domingo, 18 de septiembre de 2011

Tirachinas para el nene. Por Arturo Pérez-Reverte

Hoy vamos a jugar, si les parece, al bonito juego de imaginar absurdos. Imaginemos, por ejemplo, que usted lleva a sus niños a las fiestas del cole, o al recinto infantil de las de su pueblo; y allí, presidiendo el despliegue de globos, chuches, cuentacuentos, columpios y colchonetas de gomaespuma, ve un cartelón enorme en el que, junto a la imagen de un muchacho con rostro oculto por pasamontañas, que tensa en las manos un tirachinas con tornillo gordo o bola de acero dentro, figuran las palabras «Prepárate para luchar». Sé que suena a barbaridad, en efecto. La estúpida posibilidad. En el sentido, además, literal de la palabra bárbaro. Pero, en fin. Una vez imaginado eso, imagine también cuál sería su reacción. O permítamelo a mí, si le da pereza. Como cualquier padre normal, se llevaría –nos llevaríamos– de allí a las criaturas con una rapidez que pulverizaría varios récords olímpicos. Y acto seguido, tras poner a los niños a buen recaudo, y en unión de otros padres a los que supongo tan indignados como usted o yo, montaría un pifostio de aquí te espero. Exigiendo, como mínimo, la cabeza del director del colegio o del alcalde responsables de tolerar semejante atrocidad.

Parece lógico, ¿verdad? Pues se equivoca usted y me equivoco yo. Valga como prueba una foto que, hecho curioso, apenas ha merecido comentarios en este país delirante donde cualquier disparate se considera lo más natural del mundo. Se tomó durante las fiestas del pueblo navarro de Leiza, y sobre ella podrían escribirse varias tesis doctorales. Muestra una carpa municipal, la del recinto infantil, presidida por un cartelón enorme cuyo centro está ocupado por la imagen amenazadora –estéticamente muy lograda, estilo Banksy– de un joven con gorro de lana y rostro cubierto por un pañuelo, que tensa su tirachinas junto a una estrella roja y solitaria que también decora el pañuelo. Y la imagen, situada dentro de un círculo negro, está flanqueada por dos frases en letra mayúscula y con signos de exclamación: «Independetzia eta sozialismoa», que no necesita traducción, y «Borrokatu Antolatu»; que, si mi limitadísimo euskera no me engaña –aunque todo puede ocurrir–, significa prepárate para luchar, asume la lucha o algo parecido.

Pero oigan. Lo estremecedor no es el cartel, que a fin de cuentas puede verse pintado en cualquier pared del País Vasco o la Navarra irredenta, sino las mamás. Porque la escena, tirachinas y borrokatu aparte, está llena de niños y mamás. Los enanos, de ambos sexos y sexas, tienen entre tres y siete años, y andan por allí con globos y chupando caramelos pringosos. Las madres atienden a sus retoños en compañía de monitoras –deliciosa estética Nekane– con absoluta naturalidad, inflándole el globito a uno, limpiándole los mocos a otra y cosas así. Incluso hay una mamá, a la izquierda, que sostiene lo que a primera vista parece una pistolita amarilla monísima, perteneciente a su criatura de tres años, pero que tras una observación detenida resulta ser una bolsa de patatas fritas apretada en la mano. Y todas esas mamás, como digo, están ahí con sus tiernos infantes, dejándolos impregnarse bien del espíritu festivo del pueblo leizatarra, o como se diga. Esperanzadas y orgullosas, supongo –ante ese cartelón descomunal, indiferentes o distraídas sería imposible–, de que sus vástagos tomen buena nota de cuáles son las urgencias del pueblo y de la patria. Y así, el día de mañana, cada vez que esos niños, para entonces hombres y mujeres hechos y derechos y hechas y derechas, vean un tirachinas y un pasamontañas, les pasará lo que a los trianeros les ocurre en Semana Santa cuando pasa el Cachorro; que lloran como magdalenas, y a quienes los miran asombrados les comentan: «Es que para entender esto, que por la gloria de mi madre es lo más grande del mundo, hay que haber nacido en Sevilla».

Y es que ciertas cosas hay que verlas en su contexto. En Leiza –tres asesinados por ETA en su limpio historial–, las madres, los niños y el resto de la sociedad, privados por la cara de independencia y socialismo, gimen bajo la bota de España, cuyos txakurras y cipayos encarcelan a heroicos gudaris mientras el Estado fascista construye carreteras y trenes de alta velocidad que destruirán el paisaje de una Euskadi utópica y feliz, parecida a la Irlanda postiza de El hombre tranquilo: vacas pastando, humo de caseríos entre la foresta y fornidos aizkolaris socios del Atlético de Bilbao. De ahí la necesidad de formar, desde la cuna, a pequeños gudaritos que el día de mañana, cada vez que vean un pasamontañas y un tirachinas, lloren emocionados recordando los festejos entrañables de su tierna infancia. Diciendo, como en Sevilla, que para entender eso –por la gloria de sus madres– hay que tener el orgullo de haber nacido en Leiza.


XL Semanal

El tricornio. Por Rafael Torres

Justo lo peor del tradicional uniforme de la Guardia Civil es lo único que no desaparece: el tricornio. Y no digo "peor" por las connotaciones simbólicas que esa prenda de cabeza, charolada y dura, pueda tener, que las tiene, sino porque siempre fue lo menos indicado del mundo para que una persona se lo pusiera en la cabeza: produce alopecia, se clava en la frente y en las sienes, provoca dolores de cabeza, es calcinante en verano y helador en invierno, y, encima, es feo. Es verdad que a lo mejor una gorra de guardia no tiene por qué ser necesariamente bonita, que la nueva, la de béisbol, es más fea si cabe, pero cierta sujeción natural a la forma de la cabeza humana, a lo ergonómico, nunca produciría un tocado que más que un sombrero parece un artefacto. Y duro. Y con aristas.

La Guardia Civil ya no es, ciertamente, aquella que velaba por los intereses de la plutocracia, ni la que actuaba con métodos demasiado expeditivos, sino una fuerza cada vez más "civil", o por primera vez civil, que obra, en general, en beneficio de la gente. Se ocupa del tráfico, de salvamentos diversos, de la protección de la Naturaleza... en fin, que sus agentes ya no merecen esa tortura portátil del tricornio, que si bien últimamente se usaba poco, no debería seguir proyectando su silueta inquietante. Queda, se dice, para los actos oficiales, pero hay actos de esos que duran horas, y ahí va a seguir necrosando el cráneo de los guardias el tricornio.

Respecto al nuevo uniforme, lo único que cabe decir es que es como todos los que se hacen ahora, que, salvo por las insignias, no se distingue un médico del Samur de un barrendero, aunque probablemente sea cómodo. Ahora bien; el destino parece empeñado en infligir a los agentes de la meretérica (¿dónde estás, gran Chiquito?) terribles daños en la cabeza: ayer, con el tricornio, físicos; y hoy, con la gorra yanqui esa, estéticos. Sea como fuere, hago votos porque algún día desaparezca el tricornio y quede como rareza de museo, sin hacer daño a nadie ni dar miedo, particularmente a los guardias civiles.


Periodista Digital – Opinión

Sed de justicia. Por Irene Villa

Resulta cuando menos sorprendente que alguien pueda decir, y se quede tan ancho, que la justa condena hacia dos personas que, según sentencia, actuaron como dirigentes de ETA al intentar resucitar Batasuna a través del proyecto «Bateragune», responde a la falta de sensibilidad de la Audiencia Nacional hacia el nuevo escenario que se está viviendo en el País Vasco. Hay quien cree incluso que es una noticia «nefasta que en nada ayuda a consolidar la paz y la normalización política». Precisamente lo único capaz de alentar a una sociedad vapuleada por el terrorismo, es el respeto a nuestro Estado de Derecho. Y la Justicia es uno de los pilares fundamentales. Voces Contra el Terrorismo, única asociación que se personó en el procedimiento abierto a Otegi y Usabiaga como acusación popular, y tantas otras asociaciones y colectivos que luchan por la dignidad, la memoria y la justicia, han demostrado su satisfacción por las condenas. Por fin una noticia de justicia frente a realidades poco alentadoras. Y ha coincidido con el VII Congreso Internacional de Víctimas del Terrorismo. Una oportunidad maravillosa para expresarse en libertad en el que volvieron a salir nuevas ideas para ayudar a víctimas de todo el mundo, denunciar el mal empleo de términos en los medios de comunicación a favor de los terroristas y crear un nuevo organismo que nos llena de fuerza y esperanza: la Federación Internacional de Víctimas.

La Razón – Opinión

EEUU. Candidatos republicanos. Por Alberto Acereda

Hay varios casos en la historia electoral norteamericana que prueban cómo políticos casi ignorados, o desbancados de uno u otro partido por los medios a estas mismas alturas de la campaña, acabaron ganando la nominación.

Vale la pena seguir los debates políticos para las elecciones presidenciales de noviembre de 2012. En este ciclo electoral no parece que vayamos a tener pugna en el lado del Partido Demócrata. Barack Obama será el candidato de su partido y todo apunta a que cambiará de vicepresidente: Hillary Clinton sustituirá a Joe Biden. Sin mejora económica en el horizonte, no creo que esto le sirva de mucho a Obama.

A día de hoy, de haber elecciones presidenciales no tengo duda de que cualquiera de los aspirantes punteros del GOP derrotaría fácilmente a Obama. Pero falta todavía más de un año y, según vaya la economía, los votantes tomarán sus decisiones. Los debates suelen ser buenos indicadores de dónde estamos. El debate de la semana pasada (MSNBC-Politico) en la Biblioteca Presidencial Reagan sirvió de telón para abrir oficialmente la temporada en el GOP. Esta semana, en el importante estado de Florida, vimos de nuevo a los ocho candidatos republicanos debatir ante las cámaras de la CNN. Otra vez, los dos protagonistas fueron Mitt Romney y Rick Perry, adelantados en el apoyo de los votantes, a decir de las encuestas. Pero éstas no son más que fotografías instantáneas y reducidas de un momento y que no siempre reflejan ni el pensar ni la naturaleza de todo el electorado.


Faltan casi cuatro meses para iniciar las elecciones primarias, desde Iowa y New Hampshire a Carolina del Sur y de ahí a otros estados durante la primera mitad del año 2012. Además de los favoritos y la lucha personal entre Perry y Romney, ahí están candidatos como Michele Bachmann, que ha perdido algo de fuelle pero atrae a un sector del Tea Party. Está Ron Paul, con buenas ideas en materia económica pero abucheado –y con razón– este lunes noche por sus posiciones sobre política exterior y, particularmente, sobre el 11-S. Está Herman Cain, con gran gestión como empresario. Está Jon Huntsman, cuyo último debate no le ayudó mucho entre los votantes liberal-conservadores. Está Rick Santorum, un católico de principios. Y está Newt Gingrich, que a mi juicio es el mejor candidato, lo que no significa que vaya a ganar.

Desde mis años en Georgia, estado al que Gingrich representó como congresista en Washington, he seguido con interés su carrera política. Aunque los medios lo descartan como el candidato final del GOP, si uno mira con detalle los debates se observa que tiene ideas muy claras y la experiencia necesaria para derrotar a Obama y buscar encauzar el país. Gingrich ganó, a juicio de algunos analistas, los dos debates en estas dos últimas semanas, además de otro foro presidencial en Carolina del Sur. Si por aplausos fuera, Gingrich iría el primero en las encuestas. Está ya tercero y no deberían darle por muerto porque la carrera es larga.

Hay varios casos en la historia electoral norteamericana que prueban cómo políticos casi ignorados, o desbancados de uno u otro partido por los medios a estas mismas alturas de la campaña, acabaron ganando la nominación. En 1972 nadie daba un duro por George McGovern y éste acabó obteniendo la candidatura por el Partido Demócrata. Lo mismo pasó en 1976 con Jimmy Carter, que terminó siendo el candidato demócrata y ganó la presidencia. Igual ocurrió con Bill Clinton en 1992 y también con John Kerry en 2004, aunque luego perdiera las presidenciales. En el bando republicano, hace cuatro años John McCain no era considerado el favorito dentro del GOP pero acabó ganando la nominación. A falta de varias semanas para empezar a aclarar todo esto, lo mejor es seguir atentos a cada candidato. Cualquier de ellos, quede claro, será siempre mejor que lo que ahora hay en la Casa Blanca.


Libertad Digital – Opinión

Poder en la sombra. Por Fermín Bocos

España tiene más de cuatro millones de parados y este drama, que coloca a las puertas de la exclusión social a cientos de miles de ciudadanos a quienes sus familias ya no pueden ayudar, tiene escaso reflejo en la campaña electoral del candidato socialista.

A dos meses vista de la cita con las urnas del 20-N, Pérez Rubalcaba habla poco del problema. Ha preferido desviar el foco desempolvando el Impuesto de Patrimonio, una tasa que hace tres años suprimió el Ejecutivo del que formaba parte por considerarla injusta ya que grava dos veces el mismo bien. La propuesta del candidato ha sorprendido a quienes confiaban hallar menos demagogia y más inteligencia en sus compromisos electorales.

Está claro que surge de la desesperación de quien, conociendo los resultados de las encuestas, observa el hundimiento de las expectativas electorales del PSOE y aspira a reclutar votantes entre los sectores situados a la izquierda de la izquierda. En España, los "ricos" tienen mala prensa. Amén de la tradicional envidia, en un país en el que tanta gente lo está pasando mal, el rencor de clase es algo más que un rescoldo. Si concluimos que Rubalcaba más que por el techo del PSOE lo que persigue es que no se hunda su suelo electoral, ya tenemos el cuadro sociológico de supuestos votantes capaces de aplaudir el mencionado impuesto.


"¡Qué se fastidien! los ricos", debe haber dicho alguno de los miembros del equipo de campaña del candidato -olvidando el "pequeño" detalle de que en nuestro país los dueños de fortunas verdaderamente copiosas se zafan del Impuesto de Patrimonio mediante la llamada "exención de la empresa familiar" o colocando sus dineros en una Sicav o, como hemos conocido estos días en el caso de una gran multinacional dedicada a la industria textil, tienen su domicilio fiscal en Irlanda, donde tributa muy por debajo de lo que le correspondería en España. ¿Por qué Rubalcaba no lleva en su programa electoral una propuesta para acabar con estos coladeros? Serían miles de millones de euros para Hacienda... Pues porque se echaría encima a los plutócratas del país, el restringido club de financieros, grandes empresarios y constructores que son el verdadero poder en la sombra.

Con ellos no se atreve. Por eso se mete con las clases medias, porque sabe que su capacidad de reacción frente al Gobierno es muy limitado. Olvida, claro está, que aunque sólo sea una vez cada cuatro años la gente suele hablar alto el día de las elecciones. Ese día, el poder lo tiene la gente, no las sombras.


Periodista Digital – Opinión

Demasiado incapaces. Por Pilar FERRER

La imagen de este Gobierno, a propósito del demagogo, electoralista y falaz Impuesto del Patrimonio, no tiene precedentes. Un escenario inédito revela las múltiples fisuras en su seno. Un candidato ordena al Ejecutivo aprobar la tasa de marras, antaño derogada, mientras el todavía presidente guarda silencio. La responsable de Economía es ninguneada por estar en desacuerdo, y el portavoz no sabe ni por donde van sus efectos. Zapatero, Rubalcaba, Salgado y Blanco son como cuatro muñecos de madera, cada uno a su aire. Sobre ellos, el polémico gravamen recaudará lo que, en tiempos de crisis, se llama el «chocolate del loro». Son las consecuencias de un decreto improvisado, merced al capricho de Rubalcaba, aferrado al anacrónico discurso entre ricos y pobres. Nadie en el Gobierno, ni en el PSOE, se aclara con las consecuencias del tributo patrimonial. Por si fuera poco, la amenaza de Blanco para no compensar a las Autonomías que rechacen el impuesto, demuestra su ignorancia. La propia Salgado hubo de recordar que esta compensación quedó recogida en el nuevo sistema de financiación, con rango de ley orgánica. Un texto rubricado por el mismo Gobierno que ahora hace aguas por todas partes.

La hemeroteca es implacable. Hace unos años, Rodríguez Zapatero afirmó con solemnidad que el Impuesto era ineficaz y procedió a su inmediata retirada. Ahora, el presidente anda desnortado, ante el torrente de contradicciones de sus ministros. Unos dirigentes que gobiernan y legislan con las vísceras, no con la razón. Ante el negro horizonte del 20-N, las disensiones se agudizan. Demasiados discursos encontrados. En dos palabras: demasiado incapaces.


La Razón – Opinión

PSOE. Hasta en los últimos estertores. Por José T. Raga

Algún español esperaba que quienes promovieron la llamada “muerte digna” –es decir, eutanasia– se aplicaran la receta llegados los últimos estertores.

Que el gobierno del PSOE lleva tiempo en fase agónica es algo que está fuera de discusión. La imagen de cada uno de sus miembros –también de quien fue y pasó a candidato– es la viva representación del zombi. Deambulan sin ton ni son marchando hacia ninguna parte, articulan sonidos aparentando que hablan, cuando nada tienen que decir y, aún así, no pierden ocasión de sembrar la confusión porque su locuacidad la usan para la contradicción y la mentira.

De nada sirve que todos los españoles, aunque algunos no quieran admitirlo, hayamos visto adónde conduce el socialismo: pobreza, corrupción –no sólo económica– sectarismo, confrontación, persecución, autoritarismo... Algún español esperaba que quienes promovieron la llamada "muerte digna" –es decir, eutanasia– se aplicaran la receta llegados los últimos estertores.

No recordaba yo que los dictadores, aunque lo sean de andar por casa, tratan de mandar después de muertos. Se trata de dejar todo atado y bien atado. Aunque la historia reciente muestra lo pronto que se desata lo que estaba bien atado. Lo que no puede orillarse es la consideración que para el pueblo merece el artífice del atillo; pues, dado que tratar de condicionar la vida de los que vengan, es un acto vil de soberbia y de desprecio, sólo quienes desprecien a los gobernados condicionarán sus vidas.


Que después de casi ocho años de gobierno, a dos meses de las elecciones generales, se le ocurra al gobierno poner sus caudales a buen recaudo, es un acto antidemocrático –bien es verdad que la izquierda nunca fue democrática–, de desprecio a la voluntad popular próxima a expresarse, y de deshonestidad política, social y, en definitiva, humana. Sólo la extrema urgencia podría justificar tales actitudes.

La recuperación demagógica del Impuesto sobre el Patrimonio, es un acto condicionante para quienes vengan detrás, izquierdas o derechas. Se engaña a la sociedad dando cifras de la recaudación que se obtendrá para mejorar las prestaciones –en la caja única, nunca se sabe para qué es cada impuesto–, pero nada se dice de cuál será el coste de su gestión. Su anterior vigencia no permite optimismo –costaba casi lo que se obtenía por él–, siendo su utilidad la de controlar las rentas a efectos del IRPF. Hoy, esa misión parece innecesaria.

Pero no acaba ahí el desprecio democrático. Educación está preparando un Decreto en aplicación –en el PSOE significa reforma– de la Ley Orgánica de Universidades. Reformas mediocres, o inexistentes, en el mercado de los servicios, en el de la energía, en el mercado de trabajo, están condicionando la vida futura de la nación. Se está colocando a los amigos y a los que, sin serlo, participaron en las tareas que hay que esconder, en todas las Comisiones y Órganos posibles: Competencia, Mercado de las Telecomunicaciones, Energía, Mercado de Valores, Poder Judicial, etc. incluso en organismos internacionales, como la señora Aído.

Se trata de un estilo propio del actual PSOE: morir matando.


Libertad Digital – Opinión

¿Para qué sirve el Defensor del Pueblo? Por Andrés Aberasturi

A los políticos les importa un bledo las preocupaciones del pueblo; viven de representarlo, pero la realidad es muy otra. Y esta no es una afirmación frívola sino que surge de lo ocurrido en la comparecencia de la Defensora del Pueblo (en funciones) ante el "pleno" del Congreso. Y lo primero es explicar por qué resulta necesario entrecomillar "pleno": las señorías presentes eran tan escasas, que daba pena y rabia el desolador paisaje que se presentaba frente a la oradora que llegaba -nada menos- que a informar a los representantes sobre la quejas de los representados, de todos nosotros, del pueblo. Ese vacío que llenaba casi el hemiciclo, era ya una bofetada a la institución que representa doña María Luisa Cava de Llanos. Nunca la figura constitucional del Defensor del Pueblo les ha preocupado mucho a sus señorías y le oyen -los pocos que le oyen, insisto- porque hay que oírle, pero no parece que tomen nota ni tengan la más mínima vocación de buscar soluciones a los problemas que allí se exponen.

Pero en esta última comparecencia, la defensora en funciones traía una sorpresa: pedir al ministerio de Justicia que estudiara la posibilidad de contemplar como delito el despilfarro del dinero público, o sea, de nuestro dinero, del dinero de todos. Esta petición cayó como un jarro de agua fría entre las adormiladas señorías que, en lugar de agachar la cabeza avergonzados porque en todas partes cuecen habas, reaccionaron de la peor de las formas posibles.


Así, directamente sólo habló del tema la representante de CiU que se mostró "asombrada" de lo dicho por la defensora y pidió que aportara "datos y más rigor". Parece ser que la diputada de CiU no lee los periódicos porque el despilfarro es el pan nuestro de cada día. Pero al menos Montserrat Surroca, se refirió directamente al asunto. El resto aprovechó, una vez más, para su particular guerra al margen por completo del despilfarro y así Tardá (de ERC) fue tan educado de acusar a la institución que representa la compareciente de actuar "como el brazo armado de la catalanofobia" y estar "al servicio de la derecha nacionalista española" ¡Toma ya!, eso para que vuelva el año próximo con su informe el pobre defensor del pueblo que le toque. Y ya puestos, el PSOE, aprovechando el hecho de que las quejas del pueblo aumentan de año en año, mostró su preocupación por "las señales que emiten las comunidades autónomas que han pasado a ser gobernadas por el PP".

¿Para qué sirve realmente el Defensor del Pueblo si en el Congreso o no le hacen ni caso o le acusan de partidista? Recuerdo con pena las esperanzas que en la transición se tenían con esta figura y en lo que ha quedado.


Periodista Digital – Opinión

La institución rosada. Por Alfonso Ussía

Soy antiguo y creo en las instituciones. También en la libertad de cada uno para elegir el rumbo de su vida, y disfrutarlo o padecerlo. Mi padre fue un gran amigo del primer marido de la duquesa de Alba, Luis Martínez de Irujo. Se distanciaron algo cuando el duque de Alba –que lo fue como la copa de un pino–, decidió apoyar la «operación Príncipe» en perjuicio de Don Juan. De aquella amistad nació la mía con sus hijos, en especial con Carlos y Alfonso, los dos mayores. Cuando Luis Martínez de Irujo falleció en plena juventud como consecuencia de una leucemia, esa gran Casa, esa institución, experimentó un gran vacío. Años más tarde, la duquesa se casó con Jesús Aguirre, sacerdote secularizado, inteligente, culto, editor, traductor, irónico y poco dado a lo habitual. Se sentó en la Real Academia Española. Creo que encajó con la mayor parte de los hijos de la duquesa. También falleció en pleno esplendor intelectual. Y ahora se avecina el tercer marido de Cayetana, al que no conozco y del que me está por lo tanto, vedada la opinión. Sucede que una cosa es la opinión y otra la intuición, y esta segunda me alarma.

La duquesa de Alba ha superado con creces los ochenta años de vida, y su futuro marido tiene más o menos los mismos que Carlos, su hijo mayor. La prensa rosa está encantada con la boda, porque su objetivo no es otro que el chisme efímero y el cotilleo barato. No ahonda en las integridades institucionales de una Casa que es parte importante de la Historia de España. He leído que la boda será en Sevilla, donde Cayetana tiene instalada su cortesanía. Vuelvo a la institución y el respeto que me merece. La duquesa de Alba no es una noble cualquiera y del montón. Es la representante de una de las Casas más históricas de España. La Casa está por encima de las personas. Se respeta, por supuesto su libertad, pero también se duda de su oportunidad. Si lo hacen sus hijos, no nos queda otra salida a quienes no lo somos. El chismorreo quiere boda y hay alborozo general, pero a mí, tan antiguo y retrógrado, me apena el espectáculo. No le veo un porvenir claro. Ella es dueña de su vida, de su ánimo, de su cuerpo y de su libertad, pero sinceramente esta boda se me antoja rarísima. Extraña en todos sus aspectos. Los grandes modistas sevillanos Victorio y Lucchino, que además de dos artistas consumados son simpáticos y abiertos, han colaborado con la extrañeza. De su taller saldrá el vestido de novia de la duquesa de Alba, y han adelantado que encajará a la perfección con la juventud de Cayetana. Con toda cortesía soy libre de pensar que si Carlos tiene mis años, y yo me considero un individuo en el melancólico otoño que avanza hacia su invierno, la madre de Carlos no puede formar parte de eso que se llama la juventud, por mucho que se sienta partícipe de sus ventajas. La duquesa de Alba es una mujer extraordinaria que ha ayudado a miles de personas a lo largo de su vida desde el silencio y la discreción. De ser irremediable la boda, podría haberla organizado en familia y por sorpresa, cerrando las ventanas a la insaciable perversidad de los chismosos. No por ella, sino por la institución que representa, que quiérase o no, con tanto batiburrillo, chisme, adulación interesada, y curiosidad popular comprensible, un algo se quiebra. El amor es respetable. Pero también confuso, y no siempre conveniente.

La Razón – Opinión

Crisis. El chantaje de Grecia. Por Emilio J. González

El problema real no es que Grecia no tenga capacidad para reembolsar a sus acreedores el dinero que les debe; el problema real es que no tiene la menor voluntad de hacerlo.

La tragedia griega se amplía hasta octubre. Finlandia ha vuelto a vetar el desembolso del siguiente tramo de ayuda a los helenos si éstos no aportan garantías de pago. Los fineses han vuelto a quedarse solos en su negativa, pero tienen toda la razón del mundo.

El problema real no es que Grecia no tenga capacidad para reembolsar a sus acreedores el dinero que les debe; el problema real es que no tiene la menor voluntad de hacerlo. El pago implicaría subir los más que bajos impuestos que pagan los griegos y ni los socialistas en el Gobierno ni el partido Nueva Democracia como principal formación política de la oposición quieren incrementar la presión fiscal por temor a las protestas de los ciudadanos. Pero es que, además, la política del país se encuentra inmersa en una ola de populismo frente a la crisis fiscal helena protagonizada tanto por la Nueva Democracia de Karamanlis, que con ello quiere ocultar que fue esta formación la que contrató a Goldman Sachs para ocultar los problemas financieros de Grecia en su anterior etapa en el Gobierno, como por los socialistas de Papandreu que, conociendo el engaño, optaron por mantenerlo en vez de enderezar las cosas. Así, los mensajes que ambos líderes y sus equipos están enviando al pueblo griego son del tipo de no pasa nada por repudiar la deuda, como hizo Argentina hace unos años, o los bancos europeos sabían perfectamente cómo estaban las cosas cuando prestaron su dinero a Grecia -¿para qué contrataron entonces a Goldman Sachs?- y, por tanto, ahora tienen que asumir las consecuencias. En el fondo, lo que están haciendo es un chantaje en toda regla, es jugar con los temores de los demás socios de la Unión Monetaria Europea a las consecuencias de una posible ruptura del euro y, más en concreto, con los de Francia y, en menor medida, Alemania, en relación con la exposición de sus respectivos sistemas bancarios a Grecia, todo ello con tal de no pagar lo que se han gastado tan alegremente para financiar un Estado del bienestar insostenible desde el momento en que los griegos le piden prestaciones como las de Alemania financiadas con los impuestos de Tanzania.

Teniendo en cuenta que la Unión Europea carece de un sistema institucional y de gobierno económico que pueda obligar a los griegos a pagar y a enderezar sus cuentas públicas, es lógico que haya países, como Finlandia, que digan que, ante la actitud de Grecia, este país tiene que aportar garantías de pago antes de que los contribuyentes de los demás miembros del euro sigan rascándose el bolsillo para salvar a quien rechaza de plano hacer algo por ayudarse a sí mismo. Dadas las circunstancias, lo que tendrían que hacer los demás países de la Unión Monetaria Europea es empezar a asumir la idea de la quiebra de Grecia, preparar sus sistemas financieros para ello y buscar la forma de echar a los griegos del euro, porque me parece que nada vaya a cambiar en aquel país en relación con sus deudas si los demás no se ponen serios de una vez por todas y le enseñan de verdad los dientes.


RESTO del ARTICULO

Libertad Digital – Opinión

El viraje danés

Para la primera ministra electa de Dinamarca, lograr un pacto sólido entre partidos que dure una legislatura va a ser una tarea ardua. Los socialdemócratas de Helle Thorning-Schmidt, pese a sus malos resultados, han conseguido, en unas elecciones básicamente económicas, acabar con 10 años de Gobiernos centroderechistas en el país nórdico. Pero cosa diferente será trasladar esa victoria sobre los liberales de Lars Rasmussen a una mayoría política estable. No solo porque la futura coalición danesa dispondrá de una exigua ventaja de cinco escaños en el Parlamento, sino también porque el triunfo del bloque rojo encabezado por los socialdemócratas ha sido posible gracias al enorme ascenso electoral de sus dos dispares extremos: los centristas social liberales por la derecha, y los rojiverdes por la izquierda dura.

La alianza tripartita que pretende la primera jefa de Gobierno danesa está llamada, pues, a mantener divergencias serias sobre algunos aspectos cruciales, desde la conomía (desempleo, impuestos, pensiones) hasta la política inmigratoria del país de escasos seis millones de habitantes. Dinamarca no pertenece a la zona euro (algo que continúa descartando la líder socialdemócrata), lo que le ha permitido ahorrarse los traumas que sacuden a sus miembros, pero sus otrora boyantes finanzas sufren la peor crisis en una década.

El lado más positivo de las elecciones es que han acabado con la decisiva influencia de la ultraderecha, el DF danés, que se mantiene como tercera fuerza política, aunque con tres diputados menos. El partido populista y xenófobo no ha formado parte de los sucesivos Gobiernos de Rasmussen, pero su apoyo al centro-derecha desde 2001 ha condicionado algunas de las más desdichadas decisiones adoptadas por Copenhague, como la draconiana legislación inmigratoria (de cambio improbable, dado el giro derechista socialdemócrata en este ámbito) o el restablecimiento de los controles fronterizos con Alemania.


El País – Editorial

El cambio, proyecto nacional

A dos meses de las elecciones generales, el país afronta la recta final de una etapa marcada por el fracaso de un proyecto socialista que recibió la mejor herencia de la democracia española por parte de los gobiernos de Aznar y entregará una nación sumida en una profunda crisis económica, política, de valores y, sobre todo, de confianza y credibilidad. Cuesta encontrar en esta Europa democrática un Estado con el potencial del nuestro que se enfrente a un horizonte tan complejo y exigente que requerirá de todos esfuerzos y sacrificios importantes. Los estertores de este tiempo dominado por la izquierda retratan también a una formación descompuesta y desnortada, liderada por el corresponsable del fracaso como Pérez Rubalcaba, y a un PP, dirigido por Mariano Rajoy, que ha asumido ya su condición de partido de Gobierno.

En los últimos meses hemos insistido en la necesidad de un cambio político en España que suponga un giro de 180 grados sobre el trayecto recorrido en las últimas dos legislaturas. Hay motivos sobrados y razonados para apelar a esa catarsis nacional como un deber. Sólo hay que repasar los distintos sectores de nuestra vida pública, como hace hoy LA RAZÓN en un trabajo extenso y detallado, para entender que el país demanda el proyecto reformista más ambicioso e intenso de la historia democrática. Por supuesto, con prioridades como la economía, pues sin crecimiento, como acertadamente entendió desde hace años Mariano Rajoy, no habrá empleo ni recursos para afrontar otros cambios. Un plan global de reformas estructurales que afecte desde el mercado laboral, al sector financiero, pasando por la fiscalidad y los autónomos, pero también una política de disciplina presupuestaria, ajuste fiscal y equilibrio. Todo ello con el propósito de poner en marcha un país colapsado, y generar confianza dentro y fuera de España.


Sanidad, Educación, Justicia, Estado autonómico, administración pública son otros frentes en los que el nuevo Gobierno tendrá que promover cambios que, por ejemplo, garanticen el futuro de un sistema de salud y una enseñanza públicos de calidad y sostenibles financieramente. España necesita también una administración de justicia despolitizada que acabe con la imagen lacerante de dependencia que ha calado en la opinión. La reestructuración del marco autonómico, que establezca una racionalización de los servicios y las competencias, y una adecuación a un proyecto leal con el Estado que sirva a los ciudadanos, es otro argumento para el cambio.

Rajoy deberá liderar una suerte de refundación nacional. Tras más de tres décadas de democracia, y unos últimos ocho años de desgobierno, el Estado de Derecho se ha resentido y es preciso rehabilitarlo para evitar su ruina y prepararlo para el futuro. Es un proyecto nacional para un político y un partido que han demostrado en otros escenarios extremos inteligencia y solvencia para superarlos. España necesita un tiempo fiable que genere certidumbre y seguridad desde la moderación que plantea Rajoy y con su capacidad de generar consensos en asuntos de Estado. Es un trabajo hercúleo repleto de obstáculos, pero también una misión irrenunciable.


La Razón – Editorial

Una nueva fiscalidad

El impuesto sobre el patrimonio debería ser el primer paso de una tributación más progresiva.

Dos meses antes de que se celebren las elecciones generales, el Gobierno ha decidido despertar la figura tributaria del impuesto sobre el patrimonio. Lo ha hecho eliminando la exención completa del tributo que existía desde el ejercicio de 2008 y elevando el mínimo exento hasta 700.000 euros. En consecuencia, ha reducido a unos 160.000 los contribuyentes que tendrán que soportar el impuesto. Según las estimaciones oficiales, en el próximo ejercicio se recaudarán unos 1.080 millones de euros, frente a los 2.100 que recaudó el último año de su vigencia, en 2007. Aunque solo se examinen las previsiones de recaudación, se llega a la conclusión de que la resurrección del tributo es una decisión que responde más a necesidades de ajuste presupuestario que a la voluntad de componer una estructura fiscal sólida.

Es algo difícil de cuestionar que, al igual que en otros países de nuestro entorno, el ajuste presupuestario que exige el saneamiento de las finanzas públicas requerirá elevaciones significativas de impuestos. Para cumplir con los compromisos de reducción del déficit, este y sucesivos Gobiernos tendrán que recurrir a un aumento de la presión fiscal. Por ello, lo más importante es localizar las debilidades del sistema fiscal y actuar en consecuencia. Hay margen para subidas en impuestos especiales y, por supuesto, en la imposición sobre el capital. Pero, además de tomar decisiones de urgencia (y la de recuperar el impuesto sobre el patrimonio lo es), la economía española necesita una reforma seria de la estructura fiscal.


Una parte de esa reforma es acentuar la progresividad perdida durante las legislaturas del PP y olvidada durante las del PSOE. La condición de partida es no penalizar más a los contribuyentes con menor capacidad defensiva ante la crisis económica y financiera. Pero tratar de hacerlo exclusivamente con ese impuesto no es de recibo. Además del impuesto sobre el patrimonio, la fiscalidad española necesita reconsiderar la actual tribu-tación de las rentas del capital. Una estructura fiscal más progresiva, con mayor eficacia en la persecución del fraude, permitiría ganar margen de actuación para ofrecer estímulos a la inversión al mismo tiempo que se racionaliza el gasto y se reducen el déficit y la deuda.

Es comprensible, en todo caso, que el Gobierno socialista, aunque sea al término de dos legislaturas, caiga en la cuenta de que entre las señas de identidad socialdemócrata y, en todo caso, de mínima justicia, está el tratar de que aporten más al saneamiento de las finanzas públicas aquellos con mayor capacidad de generación de renta y con mayor fortuna. A diferencia de lo observado en otros países, las grandes fortunas españolas no han hecho gesto alguno para reclamar una contribución mayor a los obligados ajustes de rentas. La resurrección del impuesto sobre el patrimonio, en ese sentido, es una señal para una parte de su electorado.

Como contrapartida, la decisión acentuará la diferencia de la fiscalidad española frente al resto de los países de la UE donde esa figura no existe, con la excepción apenas relevante del mantenimiento en Francia de un impuesto para las grandes fortunas. Adicionalmente, se habrá creado un contencioso más con algunas comunidades autónomas. No deja de llamar la atención que sean las gobernadas por el Partido Popular las que han amenazado con no aplicar el impuesto. Bueno sería que su líder nacional aclarara si en el caso de que llegue al Gobierno volverá a la situación existente antes del pasado Consejo de Ministros. Esta debería ser la campaña electoral en la que el debate impositivo, la necesaria reforma fiscal en la dirección de una mayor progresividad, fuera objeto de discusión por unos y otros. Lo demás será despistar una vez más a los ciudadanos, a los contribuyentes.


El País – Editorial

Una sentencia que retrata a ETA, Bildu y PSOE

Resulta obsceno que, junto a la natural frustración de los cómplices y simpatizantes de la ETA, Pachi López se haya sumado al coro de plañideras manifestando su comprensión hacia las protestas del mundo etarra y su sorpresa por una sentencia ejemplar.

La sentencia de la Audiencia Nacional que condena a diez años de prisión a los batasunos Otegi y Díaz Usabiaga, junto con diversas penas menores para otros tres acusados, ha suscitado una serie de reacciones entre los sectores políticos implicados en el proceso de rendición a la banda terrorista ETA que los retrata en toda su vileza.

Los dos líderes proetarras han sido condenados, con toda justicia, por pertenecer a la banda terrorista ETA, a cuyas órdenes se encargaron de ejecutar la estrategia terrorista destinada a tener presencia en las instituciones públicas. Ambos se reunieron con dirigentes de ETA en el sur de Francia –en el caso de Otegi, además, pesando sobre él la prohibición de abandonar el territorio nacional– y ambos también, junto con el resto de encausados en el caso "Bateragune", trabajaron directamente a las órdenes de la ETA desde finales de 2007 para formar un frente político vinculado a la organización terrorista que, fracasada la intentona con Sortu, finalmente ha fructificado con la presencia de la coalición Bildu en las instituciones vascas.


Es lógico que la sentencia haya caído como un jarro de agua fría entre las organizaciones que apoyan los postulados etarras, porque la absolución de los implicados en esta causa contra el brazo político de la banda terrorista hubiera sido interpretado como el refrendo judicial a la presencia de Bildu en la política vasca.

Lo realmente obsceno es que, junto a la natural frustración de los cómplices y simpatizantes de la banda terrorista, el PSE de Pachi López se haya sumado a este coro de plañideras manifestando su comprensión hacia las protestas del mundo etarra y su sorpresa por una sentencia ejemplar, sin que, hasta el momento, ninguna voz autorizada del PSOE lo haya desautorizado con la severidad que la villanía de sus declaraciones merecen.

Otegi y Díez Usabiaga van a entrar en prisión, que es el sitio en el que deben estar, por mucho que le moleste al gobierno y al PSOE. Los que creemos en el Estado de Derecho, en cambio, nos felicitamos de que la ley se cumpla, aunque para ello sea necesario superar los obstáculos de un gobierno sin escrúpulos y un partido socialista que llevan años escarneciendo a las víctimas del terrorismo y avergonzando a todos los españoles.


Libertad Digital – Editorial