones. La solución, sin embargo, pasa por menos Gobierno europeo y menos Gobierno de los Estados.

Íbamos al "corazón de Europa"... y nos hemos quedado en el extremo de los capilares del sistema, dispuestos a la amputación.


Libertad Digital - Opinión

Leviatán, moribundo. Por José Antonio Zarzalejos

El debate de fondo en Estados Unidos sobre el techo de gasto ha sido trascendental porque lo que se ventilaba era la dimensión del Estado en términos cuantitativos -ingresos públicos y prestaciones sociales y servicios- y, por consiguiente, el tamaño del aparato administrativo que condiciona la vida de los ciudadanos. Los llamados ultra republicanos son la expresión más radical de los que piensan que el Estado debe ser reducido drásticamente, subviniendo a las necesidades más elementales y básicas, dejando espacio tan amplio cuanto se pueda a la sociedad y a la libre iniciativa de los ciudadanos. Creen que el Estado ha de costar poco a los contribuyentes. Por eso, para ellos, Obama es un “socialista” y un “despilfarrador” y los demócratas unos peligrosos “liberales” que, con los republicanos centristas, constituyen una deleznable casta de maleantes y aprovechados en Washington.
«Leviatán-Estado, se muere. En esa situación agónica hay que contemplar, despavoridamente, cómo el Estado reclama más y más recursos y ofrece menos, de tal forma que con el Estado que conocemos fenecen también las ideologías socialistas y socialdemócratas.»
La derecha más dura en Estados Unidos, en consecuencia, guste o no, entiende que el Estado es un auténtico Leviatán, el monstruo bíblico con que Thomas Hobbes (“Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil” 1651) denominó al Estado, repleto de poderes, para evitar que la naturaleza competitiva e insolidaria del hombre terminará por acabar con la humanidad. Para Hobbes la tendencia de los hombres es la de la “guerra de todos contra todos”, siendo “el hombre un lobo para el hombre”, de tal suerte que sólo una estructura fuerte de poder -el Estado- (en forma de monarquía, aristocracia o democracia) puede y debe imponer un orden implacable como si de un Leviatán se tratara. De ahí que el Estado haya sido metafóricamente entendido como esa criatura horrible del Antiguo Testamento y que de la obra de Hobbes arranquen ideologías extremadamente intervencionistas inspiradas en un pesimismo histórico sobre las capacidades de la convivencia del hombre.

Pues bien: Leviatán-Estado, se muere. Los estadounidenses han adelantado el debate en todo Occidente. Y en esa situación agónica hay que contemplar, despavoridamente, cómo el Estado reclama más y más recursos y ofrece menos, de tal forma que con el Estado que conocemos fenecen también las ideologías socialistas y socialdemócratas que han basado el gobierno contemporáneo de las sociedades más desarrolladas en un altísimo nivel de gasto público, un grado considerable de intrusión ordenancista en la vida de los ciudadanos y en el sostenimiento de una casta gobernante que se ha ido reproduciendo con los mismos vicios durante décadas y décadas. Todo eso ya no funciona.

El Gobierno vende las joyas de la abuela

En ese contexto no extraña que la política contra la crisis del Gobierno socialista en España consista en el transformismo liberal (a la fuerza ahorcan) que se basa en recabar más ingresos de los ciudadanos y recortar las prestaciones con las que les retribuye. Se nos viene encima una cascada impositiva y recaudatoria -a los bancos con la tasa por transacciones financieras; otra vez el impuesto extraordinario sobre el patrimonio; el adelanto a cuenta de las remesas de las empresas por el impuesto de sociedades; el nuevo modelo de prescripción de fármacos- y, al mismo tiempo, una disminución radical de la estructura pública. La privatización de los aeropuertos de Barajas y El Prat, por un lado, y la salida a Bolsa de un 30% de Apuestas y Loterías del Estado, por otro, vienen a representar al Estado lo que a una familia en quiebra: tiene que vender las joyas de la abuela.
«España está en la ruina, y el Gobierno de Zapatero quema sus últimos cartuchos tras la pifia de anunciar con tres meses y medio las elecciones generales.»
El Gobierno necesita 20.000 millones adicionales para lograr la previsión del déficit -¿cuándo este Ejecutivo hará los cálculos sin el torticero propósito de engañar a la sociedad y a los mercados?- y ha de echar mano de todos los recurso a su alcance. No sería extraño que, pese al agosto negro que padece el mercado bursátil, se plantee de inmediato la venta de participaciones estatales ahora en la SEPI como el 8,65% de Ebro Foods, el 2,71% de IAG (sociedad resultante de la fusión de Iberia y British Airways) o el 20% de Red Eléctrica Española.

España está en la ruina -desde luego moral, pero también económica- e intervenida por el BCE (que está comprando deuda soberana española e italiana, habiéndolo hecho, que sepamos, hasta los 22.000 millones de euros), y el Gobierno de Zapatero -tan agónico como el propio Estado que ha dilapidado-quema sus últimos cartuchos tras la pifia de anunciar con tres meses y medio las elecciones generales. El PP y Rajoy no encontrarán en los cajones oficiales cosa distinta a facturas por pagar, reformas por hacer y cajas vacías. No dispondrán, siquiera, del recurso de privatizar empresas y participaciones públicas.

Todo esto, naturalmente enfatizado por su nunca bien ponderado “optimismo antropológico”, lo explicará Zapatero el martes en un pleno extraordinario del Congreso que servirá para convalidar las decisiones del pasado viernes y bosquejar las que adoptará el Consejo de Ministros el día 26. Pero ya no hablamos sólo de economía. Ni él ni nadie debería engañarse: esta crisis -estamos ya en la segunda recesión- es primero política y, consecuentemente, económica. El orden de los factores sí altera el producto porque no es cuestión, sólo, de hacer ajustes y consolidaciones fiscales. Previamente, hay que cambiar el sistema político de manera profunda e incisiva. Merkel y Sarkozy han tanteado ya la necesidad de una nueva gobernanza, el castigo a los inútiles -les retirarán las ayudas comunitarias- y al final de proceso, la articulación de los eurobonos.

El paradigma de la política democrática establecido después de la II Guerra Mundial, ha caducado, se ha quedado viejo y constituye una losa sobre ciudadanos y sociedad civil prácticamente insoportable. Este Leviatán está moribundo, terminal, agónico. Y por muchos que los Zapateros de Europa se empeñen en reanimarlo con un ensañamiento financiero brutal, no lo van a conseguir. Hay que cambiar, renovar, reinventar el paradigma del ejercicio de la política y reencontrar una nueva dimensión y una nueva función para el Estado (sanidad, educación, seguridad) que garantice la ciudadanía igual para todos y abandone sus tentaculares poderes y facultades que ahogan la libertad entendida en su más amplia acepción.


El Confidencial - Opinión

En cuatro meses reactivamos la construcción. Por Andrés Aberasturi

No es fácil asegurarlo con toda certeza, pero yo estoy convencido de que algunas medidas que aprueban los gobiernos son para rellenar, porque algo tienen que aprobar en un consejo de ministros y luego venderlo muy bien como "un conjunto de mediadas destinado a...". Si no fuera así, que me expliquen lo de la última reunión del Ejecutivo con un don José Blanco interpretando el papel del hombre seguro y además convencido de las grandes propuestas. Tres medidas tres de la acreditada ganadería de la reforma fiscal y salvadora de la crisis. La primera, en el mundo sanitario, la obligatoriedad de recetar el genérico que es más barato que la marca e igual de eficaz. Nada que decir salvo preguntarse por qué esta decisión no se tomó desde el principio, desde que en España se admitieron los genéricos.

La segunda medida es ya más discutible y se refiere a la modificación del Impuesto de Sociedades. Es cierto que sólo afectará a grandes empresas y que no supondrá una subida de su tributación aunque sí permitirá al Estado recaudar 2.500 millones adicionales, gracias al adelanto por el pago a cuenta de este impuesto. ¿Cuál es el problema? Pues hay dos: por una parte no sé muy bien cómo puede afectar este adelanto a una empresas que, por muy grandes que sean, no viven sus mejores momentos y por otra es que lo que ingresa ahora el Estado, es un adelanto a cuenta, por lo que ese dinero no se ingresará en el futuro, de formas que la herencia que se deja a los que vengan, no parece la mejor.


Y el broche final: el Gobierno que subió no hace tanto del 7 al 8 por ciento el IVA en la compra de vivienda nueva, ahora decide bajarlo al 4 pero con plazo fijo: una vez que se publique el BOE esta medida, el que quiera aprovecharse de la rebaja lo tendrá que hacer antes del 31 de diciembre; así es que van a tener 4 meses para decidirse a meterse en la aventura de comprar un piso, encontrar la casa de sus sueños, pedir el crédito correspondiente y, naturalmente, que el banco se lo conceda.

Bueno, pues esto, que desde mi humilde punto de vista es una más de las muchas ocurrencias del Gobierno, según el señor ministro de Fomento pretende "reactivar el sector de la construcción" y "contribuir a la creación de empleo en el sector más perjudicado" por el paro. ¡Es que estamos hablando de comprar un piso en un plazo de cuatro meses consiguiendo que te den un crédito ¡Que es que no se trata de cambiar una bombilla normal por otra de bajo consumo¡ Pues nada, el señor Blanco parece estar convencido de que va a haber bofetadas y se van a vender pisos como rosquillas. Dios le oiga. No sé yo si entre los especuladores merecerá la pena esta rebaja, pero desde luego no creo que después de semejante novedad "se reactive el sector de la construcción". Pero como lo dice tan serio, igual se cree que nos lo creemos. ¿Se darán cuenta alguna vez de que no somos del todo tontos?


Periodista Digital - Opinión

Una nueva infamia. Por AUTOR

En su escalada de provocación, los bilduetarras no cesan. Una vez más, y en el marco de un foro catalán de universidad estival, curiosamente ubicado en Francia, Martín Garitano, personaje de rostro altivo, mirada siniestra y convicciones rocosas, ha lanzado otro órdago. No todas las víctimas de ETA son iguales. Y mucho menos, las asesinadas en Cataluña, escenario que para el Diputado General de Guipúzcoa es un gran aliado en sus exigencias soberanistas. Matar allí es, simplemente, un error. Deleznable.

Recuerdan estas palabras al viejo pacto suscrito entre los terroristas y el sector independentista que lideró Carod-Rovira. El ya retirado dirigente de ERC no tuvo empacho en viajar hasta Perpiñán para entrevistarse con «Josu Terera». El que fuera vicepresidente de un nefasto Gobierno tripartito catalán, a pesar de su cargo, habló en tierra francesa con uno de los cabecillas etarras, prófugo de la Justicia, para sellar el acuerdo: ETA podía matar en toda España, menos en Cataluña. Qué gran servicio a los intereses separatistas.

En puertas de la Semana Grande de Bilbao, Bildu prosigue su hoja de ruta. No solo no condena claramente los atentados, sino que recuerda aquel encuentro en Perpiñán que produjo sonrojo. Ahora, las instituciones de Euskadi se llenan de batasunos y se escudan en los presos para el comunicado próximo de la banda. Ello forma parte de una diseñada estrategia, una auténtica farsa carcelaria. Expertos en la lucha antiterrorista señalan que los presos de la banda ETA no son tan decisivos. Es triste. Y, sobre todo, una nueva infamia a las víctimas.


La Razón - Opinión

Gobierno económico. Un Gobierno único para sacarnos la pasta. Por Ignacio Moncada

La intención de quienes quieren un Gobierno europeo único no es arreglar la economía, que seguirá retrocediendo, sino aumentar el lío que les da fácil acceso a nuestras carteras. Quieren un Gobierno único, básicamente, para sacarnos la pasta.

Recuerdo cuando, hace escasos meses, se decía que el verdadero problema de Europa era que no tenía un presidente. Mientras que en Estados Unidos había una voz política predominante, hoy Obama, Europa era una suerte de hidra con innumerables cabezas. Era un auténtico gallinero de líderes que creían gobernar el continente, pero que sólo lograban liar la legislación y aumentar el número de trabas al ciudadano. Nos prometieron que la solución era nombrar un presidente que fuera la única voz política europea. Y así se creó una nueva cabeza europea. Pero ésta jamás sustituyó a los demás, sino que se sumó a ellas ampliando el desconcierto existente. Si usted pregunta por la calle si saben quién es el actual presidente europeo no obtendrán respuesta. Y es que a Herman Van Rumpuy no lo conocen ni en su casa.

Éste mismo proceso parece que va a volver a repetirse con la excusa de crear un nuevo Gobierno económico europeo. Como han descubierto que la economía europea va muy mal, han decidido que para remediarlo deben seguir haciendo lo de siempre. Porque aunque a los inocentes ciudadanos nos vendan la idea de que lo que pretenden es sustituir las decisiones de política económica de cada país, como las relacionadas con el presupuesto o la fiscalidad, cualquiera sabe que ése no es el objetivo real de los políticos europeos. No van a sustituir los gobiernos económicos para crear uno único, sino que van a añadir un nuevo eslabón a la infinita cadena de manos por la que pasan nuestros impuestos. Ampliar ese monstruo es el verdadero objetivo de los burócratas europeos.

Es curioso. En España vivimos desde hace años un descontrolado proceso de descentralización, en el que las autonomías engordan a marchas forzadas. Y, a la vez, estamos viviendo otro de centralización, en el que Europa crece sin contemplaciones. La conclusión lógica de estos dos procesos es que el Gobierno central Español debería estar a punto de desaparecer. Sin embargo, en la práctica también está aumentando de tamaño. El Estado central español está firmando cifras de gasto público, que es medida del tamaño y poder del Estado, jamás vistas anteriormente. La conclusión es aplastante: por mucho que nos vendan la moto, la intención de quienes quieren un Gobierno europeo único no es arreglar la economía, que seguirá retrocediendo, sino aumentar el lío que les da fácil acceso a nuestras carteras. Quieren un Gobierno único, básicamente, para sacarnos la pasta.


Libertad Digital - Opinión

Balonazo al aficionado

Este fin de semana debía comenzar la calificada como mejor Liga del mundo. No lo hará por el conflicto que mantienen los clubes y los jugadores a cuenta de la negociación del convenio colectivo y el fondo de garantía salarial que haga frente a los impagos a los futbolistas. La huelga declarada por los jugadores es un síntoma más de la alarmante situación del deporte-rey convertido en espectáculo y negocio millonario para la minoría y en debacle económica y deportiva para la inmensa mayoría. La Liga de las estrellas es hoy un monumental envoltorio que apenas oculta un declive estructural agudo. La mayoría de los clubes mantiene deudas millonarias que en cualquier otro sector supondrían la bancarrota –triplican en muchas ocasiones el presupuesto del club–, pero el fútbol, además de moverse en parámetros sentimentales y sociales distintos, ha encontrado un agujero en la legislación concursal para «regularizar» las quiebras técnicas derivadas de nefastas gestiones de los dirigentes y salir así del atolladero sin sanción alguna. Que la actual Ley Concursal no tenga una excepción deportiva ha sido utilizado por los gestores para jugar a dos barajas, a conveniencia. Todo ello ha alimentado una burbuja de impunidad para el derroche. Basta con compararse con Europa para calibrar la crisis de la competición española. Y es que de la más de una veintena de equipos en situación de suspensión de pagos en el continente, sólo uno no es español. Pero sería injusto atribuir únicamente a los dirigentes la responsabilidad del desenlace. Los futbolistas han participado de esa fiesta del despilfarro con contratos desfasados sin importarles hacia dónde se dirigía el fútbol o si sus compañeros del equipo vecino pasaban dificultades. Todos veían cómo la criatura se dirigía hacia el precipicio, pero nadie hizo nada para frenarla. En medio de una profunda crisis económica, el fútbol, dirigentes y jugadores, han preservado su oasis ajenos a la realidad social circundante, con pingües beneficios para casi todos. Con datos sintomáticos: de los 15 jugadores mejor pagados del mundo, nueve juegan en nuestra Liga con contratos multimillonarios. No caben, pues, sorpresas cuando los clubes acumulan hoy 4.000 millones de euros en números rojos. También la Administración debe asumir su cuota de responsabilidad. Los impagos a Hacienda y a la Seguridad Social se han convertido en una costumbre tolerada por el trato de privilegio y la permisividad de las autoridades que ahora se ponen de perfil. Los paganos de este conflicto son los aficionados, el fútbol y la imagen internacional de España. El espectador, que ya sufre habitualmente el maltrato de una Liga que le desprecia abiertamente con un calendario indefinido y unos horarios caprichosos, no podrá disfrutar de una pasión que, en muchos casos, le sirve de distracción por unas horas del duro día a día de la crisis. El fútbol debe poner los pies en el suelo. Iniciativas como los límites de gasto en fichajes, los topes salariales, la reforma de la legislación concursal y las sanciones deportivas por impagos deben servir para desterrar la cultura del derroche y abrir una etapa de rigor y profesionalidad.

La Razón - Editorial

La chispa de Gaza

La violencia entre palestinos e israelíes amenaza con implicar a Egipto en un conflicto mayor.

El ataque contra un autobús militar israelí por parte de un comando palestino ha desencadenado una nueva espiral de violencia en Gaza, además de cobrarse una veintena de muertos entre ambos bandos. Inmediatamente después del atentado, el Gobierno de Netanyahu ordenó el bombardeo de objetivos en el interior de la Franja, desde donde las milicias palestinas respondieron con el lanzamiento de misiles sobre territorio israelí. Es decir, una más de las innumerables escaramuzas que forman parte de la dramática realidad cotidiana de Oriente Próximo. Poco importa de dónde proceda el primer disparo, porque el desenlace es siempre el mismo: más muertos y más destrucción mientras la situación política se mantiene rigurosamente estancada.

El hecho de que el ataque palestino se produjera en el sur de Israel, en un lugar próximo a la frontera del Sinaí, obedece al intento de implicar a Egipto en el conflicto. Los militantes palestinos que dispararon contra el autobús, y de los que el Gobierno de Hamás se distanció en un primer momento, contaban con que Israel respondería con un ataque contra la Franja y con una mayor presión sobre El Cairo para que impermeabilice sus fronteras. Pero ni una cosa ni la otra son aceptables para el nuevo Gobierno egipcio, al menos en la misma medida en la que lo era para Mubarak. Con el agravante de que, en esta ocasión, la respuesta israelí al ataque palestino se ha cobrado la vida de cinco militares egipcios que patrullaban en la frontera. El Cairo ha retirado a su embajador en Israel.


La nueva escalada se produce en vísperas de la iniciativa para que Naciones Unidas proclame el Estado palestino en septiembre, sobre la que la Unión Europea debe todavía adoptar una posición común. España considera que ha llegado el momento de reconocer el Estado palestino. Pero el Gobierno israelí invocará estos hechos para impedirlo, mientras que, desde el lado palestino, el argumento será exactamente el contrario. La situación de fondo continúa invariable mientras el contexto regional ha experimentado una profunda transformación, que amenaza con arrasar los restos del precario equilibrio regional existente hasta la fecha. Israel sigue ocupando y colonizando ilegalmente Cisjordania y mantiene el bloqueo sobre Gaza, desbordando la capacidad de la Autoridad Palestina y del Gobierno de facto de Hamás para controlar a las facciones partidarias de incrementar la violencia. Cuando estas logran atentar, el Gobierno de Netanyahu encuentra la excusa perfecta para detener cualquier avance en el proceso político y lanzar operaciones de castigo. En respuesta a estas últimas, Hamás ha declarado rota la tregua que mantenía desde la Operación Plomo Fundido.

Escaramuzas como las de estos días eran la manifestación de una estrategia tan estéril como dramática, cuyo fondo compartían ambos bandos. Desde la caída de Mubarak se trata de un juego insensato, con potencial como convertir Gaza en la chispa de un nuevo conflicto regional en el que Egipto se vería envuelto.


El País - Editorial

Garitano aclara una vez más lo que es Bildu

Mientras no haya una condena sin paliativos del terrorismo y una petición de perdón a las víctimas ocasionadas por el marxismo-leninismo etarra, Garitano y los de su calaña pueden guardarse sus valoraciones.

Las infames palabras del diputado general de Guipúzcoa distinguiendo entre las víctimas del terrorismo según su procedencia demuestran de nuevo, si es que algún ingenuo albergaba todavía dudas, que la coalición Bildu sólo es la continuación de Batasuna en el papel de brazo político de la banda terrorista ETA.

En el marco de unas jornadas académicas de la Universidad Catalana de Verano, dónde si no, Martín Garitano ha tachado de error el asesinato de ciudadanos inocentes pero únicamente los cometidos en Cataluña, lugar en el que el nacionalismo radical vasco ha encontrado tradicionalmente un importante apoyo.


Ni condena esos asesinatos ni tiene previsto, naturalmente, hacer algo parecido respecto al resto de víctimas de la banda terrorista ETA, organización delictiva cuyos postulados políticos comparte plenamente la coalición de la que el diputado general de Guipúzcoa es uno de sus principales cabecillas.

Las víctimas del terrorismo de Cataluña han reaccionado inmediatamente y de forma ejemplar, desmarcándose de la condescendencia cobarde con que Garitano se ha referido a ellas. Mientras no haya una condena sin paliativos del terrorismo y una petición de perdón a las víctimas ocasionadas por el marxismo-leninismo etarra, Garitano y los de su calaña pueden guardarse sus valoraciones sobre lo que consideran o no "algo más que un error".

Al desprecio que merecen esas declaraciones y su autor se suma la vergüenza de que semejante individuo ostente un cargo oficial dentro de nuestro sistema democrático, algo que con absoluta seguridad no ocurre en ningún otro lugar del mundo. Pero hay algo peor que el sonrojo de los ciudadanos de bien y es el dolor de las víctimas del terrorismo al verse continuamente despreciadas estos sujetos, cuya vesania ahora actúa dentro de la legalidad democrática.

Como acertadamente ha señalado el portavoz del PP vasco, Leopoldo Barreda, al socaire de esta andanada verbal, Bildu no ha llegado a la democracia sino que ha sorteado sus resortes jurídicos para actuar desde dentro con visos de legalidad, algo que hay que imputarle directamente a José Luis Rodríguez Zapatero y, de su mano, a los magistrados del Tribunal Constitucional de estricta obediencia socialista. Sólo cabe esperar que el próximo Gobierno restituya el derecho a la memoria, la dignidad y la justicia que las víctimas del terrorismo y los españoles de bien exigen de un poder político, hoy en los antípodas de la decencia democrática.


Libertad Digital - Editorial