jueves, 15 de septiembre de 2011

El candidato. Miren a Rubalcaba. Por Bernd Dietz

Hay algo en el rictus de Rubalcaba, en sus inflexiones de voz y en su desgarbado lenguaje corporal, ese que es crecientemente incapaz de llenar sus trajes de impostor asténico, que indica una tribulación perturbadora.

Rubalcaba, hoy un sufrido figurante, incluso más que bajo el GAL o el Faisán, es como un danzarín grotesco que continúa ensayando cabriolas cuando la música hace bastante tiempo que ha dejado de sonar. De su boca brotan recetas y diagnósticos que, si jamás fueron creíbles, ni siquiera para sus emisores, ahora resultan clamorosamente zafios. Estomagantes incluso para un tonto del montón. Para el destinatario sociológico según sus burdos cálculos, al que tal candidato ofende llamándolo inteligente, con ese recochineo típico del caciquismo izquierdista.

Pero esto es como seguir montado en la bicicleta sin saber mantenerla derecha, ni tener suelo sobre el que evolucionar y hasta sin que exista bicicleta. Los políticos al uso están acostumbrados al pedaleo virtual, se han habituado a la credulidad popular, tienen motivos contrastados en la práctica para fiar sus expectativas al engaño bonito. Sin embargo, hay algo en el rictus de Rubalcaba, en sus inflexiones de voz y en su desgarbado lenguaje corporal, ese que es crecientemente incapaz de llenar sus trajes de impostor asténico, que indica una tribulación perturbadora. Él carece de esa fe en el autoengaño, condición previa para lograr mentir con alegre desparpajo, que tornó exuberante dentro de su ya explícita patología y contando con la riqueza que no había generado él, a Zetapé. El cántabro conoce las limitaciones de la química y la física. Sabe que, llegado el punto de ruptura, hasta la estructura de cristal más imponente estallará en pedazos. A abandonarnos como un desodorante justo cuando menos nos conviene apestar. Que incluso entre nosotros, que vivimos por tradición picaresca de gorra y de prestado, la mentira encandiladora puede llegar a fallar. Actúa el galán en ese instante del final de la fiesta, entre imprevistos abucheos, comenzando a ser incapaz de creerse que el patético montaje que le ha designado como jefe tenga visos de asegurar su compostura.


¿Qué pasará con la ecuación del 11-M, que tantas tardes de gloria, ciertamente mugrienta, le concedió al PSOE? ¿Que consintió que tantos advenedizos tocaran moqueta, se hicieran un sabroso patrimonio y repartieran favores y juguetes caros entre la parentela extensa? ¿Admitirán las reglas de lo no escrito, ni investigable, ni punible judicialmente, que podamos rehacernos? ¿Consentirán que venga una derecha en horas bajas, desmochada de ínfulas, representada ante todo por mujeres decentes, brillantes y excepcionales, para adecentar los establos de Augías que han engorrinado los chorizos y los cantamañanas de la ceja? ¿Tendrán licencia estos pobreticos burgueses del PP para introducir un mínimo y módico contingente de medidas destinadas a impedir que nuestra sociedad arda en holocausto caníbal?

Esa es la gran pregunta. ¿Qué dice aquella antigua computadora que glosara Vicent en los albores felipistas, cuando la suciedad parecía menor? España es un digno y resplandeciente país, lleno de gente cuerda y expectante, pese al progresismo de burbuja infantil. Femeninamente aguardamos la respuesta, al no poder albergar una confianza adulta en el transparente turnismo democrático, según pasa en Occidente. Pues esto no es que llegue un guapete entrenador de fútbol, armado de trucos y ropa de diseño, para que nos invite a madrugar. Esto es aspirar a saber si la nación puede, por una vez, erguirse sin ataduras y ser ella misma a pesar de su mafia dirigente. Y, sobre todo, a pesar de los que mueven los hilos de nuestra nomenclatura corrupta. El pueblo espera escéptico, ante el televisor. La zarrapastrosa fotogenia de Rubalcaba comporta un augurio siniestro. No sabemos aún de qué.


Libertad Digital – Opinión

La peor campaña. Por Martín Prieto

Estando técnicamente en campaña electoral desde antes del verano ésta tenía que ser la liza más mezquina de nuestra democracia, tal como el Presidente saliente y silente se deja humillar en público por su sustituto en la brega política. Tierno Galván no leía el programa de su partido por considerarlo irrelevante, y sabemos que las promesas políticas se fabrican con materiales de aluvión. Todo empeora cuando el PSOE no presenta un candidato a la Presidencia del Gobierno sino a la Secretaría General del partido, que es lo único a que puede aspirar Rubalcaba. En ese espacio ucrónico cabe toda la vileza, demagogia, populacherismo y peronismo que se le puede inferir al desarmado votante, como usar la fiscalidad como mercadoctenia electorera.

El PSOE creyó que subir los impuestos era de izquierdas, luego que bajarlos era progresista y ahora que da igual reponer lo que quitamos ayer, como el impuesto al Patrimonio, ilegal tributo doble. Con el Partenón en el paisaje ninguna cantidad es desdeñable, pero lo que obtendría Rubalcaba con esa exacción no alcanzaría para becas Erasmus y menos para empleos juveniles. El PSOE pasa de los efectos ( Borrell, Rubalcaba ) a los síndromes, y ahora toca el síntoma Robin de los Bosques porque Elena Valenciano no supera sus lecturas infantiles. Probablemente el arquero de Sherwood nunca existió pero las leyendas orales indican que el sheriff de Nottingham tenía razón porque el rufián robaba a los ricos y a los pobres. Lo que importa es que Rubalcaba se perfume de romanticismo anticapitalista para virar a la izquierda lo que quede de éste socialismo tras el parto de nalgas de noviembre.


La Razón – Opinión

La caja mágica. Fidel no viaja en chivichana. Por Domingo Soriano

En Sierra Maestra, precisamente donde comenzó ese sueño revolucionario que se ha transformado en pesadilla, sus habitantes no tienen cómo desplazarse. Por eso, han ideado un cacharro mitad trineo y mitad patinete que se llama chivichana.

Me encuentro en el canal Odisea un precioso documental, capaz de reflejar la realidad cubana mucho mejor que la mayoría de los sesudos artículos o historias sobre la isla del Caribe. Se llama Transitando y lo han producido Domingos Guimaraez y Antonio Maltez.

La película es preciosa en su sencillez: no tiene comentarios de los realizadores, sólo se escucha el sonido ambiente y las declaraciones de los cubanos que aparecen ante la cámara. Tampoco se crean que es un documental de crítica política: ni siquiera se menciona, ni falta que hace, a los hermanos Castro. De hecho, el argumento es casi trivial: estos dos tipos han salido con su cámara al hombro con el objetivo de averiguar cómo se mueve la gente en el paraíso comunista.

Puede que a los habitantes de la desarrollada Europa les sorprenda que alguien se haga esta pregunta. Pero en Cuba, tras más de medio siglo de Revolución, el mero hecho de viajar de un pueblo a otro se ha convertido en una absoluta odisea (y no estamos haciendo un juego de palabras con el nombre de la cadena).

Ni un solo minuto de su metraje tiene desperdicio. Los cubanos tienen que recurrir cada día a todo su ingenio para sobreponerse a la pobreza y a la falta de oportunidades propias del asfixiante régimen político que les somete. Es casi gracioso, dentro de lo trágico, ver cómo incluso tras cincuenta años de opresión, aún les queda imaginación para sobrellevar el pesado fardo que les impone su tirano.


De esta manera, vemos a decenas de personas hacinarse en la caja de un camión para recorrer unas pocas decenas de kilómetros; nos encariñamos con un balsero, que tiene que remar cada día en su canoa para llevar lo que produce hasta el pueblo más cercano; y nos conmueve la historia de un tipo en Santiago, que nos cuenta cómo vendió su casa para comprarse una pequeña motocicleta, con la que hace de taxista de turistas y convecinos y se saca un sueldo extra (que, por otra parte, no le permite más que para vivir en condiciones que en España calificaríamos de grave pobreza).

Pero si hay una historia que emociona (a medio camino entre la risa y el llanto) es la de la chivichana. En Sierra Maestra, precisamente donde comenzó ese sueño revolucionario que se ha transformado en pesadilla, sus habitantes no tienen cómo desplazarse. Por eso, han ideado un cacharro mitad trineo y mitad patinete que se llama chivichana. Consiste en unas tablas de madera puestas sobre un par de ejes con ruedas, a las que se ha acoplado un rudimentario volante hecho de plástico y cuerdas. Evidentemente, no tiene motor (entre otras cosas porque no hay combustible), así que aquellos que las utilizan tienen que subir tirando de ellas cuando van cuesta arriba. El esfuerzo merece la pena porque, cuando uno toma el camino de regreso (en ocasiones con la carga recogida en la montaña), puede lanzarse por las pendientes a más de 80 kilómetros por hora.

Uno no quiere ni pensar en cuántas personas habrán tenido graves accidentes por montarse en uno de estos artilugios, en los que viajan dos o tres personas con sacos y todo tipo de víveres. Es mejor quedarse con la imaginación de esos cubanos, que luchan cada día contra todo el peso del Estado.

De hecho, puede que en alguno de sus próximos viajes por la isla, alguno de estos lugareños invite a los altos mandos del Partido Comunista a probar este medio de transporte tan típicamente cubano. Incluso, podrían intentar convencer a estos funcionarios a que lo exporten como un logro de la Revolución. El problema es que no creo que nadie en el politburó cubano sepa siquiera de qué estamos hablando. Mucho me temo que ni Fidel ni Raúl Castro han viajado nunca en chivichana.


Libertad Digital – Opinión

Nos quitarán el piso. Por José Antonio Vera

Teníamos la esperanza de que la salida de Zapatero pusiera fin a la fiesta de improvisación a la que nos han tenido acostumbrados los socialistas. Pero se ve que no. Ayer mismo, Blanco decía una cosa y Rubalcaba la contraria. El ministro portavoz asegura que el Impuesto sobre el Patrimonio lo pagarán los españoles que tengan más de un millón, que él calcula deben ser alrededor de 90.000 ciudadanos. El candidato, sin embargo, cree que los «paganinis» serán entre 200.000 y 300.000, y que la tasa no afectará más que a los que tienen propiedades por valor superior a los tres millones. ¿Alguien entiende algo? La única explicación posible es que Rubalcaba esté presionando para salvarse a sí mismo de tener que apoquinar por el famoso «impuesto de los ricos», pues es sabido que nuestro hombre en Ferraz ha declarado un patrimonio de un millón de euros. Algo que a Blanco le da igual, porque sólo dice tener 74.912 euros. Total, que a estas alturas no sabemos aún si Bono, con dos millones, tendrá que pagar o no, porque nadie aclara a partir de que cantidad se considera que un individuo es rico. Eso sí, a los afectados se les cobrará tres veces por lo mismo: el Impuesto de contribución, el de Patrimonio y el que se liquida al comprar la propiedad. El próximo paso será que nos quiten directamente el piso.

La Razón – Opinión

Inmersión. ¡Uy!, la segregación. Por Cristina Losada

La mayoría del Congreso se ha pronunciado por desobedecer las sentencias de los más altos tribunales. Un suceso escandaloso en una democracia si no fuera por el callo que hace la costumbre.

Los tribunales han ordenado que el sistema educativo de Cataluña se modifique a fin de incluir, como lengua docente, el español. Ante esa osadía, los diputados socialistas y nacionalistas han aprobado una moción en defensa de aquel sistema tal y como está. No caben acrobacias retóricas. La mayoría del Congreso se ha pronunciado por desobedecer las sentencias de los más altos tribunales. Un suceso escandaloso en una democracia, éste de un legislativo contrario a cumplir las decisiones judiciales, si no fuera por el callo que hace la costumbre.

La moción por la insubordinación tiene su miga. Agita un espantajo que el nacionalismo y sus asociados instalan siempre para ahuyentar críticas: el peligro de la segregación. Así deslizan la especie de que separar a los alumnos por lengua es una aberración análoga a la de segregar por raza. Díganle a la democracia británica que las Gaelic Medium Units de Escocia, que en escuelas que utilizan el inglés alojan a los alumnos que desean recibir clase en gaélico, son el apartheid. Pero los tribunales no mandan que se separe a los alumnos ni sus sentencias implican tal cosa. Han dictado que se integre el español como lengua vehicular. La Generalidad se jacta de no segregar, pero resulta que ha segregado previamente. Si todos los que están en el sistema son "blancos", dentro de él no hay segregación, pero sólo porque los "negros" han quedado fuera.

La segregación es pirotecnia semántica destinada a sobrecoger a los incautos con imágenes de encapuchados del Ku Klux Klan. Es gente impresionable que aplica a las lenguas el criterio ecológico –"salvemos a las pobres y perseguidas ballenas"- y olvida que las ballenas son los derechos de las personas. Pero ya puestos en la analogía racial, recuérdese que los partidarios de la segregación en las escuelas de los Estados sureños se negaron a cumplir las sentencias de los tribunales. Rabiosamente. El presidente Eisenhower tuvo que enviar tropas de la 101 Airborne Division para proteger el ingreso de nueve niños negros en un instituto de Arkansas. Y Kennedy a los U.S. Marshals para escoltar la entrada del primer estudiante negro en la Universidad de Mississippi. En realidad, Kennedy se resistió cuanto pudo a hacer ejecutar las sentencias contra la segregación. No quería incomodar a sus huestes del Sur, a las que debía la victoria. Sí, él también tenía su PSC, pero al final cumplió. El PSOE incumple hasta el final.


Libertad Digital – Opinión

Presidente, dame un impuesto. Por Magdalena del Amo

Tengo la sensación de que Rubalcaba nos toma por tontos. Como un regalo preelectoral le pidió un impuesto a Zapatero y le faltó a éste tiempo para entregarle en cajita con lazo rojo el impuesto –Santa Rita, Rita, Rita, lo que se da no se quita—sobre patrimonio. Y nos lo cuenta en tono medio burlón, con la desfachatez propia del que se considera por encima del resto de los mortales. No me refiero a las seis páginas de El País –que también—sino a sus continuas y cansinas intervenciones guiñolescas. Trata a los periodistas como si fuesen niños de primaria; y no es de extrañar, visto el gusto de muchos de comulgar con ruedas de molino, que ya es pena. Y qué decir de sus continuos tics de manos, que ponen nervioso al más linfático mientras enhebra mentira tras mentira, sin inmutarse. Tan amantes como son de programas tipo La Noria –me refiero a los de la izquierda—, deberían someter a Rubalcaba al polígrafo, aunque corren el riesgo de que el propio Cleve Baxter se revuelva en su tumba al comprobar lo bajo que ha caído su artilugio.

Rubalcaba continúa paseando su burla por España. ¡Con qué cinismo decía hace unos días lo fácil que era acostumbrarse a vivir en paz, a propósito de su visita al País Vasco! ¡El faisán, Rubalcaba, el faisán!, que ahí lo tiene usted como espada de Damocles. Y deje de distorsionar la realidad contando que la culpa la tuvo Francia, porque la jueza Levert, está todavía que trina. Y no siga poniendo de ejemplo a Garzón porque todos conocemos bien la cadena de cambalaches que en los últimos años se dieron por esos pagos de las salas de justicia. Pero día llegará en que fiscales y jueces puedan ejercer la justicia sin miedo a que seres de escasa moral les presionen desde sus poltronas de poder. Por cierto, no le esperaban las metralletas en el aeropuerto porque sus portadores están, gracias a él, en los consistorios y en las juntas vascas. ¡Qué poco respeto tienen por los muertos!


Y con qué indignidad habla Rubalcaba de la muerte digna, su proyecto estrella, el primero que pondrá en marcha si llega a gobernar. ¿Cuántos viejos hay en España? ¿Cuánto podemos ahorrar si vamos eliminándolos poco a poco? Fíjense en sus reflexiones: “… ¿cuándo desahucias a un enfermo?; ¿cuál es el límite de los servicios que le das a alguien que sabes que va a morir? Todo eso es un mundo a caballo entre la ciencia, la política, la economía y la moral”. El comienzo de la vida y el fin, señor Rubalcaba, tienen que ver con la ciencia y la moral, pero no con la política y menos aún con la economía. Deje que los paliativistas, de acuerdo a la lex artis ayuden a los viejos y enfermos a vivir una buena muerte. Aunque recordando la exhibición de Mar adentro –la película del socialismo, como Ich klage an lo fue del nazismo—con los cejateros corifeando, y la aclamación al doctor Montes, el de las sedaciones de Leganés, ¡qué se puede esperar! ¿Quieren los de la izquierda a sus hijos minusválidos o retrasados, y a sus personas mayores? ¿Tiene madre Rubalcaba? En caso afirmativo, me gustaría repetirle aquella expresión castiza que la seña Rita de la Verbena de la Paloma le decía al desesperado Julián: ¡Alfredo, que “ties” madre!

Los coqueteos con los “quincemeros” –ahora se llaman así—son de vergüenza. Es decir, que alguien que fue hasta hace poco ministro del Interior y que pretende gobernar España dice que a estos ilegales la democracia no les resuelve sus problemas pero que no son antisistema y son gente educada y guay. Me pregunto yo si agredir a los parlamentarios, intentar asaltar la asamblea de Madrid, el Ministerio del Interior o tomar calles y plazas sin autorización es lo que le pone a Rubalcaba.

Zapatero debe estar a cuadros. Tantos años con Rubalcaba al lado, ayudándole a hundirnos en la miseria, y ahora ha descubierto además de la cuadratura del círculo, unos teoremas geométricos que no figuran en los tratados de Euclides y la solución a todos los problemas de España. ¡Date el piro vampiro!


Periodista Digital – Opinión

Agitando las aguas. Por Javier González Ferrari

En la campaña de 2008, Zapatero, que llevaba meses negando la crisis, le decía a Iñaki Gabilondo antes de la entrevista que iba a realizar en Cuatro, que a su partido, al PSOE, le convenía la tensión para ganar. Y es que es en las aguas revueltas donde mejor han pescado siempre los socialistas. En aquel momento las encuestas daban una ventaja estrecha, pero suficiente, a ZP pero aún así apostó claramente por la estrategia de la tensión para asegurar la victoria. Ahora, tres años y medio después, no hay un solo sondeo que no augure un descalabro a un PSOE con Rubalcaba al frente, desnortado y con una ristra de fracasos políticos y económicos sólo comparable a los cosechados por la UCD del año 82. Ante este panorama la decisión de agitar todo lo posible la calle parece más que tomada por los responsables de la campaña socialista. Desde las huelgas de los profesores en Madrid, hasta la permisividad absoluta con los llamados indignados que campan por sus respetos sin que la Policía pueda tocarles un pelo porque desde el Ministerio de Interior, tal y como han denunciado los sindicatos policiales, se ha dado la orden de mirar hacia otro lado. Nos esperan, pues, dos meses de tensión y, si Rajoy gana con la holgura que se anuncia, ya puede ir atándose los machos porque quienes han tragado carros y carretas con ZP en La Moncloa, van a intentar ponerle imposible al PP la gobernación de un país instalado en la incertidumbre y la frustración. La que están montando los sindicatos de la enseñanza en Madrid por el aumento en dos horas de su semana laboral, se compadece mal con ese cinco por ciento de merma en sus sueldos decretado por el gobierno de la Nación. Eso sí que fue un recorte y no lo anunciado por Esperanza Aguirre, pero ya se sabe que los sindicalistas de este país, o al menos la mayoría de ellos, se mueven por razones políticas e ideológicas, y no por la defensa de los trabajadores. Hasta ahora a ellos les ha ido de cine, y nunca mejor dicho, porque llevan viviendo de las subvenciones, como los de la ceja. Sindicatos, titiriteros y lo que queda del movimiento del 15-M, que no es otra cosa que radicales de izquierda alentados desde la calle Ferraz de Madrid, ya velan armas para intentar montar el gran follón y cargarle el muerto que deja el actual Gobierno central y los gobiernos autonómicos de los que los votos han desalojado al PSOE, a un PP que va a tener que tomar decisiones durísimas para salvar los muebles de esta casa común llamada España, que hoy es una auténtica ruina.

Si se cumplen las previsiones y el 20 de noviembre cambia el signo del Gobierno, con la prudencia que le caracteriza, pero con la mayor de las firmezas, Rajoy tendrá que explicar lo que se ha encontrado de verdad y los sacrificios que hay que hacer para enderezar el rumbo. Porque ahora, más que nunca, los españoles nos merecemos un gobierno que no nos mienta como ha hecho el actual durante años.


La Razón – Opinión

Inmersión. Tontos útiles. Por José García Domínguez

Debo confesar que, en mi ingenuidad, yo lo suponía una criatura difunta y enterrada en el fondo del baúl de la memoria sentimental de la izquierda. Pero resulta que no estaba muerto, que estaba de parranda..

Acaso ningún otro personaje tan patético habrá generado el animalario político del siglo XX como la figura del tonto útil, aquellos pobres monigotes que los partidos comunistas gustaban manejar entre bambalinas. El tonto comprometido, por norma general algún artista célebre henchido de su propia bobería, se presentaba ante la opinión rodeado de un aura de radiante autenticidad. Un aura genuina, urge añadir. Y es que la tontería del tonto útil acostumbraba a resultar incuestionable, sin mácula, pura. El tonto útil era en verdad tonto, de ahí el inconfundible tono beatífico de sus deposiciones tanto públicas como privadas.

Debo confesar que, en mi ingenuidad, yo lo suponía una criatura difunta y enterrada en el fondo del baúl de la memoria sentimental de la izquierda. Pero resulta que no estaba muerto, que estaba de parranda. Y helo ahí, grotesco como en sus mejores tiempos, avalando la prohibición del castellano en Cataluña desde su escaño del Congreso de los Diputados. Alegre aliado de sus sepultureros, al modo de esos espectros humanos que se arrastran por las novelas de Kundera. Es de sobra sabido, por lo demás, que su émulo contemporáneo, el tontito socialdemócrata, sufre una compulsiva reacción pavloviana ante voces tales como "diversidad", "segregación" o "cohesión social". Para él, oír cualquiera de esos términos y colocarse en situación de firmes, todo es uno.

Tal que así, andan ahora persuadidos de que se impone demoler los fundamentos mismos del Estado de Derecho, comenzando por las sentencias del Supremo, como tributo a la cohesión social catalana. Aunque lo coherente entonces sería prohibir el uso del español no solo dentro de las aulas, sino también fuera. Sobre todo, fuera. ¿O tal vez la cohesión social de Liliput no se resiente gravemente cada vez que los herejes farfullamos el castellano en calles, bares y comercios? A fin de cuentas, la Albania gramática que siempre soñaron los catalanistas de todos los partidos ya está casi al alcance de la mano. Un pequeño esfuerzo más, unos cuantos tenderos amenazados y multados, otra conferencia de Francisco Caja o de Vidal Quadras reventada, el enésimo auto judicial exhibido en los retretes de la Plaza de San Jaime, y la autarquía fonética dejará, por fin de constituir una utopía medieval. Y los tontos de Madrit, felices.


Libertad Digital – Opinión

Demasiados frentes abiertos

La ralentización del crecimiento en Europa ha agravado el déficit de confianza en las economías periféricas y lo ha generado incluso en los países punteros de la Unión. Las instituciones comunitarias tienen demasiados frentes abiertos y la toma de decisiones va muy por detrás de los acontecimientos. La apuesta por salvar a Grecia de la bancarrota parece firme, aunque el desenlace es difícilmente evitable si el escenario no sufre cambios graves. Angela Merkel, Nicolas Sarkozy y el primer ministro griego, Yorgos Papandréu, se citaron ayer por vía telefónica para materializar ese compromiso con el país heleno, pero el obstáculo no es la voluntad de las locomotoras europeas, sino la envergadura y las ramificaciones de una crisis cuyo efecto contagio amenaza ya a España, Italia e incluso Francia. El FMI avisó ayer mismo de que nuestro país precisará de «apoyo externo» para controlar los riesgos de la caída griega, lo que da una idea de la vulnerabilidad española ante un horizonte de riesgo máximo. Frente a esa reválida permanente de los mercados, la alternativa de los eurobonos ha ganado enteros como solución al problema de la deuda de la Eurozona. Es una opción que merece ser tenida en cuenta, pero sin distorsiones como la que se vivió ayer cuando el presidente de la Comisión, Durao Barroso, anunció que la planteará en breve y el Gobierno alemán expresó su oposición frontal minutos después. Esa discrepancia muestra la debilidad y las carencias del proyecto europeo para afrontar la encrucijada. Fue un mensaje muy negativo para la credibilidad de Europa que no se debería repetir. El propio Banco Mundial tachó de «irresponsable» a la eurozona por no actuar unida, y tiene razón. En cuanto a su eficacia, los eurobonos resultan un instrumento positivo para economías como la española, pero no son la panacea. En todo caso, creemos que esa emisión de deuda europea no puede ser un instrumento en solitario, sino que debe enmarcarse en la nueva gobernanza comunitaria, en la que los Estados estén dispuestos a perder soberanía fiscal y económica para ganar estabilidad y solvencia. Si no fuera así, los temores de Alemania de que no se atacaría el problema del endeudamiento, sino que se facilitaría aún más la creación de deuda, estarían justificados. En cualquier caso, de nada servirán los eurobonos ni cualquier otro instrumento si países como España no cumplen con el ajuste fiscal. Las comunidades no controlan su gasto y no parecen ser conscientes de lo que se avecina. La agencia Fitch bajó ayer el rating a cinco comunidades y amenazó con una nueva rebaja de la calificación de la deuda española debido a la ralentización del crecimiento y al incumplimiento de los objetivos de déficit de las autonomías. Es otro revés para nuestra confianza que agrava las constantes vitales de una economía estancada y que bordea peligrosamente un escenario de colapso. La disciplina presupuestaria y los recortes no pueden ser una pose ni mera retórica. La responsabilidad de los gobernantes es máxima y no pueden vender humo. Es hora de que la asuman con todas las consecuencias, sea o no periodo electoral.

La Razón – Editorial

Señales mixtas

Los gestos más solidarios de Berlín y Bruselas ayudan a frenar el pesimismo de los inversores.

En el contexto de la marcada volatilidad que vienen exhibiendo los mercados financieros desde hace semanas, la jornada de ayer ha recibido señales que han constituido algunos paños calientes para aquellos de bonos públicos y acciones que han sido más castigados en las últimas jornadas. Han sido, eso sí, apenas suficientes para neutralizar parcialmente las consecuencias adversas de la reducción en la calificación crediticia de dos bancos franceses.

La más explícita de las buenas señales la ha aportado la disposición mostrada por el presidente de la Comisión, Durão Barroso, a preparar una eventual iniciativa tendente al lanzamiento de bonos conjuntos, a la mutualización parcial del riesgo soberano en la eurozona; ha sido sin duda una de las razones que ha animado a quienes compran en los mercados financieros, aun cuando su virtualidad sigue condicionada a que la Administración alemana venza su conocida resistencia al respecto. Favorable ha sido igualmente la aprobación parlamentaria del paquete de austeridad presupuestaria que finalmente propuso el Gobierno italiano, aun cuando quepan serias dudas de su grado de suficiencia y, en todo caso, de su aplicación final. También ha favorecido ese ambiente comprador la noticia de que algunos Gobiernos de países emergentes estarían considerando apoyar la solución de la crisis soberana en la eurozona mediante la adquisición de deuda pública italiana y española, así como la entrada en el capital de algunas empresas.


Son todas ellas meras declaraciones de intenciones, pero de efectos ligeramente balsámicos en el clima de tensión que viven los mercados, en la medida en que favorecen un cambio de la atmósfera de marcado pesimismo que viene reinando sobre el futuro de la eurozona. Que se atenúen las probabilidades de una desordenada suspensión de pagos de la deuda pública griega, concediendo más verosimilitud a la reestructuración en ciernes, constituye, al menos, un cierto alivio.

La contrapartida probablemente más adversa ha llegado de parte del Gobierno austriaco, reticente a ampliar el fondo de rescate y, desde luego, a la instrumentación de los eurobonos anunciados por Barroso. Lo más relevante, en todo caso, es que las autoridades alemanas abandonen su manifiesta inhibición y concreten la nueva modulación de la retórica, algo más cooperativa, que mantiene la canciller Merkel desde la sentencia del tribunal constitucional alemán. La conversación entre ella, el presidente francés, Sarkozy, y el primer ministro griego, Papandreu, no fue ningún alarde de flexibilidad, pero aleja el riesgo de quiebra descontrolada de Grecia que situaría al conjunto de la eurozona al borde del colapso. La apuesta a la permanencia de Grecia en la zona monetaria es un mensaje tranquilizador.

Es un soplo de ligera esperanza que, en el mejor de los casos, supondrá ganar tiempo y distanciarnos, aunque sea marginalmente, del peor de los desenlaces. También permitirá que el BCE siga alimentando de liquidez a los bancos con problemas.


El País – Editorial

El supervisor de nubes, de rositas

Que dijera que “el mejor destino es el de supervisor de nubes acostado en una hamaca”, en alusión a su futuro, es una demostración palpable de que carece de capacidad para empatizar con las víctimas de su lamentable gestión.

El todavía presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero no se ha caracterizado nunca por estar a la altura de las circunstancias, ni en las cumbres europeas, ni en las fotos de familia con Obama, ni en la política "doméstica" y ni siquiera en el desempeño administrativo de sus funciones representativas y ejecutivas. Sin caer ni en la crítica ni en la caricatura, su gestión ha sido un verdadero desastre en el que cuesta, por no decir que es imposible, encontrar algún detalle, acción o declaración oportuna. La primera y última vez que recibió en Moncloa a las víctimas del terrorismo no tuvo el más mínimo empacho en soltarle a María Jesús González, madre de Irene Villa, que la comprendía perfectamente porque él había perdido a su abuelo. Horas antes de que ETA atentara contra el aeropuerto de Barajas y matara a los ciudadanos Palate y Estacio, aseguró en relación al terrorismo que venían tiempos mejores. Y si en el plano social y político su paso por la presidencia del Gobierno no contiene ni un solo elemento positivo, en el económico también han sido sonadas sus meteduras de pata, como la de que España estaba entre los países "de champions", etcétera, etcétera. Todo ello demuestra la manifiesta incapacidad de Zapatero para comprender las circunstancias que le rodean y el mundo en el que vive, las implicaciones de sus palabras y las consecuencias de sus actos.

Sin embargo, cabría esperar de quien se ha pasado siete años al frente de los destinos de una nación un cierto sentido de la oportunidad, al menos para no seguir ofendiendo de forma gratuita a la mayoría de los españoles, incluso a aquellos que le han votado. Que dijera que "el mejor destino es el de supervisor de nubes acostado en una hamaca", en alusión a su futuro, es (además de un involuntario resumen de lo único de provecho que ha debido hacer en el pasado) una demostración palpable de que carece de capacidad para empatizar con las víctimas de su lamentable gestión, rasgo que en términos médicos alude a graves desequilibrios emocionales. Sólo a quien nada más le importa lo suyo puede explayarse de forma tan obscena respecto al "dolce far niente" que le espera. Cualquier otro en su lugar se guardaría muy mucho de revelar tales intenciones en un país con cinco millones de parados, al borde del precipicio económico y con una crisis institucional y territorial que se refleja a las claras cuando la Generalidad, con el apoyo del PSOE, se niega a cumplir la ley sin que ocurra nada. En ese contexto y con un balance de paro y ruina económica muy superior al generado por la propia crisis, Zapatero ya se ve mecido en una hamaca de su lujoso chalet de León, con piscina semicubierta. Zapatero husmea las mieles del retiro, la suculenta pensión de expresidente y ni siquiera el drama de millones de familias españolas le impide recrearse en lo que le espera, una jubilación de oro entre aplausos y parabienes, como los del portavoz popular en el Senado, Pío García Escudero, cuyo sentido de la educación se sobrepuso a la exigencia política que debería presidir las relaciones entre gobierno y oposición. El supervisor de nubes se va y se va de rositas, con un aire de beatitud que resulta francamente insano y deleznable en medio del solar en el que ha convertido España.

Libertad Digital – Editorial