lunes, 29 de agosto de 2011

Reforma. ¿Consenso o cambalache constitucional? Por Agapito Maestre

Desasosiego político provoca que un paquete de reformas, no entro ahora en valorar su calado, se hayan pactado por los dos grandes partidos en tan poco tiempo sin apenas ser explicadas ni debatidas en la sociedad y en el Parlamento.

Contrasta el alto nivel de satisfacción que reflejan las elites del PSOE y el PP por el consenso obtenido para alcanzar el equilibrio presupuestario con el rigor crítico, e incluso de acerado sarcasmo, con el que se están analizando las medidas. El diálogo y el consiguiente acuerdo alcanzado entre el PSOE y el PP fueron, al principio, muy bien recibidos por los ciudadanos en general y por los medios de comunicación en particular. Pero, al poco tiempo, casi a las 48 horas, de ser conocidos los procedimientos y los contenidos del paquete de las reformas, especialmente la referida al cambio constitucional, se ha producido una reacción crítica virulenta no sólo por una parte de la opinión pública reflejada en los medios de comunicación, sino también por un buen puñado de especialistas en cuestiones económicas y también en Derecho Constitucional.

Es como si se hubiera pasado de una actitud de entusiasmo por el consenso entre PP y PSOE, después de no sé cuánto tiempo sin hablarse ni mirarse el Gobierno y la Oposición, al derrotismo de quien ya ha empezado a ver en ese acuerdo un cambalache entre las elites políticas para engañar a los mercados y, de paso, a los países de vanguardia de la UE. Sin militar entre las filas de los entusiastas y, por supuesto, lejos de quienes no quieren analizar el potencial altamente simbólico, decisivo siempre en las democracias, que tiene este consenso para la política española, quiero creer que es necesario pasar por una etapa intermedia de cierto desasosiego intelectual y político.


Desasosiego intelectual, sin duda alguna, produce el procedimiento elegido para controlar el déficit estructural del Estado y, sobre todo, de las Autonomías a través de una reforma de la Constitución a mata caballo y, seguramente, sin haber sido explicada con la pedagogía suficiente a los ciudadanos; por no hablar, naturalmente, de quienes cuestionan la legalidad de la reforma sin pasar por la vía del referéndum. La búsqueda del equilibrio de los presupuestos a través de una cláusula constitucional no deja de resultar un procedimiento alambicado, por decirlo suavemente, que más parece querer ocultar algo que dar satisfacción a una exigencia de la UE.

Desasosiego político provoca que un paquete de reformas, no entro ahora en valorar su calado, se hayan pactado por los dos grandes partidos en tan poco tiempo sin apenas ser explicadas ni debatidas en la sociedad y en el Parlamento, en fin, sin política de verdad. Es como si unos, los del PP, quisieran exagerar su alto espíritu de consenso para el presente y el futuro; y los otros, los del PSOE, tapar algunos agujeros importantes después de los boquetes terribles que han hecho en la hacienda pública. En fin, el alambicado y aparatoso procedimiento elegido para fijar un límite al déficit estructural mueve a la sospecha y al desasosiego político e intelectual, sobre todo si se tiene en cuenta que los acuerdos alcanzados entre el PP y el PSOE son menos exigentes que la Ley de Estabilidad de 2001 y la reforma de 2006.


Libertad Digital – Opinión

Todo es posible. Por Enrique López

Vivimos tiempos muy extraños y aunque desde una perspectiva histórica esta frase ha servido para explicar múltiples sucesos, lo que sí es cierto es que desde la perspectiva que da una vida, en estos momentos asistimos a sucesos que por más explicación que tengan no dejan de sorprender. La situación económica está marcando muchos de estos sucesos, y lo imposible se convierte en posible; sólo hace falta leer los periódicos de los últimos días para ver cómo la situación económica ha forzado un consenso constitucional tan inimaginable como necesario en España, y que ojalá en un tiempo no muy lejano, pueda ser extendido a otros extremos. No voy a entrar en el contenido de la reforma, pero si bien de la necesidad dicen que se hace virtud, sería bueno ante otros problemas, no llegar a situaciones límites. Por otro lado, hemos asistido a la actuación económica concertada en Europa de mayor calado en los últimos tiempos y ello para tranquilizar los mercados bursátiles en ayuda de las economías nacionales que estaban viéndose asediadas desde los propios mercados y por la actuación de los mismos. Hace más de un año, escribía en esta misma Tribuna que «Soluciones hay, y no se trata de penalizar, ni inventarse fiscalías europeas ad hoc, sino de identificar y regular las ventas ‘‘en corto’’ (short selling), operaciones de venta en descubierto concertadas en el mercado de contado con títulos obtenidos en préstamo durante la misma sesión de negociación» y que «se deben regular las denominadas ventas a crédito, en las que las entidades financieras se encargan de prestar los valores que el cliente quiera para, a continuación, venderlos al precio del día». Lo primero es difícil de mantener de forma permanente porque iría contra la esencia del propio mercado de valores y lo segundo, difícil de controlar, pero no cabe duda de que soluciones que hace poco tiempo se consideraban imposibles, hoy se hacen necesarias. Aun así, no debemos olvidar que se está ante cirugía de urgencia, debiéndose analizar lo que está pasando y por qué, para así tomar decisiones de futuro. Gran parte del problema económico mundial, y del cual es tributaria nuestra economía, se centra en lo que los expertos llaman la dominación de la industria por las finanzas, esto es, los mercados financieros han sometido a la industria, manufactura, servicios, etc., como un designio de economía global. Pero el problema real es que no sólo la economía financiera conduce a la economía real, la productiva, sino que además lo hace con total desprecio de la misma, hasta el punto de que el mercado tiene que defenderse de sí mismo, esto es, se tiene que comprar deuda soberana y privada, para preservar el normal funcionamiento del propio mercado, y ello contra sus propias actuaciones. ¡Qué paradoja, utilizar el mercado para defenderse del mismo mercado! A esto ha conducido el exceso de deuda por el temerario apalancamiento de la misma permitido en la últimas décadas, lo cual ha aumentado la inversión no productiva y el consumo, y no sobre la base de riqueza, sino de crédito. Esto requiere más deuda para pagar este crédito, y así se genera un círculo vicioso donde deja de ser prioritaria la actividad productiva, y al final es difícil distinguir quién debe a quién y cuánto. A esto se le debe añadir la oscuridad que se ha instalado en muchas operaciones, donde el riesgo aparece totalmente camuflado, desaprendiendo una de las máximas del mercado financiero: el conocimiento del riesgo. Todo ello ha producido una quiebra de confianza, fiducia, algo necesario en un mercado en el que todo se tituliza y vale al margen de su valor real. Recuperar la confianza perdida no es gratis ni se genera por Ley; se requiere diseñar instrumentos que la otorguen y soporten. Cuando un ciudadano realiza un pago con su tarjeta de crédito, confía en él porque les firma un documento abierto con la tarjeta de crédito, y no porque suelte un discurso acerca de lo honorable y buena que pueda ser su persona. Y el comerciante confía en un instrumento que al instante les dice que cuenta con crédito disponible, y este sistema es confiable porque el banco emisor posee información exacta acerca de su disponibilidad y capacidad de pago. Los gobiernos e instituciones deben diseñar mecanismos para restablecer la fiducia con instrumentos que evalúen a los agentes financieros que elaboran la información y transparencia necesaria, y un esquema de regulación que otorgue garantías de que la codicia de algunos operadores financieros no volverá a aparecer en los mercados. Al final no podemos olvidar que tras los mercados hay personas, con sus valores y sus miserias. Hay que apostar por la economía productiva, y ésta es la que debe determinar la financiera y no al revés. Esto requiere instrumentos regulatorios, pero también un rearme de valores y principios. En estos momentos todo es posible.

La Razón – Opinión

La dignidad de Cataluña. Por José Carlos Rodríguez

Todo lo cual crea ciertas expectativas. ¿Quién será este héroe de la política catalana? Pues el poseedor de estas palabras: "las oleadas migratorias son un plan para descatalanizar Cataluña".

Ha muerto Heribert Barrera. El lector no avisado debe saber que Barrera fue consejero de la Generalidad de Cataluña durante la Guerra Civil y que fue el primer presidente del Parlamento catalán tras la instauración de la democracia en la Transición. Entre una y otra ocupación media una notable carrera de científico y profesor.

Si estos datos le dejan frío al lector, oiga las palabras que se han volcado sobre su reciente cadáver. Jordi Pujol ha dicho que "merece el agradecimiento y el recuerdo entrañable del pueblo de Cataluña" pues "fue un defensor de los derechos y de la dignidad de Cataluña". Claro, esto ya es otra cosa. Es, en concreto, la dignidad de Cataluña, nada menos. El también muy honorable Artur Mas también ha destacado su coherencia y lo ha propuesto como ejemplo para la juventud. Un millón y medio de peregrinos de la JMJ, al fin y al cabo, pueden estar equivocados sobre qué ejemplo deben seguir. Reagrupament lamenta que con él se ha perdido "un patriota de alta calidad intelectual y humana".


Todo lo cual crea ciertas expectativas. ¿Quién será este héroe de la política catalana? Pues el poseedor de estas palabras: "las oleadas migratorias son un plan para descatalanizar Cataluña". A él le gustaría "una Cataluña como la de la República". Es decir, ¿una Cataluña democrática?, no, "sin inmigrantes". Pues "es más importante salvar Cataluña que la democracia", con sus incómodas y cabe pensar que anticatalanas salvaguardas de los derechos individuales. Como el de emigrar o educar en español. Pero su pensamiento, para desmentir su apellido, carece de fronteras y llega a cruzar el continente: "En América los negros tienen un coeficiente intelectual inferior a los blancos", lo cual agitado en la coctelera de su pensamiento con que "se debería esterilizar a los débiles mentales de origen genético" produce vértigo. Es normal, dada la altura de la calidad intelectual y humana de Barrera. En ese esquema de valores entra como un guante (me los pongo para colocar aquí la cita), esta declaración: "Me merece más respeto un asesino de ETA que un delincuente común, puesto que el etarra mata por convicciones nobles, no por dinero". Es la "política sin eufemismos" que ha alabado otro dirigente catalanista.

Sin duda fue "fiel a sus principios, honesto, íntegro y nada demagógico", como ha dicho el propio Pujol. ¿Qué Cataluña oficial es esta que encumbra a un racista xenófobo partidario de la eugenesia? La que encarna, cabe pensar, la dignidad de Cataluña.


Libertad Digital – Opinión

El Estado contracultural. Por José María Marco

Hace veinte años, en 1991, Marc Fumaroli, profesor y ensayista francés, publicó una obra que se ha convertido en un clásico. Se titulaba «El Estado cultural», y existe una edición española, muy recomendable. Fumaroli describía cómo el Estado francés había hecho de la Cultura una de sus principales instancias de legitimación. El resultado es que la política cultural se había convertido en la economía política del ocio colectivo y la política cultural, en la promoción de los motivos de distracción.


El análisis de Fumaroli era impecable y, como tantas otras veces, no tuvo ninguna repercusión. En España las cosas han seguido un camino parecido porque, como en tantas ocasiones, copiamos el modelo francés sin pararnos a pensar si era lo más conveniente. Aunque en estos veinte años se ha avanzado mucho en recuperación y mejora del patrimonio, también se han llevado hasta su extremo algunos de los vicios denunciados en 1991. Entonces se pudo hablar de la cultura como religión sustitutiva. Hoy ya nadie se cree eso y la cultura, la cultura tal como se concibe en los despachos oficiales, se ha convertido, en buena medida, en un instrumento de marketing. Gestionado con prudencia para no perjudicar las obras, esto puede tener efectos positivos, aunque conviene recordar de vez en cuando que la catedral de Toledo, por ejemplo, no es Disneyworld.


Tal vez sería necesario, en cambio, rectificar algunas derivas. Uno de ellos es el gigantesco gasto en cultura que, tal y como había anunciado Fumaroli, no ha servido para dar continuidad al legado recibido. A pesar de las cantidades derrochadas, del personal comprometido y de las decenas de «contenedores culturales» levantados por toda España, hoy los niños españoles no pueden asistir a una función decente de nuestros clásicos, no hay una programación consistente de zarzuela y lo que debería ser un buque insignia, como el Teatro Real, está dedicado a luchar contra el repertorio y la música española. En tiempos de crisis, cuando no hay dinero para pagar las medicinas ni los servicios de sanidad, será necesario pensar lo que es imprescindible y lo que no lo es. Mucho más en la nueva sociedad, en la que el sueño del Estado omnipotente se habrá desvanecido.


Además, en nombre de la modernidad y la libertad artística, la cultura oficial ha asumido un proyecto que tiene sus raíces más hondas en la contracultura de los años setenta. La cultura oficial está en la vanguardia de un proyecto militante destinado a emanciparnos de nuestras cadenas y liberarnos de nuestro pasado, en particular de nuestro pasado de españoles: a hacernos más ignorantes y más zafios, en dos palabras. Uno de los focos más activos de los ocupas indignados en Madrid es un antiguo edificio de Tabacalera cedido por el Ministerio de Cultura a un grupo de parásitos que lo ha bautizado como Centro Social Autogestionado. Así tantas cosas. Sería de agradecer que los próximos responsables de Cultura pensaran con seriedad en su cometido y empezaran, aunque fuera poco a poco, a librar a su departamento del activismo contracultural.


La Razón – Opinión

Reforma constitucional. La pintan calva. Por Emilio Campmany

Total que, con un poco de suerte, los nacionalistas se oponen a la reforma constitucional y demuestran que se puede hacer sin su consentimiento y aquí no pasa nada.

Esta reforma constitucional express, además de ser una propuesta tontiloca y acelerada, es inútil porque todo lo fía a un desarrollo legislativo con el horizonte puesto en 2020. Nadie explica por qué, si el límite es para 2020 y sólo si para entonces se dan determinadas circunstancias, hay que hacer la reforma en 15 días y no se puede esperar a la próxima legislatura a darle un par de vueltas al texto.

Y, sin embargo, una cosa buena va a tener esta reforma. Fuera perciben el nuestro como un país federal donde la Administración central es incapaz de disciplinar el despilfarro de los estados federados. La reforma trata de convencer a los mercados de que eso se ha acabado. Y para que esta percepción llegue a sus destinatarios lo mejor sería que los partidos nacionalistas votaran en contra. Probablemente lo harán, porque el texto está dirigido sin duda a limitar los poderes de las comunidades autónomas. Ojalá sea así. Con ello no sólo le habremos dado a los mercados lo que los mercados quieren, sino que además habremos demostrado que en España es posible reformar la Constitución sin el voto favorable de los nacionalistas sin que pase nada. Y así se habrá sentado un importante precedente para afrontar las muchas reformas que a nuestro Estado convienen sin necesidad de que los dichosos nacionalistas las tengan que bendecir.


Se dirá que el consenso de los nacionalistas es necesario porque fue con ese consenso con el que se redactó la Constitución de 1978. Pero no es así. No hay que olvidar que el PNV no aprobó la Constitución de 1978 para poder seguir recogiendo las nueces del árbol que agitaba ETA. Y hay que recordar que CiU viene ciscándose en la Constitución casi desde que entró en vigor ya que algunos de sus preceptos más importantes no rigen en Cataluña y porque la reforma de su estatuto implica un cambio por la puerta de atrás de la propia Constitución sin contar con otros españoles que no fueran los catalanes. Que los socialistas fomentaran tal atropello no excusa a los nacionalistas de haberlo perpetrado.

Total que, con un poco de suerte, los nacionalistas se oponen a la reforma constitucional y demuestran que se puede hacer sin su consentimiento y aquí no pasa nada. Lo que, con otra dosis de suerte, convencerá a nuestros políticos nacionales de que se pueden hacer más cosas, que son muchas las que conviene hacer, sin ese consentimiento. Que Urkullu y Duran i Lleida sigan poniendo el grito en el cielo, que suena a música celestial porque a PSOE y PP no les queda otra que terminar lo que han empezado, y PNV y CiU tendrán que subirse al carro o clamar en el desierto, que de las dos formas quedará demostrada su inanidad. El caso es que por una vez con Zapatero, y sin que sirva de precedente, no hay mal que por bien no venga. Menos da una piedra.


Libertad Digital – Opinión

En caída libre con Rubalcaba

A casi tres meses de las elecciones generales, la tendencia de intención de voto persiste y la distancia entre el PP y el PSOE es cada vez mayor. Definitivamente, la encuesta de NC Report que LA RAZÓN publica hoy confirma que el «efecto Rubalcaba» se ha diluido aceleradamente y que no ha logrado invertir la secuencia negativa de su partido. Los resultados son concluyentes y la comparación con la serie histórica alimenta el pesimismo generalizado que los dirigentes del PSOE manifiestan de puertas para adentro. Si se celebraran hoy los comicios generales, Pérez Rubalcaba obtendría un resultado aún peor que el de Joaquín Almunia y se quedaría con una representación similar a la de 1977 y 1979. Según el sondeo, el partido en el Gobierno alcanzaría de 117 a 119 escaños, por debajo de los 125 que logró el hoy comisario europeo. Para darse cuenta de la magnitud del descalabro basta con detallar que los socialistas pierden 3,9 millones de votos desde las últimas generales.

Enfrente, Mariano Rajoy se mantiene muy por encima del límite de la mayoría absoluta del Congreso, fijada en 176 diputados, y lograría de 182 a 185 diputados. La alternativa política de Rajoy concita la confianza de una muy importante mayoría de españoles, más de 11,1 millones. El crédito del líder del PP es inversamente proporcional al que provoca el proyecto socialista del candidato y exvicepresidente. La diferencia en número de votos a favor de los populares –3,7 millones– no admite otra interpretación. Como tampoco la valoración de los líderes por parte de los españoles, en la que Rajoy mejora a Pérez Rubalcaba.


La radiografía electoral no arroja un solo elemento que permita presagiar una variación sustancial en el escenario político. Hablamos de 30 meses consecutivos de ventaja popular y 15,7 puntos de distancia a tres meses de las elecciones. En ese panorama, resulta especialmente significativo el voto de los jóvenes. Pérez Rubalcaba ha volcado su proyecto electoral hacia una izquierda radical, con guiños constantes a los «indignados», y planes de contingencia sobre el empleo juvenil. Pero los nuevos votantes tampoco confían en un político que formó parte del Gobierno que dejará una España con casi la mitad de los jóvenes sin trabajo. La encuesta refleja que el 46,3% de los nuevos electores apoyará al PP, mientras que sólo el 22,8% respaldará al PSOE. Además, el voto mayoritario a Rajoy se repite en todos los tramos de edad.

Pérez Rubalcaba no ha convencido porque no podía hacerlo. Su responsabilidad en el Gobierno del fracaso económico y la injusticia social es imposible de pasar por alto para un electorado hastiado de los socialistas y de la crisis. Y por si fuera poco, la división interna en el PSOE sobre la reforma constitucional ha evidenciado la falta de entereza y de credibilidad de su proyecto.
Los españoles quieren el cambio que representa Rajoy. Confían en su seriedad, capacidad y experiencia para emprender las reformas estructurales e institucionales necesarias. España ha perdido demasiado tiempo, pero esperemos que en estos tres meses el Gobierno sea capaz de mantener un entendimiento con el PP como el que ha presidido la modificación de la Carta Magna.


La Razón – Editorial

La Fed toma el mando

La Reserva Federal sigue identificando mejor que el BCE las prioridades contra la crisis.

Las expectativas suscitadas por la comparecencia del presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, en la convención bancaria de Jackson Hole (Wyoming), derivaban del posible anuncio de nuevas medidas de estímulo monetario con las que hacer frente a la desaceleración del crecimiento económico. Será a mediados de septiembre, tras la reunión del comité de ese banco central, cuando conozcamos posibles actuaciones adicionales tendentes a evitar el estancamiento.

La desaceleración es un hecho. El mismo viernes, el Departamento de Comercio de Estados Unidos difundía la revisión a la baja del crecimiento de esa economía en el segundo trimestre del año. Ha crecido menos de lo que la propia Fed esperaba: un 1% entre abril y junio, frente al 1,4% estimado inicialmente. En el primer trimestre lo hizo solo en un 0,4%. Son señales ciertamente débiles. En ausencia de serias amenazas inflacionistas es previsible, por tanto, que ese banco central vuelva a atender a su otro objetivo: la lucha contra el desempleo.


La actitud de la Reserva Federal desde que se inició la crisis en el verano de 2007 contrasta con la mantenida por el Banco Central Europeo (BCE). Ha identificado mejor los verdaderos riesgos, subordinando las amenazas inflacionistas a la mucho más inquietante desaceleración del crecimiento y sus efectos sobre el desempleo. Su actitud adaptativa quedó clara hace unas semanas al anunciar que mantendría los tipos de interés a corto plazo en el nivel próximo a cero hasta mediados de 2013. El Banco Central Europeo, por su parte, se ha precipitado no solo en elevar sus tipos de interés en varias ocasiones, sino en subordinar la muy precaria recuperación económica y del empleo a unas exigencias de ajustes presupuestarios en toda el área euro que, siendo necesarios, admitían su distribución en un horizonte a medio plazo, como la propia directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, ha vuelto a sugerir. El resultado es que, a pesar de que fue en aquel sistema financiero donde emergió la crisis, ahora es en la eurozona donde la inestabilidad es más acusada.

El entorno económico global se ha deteriorado en los últimos meses lo suficiente como para que no quepa descartar que los bancos centrales tengan que acudir nuevamente con estímulos excepcionales. Si así fuera, la Fed sería nuevamente quien lideraría la asunción de esa prioridad por evitar males peores. El académico Bernanke conoce las consecuencias que en la extensión de la Gran Depresión tuvo la indecisión y tardanza en adoptar decisiones de estímulo. Las evidencias recientes en todas las economías avanzadas, y en algunas de las consideradas emergentes, así como las tensiones en los mercados financieros, han renovado las amenazas recesivas. Su alejamiento es compatible con el reforzamiento de los compromisos de saneamiento de las finanzas públicas a medio plazo.


El País – Editorial

Bildu y el PSOE se quitan la careta

La ceguera del PSOE no se debe a su incapacidad para realizar el más elemental análisis político de la situación, sino más bien a las condiciones impuestas por ETA para que los contactos entre ambas partes continúen y lleguen a buen puerto antes del 20-N.

Después de una negociación que ha durado prácticamente dos legislaturas y que, de momento, ha concluido con la rehabilitación política y económica de la ETA, parece que el PP se está cayendo del guindo y comienza a admitir la existencia de un proceso de rendición del Estado de Derecho ante la banda terrorista.

Ha sido necesario que el Constitucional, por culpa de los magistrados socialistas, legalizara una formación política que ya desde sus inicios era un apéndice de la ETA, según todos los informes policiales, y que desde las instituciones no ha hecho más que ratificarlo insultando a las víctimas, para que los del PP se empiecen a cuestionar la permanente deslealtad de Zapatero hacia España.


Y es que, pese a todas las notorias evidencias que se han acumulado desde que el Constitucional decretara que Bildu no era el brazo político de ETA, los dirigentes socialistas siguen dándose cabezazos contra la realidad. Recientemente, el socialista vasco Rodolfo Ares y el vicepresidente segundo del Gobierno, Manuel Chaves, se han pronunciado en contra de promover la ilegalización de Bildu e incluso de plantear una moción de censura contra el diputado general por Guipúzcoa, Martín Garitano. La ceguera del PSOE no se debe a su incapacidad para realizar el más elemental análisis político de la situación, sino más bien a las condiciones impuestas por ETA para que los contactos entre ambas partes continúen y lleguen a buen puerto antes del 20-N.

Aunque muy tarde, hace bien el PP en poner el grito en el cielo. Pero no olvidemos que en menos de tres meses habrá elecciones generales y previsiblemente el partido de Rajoy se hará con el Gobierno. Ésa será la auténtica prueba de fuego para saber si la oposición blanda que en materia antiterrorista ha mantenido el PP hasta la fecha era fruto de un engaño del Gobierno o, en cambio, de la complicidad con éste. Esperemos que, no sólo en economía sino también en materia antiterrorista, el PP sea alternativa y no alternancia.


Libertad Digital – Editorial