sábado, 17 de septiembre de 2011

Del relativismo social a la podredumbre moral. Por Inmaculada Sánchez Ramos

El relativismo es propio de las sociedades postmodernas, aunque es un pensamiento que ya existía en Grecia, partiendo de la tesis filosófica, según la cual, existen tantas verdades como personas crean estar en la verdad. Con lo que la verdad según esta hipótesis dependería de factores físicos, psicológicos o culturales que influyen en los juicios que las personas se hacen sobre la realidad. Por tanto, el relativismo mantiene que, no hay una verdad única e inmutable, sino que existen tantas verdades como personas creen tener un conocimiento de ellas.

En nuestra sociedad el relativismo se formula normalmente para quitar valor a un hecho determinado y justificarlo. Si la verdad depende de cada uno no habría cosas buenas ni malas y no habría necesidad de pedir explicaciones a nadie por sus hechos. Si nuestros actos, pensamientos y opiniones no son correctos ni incorrectos, sino que sólo dependen del juicio de cada uno ¿habría necesidad de pedir perdón?

Si no existe ningún acto bueno, en qué se basan nuestros derechos y la justicia que mana de los mismos. Debido a que no existe ni el bien ni el mal no existe la necesidad de pedir perdón, en virtud de lo cual podríamos afirmar que el nazismo es bueno, es decir, si no hay actos malos por qué afirmamos que el nacismo es malo.

Desde un tiempo a esta parte vivimos en España un relativismo moral que pretende alzarse como valor dominante. Este relativismo moral con su podredumbre lo que pretende es crear confusión frente a dichos valores dominantes, más aún, quiere erigirse como norma moral.
Finalmente, si todo es relativo esta afirmación relativa también lo sería.


Periodista Digital – Opinión

Demagogia pura y dura. Por Carmen Gurruchaga

Un gobierno agónico, sustentado por un partido que se dice socialista, resucita el Impuesto del Patrimonio con la pretensión de recuperar a parte de su electorado que no le ha abandonado por las medidas liberales que se ha visto obligado a tomar, sino por el camino errático y contradictorio de los últimos tiempos.

Sin buscar otro ejemplo distinto, el propio Partido Socialista eliminó este impuesto por obsoleto, injusto e inapropiado y ahora, ante unas elecciones, el «candidato» pide a su gobierno que lo vuelva a poner en marcha con el demagógico argumento de que quiere que paguen los ricos para con ese dinero crear empleo juvenil.

El paro entre los jóvenes españoles llega casi al 50 por ciento, por lo que no es posible que la cantidad «irrisoria» que se a va recaudar con ese impuesto sirva para tan loable fin. Así pues, resulta evidente que se trata de una medida populista de corte electoralista. ¿Por qué no se anuncia que se emplearán todos los medios para encontrar el mucho dinero oculto en la inmensa bolsa de fraude existente? ¿Por qué no se presta a hacer demagogia? Y vaya por delante que lo sensato es hacer pagar más a quien más tiene, pero una medida como la adoptada ayer, en caso de perdurar, sólo lograría desincentivar el ahorro, favorecer la elusión y agredir al contribuyente, pues supone una doble imposición con otros impuestos como el IBI y el Impuesto de circulación.

Además, el patrimonio procede de una renta que ya ha sido gravada en el IRPF y que cuando dedica parte de la misma al ahorro en inmuebles –el principal ahorro de los españoles–, también tributa en el IVA así como en otras tasas e impuestos.


La Razón – Opinión

ETA. La derrota moral del terror. Por Ignacio Cosidó

La sociedad española ha soportado demasiado sufrimiento por la acción criminal de ETA como para poder conformarse con un empate moral con la banda terrorista en la que sus victimas sean equiparadas a las supuestas víctimas de la acción del Estado.

La victoria sobre el terrorismo es esencialmente una victoria moral. Por eso es fundamental que la desaparición del terrorismo tenga como base el reconocimiento de culpa por parte de los asesinos y el resarcimiento moral de sus victimas. Lo contrario puede significar que el terrorismo desaparece porque considera que ha vencido moralmente, que ha logrado los objetivos políticos por los que practicaba su actividad criminal y que, en este nuevo estadio, la lucha violenta debe dar paso a una fase de lucha política en la que sus metas puedan ser culminadas.

La sociedad española ha soportado demasiado sufrimiento por la acción criminal de ETA como para poder conformarse con un empate moral con la banda terrorista en la que sus victimas sean equiparadas a las supuestas víctimas de la acción del Estado en la lucha contra el terror. La violencia terrorista es intrínsicamente perversa, mientras que la acción del Estado, en el marco del Estado de Derecho y de la legitimidad democrática, es una exigencia política y ética.


Resulta absolutamente inaceptable que el Gobierno vasco acceda en el denominado Día de la Memoria a equiparar ambos tipos de victimas. Es una grave ofensa a las victimas reales y, de alguna forma, viene a equiparar la lucha democrática contra el terrorismo con la acción criminal de los terroristas. Espero que el Partido Socialista reconsidere su posición y no apoye la pretensión de quienes en última instancia pretenden dar una coartada moral y una justificación histórica a los terroristas.

El Gobierno y la Fiscalía están obligados, además, a perseguir todas aquellas expresiones de apoyo a los terroristas que cumplen condenas por los crímenes cometidos, las justificaciones públicas del terrorismo o la negativa a condenar de forma clara y contundente sus crímenes, hechos que por desgracia se prodigan cada vez más, amparados y protagonizados por los representantes políticos de los terroristas a los que incompresiblemente se les han vuelto a abrir las puertas de las instituciones democráticas.

La gran eficacia de nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad han llevado a ETA a un momento de gran debilidad criminal, pero su presencia en las instituciones democráticas está brindando a los terroristas una renovada fortaleza política. La desaparición de ETA no puede hacerse a costa de entregar el poder a sus representante políticos, de ceder aunque sea parcialmente en sus reivindicaciones totalitarias, ni de rehabilitar históricamente su acción criminal. Es esencial que en el final de ETA mantengamos principios muy firmes para poder lograr una verdadera derrota moral del terror a la que la inmensa mayoría de los españoles aspiramos y que debemos, desde hace ya demasiado tiempo, a las victimas.


Libertad Digital – Opinión

La ‘cuestión nacional’, esa otra encrucijada que hereda Rajoy. Por Federico Quevedo

Les decía el viernes que, sin lugar a dudas, la ‘cuestión nacional’ va a ser uno de los ejes centrales de la nueva legislatura, y que me había llamado la atención en ese sentido el discurso de Mariano Rajoy en Barcelona, no tanto por sus afirmaciones, como por sus silencios. A nadie se le escapa que uno de los grandes problemas de estas dos legislaturas de Rodríguez Zapatero ha sido, precisamente, la convivencia con el nacionalismo. En su primera legislatura, Zapatero abrió el melón territorial con la revisión de los estatutos, y lo hizo sin tener ni idea de cómo lo iba a cerrar, porque su única aspiración era contar siempre con la alianza de los nacionalistas para poder gobernar un país en el que cada vez resulta más difícil obtener mayorías absolutas en las elecciones porque la sociedad está mucho más diversificada. La apuesta por el ‘proceso de paz’ en el País Vasco llevaba esa misma dirección, la de crear una alternativa de izquierdas que sirviera de apoyo al PSOE en Madrid y en Euskadi, a imagen del Tripartito en Cataluña.

El problema es que la operación le ha salido mal a Zapatero y ahora el Gobierno socialista se va pero nos deja abierta en canal una situación endemoniada que habrá que resolver en esta próxima legislatura, y será bueno que lo haga un Gobierno fuerte en Madrid, porque de lo contrario va a ser muy difícil mantener el equilibrio entre el interés nacional y las aspiraciones nacionalistas. Pero cuidado, cuando digo y he dicho en muchas ocasiones, que algo está cambiando, también me refiero a eso. Mariano Rajoy es un político de la periferia, un gallego, que sabe perfectamente que la descentralización administrativa ha sido, es y será una muy buena solución para acercar la administración a los ciudadanos, pero sabe también algo más: si hay un país en el que conviven sensibilidades muy distintas y eso le hace susceptible de una estructura política federal, es España. De hecho, el modelo territorial que se pacto en 1978 iba por ese camino, pero no llegó a recorrerse del todo.
«Mariano Rajoy es un político de la periferia, un gallego, que sabe perfectamente que la descentralización administrativa ha sido, es y será una muy buena solución para acercar la administración a los ciudadanos.»
Miren, en la próxima legislatura va a ser necesario mucho diálogo con el nacionalismo. Mucho. Y habrá que empezar a pensar en que no está tan lejos el día en el que se pueda cerrar el modelo territorial dando opción a algunas de las aspiraciones del nacionalismo catalán, como por ejemplo un nuevo pacto fiscal que realmente permita a Cataluña sentir que su destino lo rigen los propios catalanes. ¿Hay algo malo en ello? Yo no lo creo, y creo que ese modelo es extensible al resto de comunidades autónomas, y por eso me llamó la atención el ‘silencio’ con el que respondió Rajoy a preguntas sobre este asunto. Él es plenamente consciente de que va a tener que negociar, incluso con mayoría absoluta, con el nacionalismo catalán para acercar posturas con Artur Mas en un tira y afloja en el que tendrá un especial protagonismo el tema de lengua: el Gobierno no puede dejar de garantizar el derecho de cualquier padre a que sus hijos estudien con el castellano como lengua vehicular, pero al mismo tiempo tiene que garantizar también la implantación del las lenguas co-oficiales como se establece en la Constitución, y obviamente la convivencia de ambos modelos casi siempre va a generar alguna clase de conflictos.

Ahora bien, si el Gobierno de Rajoy es capaz de satisfacer la principal reivindicación del nacionalismo catalán, puede ser que encuentre al mismo tiempo soluciones a un problema que realmente no está en la calle, pero que es evidente que ‘calienta’ sobremanera las relaciones del nacionalismo con el resto y sobre todo en campaña electoral.

Asunto distinto es el del País Vasco, porque ahí, sinceramente, se juega otra liga, la que tiene que ver con ese final de la violencia que vemos en un horizonte que, sin embargo, nunca se acerca lo suficiente. Se que esto que voy a decir me va a costar más de una crítica, pero me temo que ya no va a haber marcha atrás en la presencia de Bildu en las instituciones. Solo un atentado de ETA, Dios no lo quiera, podría hacer cambiar esa situación, pero sospecho, y Rajoy también lo sabe, que difícilmente vamos a volver a ver un atentado de la banda terrorista, luego habrá que irse acostumbrando a tener a sus secuaces en las instituciones y, más que probablemente, en el Parlamento Nacional, y sino al tiempo, y confiar en que la propia esencia del poder ‘corrompa’ el espíritu violento y reivindicativo de estas huestes hasta acabar convirtiéndose en una especie de ERC ‘made in Euskadi’. Pero, sin duda, ese escenario –que acabará conllevando la desaparición de ETA- va a introducir un elemento de sosiego en la vida política muy necesario para poder afrontar las reformas urgentes que el país necesita y cerrar, si es posible, el modelo territorial con una estructura que en definitiva suponga un avance en el modelo de descentralización que nos dimos en el 78, y no un retroceso.


El Confidencial – Opinión

"El Estado y el buitre de Unamuno". Por Miguel Higueras

El gobierno ha violado su neutralidad al restablecer el impuesto sobre el patrimonio, como uno de los candidatos exigía.

Mal está, mitigue o no el desbarajuste económico que el inspirador de la medida ayudó a provocar cuando gobernaba.

Lo peor es que lo que el gobierno saque con éste nuevo impuesto cebará todavía más a la burocracia estatal y agravará la anemia de la sociedad a la que está parasitando.

La alarma creciente de quiebra evoca la sombría mirada del buitre voraz de ceño torvo del soneto de Unamuno, cuando el grajo-estado traga el último despojo de la sociedad para saciar el hambre atroz que nunca se le apaga.

La glotonería es la enfermedad terminal de éste estado, refundación del que se consumió con la desaparición del que su fundador se había hecho a medida en el fragor de una guerra civil, que acabó con el que había nacido cuando, inopinadamente, unas elecciones municipales acabaron con siglos de monarquía.

La que viene no será la primera refundación del Estado en España y, afortunadamente, nada hace temer que haya que reedificarlo sobre las ruinas de un conflicto armado, como cuando la guerra de sucesión, la de la independencia, la de Cuba, las carlistas o la civil.

El que viene debería ser, en contraste con el actual, un Estado que devuelva la iniciativa a la población, renuncie a dirigirla y cambiarla y recaude impuestos de los ciudadanos para garantizarles su seguridad personal y frente a agresiones exteriores.

La mejor receta es reducir a esos dos fines la recaudación de impuestos.
La indolencia individual ha dado como resultado la renuncia colectiva de los españoles a asumir sus obligaciones y derechos como personas.

A pesar de esa dejación, los padres saben mejor que el Estado la educación que quieren para sus hijos y a los hijos les importa más que al Estado el bienestar de sus padres en la vejez.


Periodista Digital – Opinión

La apuesta de Rubalcaba. Por Gloria Lomana

El primer socialista que me dijo que comprendía que el PSOE fuera a perder las elecciones fue Guillermo Fernández Vara. El ex presidente extremeño reprochaba a su propio partido que hubiera gobernado atendiendo a los mercados, obedeciendo a Merkel, haciéndose fotos con los poderosos, llevando a La Moncloa a los 45 grandes empresarios, codeándose con Botín... Y ello, a la par que bajaban el sueldo a los funcionarios, se congelaban pensiones, se liquidaban cheques-bebé, ayudas a los parados y planes E. Zapatero se había dinamitado a sí mismo, había hecho el harakiri a sus principios, a su programa, a su partido y al candidato del futuro. Sólo un «valiente» como Rubalcaba podía hacerse cargo de esa apagada antorcha.

Hace tres meses ya escribí en esta misma columna que Rubalcaba sólo se haría cargo del partido para hacerle una enmienda a la totalidad a Zapatero, para voltear el discurso, para defender a los desfavorecidos y atacar a los ricos. Así, con esa simplista dicotomía, otra vez los pobres y los ricos, la derecha y la izquierda. Vuelta al PSOE obrero del puño y la rosa. Y estamos en lo cierto porque éste va a ser el eje de su campaña, la última esperanza que le queda a Rubalcaba para arañar los votos socialistas que en las municipales y autonómicas se fugaron en todas direcciones.


La demagogia que vamos a escuchar, pues, es sencilla: la derecha defiende la los ricos y la izquierda, a los trabajadores. Mensaje ramplón pero de gran calado. El PP debería reaccionar con contundencia. Basta con alegar que los socialistas prometen castigar a los ricos en campaña, pero cuando gobiernan, como hizo Zapatero, quitan el Impuesto del Patrimonio y se abrazan con los banqueros. Y que los socialistas empiezan poniendo el impuesto de patrimonio y luego suben el IVA, el IRPF y lo que se tercie. Porque, por definición, la izquierda es intervencionista. Y visto lo visto, derrochadora. Una cosa es mantener el Estado del Bienestar, para primar la Educación y la Sanidad, y otra son los planes E, para trasladar la tapia de un parque 20 metros más allá de donde estaba.

Así estamos. Frente a un Rajoy cada vez más en su papel de presidente, tendremos a un Rubalcaba que puede seguir prometiendo porque sabe que no lo será. Sobre el Impuesto de Patrimonio el Gobierno no tiene competencias y sin embargo, el Consejo de Ministros de ayer aprobaba su reimplantación. Nos queda por ver otra catarata de propuestas, todas sociales, sobre becas, dependencia para mayores, pensiones, cheques para bebés, subsidios para parados, limosnas para autónomos, subvenciones a las PYMES, contribuciones a las mujeres. Aunque esta vez nada de inmigrantes. Tema tabú, para un ex ministro del Interior. Discurso muuuuuy social, explicado en pequeños actos de partido porque no son tiempos de llenar plazas de toros, ni de debates en televisión, no sea que Rajoy, en cada respuesta, saque a relucir los cinco millones de parados. Y muuuuucho ataque a los ricos. Todo los días, durante dos meses.


La Razón – Opinión

Boicot. El Festival. Por Maite Nolla

Con el festival de cine de San Sebastián supongo que hay que encontrar el equilibrio entre no ser injustos y no hacer como si las cosas que pasan no pasaran.

Siempre he pensado que los boicots a bulto son muy injustos. Me refiero a que en San Sebastián tienen culpa de que el alcalde sea de Bildu los que le han votado y los que le han dejado gobernar en minoría. El resto soporta la vergüenza del enjuague de Zapatero, Rubalcaba y los magistrados del Constitucional encabezados por Pascual Sala. Vamos, que aunque sea un hecho objetivo que, catorce años después del asesinato de Miguel Ángel Blanco, en San Sebastián gobierna la cara política de ETA –según dice la Policía, la Guardia Civil, la mayoría de magistrados del Supremo y la minoría del Constitucional–, de eso, más de la mitad de los que pueden votar en San Sebastián no tiene ninguna culpa. Ya sé que la comparación igual no está muy bien traída, pero ahora que cada vez más gente dice que entregaría la independencia a Cataluña con un lazo, los que vivimos y votamos aquí y no estamos por la cosa secesionista nos acordamos de los familiares y amigos de los que han estado treinta años considerando a Pujol un gran hombre de Estado. Porque, como dice Boadella, los mayores defensores del nacionalismo catalán están en Madrid. Aunque sean cuestiones distintas, el sentimiento debe ser parecido al que parte de la población debe tener en San Sebastián con Pascual Sala.

Por eso, con el festival de cine de San Sebastián supongo que hay que encontrar el equilibrio entre no ser injustos y no hacer como si las cosas que pasan no pasaran. Me refiero a que difícilmente veremos a una directora pidiendo no hacerse la foto con el alcalde por sus declaraciones o a la ministra de Cultura negándole el saludo. Y como no hay que ser injustos hay que recordar que al alcalde de Valladolid lo trataron como si fuera un criminal de guerra o un maltratador por su comentario grosero sobre Leire Pajín. Grosero y de mal gusto, aunque no lo era menos que el de Elena Valenciano cuando dijo que el obispo de San Sebastián tenía un "aspecto físico desagradable". La diferencia es que a la número dos de Rubalcaba no le montaron una concentración de teresianas en Ferraz. El caso es que por lo de los "morritos", Antonio Banderas e Icíar Bollaín, entre otros, se hicieron los muy ofendidos. El equipo entero de También la lluvia no quiso salir en la foto con León de la Riva, y, como culminación de aquella charlotada, la señora Sinde se negó a saludar al alcalde de Valladolid, en un acto de valentía sin precedentes, cuyo vídeo se encargaron de pasar una y otra vez en sus canales habituales. Iba a hacer una comparación bien traída, pero mejor no sigo.

Libertad Digital – Opinión

Una explicación heterodoxa del colapso financiero. Por Magdalena del Amo

A pesar de estar tan negro el panorama financiero, desde hace unos días empecé a sentir una especie de tranquilidad irracional –o más bien intuitiva—con respecto a la crisis. Grecia, Portugal, Irlanda, Italia, España son las economías en la cuerda floja, con el agua al cuello, algunas haciendo glu, glu, y otras buceando ya en las profundidades. Pero hace unos días se empezó a hablar de Alemania. La poderosa Alemania con cara de Merkel, que toca diana y nos pone firmes mientras nos tortura apretándonos el cinturón, lo mismo que su compañera de “eje”, la gran Francia por los siglos de los siglos, también podrían verse salpicadas por el tsunami que originó la quiebra del Lehman Brothers. Y qué decir de Estados Unidos. El dólar en caída libre al ritmo que cae el presidente “Yes we can Obama”.

Ver en peligro a los colosos me hizo vislumbrar esa luz ya tan manida al final del túnel, al hacer el siguiente razonamiento: “Si todos están mal, hay que arreglar la cosa, porque esto no puede hundirse del todo”, máxime cuando sabemos que los “ceros” del dinero son virtuales y que si quieren, pueden arreglarlo con el dedo meñique. Otra cosa es el fin último que persiguen y cuánto les interesa prolongar la agonía.

Andaba en estas reflexiones cuando de manera casi simultánea aparecen los países emergentes China, India, Rusia y Brasil, dispuestos a salvarnos –para salvarse ellos, claro—y así evitar que sus economías se hundan, dado que somos sus clientes. (Dios mío, economías emergentes sí, pero hay que ver en qué situación de desamparo y penuria viven sus habitantes). Y como corolario, como por arte de magia, un día después aparece la FED dispuesta a inyectar millones de dólares –tenemos problemas para financiarnos en la divisa norteamericana—, y evitar el colapso de la banca europea. Así, en una acción conjunta entre la FED, el BCE y los bancos de Inglaterra, Japón y Suiza deciden acordar tres nuevas subastas y amainar los rumores sobre las dificultades económicas de Europa. (La Reserva Federal de Estados Unidos es una suerte de banco nacional que no pertenece al Estado sino a una élite constituida por un grupo de banqueros multimillonarios –hasta ahora han dirigido la partida—que imprimen dólares cuando les da la gana. Así como suena. Son tan poderosos que nunca han permitido una auditoría ni que el Gobierno les controle. Algún presidente –Kennedy—ha querido poner fin a estos contubernios financieros, sin éxito).


La reacción fue instantánea y las bolsas acusaron la noticia. ¿Se imaginan a unos cuantos sesudos señores sentados en una mesa ante el tablero del Monopoly jugándose el dominio del mundo? Pues eso ocurre en realidad, pero sería demasiado farragoso desarrollarlo en unas cuantas líneas.

Es paradójico que los causantes de la crisis sean los mismos que vienen ahora en nuestra ayuda. Eso me hizo recordar la vieja copla, tan sugerente:


Con caridad sin igual
don Federico de Robres
hizo su gran hospital
mas primero hizo los pobres.

Sobran explicaciones.

Éstas sí harían falta para entender el origen y posterior efecto dominó de la crisis actual. Reconocidos economistas y Premios Nobel están completamente perdidos. Nadie entiende nada. Todo ello me ha hecho acudir a Los protocolos, un polémico documento de principios del siglo pasado, que marca una serie de estrategias para controlar a la humanidad bajo un solo gobierno, verbalizado por primera vez ante la prensa durante el encuentro Reagan-Gorbachov en la cumbre de Moscú en 1988, como New World Order, el Nuevo Orden Mundial del que tanto se habla en los últimos tiempos. El documento lo tenía dormido en uno de los anaqueles, pero la nueva situación político-social-financiera, y la falta de respuestas lógicas me hicieron releerlo y reconsiderarlo.

No entro ni salgo en análisis sobre su autenticidad. No piensa lo mismo Guillermo Buhigas, que tomando el documento por bueno, le dedica una trilogía –Los Protocolos, memoria histórica—donde analiza a la luz de los acontecimientos del último siglo, el futuro de la humanidad. En el documento se señalan las estrategias que debe seguir la jerarquía iluminista que gobierna el mundo tras bambalinas y se estipulan los diferentes medios para conseguir el dominio. Así, el protocolo III dice: “Cuando hayamos creado, por todos los medios ocultos que nos facilita el oro que tenemos por entero en nuestras manos, una crisis económica general, lanzaremos a la calle, simultáneamente en todos los países de Europa, muchedumbres de obreros”. Esto se está cumpliendo hoy. Difícilmente lo hubiéramos imaginado hace diez o quince años. En el protocolo IV leemos: “La lucha encarnizada por la supremacía y los enfrentamientos de intereses especulativos de la vida económica crearán, de hecho ya han creado, sociedades desengañadas, frías y sin corazón para la lucha, carentes de sentimientos. Estas sociedades tendrán absoluta repugnancia hacia la política superior y la religión”. Un retrato de la tendencia de la sociedad actual: fría, desencantada, sin ánimo de lucha y rechazo hacia la religión y la política.

El periodista francés Jean-Luc Chaumeil, dice a propósito de uno de los protocolos, donde hace alusión a la moneda única: “Las naciones no serían nada más que provincias y sus líderes meros procónsules al servicio de un gobierno mundial oculto constituido por una élite”.

En los últimos meses el mundo ha sufrido cambios espectaculares y radicales a los que nos hemos ido acostumbrando en un tiempo récord. Nuestros políticos electos han cedido el poder a los mercados que son quienes determinan en este momento de incertidumbre las políticas económicas y sociales.

En los protocolos se habla de cómo dirigir la prensa, la televisión o la educación.
No importa si el documento es auténtico o no, o si fueron redactados por una élite para dibujar el futuro. La clave es que los postulados de hace más de un siglo se están cumpliendo en toda su extensión.


Periodista Digital – Opinión

¡Ay, las nubes! Por Alfonso Ussía

«El mejor destino es el de supervisor de nubes, acostado en una hamaca y mirando al cielo». No sabía el gran Ramón que su greguería se haría miel en todas las bocas, medio siglo más tarde, gracias a un Presidente del Gobierno en trance de retiro. Mucho han criticado ese paso hacia la indolencia de Zapatero, y no comparto el berrinche. Pasa con los políticos. Se humanizan cuando su horizonte se aleja del poder. Transcribo a Lamartine: «Cada ciudadano aborda a otro con inquietud. Todo el mundo tiene una nube sobre la frente. Es de esas nubes de donde salen los relámpagos para los hombres de Estado, y algunas veces también, las tempestades». No otra cosa pretende Zapatero que ver pasar cúmulos, cirros y estratos y alejar la niebla de la nube baja que le ha acompañado ocho años sobre su frente. «Las nubes del relámpago, el anuncio del infierno», según Whalen. Ha estrenado Gustavo Pérez Puig una comedia atípica de Jardiel, «Las cinco advertencias de Satanás». Para Jardiel Poncela, «lo peor del infierno son los primeros tres días», es decir, hasta que uno se acostumbra. En cambio, la supervisión de los azules y el camino de las nubes no precisa de un proceso de adaptación. Es siempre un hermoso y dulce trabajo, al que me sumaría de poder conseguirlo. Mientras se alcanza la consecución, bueno es dejárselo a Zapatero, en tumbona o hamaca, encontrando metáforas y figuras de poeta, como las del cursi de Arrieta: «Pequeña nave blanca/ de ebúrneas velas y argentina proa,/todo grácil, traslúcida, y suspensa/ en un sueño de mago». De vivir entre nosotros en la actualidad, habría que meter a Arrieta en la cárcel durante algunos meses, y prohibirle la contemplación de las nubes. Claro, que don Gustavo Adolfo no se queda atrás. «Nubes de tempestad que rompe el rayo/ y en fuego ornáis las desprendidas orlas». Me pregunto: ¿Alguien con dos dedos de frente y alta sensibilidad ha visto en alguna ocasión que tras el lineal estallido del rayo el fuego haya adornado las orlas desprendidas? Don Gustavo Adolfo, con Arrieta a la trena.

Castilla la alta, León inmersa en ella, ofrece la más extensa variación de cielos y de nubes, de tonos y de vientos, de calmas y relámpagos. Buena es la hamaca para supervisar sus cambios y sus caprichos. Se me antoja dignísima la pretensión de Zapatero. De Presidente del Gobierno a Supervisor de nubes. ¿Por qué lo atacan? Lástima que no eligiera a su debido tiempo la segunda actividad en perjuicio de la primera. Pero el ser humano tiene que ser respetado cuando encuentra su sitio, ese rincón, esa esquina tan difícil de hallar a lo largo de la vida. Si el sitio es una hamaca para observar el cielo, respetado sea. Vamos a llenar de poetas nuestras prisiones imaginarias. A Bécquer y Arrieta se une Villaespesa, con probado delito literario:

«Contemplando las nubes me dijiste:/ -Son vírgenes que van/ a llenar de amargura sus ánforas/en las aguas azules de la mar». En esas andará Zapatero durante su merecido descanso. Algo habrá escrito el buen poeta Gamoneda de las nubes. Encuentre tumbado la figura y la metáfora. Pero no caiga en el intento de descifrarlas. Larga distancia media entre supervisar y descifrar. Se lo advierte Cela, el inolvidado don Camilo: «Las nubes, hijo mío, con sus blandas cárcavas y sus cimientos móviles, guardan indescifrables teoremas, cuyo planteamiento no es sano para los hombres». Feliz futuro.


La Razón – Opinión

Patrimonio. Son ricos, no imbéciles. Por Pablo Molina

Siempre que gobiernan los socialistas los verdaderamente ricos preservan sus emporios con un tratamiento fiscal bastante benévolo que, en todo caso, todos ellos tienen la capacidad de sortear para que el gobierno no les toque ni un solo euro.

La reimplantación del impuesto de patrimonio, exigida por Rubalcaba y concedida alegremente por el cesante y sus colegas del Consejo de Ministros, es tan sólo un componente más de la papilla demagógica servida a los simpatizantes de la izquierda más radical, esos que aplauden cualquier subida de la presión fiscal porque ni pagan impuestos ni tienen pensado contribuir a las arcas del estado en toda su vida.

Puesto que tanto los promotores de la idea como sus votantes tienen más que asumido que esta decisión no tiene nada que ver con la racionalidad en la gestión de las cuentas públicas, cualquier esfuerzo en explicar la injusticia y la inutilidad de un impuesto confiscatorio como el de patrimonio ha de resultar forzosamente en balde. La izquierda es refractaria al análisis desapasionado y lo único que pretende es transmitir un dogma, así que ningún razonamiento cartesiano va a hacer que sus votantes perciban que les están tomando el pelo. Allá ellos.


Siempre que gobiernan los socialistas los verdaderamente ricos preservan sus emporios con un tratamiento fiscal bastante benévolo que, en todo caso, todos ellos tienen la capacidad de sortear para que el gobierno no les toque ni un solo euro. Por supuesto, el que los ricos intenten conservar sus bienes es encomiable, y muy cretinos serían si permitieran que una pandilla de iletrados los despojaran de la riqueza honradamente adquirida. El problema es que con esos mismos socialistas, la clase media es ultrajada y los trabajadores enviados al paro a sobrevivir con un subsidio de risa.

Los ricos no pagan impuestos, ni aquí ni en ningún otro lugar del mundo. En todo caso toleran declarar parte de sus riquezas siempre que el tratamiento fiscal no sea demasiado agresivo. En caso contrario se las llevan a otro lugar.

Si Rubalcaba quisiera de verdad hacer pagar a los ricos gravaría severamente el invento de las Sociedades de Inversión de Capital Variable, las famosas SICAVS, instrumento de ahorro colectivo que en realidad es un instrumento financiero personal con un tratamiento fiscal extraordinariamente ventajoso respecto a las fórmulas de ahorro tradicional. Es cierto que cada SICAV tiene que contar con al menos 100 participantes, como también lo es que, en el caso de los verdaderamente ricos, uno sólo es propietario del 99,99% de la sociedad, y el 0,01 restante está distribuido entre otros noventa y nueve "mariachis", generalmente familiares, empleados y amigos.

¿Por qué no propone Rubalcaba una tasa patrimonial para las SICAVS o su homologación con el tipo general del impuesto de sociedades? Pues, en primer lugar, porque el día antes de entrar en vigor ese decreto todas emigrarían fuera del ámbito fiscal español y, en segundo término, y esto quizá es más relevante, porque muchos de los palmeros del PSOE utilizan ese medio para mantener su dinero a salvo de la redistribución socialista y ningún dirigente del PSOE va a perjudicar a los que les hacen ganar las elecciones. Con el mal humor que se gasta últimamente, como para tocarle un euro a "nuestro director de cine más internacional".


Libertad Digital – Opinión

Justicia contra ETA

Que un terrorista sea condenado por un tribunal tras un proceso con todas las garantías es siempre una victoria del Estado de Derecho y una derrota de los enemigos de la democracia y de la libertad. Por esa razón es tan positiva la sentencia de la Audiencia Nacional sobre el «caso Bateragune». El fallo ha sentenciado a sendas penas de diez años de prisión al ex portavoz de Batasuna Arnaldo Otegi y al ex secretario general del sindicato proetarra LAB Rafael Díez Usabiaga por un delito de integración en organización terrorista en grado de dirigentes y por haber intentado reconstruir la ilegalizada Batasuna a las órdenes de ETA. Los jueces han considerado probado que los condenados estaban «integrados» en la banda y actuaban «en plena connivencia con ella» para «planificar y gestionar la nueva estrategia de acumulación de fuerzas soberanistas, en aras de la culminación del proceso independentista». La sentencia ha recordado además una circunstancia esencial para quienes defienden hoy que Otegi es un hombre de paz, que se ha distanciado de las consignas y la disciplina de ETA y que representa algo así como la única esperanza de un tiempo sin violencia terrorista en el País Vasco. Efectivamente, se cometería un gravísimo error si no se tuviera en cuenta, como refiere el auto, que Otegi nunca condenó la violencia terrorista en su etapa como miembro de la comisión de coordinación designada por ETA para controlar Bateragune y que sigue sin pedir la desaparición de la banda.

La exacerbada reacción del nacionalismo vasco, con Bildu y el PNV a la cabeza, demuestra no sólo su escaso o nulo respeto por las resoluciones judiciales y su escasa convicción democrática, sino que también prueba que aguardaban un fallo político en la línea con la legalización de Bildu en el Tribunal Constitucional. Por el contrario, es una satisfacción para quienes creemos en el Estado de Derecho una sentencia dictada por magistrados profesionales que se han guiado por el principio de legalidad en la valoración de las pruebas. Habría que recordar a aquellos que criminalizaron ayer al tribunal, que el mismo Otegi fue absuelto en otros dos procesos. Siempre es una garantía que la Justicia no actúe al dictado de nadie. Cuando no es así, cuando algunos se manchan las togas con el polvo del camino, se hace un flaco favor al Estado de Derecho.

La condena a Otegi y Díez Usabiaga ha llegado en un momento delicado para la lucha contra ETA y la convivencia en el País Vasco, con Bildu en las instituciones y Sortu en camino del Constitucional. Las soflamas nacionalistas y la amenaza de las movilizaciones por parte de Bildu no son más que manifestaciones que avalan la tesis de que todo es ETA y que, por tanto, habría que actuar contra aquellos que participan del proyecto totalitario y liberticida. Hay que recordar hoy que Díez Usabiaga, dirigente de ETA, fue mentor público de Sortu y Bildu. Sacar a los voceros de los terroristas de las instituciones debe ser un objetivo prioritario de la nueva etapa política tras las elecciones generales. Sería una temeridad olvidar que, como recordó la Fiscalía esta semana, ETA mantiene operativa toda su estructura con comandos en España y Francia y que la condena a Otegi, como adelanta hoy LA RAZÓN, ha frustrado la estrategia diseñada por la banda.


La Razón – Editorial

¿Habría salido Otegi?

Si ETA se hubiera disuelto, o Batasuna se lo hubiera exigido, su situación penal sería otra.

La Audiencia Nacional condenó ayer a Otegi a 10 años de prisión por considerarle "miembro de ETA en grado de dirigente". La lógica penal no siempre coincide con la política, pero si ETA hubiera anunciado su disolución es casi seguro que Otegi estaría hoy en la calle; también es probable que lo estuviera si la izquierda abertzale (o el propio Otegi y sus compañeros de banquillo) hubiera exigido de manera creíble la desaparición de ETA y condenado su recurso a la estrategia terrorista.

La sentencia que les condena a tan fuertes penas de prisión constata que "en las fechas de los hechos juzgados" era palmaria la ausencia en los procesados de cualquier actitud que denotara un real distanciamiento de las tesis de la banda. ¿Significa esa referencia temporal que más tarde sí ha habido síntomas de distanciamiento que no han sido considerados? Podría ser, porque en los tres documentos de la ex-Batasuna que analiza, redactados entre octubre de 2009 y febrero de 2010, se reconoce que hay una evolución en esa dirección.


Sin embargo, hay algo que se mantiene en todos los textos y declaraciones: el rechazo a condenar la trayectoria de ETA y el papel central otorgado a la negociación, que no es algo coyuntural sino una "herramienta" a utilizar hasta alcanzar los objetivos finales, según el primero de los tres textos analizados. Ambas cosas están seguramente relacionadas. No condenan a ETA porque justifican el cambio de estrategia con el argumento de que la lucha armada ha impedido la consolidación de la autonomía, lo que hace posible negociar hoy un cambio de marco político a cambio de la retirada definitiva de la banda.

La sentencia es recurrible ante el Supremo, pero juega en contra de que prospere que sus argumentos para no legalizar a Bildu fueron similares a los que ahora emplea la Audiencia: que hay un diseño de ETA tras el giro táctico de la izquierda abertzale; y que el paso de la violencia a segundo plano no implica renuncia a utilizar la existencia de la banda como amenaza latente que condicione la negociación.

A favor de una revisión de la condena jugaría que 10 son muchos años y que considerar sin más que Otegi es y sigue siendo dirigente de ETA resulta bastante increíble e incluso contradictorio. Ha dicho y hecho cosas que no han podido agradar a ETA; aunque es verdad que sus compañeros de partido han dejado de hacerlas y decirlas en cuanto se han visto legalizados y ocupando cargos institucionales.


El País – Editorial

Hacen falta políticos que recorten

Décadas de propaganda machacando con la idea de que todo servicio público, sea el que sea, mejora cuanto más dinero pones en él han logrado convencer a muchos, pese a claros contraejemplos como el de la educación.

Lo que es virtud en el hogar: gastar menos de lo que se ingresa, hacer más con menos, parece ser el peor de los pecados en la administración pública. Décadas de propaganda machacando con la idea de que todo servicio público, sea el que sea, mejora cuanto más dinero pones en él han logrado convencer a muchos, pese a claros contraejemplos como el de la educación, en la que un constante incremento en el gasto por alumno ha ido acompañado de un generalizado descenso en su calidad, gracias en buena medida a la LOGSE del candidato Rubalcaba.

Pero por más que se empeñen, el gasto público siempre tiene un gran porcentaje de derroche. Ya lo dejó claro Milton Friedman cuando explicó que de todas las formas de gasto, la peor es aquella en que para sufragar algo que no disfrutaremos nosotros tampoco gastamos nuestro propio dinero: ni cuidamos que la adquisición sea satisfactoria ni que sea al mejor precio posible. Lo vemos, por ejemplo, en el conflicto de los profesores de la enseñanza pública en Madrid: dan menos horas de clase que sus colegas de la concertada, cobrando más y con peores resultados. Y hacen huelga cuando se les incrementa una hora y media a la semana.

Poco a poco, algunos de los políticos salidos de las urnas del 22 de mayo, aun por necesidad, están empezando a sacar la tijera. Bauzá, Monago, Cospedal o Aguirre están tomando medidas imprescindibles para que España no se convierta en una segunda Grecia. Acostumbrados a que se nos digan cosas como "el dinero público no es de nadie" o "yo soy presidente autonómico, no un contable", es de agradecer que haya quien se tome su trabajo en serio.

España está en una situación límite, y sólo hemos empezado con los recortes. Serán necesarios políticos capaces de tomar decisiones difíciles, y que sean capaces de mantenerse firme en ellas pese a las protestas. Lo que ha sucedido hasta ahora no es más que un aperitivo de lo que pasará si Rajoy gana las elecciones y tiene que acometer las nunca especificadas reformas estructurales. Si ahora cualquier gobernante del PP se echa para atrás, podemos temer lo peor para nuestro futuro.


Libertad Digital – Editorial