viernes, 9 de septiembre de 2011

Ocho de cada diez catalanes quieren que la enseñanza sea bilingüe. Por María Jesús Cañizares

Un sondeo de DYM para ABC desmonta las tesis del Gobierno de MasLa mayoría de encuestados son contrarios a las multas lingüísticas.

Los designios lingüísticos del Gobierno de Artur Mas se contraponen a las preferencias de los catalanes. Así lo revela una encuesta de la empresa DYM para ABC, según la cual, el 81 por ciento de los ciudadanos de Cataluña prefieren que en los colegios públicos se impartan asignaturas en catalán y castellano.

De los datos de ese sondeo, obtenidos a partir de 1.141 entrevistas efectuadas poco antes de que CiU ganara las elecciones autonómicas de noviembre de 2010, se concluye que la inmersión lingüística que el Ejecutivo autonómico intenta mantener, en contra de las numerosas resoluciones judiciales —la más reciente es del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña y en ella se da un plazo de dos meses para que la Generalitat garantice la igualdad idiomática en las escuelas—, dista mucho de los deseos de los catalanes.


Comercios y cines
El 40 por ciento de los encuestados quiere que la mitad de las asignaturas sean en catalán y la otra mitad en castellano; el 37 opta por la mayoría en catalán y alguna en español, y un 4 aboga por la mayoría en castellano, con alguna en catalán. Solo el 15 por ciento es partidario de que todas las asignaturas sean en catalán. El bilingüismo al 50 por ciento es defendido principalmente por votantes del PSC (46%), mientras que la preeminencia del catalán es avalada por el electorado de CiU (44%).

La encuesta recaba también la opinión de los catalanes sobre las sanciones lingüísticas y las cuotas de doblaje. El 68 por ciento apoya que los establecimientos comerciales puedan decidir el idioma en el que instalan sus rótulos, sin ninguna obligación legal de hacerlo en catalán, frente a un 28 por ciento que sí defiende la regulación. Precisamente, ayer ABC publicaba las opiniones de empresarios sancionados por la Generalitat, así como de madres de alumnos a las que la Justicia ha dado la razón en su defensa del bilingüismo escolar.

Por otro lado, el 73 por ciento es favorable a que los cines decidan libremente el idioma de las películas que proyectan, sin ninguna obligación legal de emitir una parte en catalán, frente a un 22 que se declara en contra de esa libertad. Quienes integran esa mayoría partidaria de que no haya imposiciones legales son votantes de PSC y de CiU. El anterior gobierno tripartito aprobó una ley de cine en el que obligaba, bajo pena de multa, a que la mitad de las copias de películas que se exhiben en Cataluña estén dobladas al catalán.

La lengua es uno de los caballos de batalla del nacionalismo catalán, junto al pacto fiscal. CiU pretende convertir ambas materias en condición «sine qua non» para apoyar la investidura del presidente del PP, Mariano Rajoy, tras las elecciones generales del 20 de noviembre, siempre y cuando los populares no saquen mayoría absoluta. Algo más que probable, dijo ayer el candidato de CiU, Josep Duran Lleida.

Más a corto plazo, Cataluña celebrará el próximo domingo su Diada Nacional y las instituciones catalanas aprovecharon la gran expectación creada por la entrega de la Medalla de Honor del Parlamento autonómico al entrenador del Barça, Josep Guardiola, para reivindicar de nuevo el modelo de inmersión lingüística. Así lo hizo la presidenta de la Cámara catalana, Núria de Gispert, quien denunció durante su discurso los «intentos de romper nuestra convivencia y cohesión social», en alusión a la última interlocutoria del TSJC. «Nadie puede desestabilizar el sistema de inmersión en las escuelas, que es un modelo cívico y pedagógico de éxito porque ha permitido integrar armónicamente a todos los alumnos y no segregarlos», dijo la dirigente de UDC, quien advirtió de que, a pesar de las dificultades, «nadie puede apagar la llama de la catalanidad ni la voluntad de ser un pueblo libre y una nación plena».


ABC – Actualidad

Empleo. La importancia del empresario. Por Emilio J. González

No podemos pretender que haya empresarios mientras la sociedad no valore su función en su justa medida, y la sociedad española, por tradición y por formación, es rabiosamente anti empresa.

Las propuestas para la creación de empleo se están configurando como uno de los principales ejes de las campañas electorales del PSOE y del PP, cosa lógica teniendo en cuenta la dramática situación que vive nuestro país en este sentido. Rajoy dice que la aplicación de su programa va a permitir generar 3,5 millones de puestos de trabajo gracias a los incentivos fiscales que se aplicarán a las empresas, lo cual permitirá la aparición de nuevas compañías y de más trabajadores autónomos. Rubalcaba dice que él también va a crear empleo aunque no da cifras, quizá para que no le recuerden que perteneció a aquel Gobierno de Felipe González que prometió 800.000 puestos de trabajo y acabó por destruir otros tantos. O que ha sido miembro de los Ejecutivos de Zapatero, que han dejado el mercado de trabajo español como los mongoles las ciudades que se negaban a abrirles las puertas. Lo que yo echo de menos es que ambos candidatos hablen de crear vocaciones empresariales y de reivindicar verdaderamente el papel del empresario como generador de riqueza y bienestar para todos.

Uno de los muchos errores en la estrategia para superar la crisis que comparten Zapatero y Obama es no entender, precisamente, la relevancia de la empresa, del sector privado, para poder resolver los problemas. Es más, a la menor ocasión que tienen, ambos mandatarios, lo mismo que los demás socialistas españoles y los sindicalistas, arremeten con todas sus fuerzas contra la empresa y el empresario. De esta forma, entre unos y otros han creado un clima muy poco favorable al desarrollo de la actividad empresarial, ya de por sí muy castigado por la falta de crédito, que está incidiendo negativamente en la marcha de la economía y el empleo. En consecuencia, recuperar un clima favorable para el mundo de los negocios se constituye en condición necesaria para salir de la crisis. Rajoy podrá hacerlo; un Rubalcaba que se está echando en brazos de lo más radical de la izquierda, lo dudo. Pero no basta con ello.

Para que haya empresas, tiene que haber empresarios; para que haya empresarios, tiene que haber vocaciones empresariales. Si el déficit público en nuestro país es preocupante, el déficit de dichas vocaciones lo es aún más. No podemos esperar que surjan esas personas dispuestas a asumir los riesgos propios de la actividad empresarial si se les demoniza constantemente en los medios de comunicación, en los mensajes políticos y hasta en los libros de texto de las escuelas, por no hablar ya de lo que ocurre en muchas universidades públicas españolas. No podemos pretender que haya empresarios mientras la sociedad no valore su función en su justa medida, y la sociedad española, por tradición y por formación, es rabiosamente anti empresa. Para salir de la crisis, por tanto, el próximo presidente del Gobierno no sólo tendrá que acometer medidas de política económica en favor de la empresa; tendrá también que reivindicar la importancia de la figura del empresario en todos los sentidos y en todos los terrenos. Sólo así llegaremos al pleno empleo y a disfrutar de altos niveles de bienestar.


Libertad Digital – Opinión

Huelga de maestros. Por Fermín Bocos

Empezar el curso con una huelga es un fracaso. De quienes inducen las condiciones que generan la chispa del paro y de quienes, al secundar la huelga y hacerlo en un momento de extraordinaria precariedad económica, transmiten a la sociedad un mensaje de egoísmo porque anteponen sus intereses personales a los del común.

En España tenemos alrededor de 70.000 docentes con contratos interinos. A doce mil no les renovarán. Esta es la madre del problema. No la ampliación de horas de clase como interesadamente vienen argumentando quienes pretenden desacreditar la protesta de los maestros que, a su vez, por boca de algunos líderes sindicales, tampoco admiten que éste es el verdadero motor del anunciado paro.

Falta, pues, sinceridad por las dos partes. A los dirigentes políticos autonómicos que han decidido el recorte de contratos hay que pedirles que hablen claro; que asuman la poda y con ella el desgaste de popularidad que apareja, estando como estamos, en vísperas de unas elecciones.

A mi juicio, también es una exigencia para los sindicalistas y maestros que hablan con los medios: que no disfracen los hechos; que no hablen de despidos porque, técnicamente hablando, el contrato de un interino es un contrato temporal y, como es sabido, dichos contratos tienen un fecha de caducidad. Son cientos de miles los españoles que en otros trabajos y profesiones tienen este tipo de contratos -muy encomiados, por cierto, no hace mucho por el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, con quien parece disentir su colega de Gabinete, Angel Gabilondo-.

Debate aparte, sería ponernos de acuerdo en si es en el sector de la enseñanza donde hay que meter la primera tijera -personalmente, creo que no-, en vez de iniciar los recortes de presupuestos en cargos públicos (duplicados y hasta triplicados), en subvenciones a partidos, sindicatos y patronal, en propaganda institucional o en empresas y entes públicos, también prescindibles. Tener más maestros no es un lujo, es una necesidad. Por eso digo que una huelga de maestros es un fracaso. De todos.


Periodista Digital – Opinión

Así somos. Por José Luis Alvite

Al final resulta que al resentirse la economía de las personas lo que sale a flote con la desilusión y las penurias es la evidencia de que los españoles hemos perdido de vista valores elementales que además de resultar agradables, no nos costaban dinero. Hemos dado lugar, por ejemplo, a una cierta juventud insolidaria y materialista que no cree que pueda existir un solo placer que no cueste dinero, ni considera posible una amistad que no sea rentable y acarree beneficios. Dejando a salvo el eterno reducto de jóvenes entusiastas y cualificados que aún creen en el valor social del sudor gratuito, la verdad es que por todas partes hay muchachos que no sólo se rebelan contra el desgaste que creen que les supondría la suscripción de cualquier compromiso ideal, sino que incluso les da pereza el sorprendente esfuerzo que les supone descansar, entre otras razones porque yo creo que incluso hay chavales que no entienden la silla. Es triste que por culpa de un sistema educativo deficiente muchos de esos jóvenes ignoren dónde queda la provincia de al lado, pero aun es más triste que algunas adolescentes ni siquiera sepan cruzar las piernas en las terrazas de los bares sin que por el resquicio de las ingles se les vean las amígdalas. ¿Qué porcentaje de nuestros jóvenes lee diariamente algún periódico? ¿Y cuántos de ellos, por desgracia, son capaces de creer que el río Ebro desemboca tierra adentro en lo alto de un monte? En nuestras discotecas se les sirve alcohol a los menores y la horda amorfa del botellón arrasa parques y jardines sin que nadie le ponga remedio. Hemos confundido la libertad con la barra libre. Aun reconociendo la influencia que tuvo en numerosas manifestaciones intelectuales la progresiva liberalización de las costumbres, ha dejado como principal rastro una conquista científica de dudosa eficacia económica: el calimocho. ¿Qué coño de país es éste en el que hay criminales que acuden al jugado cohibidos por el miedo razonable a que el juez los ponga en libertad y hayan de volver sin remedio a padecer la inseguridad de las calles? Yo no soy un experto sociólogo, ni un político, y carezco del conocimiento para ponerle remedio a la situación, pero me pregunto a dónde se dirige un país, este, el nuestro, en cuyas cárceles por muchas razones sólo sienten los inconvenientes de la prisión sus funcionarios. Desde luego somos una sociedad rara, un extraño país en el que al declarar su patrimonio, los hombres más acaudalados nos demuestran que en España se necesita ganar muchísimo dinero para ser pobre.

La Razón – Opinión

En pelota. The full Monthy. Por Agapito Maestre

Hago votos porque los dirigentes del PP, por el bien de España, no se queden como los protagonista de The full Monty.

La expresión "full Monthy", en inglés, significa "llegar hasta el final". Se trata de una "metáfora" para describir, durante la segunda guerra mundial, el apetito voraz del general Montgomery, apodado Monthy, que incluso en las batallas más duras no perdonaba un suculento desayuno a la inglesa. La expresión también fue utilizada, durante el proceso de reestructuración industrial llevado a cabo por Margarte Thatcher, para significar que "llegaría hasta el final", más aún, la señora Thatcher quería hacer tabula rasa de la industria estatal inglesa.

Pero The full Monty es también el título de una película británica de gran éxito en el mundo entero, cuyo argumento conocen la mayoría de nuestros lectores: transcurre en Sheffield, al norte de Inglaterra, en los primeros años noventa, y narra las venturas y desventuras de seis parados de la industria del metal, que había desmontado la propia señora Thatcher. Esos seis personajes deciden ganarse la vida convirtiéndose en estríperes y "llegar hasta el final", o sea, quedarse en pelota picada en el escenario de un local público.


Lejos está el PP de llegar hasta el final en la perspectiva del general Montgomery, y menos todavía querrán emular a la señora Thatcher; tampoco creo que desnudarse completamente en el foro público, si me permiten la comparación, sea la intención del PP durante esta campaña electoral; pero, como sigan cometiendo deslices, errores y, en fin, torpezas similares a las de esta semana, pueden quedarse fácilmente con las vergüenzas al aire. De menor a mayor importancia, según el modesto criterio de este cronista, señalaría, en primer lugar, como un error, al menos de comunicación, decir que los profesores de Madrid trabajan veinte horas a la semana. No es verdad. Trabajan bastantes más horas de lo que han declarado las autoridades de la Consejería de Educación. No me extraña la reacción del profesorado. En segundo lugar, aún no acabo de entender cuáles son las razones por las que el PP, en una situación de catástrofe económica nacional, se opone de modo tan visceral a que haya un impuesto, como el propuesto por el PSOE, para que los más ricos de España contribuyan a sacarnos de la crisis. En tercer lugar, las declaraciones de González Pons, aunque han sido rectificadas posteriormente, acerca de que en la próxima legislatura el PP podría coadyuvar a la creación de tres millones y medios de puestos de trabajo son un poco fuertes. Exageradas.

No serán, sin embargo, este tipo de errores los peores que pueda cometer el PP a lo largo de esta larga y triste campaña electoral. Tengo la sensación de que muchos dirigentes populares, por desgracia, creen que los 14 puntos de distancia entre ellos y el PSOE se deben más a sus méritos que al catastrófico y patético gobierno de Rodríguez Zapatero. Eso sí sería un terrible error. O peor, todo un síndrome o complejo de superioridad que les podría hacer perder la mayoría absoluta. Espero que no se cumpla esta alevosa intuición. Hago votos porque los dirigentes del PP, por el bien de España, no se queden como los protagonista de The full Monty.


Libertad Digital – Opinión

La mala leche/La mala llet. Por Rafael Torres

En el actual litigio entre el castellano y el catalán se advierten muchas cosas, entre ellas que las lenguas no se inventaron tanto para entenderse como para no comprenderse en absoluto. Ahora bien; aunque en el origen de los idiomas figure esa función, tan grata a todas las tribus, que permite comunicarse a los miembros de la misma son que los de otras peñas se enteren de nada, hemos de coincidir en que en los tiempos actuales eso queda, cuando menos, viejuno.

Partidarios y detractores de la "discriminación positiva" del catalán en Catalunya andan a la greña de nuevo, ésta vez con un propósito claramente electoralista al fondo. Pocos se preocupan de que la gente se exprese con decoro en la lengua que sea y que con ella acierte a comunicar con precisión y elegancia sus ideas, sus necesidades y sus sentimientos. Se trata, más bien, de una cuestión política en su modalidad más indeseable. la de la dominación. ¿Que usted rotula en castellano su establecimiento? Le multo. ¿Que mi hijo no puede dar todas las asignaturas, incluso gimnasia, en castellano? Pues le denuncio. Y así todo el rato, cuando lo cierto es que al ser el castellano y el catalán lenguas tan estrechamente emparentadas, el aprendizaje y el uso de ambas debería ser, y lo es en la práctica diaria, un automatismo que no generara problemas.


Es cierto que esa "discriminación positiva" (¿puede ser positivo algún género de discriminación?) que instituye la apabullante supremacía del catalán en Catalunya, eso que se ha dado en llamar "inmersión lingüística", ahogamiento del castellano más bien, se traduce en excesos que establecen, como si dijéramos, un tipo de ciudadanos de segunda, versión contemporánea del xarnego, aquellos a los que en el habla se les nota horrores que no nacieron allí ni, en consecuencia, aprendieron a nombrar las cosas de la vida en la bellísima lengua de Verdaguer. Pero tan cierto y tan incontestable como eso es el derecho de los pueblos a hablar en el idioma que les de la gana, aunque al final todos tienen que fastidiarse y aprender inglés.

Para mí que lo que hay, lo que crea, encona y enrrancia el problema es el poco gusto por reconocerse, por apreciarse, por agradar. La mala leche. La mala llet.


Periodista Digital – Opinión

Por narices. Por José Antonio Vera

Artur Mas no ha estado muy elegante al pedir que no le «toquemos las narices» con relación al catalán. Ciertamente no creo que nadie se dedique a hacer tal cosa con el presidente de la Generalitat por muy hermosas que pueda tener las aludidas protuberancias. Lo que hace la gente es reclamar aquello a lo que tiene derecho, porque así lo recoge la Constitución y lo reconocen una vez tras otra los tribunales de Justicia en sus sentencias: el derecho a que el castellano sea también lengua vehicular en Cataluña. Y lo que hacen Mas y su gobierno, con el aplauso vergonzante del PSC de Montilla y del PSOE de Rubalcaba, es vulnerar la legislación e incumplir los fallos judiciales, permitiéndose el lujo de airearlo, incitando claramente a la desobediencia. Amén de confundirse y confundir, algo en lo que es un especialista. Dice que «nos tocan las narices a los catalanes con nuestro idioma». Oiga, señor Mas, nadie se mete con el catalán ni lo ningunea ni minusvalora. Al contrario, a todo el mundo le parece perfecto que el catalán sea lengua vehicular en la enseñanza. En segundo lugar, el castellano, como «lengua mayoritaria» que es en realidad en Cataluña, como bien sabe nuestro querido president, es también «el idioma propio» de cientos de miles de catalanes que lo tienen por «lengua materna», a los que se margina «por narices» imponiéndoles un sistema en el que el bilingüismo no se traslada a las aulas ni a la Administración. El único lugar donde pervive el bilingüismo, amen de en la calle y en la sociedad civil, es en los aeropuertos gestionados por el Estado. En todos los demás –Generalitat, ayuntamientos, diputaciones, TVs, radios autonómicas y empresas públicas– el castellano ha sido expulsado e incluso perseguido. Eso es moneda de uso común, lo sabe todo el mundo y a ello han contribuido particularmente los señores Pujol, Montilla y Mas, con la inhibición –por intereses políticos puntuales– de González, Aznar y Zapatero.

A partir de aquí, el único que «toca la nariz» es el molt honorable president, haciendo un problema de algo que, con espíritu de concordia y voluntad de entendimiento, tendría fácil solución: bastaría probablemente con que, amen de las dos horas de español actuales, se obligara a impartir como vehicular en castellano una asignatura troncal de las que hoy (como todas) se imparten «sólo en catalán». Eso no implica modificación alguna del sistema, ni es malo para los estudiantes, sino al contrario. Si, además, decidiera Mas dar en inglés otra de las asignaturas que hoy se dan «solo en catalán», llegaría a la cuadratura del círculo, y probablemente conseguiría un modelo educativo más competitivo del que tiene, claramente deficitario con relación a los dos idiomas (el español y el inglés), más importantes del mundo.

No es hablar por hablar. Hay cientos de ejemplos. El otro día nos avergonzamos unos periodistas al comprobar el nivel de castellano escrito de cierto político formado en la inmersión, cuando respondía un Chat por internet. No eran faltas de ortografía. Era un auténtico horror.


La Razón – Opinión

Poder Judicial. El olfato de los jueces. Por Emilio Campmany

Algunos jueces, por su proyección política o por lo que sea, huelen el rolar del viento político antes que la mierda, con perdón.

En cualquier programa regeneracionista figura con letras estelares el proyecto de reformar la Justicia. Es obvia la necesidad de hacer que el Poder Judicial sea independiente de los otros dos. El PSOE de Felipe González cercenó esa independencia y el PP de Aznar no quiso devolvérsela. Zapatero se ha quedado con las ganas de terminar de cargársela gracias a que la crisis económica lo ha tenido entretenido haciendo como que gobierna. No hay mal que por bien no venga.

El caso es que algunos jueces, por su proyección política o por lo que sea, huelen el rolar del viento político antes que la mierda, con perdón. No sé si es el caso de Antonio Pedreira, quien, después de más de dos años, ha decidido que no hay forma de estar seguro de que L. B. sea Luis Bárcenas, ni de que J. M. sea Jesús Merino en la contabilidad de la Gürtel. Tiene razón la Fiscalía Anticorrupción al irritarse y alegar que nada sustancial ha cambiado desde que se imputó a estos dos populares en la trama corrupta. Pero, claro, allí no deben gastar un olfato tan fino.


En Cataluña pasa tres cuartos de lo mismo. Lustros lleva la Generalidad, da igual en manos de quién haya estado, pisoteando los derechos de los catalanes que quieren educar a sus hijos en castellano. Se han subvencionado, especialmente en aquella tierra, las más atrabiliarias excentricidades, pero desde hace Dios sabe cuánto no hay forma en Barcelona de recibir enseñanza en español, cosa que es perfectamente posible hacer en París, Roma o Bruselas. Hay una generación entera de catalanes castellano-parlantes a quienes se les ha negado el derecho a aprender su lengua materna y de repente, sin saber por qué, los señores magistrados del TSJ catalán despiertan de su letargo y deciden que eso no puede seguir siendo así. Es ahora, precisamente ahora, cuando el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña se acuerda de que tenemos una Constitución que consagra ciertos derechos que deberían respetarse incluso en un lugar tan alérgico a ellos como es Cataluña. ¿Por qué ahora? Será por lo que sea, pero alguien, como en el caso de Pedreira, podría suponer que huelen el rolar del viento y cambian la disposición del velamen de sus barcos para aprovecharse de la nueva brisa.

Queda por ver qué harán los magistrados de la Audiencia Nacional, convocados por Bermúdez para la tarde del 20 de este mes, cuando decidan si lo de El Faisán es colaboración con organización terrorista o no. De que lo sea o no depende que el asunto siga en la Audiencia Nacional o pase a un juzgado del País Vasco, donde el escándalo quedaría en buena medida desactivado. Me da en la nariz, ya que de olfatear se trata, que, rolando como está el viento, la Audiencia va a decidir que avisar a un terrorista de que lo va a detener la Policía es colaborar con él. ¿Ustedes no se lo huelen?


Libertad Digital – Opinión

Los diputados y los senadores se desnudan ante la ciudadanía. Por Antonio Casado

Dejen ustedes de pellizcarse porque es verdad. Desde ayer cualquiera puede consultar los datos que afectan a los bienes de nuestros parlamentarios a través del boletín oficial de las Cortes. Rentas y patrimonio a disposición de la ciudadanía en un ejemplo de transparencia del que bien podemos felicitarnos. Rentas percibidas durante el mandato de diputados y senadores. Y, lo que es más importante, variaciones de patrimonio durante el ejercicio de dicho mandato.

Obras son amores. Esta vez el verbo se hizo carne. A partir de ahora se pone realmente en práctica la palabrería previa de los padres de la patria sobre su encendido amor por la transparencia, el no tengo nada que ocultar y el no he venido a la política a hacerme millonario.

Qué fácil es todo cuando hay voluntad política de hacerlo. Véase la celeridad de la reforma de la Ley Electoral (artículo 160) para lograr cuanto antes que el famoso registro de intereses fuese público. Aprobada la reforma en trámite de urgencia a principios de julio, en apenas dos meses se ha hecho realidad la posibilidad de acceso a esos datos. Desde ayer los tienen ustedes en internet si quieren especular sobre los 35.000 euros de Rodríguez Zapatero en cuenta corriente, las cuatro viviendas de Mariano Rajoy o el millón de euros en bienes de Pérez Rubalcaba.

«Al quedar derrotadas las apelaciones al derecho a la intimidad, también quedan derrotados quienes aprovechaban la falta de transparencia para “generalizar sin rigor o difamar sin causa”.»
Estas tres menciones responden a que estos tres diputados están más obligados a ser diáfanos con lo que hay en el fondo de sus bolsillos sin añadir juicios valorativos. Simplemente, es justo y necesario saber como están las finanzas del presidente del Gobierno y de quienes pueden serlo a la vuelta de dos meses y medio. Estar más expuestos que los demás entra en el sueldo, aunque ni ellos ni los demás se merecen temerarios en base a su mayor o menor patrimonio.

Hacer carne picada por hacerla, inspirándose en prejuicios políticos, con lo que tienen o dicen tener los casi seiscientos parlamentarios nacionales es una mezquindad si no hay sospechas fundadas sobre eventuales irregularidades en la acumulación de esos bienes. Y si las hay, al margen de la filiación política del parlamentario en cuestión, esta previa confesión pública y oficial de parte siempre será un elemento clave de la indagación. Al menos para saber si el político ha mentido. En política, la mentira es tan grave como el enriquecimiento indebido.

Al quedar derrotadas las apelaciones al derecho a la intimidad, también quedan derrotados quienes aprovechaban la falta de transparencia para “generalizar sin rigor o difamar sin causa, como circunstancia propicia para la maledicencia y hasta como indicio sospechoso de comportamientos repudiables”. Eso se lee en la motivación de la reforma legal que hace posible que diputados y senadores se desnuden a partir de hoy ante la ciudadanía.


El Confidencial – Opinión

Maestros. Por Alfonso Ussía

Los profesores de enseñanza pública están en huelga. No quieren trabajar unas pocas horas más a la semana. Cuentan con la benevolencia del sistema, y se han enfrentado –los de Madrid–, a Esperanza Aguirre y su consejera de Educación, Lucía Figar. Para mí, que habría que examinar de nuevo a la mayor parte de ellos, responsables en buena medida del nivel de analfabetismo de nuestros jóvenes, que abandonan el colegio con las faltas de ortografía en la cabeza y el sesgo histórico en el hígado. Los profesores, muchos de ellos víctimas de la falta de educación y violencia de sus alumnos, no se imponen porque han roto la línea del respeto. No se puede ir a los colegios a dar clases como si se fuera a jugar al tenis. Tuve en mi infancia dos colegios, opuestos y formidables. El Pilar y el Alameda de Osuna. Recuerdo a mis profesores con veneración por lo mucho que les debo. En el Pilar de la calle Castelló, aquellos don Genaro, don Eladio, don Antonio Apaolaza... Marianistas y grandes educadores. Así una mañana me presenté en el colegio con unas botas de baloncesto. Jugaba con el equipo de mi clase a la una de la tarde, terminadas las clases. Don Eladio reparó en mi calzado. «Váyase a casa, meta el calzado deportivo en una bolsa, póngase los zapatos y vuelva». Nos trataban de usted. Lo hice y al entrar en clase, don Eladio me tenía preparada una sorpresa. «El jueves por la tarde –tarde libre en el Pilar–, recuperará usted la clase que ha perdido». En 4º de bachillerato emigré, con tristeza y agradecimiento, a otro colegio, el Alameda de Osuna, fundado por don José Garrido, el que fuera preceptor del Rey y de su hermano, el malogrado infante Don Alfonso. Las clases no superaban los quince alumnos, y los profesores eran auténticos maestros. Destaco a don Santiago Amón, mi profesor de todo, con el que mantuve posteriormente una estrechísima amistad, y al que comencé a tutear cuando nos encontramos en la inolvidable Antena 3 de Radio liderada por Manuel Martin Ferrand. Don Adolfo, doña Marisa Mallol, don Luis Adiego... y aquel concepto nuevo de la enseñanza impuesto por don José Garrido, gracias al cual el alumno contaba con la plena confianza de sus profesores. Los exámenes escritos los hacíamos sin vigilancia, porque se daba por hecho que nadie copiaría. Y tanto en el Pilar como en el Alameda de Osuna, dos faltas de ortografía determinaban el suspenso, por muy bien que se redactara el escrito. Y tanto en el Pilar como en el Alameda de Osuna, los alumnos llevábamos corbata, como los profesores, y nos poníamos en pie cuando nuestros maestros entraban en el aula. Y a nadie se le pasó por la cabeza, ni en los peores momentos, en uno como en otro colegio, faltar al respeto al profesorado, que era intocable por la distancia establecida entre la sabiduría y la ignorancia, distancia que hoy puede darse por borrada. La nostalgia es un error, pero en el presente caso, es una lección continua de disciplina y respeto.

Hoy, los profesores de enseñanza pública acuden a los colegios atemorizados y vestidos de senderistas. Y los alumnos, que lo saben y no distinguen la distancia, tratan a sus maestros con desprecio y hasta violencia y se visten como ellos. Los padres tampoco respetan a los profesores, a los que llegan a agredir por suspender a sus hijos, y el sistema «buenista» ha dado como resultado un analfabetismo aberrante. Aquí nadie quiere trabajar. Por unas horas más a la semana van a la huelga los que tienen que enseñar que el trabajo es el futuro. El profesorado ha perdido un sentido de la autoridad que hay que reponérselo inmediatamente. Pero tienen que dar ejemplo. Además de ser un buen profesor, hay que parecerlo.


La Razón – Opinión

El euro. Merkel y los Arcos Dorados. Por Cristina Losada

Mientras aquí andamos muy ocupados en conocer las peripecias de Belén Esteban, los equivalentes alemanes de La Noria celebran votaciones sobre si Grecia y España deben ser expulsadas de la UE y la eurozona.

Siento, desde la distancia, simpatía por la canciller Merkel. Es el vivo retrato de mis amigas alemanas más apreciadas. Pero la crisis, ay, eleva la exigencia. Ha puesto a prueba a los mejores y a los peores, no hace falta dar nombres, los ha barrido sin contemplaciones. Frau Merkel pronunció un discurso europeísta y su gesto, unido al visto bueno del Constitucional, trajo alivio a la delicada situación del enfermo. Temporal, a buen seguro, dado que la misión de salvar el euro requiere algo más que retórica, una medicina que ya se ha dispensado en abundancia. Pero es justo en la retórica donde la canciller desafinaba.

Así, cuando defendió el euro como una garantía de paz y puso a la historia por testigo de que los países con una moneda común no han librado nunca guerras entre sí. A vuelapluma surge la pregunta de cuántos Estados-nación que compartieran moneda ha conocido la historia; y ahí queda. Ya metidos en materia, también podemos invocar la teoría de los Arcos Dorados. Sostiene esa ley, formulada por Friedman (no Milton, sino Thomas), que jamás ha habido una guerra entre dos países que contaran con la presencia de la cadena McDonald’s. Si se trata de la paz, arreglamos con las hamburgueserías. Claro que así no se apoya mucho al euro. Pero tampoco parece indicado apuntalar la causa de la moneda común vinculando su existencia a la paz y, por tanto, su ausencia a la guerra. En la propia UE, antes CEE y CE, ha habido paz sin euro.

Lejos de pensar que Merkel no sabe lo que dice, colijo que su exceso verbal intenta contrarrestar otros excesos. Resulta que mientras aquí andamos muy ocupados en conocer las peripecias de Belén Esteban, los equivalentes alemanes de La Noria celebran votaciones sobre si Grecia y España deben ser expulsadas de la UE y la eurozona. Y que su prensa popular difunde que los sufridos alemanes están pagando la resaca de la fiesta de países manirrotos y holgazanes. De ahí que la canciller exhibiera la reforma constitucional española que introduce la estabilidad presupuestaria. "Los estamos metiendo en cintura", era el mensaje a cocina. Y cómo quejarse de que Merkel atienda las querencias de sus votantes cuando los socialistas españoles sólo han mirado por su interés partidario. ¡O todos o ninguno! El problema es que una vez subidos al tren de la moneda única, bajarse tiene un precio insoportable.


Libertad Digital – Opinión

El ensueño de El Asad

El régimen sirio continúa reprimiendo a sangre y fuego las manifestaciones pacíficas que desde principios de año se suceden en las principales ciudades del país. El sobrecogedor suma y sigue de muertos -el pasado miércoles se añadieron otros 40- se ha convertido en una línea de no retorno para Bachar el Asad, cuya continuidad al frente de Siria es definitivamente inviable. Da igual lo que prometa e, incluso, lo que haga: un gobernante que ha masacrado a sus ciudadanos no tiene otro destino que abandonar el poder y, llegado el caso, responder ante la justicia, sea la internacional o la de su propio país. Francia ha calificado estas actuaciones como "crímenes contra la humanidad".

El Asad cree que la violencia, por un lado, y el hasta ahora incondicional apoyo de Rusia, por otro, le permitirán continuar en la presidencia de Siria como si nada hubiera pasado. Son dos gravísimos errores a los que aún habría que sumar un tercero: suponer que el papel de Siria en el conflicto de Oriente Próximo blinda su régimen. Israel no está en condiciones de volver a significarse como valedor de los dictadores árabes, como ya le ocurrió con Mubarak. Rusia, por su parte, no tendrá más remedio que distanciarse de Damasco si continúa la represión. Y, por desgracia, la represión va a continuar, porque ha sido el propio régimen sirio el que se ha cerrado cualquier salida negociada.

Próxima a finalizar la guerra civil en Libia, la atención internacional se dirige inexorablemente hacia Siria. Y aunque medidas concretas como las sanciones puedan tardar debido al veto de Rusia en el Consejo de Seguridad, es tan imprescindible como urgente que la oposición al régimen de El Asad reciba un inequívoco mensaje de apoyo internacional a su causa. El tiempo de los dictadores ha pasado en la región, aunque El Asad persista en el ensueño que alimentan sus errores.


El País – Editorial

El patrimonio de sus señorías

La expectación que suscitó la publicación en internet de los bienes y las rentas de los diputados y senadores demuestra el acierto y la conveniencia de una medida que fomenta la saludable transparencia de lo público. La demanda de todos esos datos fue tal que la página web del Congreso se colapsó debido a la sobrecarga de consultas. Como es natural, ha habido reacciones para todos los gustos, desde quienes creen confirmada su sospecha de que los parlamentarios son unos privilegiados, hasta quienes ponderan que se mueven en unos parámetros económicos razonables. Antes que nada, conviene subrayar que, al someterse al escrutinio público, los parlamentarios actúan con congruencia y cumplen con los requisitos elementales de transparencia. No hay forma más eficaz de desmentir tópicos y atajar maledicencias que mostrar unos bolsillos de cristal. Sorprende que hayan tenido que transcurrir tres décadas de democracia para llegar a este punto, tardanza que explica en buena medida por qué los ciudadanos tienen tan mal concepto de la clase política.

Precisamente si sus señorías se han decidido a dar este paso a instancias del presidente del Congreso es porque era bien patente el distanciamiento progresivo entre los electores y los elegidos. Por lo demás, la consulta de la mayoría de las declaraciones patrimoniales sugiere consideraciones de diversa índole. En primer lugar, la radiografía muestra unos parlamentarios razonablemente confortables en lo económico; es decir, no son «gente corriente» como ellos se ven a sí mismos, pero tampoco son los grandes mimados de la fortuna como los retrata el tópico. Hay algunos casos encomiables que muestran cómo después de una vida dedicada íntegramente al servicio público el patrimonio acumulado es bastante magro o medianito. Es verdad que también hay casos de diputados con un elevado pliego de propiedades, pero eso, lejos de ser censurable, revela una actividad anterior a la parlamentaria que no debería ser una excepción, sino una regla casi general porque revelaría que sus señorías son capaces de ganarse la vida con un oficio o profesión. En suma, de lo visto y leído se concluye que nuestra clase política, al margen de casos muy concretos, tiene un tren de vida desahogado pero no desmedido, perfectamente equiparable al de sus homólogos europeos teniendo en cuenta los baremos económicos de cada país. Ahora bien, se equivocarían sus señorías si pensaran que con colgar en la web la relación de bienes a su nombre ya han cumplido plenamente con las exigencias de transparencia y veracidad. Sólo es un primer gesto. Para ganarse plenamente la credibilidad del ciudadano deben disipar cualquier sombra, duda o sospecha. Todo el mundo sabe que la ingeniería fiscal y financiera obra grandes prodigios, a los que nada hay que objetar si se ajustan a la legalidad. Pero un parlamentario está obligado a dar un paso más e informar no sólo del patrimonio que está a su nombre, sino también de aquel que disfruta habitualmente por razones conyugales, familiares o empresariales. De lo contrario, será difícil que el ciudadano crea a pies juntillas las cifras publicadas ayer.

La Razón – Editorial

Demasiada prudencia

La OCDE se suma al FMI en sus previsiones de una nueva recesión; el BCE arrastra los pies.

Cuando el coro de las grandes instituciones entona un réquiem al unísono, hay que prestarle atención. Y actuar en consecuencia: esa es la conducta que aconseja la prudencia, y no el conservadurismo. La OCDE se sumó ayer al FMI en el esbozo de un escenario inmediato de carácter recesivo, especialmente en los países occidentales desarrollados. No con la profundidad de la crisis que estalló en 2008, pero de todos modos suficientemente preocupante.

Así, avisó de un crecimiento de solo el 0,2% para el trimestre de cierre del año en los países más ricos del planeta, que conforman el G-7. Si para Alemania se preveía un crecimiento del 3%, el cálculo ahora es del 1,4%, pero en negativo.

Los problemas presupuestarios de EE UU, el parón de la economía japonesa a raíz de la crisis de Fukushima y la crisis de la deuda soberana europea se concitan para dibujar un panorama en el que la reducción del consumo, el descenso de la confianza y el retraimiento de la inversión convergen en un diagnóstico sombrío, bajo el signo del estancamiento.

En el fondo se trata de un retrato muy parecido al realizado hace muy pocos días por la directora ejecutiva del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde. Para ella, la eventualidad de una recesión, o de un rebrote o segunda vuelta de la recesión, constituye un escenario de lo más verosímil, al punto de que "todavía podemos evitarla". Lo novedoso de su receta es que pretende combinar la austeridad presupuestaria en boga en los países europeos con algún grado de estímulo a la demanda, para no cercenar el crecimiento.


La OCDE parece compartir al detalle ese designio, aplicable no solamente a la política fiscal, sino también a la monetaria. "Donde haya opción, se deben bajar los tipos de interés", propugnó ayer el economista jefe de la institución, Pier Carlo Padoan.

Con este tipo de propuestas institucionales, se inaugura una tercera fase en el tono dominante del dibujo de políticas económicas desde la Gran Recesión. Primero fue la defensa del gasto público sin límite para estimular la economía y salvar a los bancos con problemas. Después, el freno al gasto excesivo en el intento de recuperar unas finanzas públicas saneadas. Y ahora se propugna una síntesis de ambas recetas: austeridad, sí, pero estímulo también. Como se trata de políticas en buena medida contradictorias, pues gastar y ahorrar se dan de bruces, convendría que quienes postulan su simbiosis entren en mayor detalle.

A la espera de un decantamiento claro de EE UU, tanto en el alcance exacto de su política de empleo como en la estrategia de la Reserva Federal tras la polémica política sobre el déficit presupuestario de este verano, otro hecho relevante es la casi unanimidad de los organismos internacionales en la radiografía de la coyuntura. Así, el Banco Central Europeo vino ayer a compartir las pesimistas proyecciones de crecimiento en la eurozona para este año, y también para el próximo. Los riesgos a la baja "se han intensificado", reconoció su presidente, Jean-Claude Trichet.

Ahora bien, una cosa es que el BCE comparta el diagnóstico de la OCDE y del FMI y otra es que suscriba todas sus recetas. De manera que la entidad con sede en Fráncfort no decidió ayer la rebaja de los tipos de interés del euro, contra lo que auspiciaban los más optimistas. Pero al menos, tampoco los subió, como se deducía de la secuencia explicitada antes del verano. Hubiera sido otro enorme error, dado el nivel moderado de la inflación. La decisión ahora adoptada no lo es. Pero tampoco un acierto fulgurante para dinamizar la sombría coyuntura. Arrastra los pies. Otras veces fue peor.


El País – Editorial

La indisciplina fiscal de las autonomías

Los principales responsables del enorme despilfarro existente son los propios gestores autonómicos; pero el responsable subsidiario es el Gobierno de España.

En los últimos días, PP y PSOE, los dos partidos que representan a casi el 90% de los españoles, se unieron para emprender una reforma constitucional cuyo propósito era limitar el déficit del conjunto de las Administraciones Públicas. La urgencia con la que se tramitó venía justificada, según se nos decía, en que resultaba imprescindible que los inversores internacionales recuperaran la confianza en nuestra economía y un compromiso semejante en la Carta Magna contribuía decisivamente a ello.

Por supuesto, cuantas más garantías les ofrezcamos a nuestros acreedores, menores tipos de interés tenderán a exigirnos. El problema es que ahora mismo nuestra economía –mejor dicho, nuestro sector público– pierde día a día la credibilidad que pudiera restarle, pues el compromiso constitucional se ve diluido por el incumplimiento de otro compromiso más inminente: alcanzar el 6% de déficit para este año.

Si bien parece que, de momento, la Administración central está haciendo los deberes, las administraciones autonómicas lo están incumpliendo de manera flagrante. En los seis primeros meses del año, su déficit asciende al 1,2% del PIB, cuando para el conjunto del ejercicio tienen establecido un límite del 1,3%. Algunas comunidades, de hecho, incluso superan el 2%; es el caso de Castilla-La Mancha, Extremadura o Baleares.

A la luz de semejantes cifras, se entenderá la urgencia de algunos planes de ajuste tan enérgicos como el de Cospedal, pese al rechazo con el que han sido recibidos por algunos socialistas como Rubalcaba o Salgado; al parecer, para el PSOE, no existe una situación de emergencia que justifique esas medidas u otras aún más drásticas.

Ahora bien, no olvidemos que corresponde al Gobierno central la tarea de forzar a que las autonomías cumplan con sus compromisos financieros. Sin duda, los principales responsables del enorme despilfarro existente son los propios gestores autonómicos; pero el responsable subsidiario es el Gobierno de España. Si hubiese empleado la misma diligencia en reformar la Constitución que en aplicarla para controlar los desmanes autonómicos, jamás habríamos llegado a esta situación.


Libertad Digital – Editorial