miércoles, 21 de septiembre de 2011

Los moriscos. Por Carlos Alsina

Si el marianismo fuera una religión, tendrían que tirar las puertas de los templos para dar cabida a esta legión creciente de fervorosos conversos. El aroma del poder inminente ha hecho brotar en torno al líder un atracón de apóstoles impostados, «groupies» de saldo y aduladores reversibles que trabajan para sí mismos. Le llaman «Mariano» para fingir intimidad, o «presidente» para fingirse heraldos. Alaban la hondura de sus reflexiones, la calidez de su mirada, el color de su pelo y la gracia sin par de sus mensajes en el Twitter. Qué admirable espectáculo de impudicia desbocada; cuánto gregario surge, entusiasta, en la bajada.

Este Rajoy baqueteado y descreído se lo debe de estar pasando teta. Cuántos de estos aplaudidores no son los mismos que otrora se conjuraron para matarle. Cuántos de quienes hoy se declaran marianistas de cuna no hicieron sangre, en los reservados, con la ausencia de fuste que «maricomplejines» demostraba. A lo que antes llamaban «blandura» ahora lo llaman «flexibilidad». Donde veían ambigüedad, ahora ven táctica. El defecto de la holganza se ha tornado en virtuosa medida de los tiempos. El vicio de pasar olímpicamente de los temas se valora ahora como sabio y prudente distanciamiento. Le zumbaron por andar de puntillas y hoy ensalzan sus zapatillas de ballet. Le llamaron vacío y débil; hoy es el paradigma de la firmeza, un manantial de fértil conocimiento. Rajoy debe de estar pasándoselo como un enano. Quienes más vehementes fueron en la operación derribo más sobreactúan ahora en el halago. «Mariano, qué confiable eres». «Todo tú eres seguridad» (jurídica). «Todo tú eres coherencia». «Todo tú eres confianza». La fauna es amplia y variada: compañeros de partido, adversarios en busca de acomodo, ejecutivos de grandes compañías, aspirantes a directores generales y palmeros vestidos de periodista. Al soso le encuentran chispa. Condenaron su «look» antiguo y hoy celebran su estilo «clásico». Era gris mate; ahora es azul satinado.

El día siguiente a su derrota en 2008 (diez de marzo), escribí que Rajoy debía marcharse a su casa. Como aspirante, había fracasado. Sigo pensando que debió hacerlo, aunque no sea muy astuto, por mi parte, mencionarlo. El mérito que hoy se le atribuye no es otra cosa que el anverso del demérito que su adversario fue agigantando. El encumbramiento marianista ha ido de la mano (y ha sido fruto) de una crisis extrema que dejó en cueros a un gobierno fabulador y errático, enfermo de impericia y obsesionado con la confrontación ideológica prefabricada. Nunca sabremos si en Rajoy habría brotado el carisma de no tener enfrente a un Zapatero torpe y desnortado. Los marianistas verdaderos predican con renovada fe que su líder será mejor presidente que candidato. Enciendo ya una vela. Con el milagro de los panes y los peces no le basta. Ni siquiera con transformar el agua en vino. O sabe resucitar a los muertos, o el público acabará gritando que salió rana. Los conversos de hoy abrirán la marcha de mañana.


La Razón – Opinión

Rajoy ¡Sentimentalización de la política! Por Agapito Maestre

No será suficiente administrar bien y con transparencia, sino que se necesitará un proyecto político que haga posible lo imposible. Por otro lado, este fue siempre el primer y quizá único objetivo de todo político sensato.

Excepto la mención crítica a la "sentimentalización" de la política, o sea, que no hará demagogia a la hora de gobernar, creo que la presentación del libro de Rajoy adoleció de política. Faltó, sí, pasión. Apenas dijo nada sobre su proyecto político. Me asombró la parquedad de su discurso. Su perfil bajo, su voluntad de pasar desapercibido, su esfuerzo casi titánico, valga el oxímoron, para no decir absolutamente nada relevante acerca de la trágica situación política y económica de España es, se mire desde cualquier perspectiva, extraño. Esa actitud mueve a este cronista a cierta melancolía, por supuesto, como toda genuina melancolía, no exenta de alegría porque, al fin, este hombre con sentido común puede alcanzar el poder frente a la demagogia populista del socialismo español.

Mi tristeza alegre, esa especie de alegre desamparo político, no significa que yo dude de que Rajoy lo hará infinitamente mejor que Zapatero; menos aún cuestionaré la prudencia de Rajoy ante la grave situación económica; tampoco tengo ninguna objeción sobre la capacidad de la cúpula del PP para elegir, en un futuro inmediato, a los mejores para la buena gobernabilidad del país; y, por supuesto, no seré yo quien critique la llamada de Rajoy a la concordia política, cuando el icono dominante de la actual situación histórica sigue siendo, por voluntad de Zapatero y los socialistas, "Los dos españoles a garrotazos" que pintó Goya.


Rajoy tiene todo el derecho del mundo a presentarse, como por otro lado hiciera Aznar durante ocho años, como un gobernante pragmático, casi un tecnócrata, para quien lo único decisivo es la buena gestión de los bienes públicos y, por supuesto, rebajar las cifras del terrible desempleo. La voluntad de mostrarse antes como un buen gestor y administrador de una empresa que por sus proyectos políticos tiene, sin embargo, un límite en los momentos presentes. La empresa España está en bancarrota, sobre todo y fundamentalmente, porque el modelo territorial es inservible. Las Autonomías son el atroz mecanismo para vaciar y desmontar los dos grandes inventos de la política de nuestro tiempo: el Estado del bienestar y el Estado de derecho.

No será suficiente administrar bien y con transparencia, sino que se necesitará un proyecto político que haga posible lo imposible. Por otro lado, este fue siempre el primer y quizá único objetivo de todo político sensato. Nunca se consigue lo posible si no se intenta una y otra vez lo imposible. La Historia con mayúscula así lo prueba. Pocos han sido los pensadores de la política, independientemente de su mayor o menor realismo, desde Platón a Weber y pasando por Maquiavelo, que hayan dudado un solo instante de esa prueba de la Historia. Rajoy, quiera o no quiera, tendrá que decir, vaya que sí tendrá que decirlo, cuáles son sus proyectos renovadores para una gran nación a la deriva. ¡No se pueden administrar bienes si no existen!


Libertad Digital – Opinión

La condena a Otegui. Por Cayetano González

Las reacciones que se han producido en algunos ámbitos políticos tras la sentencia de la Audiencia Nacional por la que se condena a diez años de cárcel, por el delito de colaboración con banda armada, al ex dirigente de la ilegal Batasuna, Arnaldo Otegui, y al ex secretario general del sindicato LAB, Rafael Díez Usabiaga, ha puesto una vez más de manifiesto la distinta vara de medir que tienen algunos dirigentes públicos respecto a las decisiones de la justicia.

Que a la gente de este mundo próximo a ETA le haya parecido mal la sentencia, es lógico y normal. Que el PNV haya seguido ese mismo camino, no es nada nuevo, porque es lo que llevan haciendo siempre. Pero lo que pueda resultar chocante, hasta cierto punto, es que haya sido el lehendakari socialista Patxi López quien haya puesto un punto de insatisfacción o de contrariedad por la citada condena, diciendo que entiende la "frustración" de una parte de la sociedad vasca por la misma, aunque es verdad que también ha matizado que se lo tienen bien ganado por no haber aprovechado el juicio para pedir a ETA que se disolviera.


Decía antes que hasta cierto punto puede resultar chocante esta reacción de Patxi López. Desde que Zapatero calificó -allá por el 2006, cuando puso en marcha su proceso de negociación política con ETA- como "hombre de paz" a Otegui, todo es posible. También convendría recordar que López fue uno de los dirigentes institucionales y políticos que con sus declaraciones públicas más presionó a los Tribunales para que la nueva marca de ETA, la coalición Bildu, pudiera estar en las elecciones municipales del pasado 22 de mayo. Y encima ahora pide que no se le haga la campaña a Bildu de cara a las elecciones generales del 20-N temeroso, como así va a suceder, que el PSE tenga un resultado desastroso en el País Vasco, peor incluso que el del 22-M, y que por el contrario, Bildu obtenga grupo parlamentario propio en el Congreso de los Diputados.

Hay un cierto grado de indecencia en todo esto. Otegui, como Díaz Usabiaga, como tantos otros ex dirigentes de Batasuna, son gente que se ha pasado toda la vida no solamente sin condenar ningún atentado de ETA, sino justificándolos en muchas ocasiones. Todavía hoy es el día en que no han pedido públicamente a la banda terrorista su disolución; todavía hoy es el día en que no han perdido perdón a las víctimas del terrorismo. Y cuando un tribunal de justicia les condena por colaboración con banda armada, quienes deberían alegrarse de esta decisión, siembran un manto de duda sobre la bondad de la misma, argumentando que eso entorpece el proceso de paz en el País Vasco. Que falta de respeto a las víctimas y que pocas convicciones democráticas demuestran quienes así se expresan. El único camino para ganar la batalla a ETA es la aplicación de la ley, de toda la ley y solo la ley. Un camino que los diferentes Gobiernos del PSOE no siempre han seguido.


Periodista Digital – Opinión

La mano de Rubalcaba. Por José Antonio Vera

Una maniobra a tiempo de Rubalcaba, a través de su amigo el juez Bermúdez, coloca al «caso Faisán» en un momento impreciso. La maniobra consiste en que el chivatazo a ETA deje de ser competencia de la Audiencia Nacional y pase a un juzgado de Irún. La cuestión no es baladí porque de una cosa u otra depende que el caso se considere mayor o menor. El envío a Irún equivale en realidad al carpetazo, y significará que habrá ganado Rubalcaba, con el inestimable apoyo de Bermúdez y de la Fiscalía, cuya escandalosa actuación ha ido encaminada a enterrar el caso, primero pidiendo su archivo y después argumentando que no hay delito porque no se puede determinar quién informó a ETA.
De suceder así, el ex ministro y candidato del PSOE habrá logrado su objetivo de estos últimos cinco años: que no le salpique el escándalo del chivatazo, quitándose de en medio al incómodo juez Ruz, que ha sostenido que tres mandos policiales incurrieron en colaboración con los terroristas.

Rubalcaba tiene la mano larga y estamos a punto de comprobar hasta dónde llega. Ahora pide que se respete la decisión de los jueces en este caso y en el de Bildu, pero no tiene reparo en criticar la resolución del TC sobre el Estatut. Lo que no sabemos es si su mano llega también a un colectivo como Anonymous, que dice tener en su poder comprometedores documentos sobre el «Faisán».


La Razón – Opinión

Chivatazo. Los 'amedos' del Faisán. Por Pablo Molina

Los gobiernos socialistas han elegido tradicionalmente distintas vías para tratar el asunto de la amenaza del terrorismo pero con un elemento común: todas han estado siempre fuera de la ley.

La información del periódico El Mundo, según la cual uno los tres acusados en el caso Faisán ha amenazado con "tirar de la manta" revelando al Míster X del chivatazo a la ETA, es perfectamente coherente con la tradición socialista en el manejo de asuntos que tienen que ver con la lucha contra el terrorismo y la seguridad del estado.

Los gobiernos socialistas han elegido tradicionalmente distintas vías para tratar el asunto de la amenaza del terrorismo pero con un elemento común: todas han estado siempre fuera de la ley. Ese es el argumento transversal de la política antiterrorista del PSOE y lo único que cambia, según el momento y los protagonistas, es la calificación penal de los delitos cometidos precisamente por los que tienen el mandato constitucional de perseguirlos para garantizar la seguridad de todos.

El PSOE ha seguido una trayectoria en la lucha antiterrorista que va desde el GAL hasta el Faisán sin dejar nunca de perseverar en las negociaciones con el mundo etarra, otra característica que esmalta la forma en que los gobiernos socialistas interpretan su deber de perseguir el crimen organizado con pretensiones políticas.

Ahora estamos en la fase en la que los guripas encargados del trabajo sucio amenazan con revelar a quién pertenece la X de la ecuación del Faisán, como Amedo y Domínguez hicieron en su día a cuenta del GAL con desigual resultado. En aquella ocasión los dirigentes socialistas intentaron callarlos llevándoles sacos de dinero negro a Suiza. Ahora la estrategia es maniobrar en la Audiencia Nacional para que, en vez de tomar el "caminito de Jerez", los imputados puedan defenderse de acusaciones menores en un foro judicial distinto del especializado en delitos terroristas.

Es posible que la operación para evitar la "estigmatización" de los dirigentes socialistas, en la más estricta doctrina bacigalupiana, les salga bien a sus muñidores y Rubalcaba no tenga que penar durante la próxima campaña electoral con un caso que le afecta directísimamente. Es posible, claro que sí, pero los antecedentes no son precisamente alentadores, porque en el caso GAL un ministro del Interior y un secretario de estado de Seguridad fueron a la cárcel. Yo de sus sucesores no estaría demasiado tranquilo.


Libertad Digital – Opinión

Rubalcaba paga por Zapatero. Por Fermín Bocos

El candidato Rubalcaba está comprobando estos días que en el mundo de la política el cartero también llama dos veces. La ominosa sombra del "caso Faisán" se proyecta sobre él en razón de su pasada ejecutoria como ministro del Interior. Llegó al Ministerio en un mal momento, con un Zapatero empecinado en pasar a la historia y predispuesto a una política de barra libre en el proceso de negociación con la banda terrorista ETA. Por aquellos días trascendió la renuencia de Rubalcaba a la forma como se estaban llevando los contactos, pero lo cierto es que no por eso resignó la encomienda ministerial así que, en términos políticos, es lícito que la oposición le recuerde y exija responsabilidades por el infamante chivatazo policial que permitió escapar a los correos etarras que se dedicaban a extorsionar a los empresarios vascos. Máxime estando como están encausados un ex director general de la Policía y otros dos mandos de este Cuerpo.

Decía que el cartero de la política siempre llama dos veces porque, esta semana, a dos meses de las elecciones, los jueces de la Audiencia Nacional deciden si mantienen la calificación del chivatazo como un delito de colaboración con banda armada o si revocan esa etiqueta para dejarlo en revelación de secretos oficiales y remiten el sumario a los juzgados de Irún. No es una cuestión baladí. Si optan por lo primero, el caso le puede complicar políticamente las cosas al candidato en un registro, además, claramente impopular porque más allá de las fantasías de Zapatero -alentadas todavía, a estas alturas, por su círculo de corifeos mediáticos-, son pocos los ciudadanos dispuestos a mirar hacia otra parte dejando pasar sin sanción moral y penal un hecho de naturaleza tan infamante como fue el mencionado chivatazo.

Tengo para mí que más de una vez, en su fuero interno, el candidato socialista habrá lamentado no haber sido capaz de disuadir a Zapatero de aquella irreflexiva pulsión que le llevó a mantener abiertos los contactos con la banda terrorista incluso después del atentado en la T4 en Barajas, pero no lo consiguió y por eso debe pechar con las consecuencias mientras ve como el responsable de todo aquel desastre se dispone tranquilamente a volver a León dónde le aguardan la hamaca y la libreta de supervisor de nubes. La política es así. No siempre paga quien ha hecho el gasto. En el caso del "Faisán", Rubalcaba paga por Zapatero.


Periodista Digital – Opinión

Esto ofrece Rubalcaba: el senador putero vuelve a Madrid. Por Federico Quevedo

Siempre creí que Alfredo Pérez Rubalcaba valía más como segundo, como hombre para estar detrás del telón, entre bambalinas, influyendo pero sin estar en el escaparate, que como líder en primera fila… Pero lo que no pensé es que él mismo lo iba a hacer tan evidente y que de manera clara iba a aflorar en el candidato socialista el peor de sus estilos, esa mezcla de autoritarismo con política barriobajera y chavismo. No exagero. Verán, en pocos días Rubalcaba ha desplegado toda una auténtica artillería de demagogia, medias verdades y mentiras como pocas veces se ha visto en un candidato a la Presidencia del Gobierno. Si desde luego tiene intención de gobernar bajo esas premisas, aviados estamos.

Empezó obligando al Gobierno a asumir contra su voluntad la reimposición del Impuesto del Patrimonio y cada día que pasa se hace más evidente que se trata de una medida claramente orientada a satisfacer las aspiraciones del movimiento de los indignados ahora que éste ha perdido por completo el espíritu transversal y apartidista con el que nació. Pero es que, además, Rubalcaba ha mentido de manera sistemática sobre el asunto, primero sobre la propia medida y después sobre sus efectos: el candidato afirma que con el dinero que recaude creará empleo para los jóvenes. Primero, ya veremos si lo recauda y, segundo, si es así, ese dinero lo van a gestionar las CCAA y harán con él lo que les parezca más oportuno, no lo que se le ponga en las narices al candidato socialista que, sin embargo, parece empeñado en seguir engañando a la ciudadanía.


Ha mentido, también, sobre la posición del PP respecto del catalán –fue el PSOE el que recurrió la Ley de Inmersión Lingüística y el PP el que, sin embargo, votó a favor de la Ley de Normalización que hizo Pujol- y ha buscado de nuevo calentar la campaña con el tema de la lengua. Ha hecho una propuesta que parece propia de las repúblicas bananeras al decir que nunca un tribunal podrá estar por encima de lo que los ciudadanos digan en referéndum, lo cual supone llevarse por delante el Estado de Derecho y poner la gobernabilidad del país en manos de una especie de sistema asambleario… Y no estoy en contra de las consultas populares, al contrario, pero habría que recordarle a Rubalcaba el pequeño detalle de que la Constitución fue aprobada en referéndum, y de que él ha votado a favor de una reforma de la Carta Magna que se ha hecho sin consultar al pueblo soberano… Y que, en cualquier caso, lo que no puede ser es que un referéndum en una parte del territorio pueda modificar una Constitución que se ha aprobado en referéndum en todo el territorio, porque eso sería como condenarnos a la más absoluta de as anarquías.

El esperpento Curbelo

Luego ha venido lo de las listas, lo de poner a Camacho de cunero por la lista de Zamora en contra de la opinión de su partido, un modo muy democrático y muy respetuoso con las voluntad de los militantes y simpatizantes de su partido de hacer las cosas, ¿verdad? Pero el colmo, lo que verdaderamente resulta indignante y ofensivo, es que el candidato no diga ni ‘mú’, que mire para otro lado, cuando sus compañero canarios vuelven a proponer al ex senador Curbelo como candidato de su partido a la Cámara Alta.

Curbelo fue aquel personaje al que detuvieron por negarse a pagar los servicios que había contratado en una sauna-casa de putas en Madrid a la que había acudido con su hijo, y que le vino a decir a un policía aquello de “no sabe usted con quién está hablando” y, sin pudor alguno, se atrevió a sacar de la cama a altas horas de la madrugada nada menos que al presidente del Senado, Javier Rojo. En fin, una joya, uno de esos personajes de película de Santiago Segura que hacen palidecer con ese estilo faccioso y prepotente, que debería de estar no ya lejos, sino a miles de kilómetros de distancia de la política porque es una vergüenza para sus compañeros, para los canarios y para el país en general. Y, sin embargo, lo vuelven a presentar y estará de nuevo sentado en un escaño en la Cámara Alta si, por desgracia, los canarios lo eligen para ese cargo. Es de estas cosas que, de verdad, indignan a cualquiera, y hacen que la ciudadanía esté cada vez más desencantada con su clase política.

Pero esto es lo que ofrece Rubalcaba, la vuelta de Curbelo, y todo lo que eso conlleva de banalización del poder, de rechazo a cualquier clase de compromiso de regeneración ética. Pero ya se ve que lo contrario es como pedirle peras a un olmo.


El Confidencial – Opinión

La presentación. Por Alfonso Ussía

Estuve en la presentación del libro de Mariano Rajoy, editado por Planeta, en el Hotel Intercontinental de Madrid. Han cambiado las circunstancias y acudió una multitud en socorro del vencedor. El Partido Popular en pleno, y muchos más periodistas que los habituales. Se hacían quinielas de los escaños socialistas. No subían de 115 escaños, pero por lo bajini muchos aventuraban una catástrofe rubalcabiana. Desde que el candidato socialista se ha convertido en el enemigo del español en Cataluña, el optimismo es aún más expresivo en el Partido Popular, aunque Rajoy llama a la cautela, la prudencia y serenidad. Mucha seguridad. A pesar de ello se colaron seis miembros de la «Banda de la croqueta», seis croquétez, que saludaban con campechana efusión a los políticos presentes. En una mesa del salón, Yolanda Barcina, la valiente, inteligente y bellísima Presidenta de Navarra, que había ido por otro compromiso. Con ella será más sencillo recomponer el pacto navarro entre UPN y el PP, pero todo requiere su tiempo y su oportunidad. Una señora entrada en años y en exceso ferviente seguidora de don Mariano, protestaba porque no veía nada. Se subió a una silla. Y como suele suceder a las señoras que se suben a las sillas, se cayó.

Tres chicas jóvenes presentaron el libro. Lo hicieron bien y con brevedad, como si presentaran libros todos los días. Y también estuvo breve, afilado e irónico Mariano Rajoy, que ha atravesado muchos desiertos sin cantimplora, y ya divisa el oasis. Tengo para mí, y lo he repetido en diferentes ocasiones, que Rajoy será mucho mejor gobernante que líder de la Oposición.


No creo en las campañas electorales. Haría muy bien el PP en reducir la suya hasta extremos chocantes. La mejor campaña para el partido Popular es la que le está haciendo Rubalcaba. Por el ambiente que se respira, se puede asegurar que don Mariano no tiene que besar a demasiados niños para triunfar en las elecciones. Se presiente una victoria contundente, a pesar del hedor áspero y callejero que arropará a su promotor socialista.

También favorece a Rajoy el enfado de los cejeros, que soltarán más de una tontería en las próximas semanas en nombre de lo que ellos llaman «cultura». No obstante, el optimismo electoral nada tiene que ver con el social. Rajoy se va a encontrar con una caja vacía, miles de millones de euros de deuda, y un porvenir espeluznante. Los sindicatos mansos se volverán fieros, y más si Rajoy cumple con su compromiso de limitar hasta la legalidad sus constantes subvenciones chulescas. Me decía un ilustre economista allí presente, que si el futuro Gobierno ahorra lo que ha despilfarrado en chorradas y amistades el socialismo gobernante, una considerable parte de nuestra deuda vería aliviada su situación. El dinero público no está para imbecilidades. Con lo que se llevan los pesebristas de la llamada «cultura» se construyen dos hospitales y muchos kilómetros de carretera. Y se aseguran las pensiones de centenares de jubilados. Es de esperar que Rajoy se atreva con ello y con ellos, ajeno a demagogias baratas y berrinches estalinistas. La sociedad lo que busca es trabajo y llegar a fin de mes. Y no es imposible alcanzar el objetivo.

Mientras Rajoy hablaba, Rubalcaba le proporcionaba más votos.


La Razón – Opinión

La semana "D". Por Julia Navarro

Saben, creo que de las pocas cosas que en política exterior va a hacer bien el Gobierno Zapatero es la de reconocer el Estado palestino. Y es que la política exterior española bajo el mando de Zapatero ha estado distraída en cuestiones como la Alianza de Civilizaciones que es como un brindis al sol que encima nos viene costando dinero. Pero volviendo a lo sustancial, esta semana puede ser la definitiva para las aspiraciones de los palestinos de tener ¡por fin! un Estado propio. El presidente de la Autoridad Palestina Abu Abbas ha decidido no esperar ni un día más para colocar al mundo en la disyuntiva de "retratarse" con el problema de Oriente Medio. Y en ese "retratarse" está el apoyar que los palestinos tengan un Estado.

Lo cierto es que Benjamín Netanyahu ha paralizado las negociaciones con los palestinos y continua con la política de asentamientos, aumentando el hartazgo y la desesperación de los palestinos. Hasta el momento, Netanyahu no ha dado muestras de tener madera de estadista y en lo que se refiere al problema entre israelíes y los palestinos menos aún.


Lo cierto es que todo el mundo está de acuerdo en lo esencial: no habrá paz en Oriente Medio hasta que no haya dos estados, Israel y Palestina. Naturalmente, eso conlleva renuncias por ambas partes. Israel tiene que volver a las fronteras del 67, y los líderes palestinos, incluidos los de Hamas, tienen que aceptar plenamente la existencia de Israel y dar garantías de seguridad. Luego están los otros problemas que deberían de ser discutidos con más calma, como es el del retorno de los refugiados o la situación de Jerusalén. Pero lo que no se debería posponer ni un día más es la creación del Estado palestino, insisto, con el previo reconocimiento de los palestinos del derecho de Israel a existir.

Por tanto, a mí me parece que la diplomacia estadounidense y la europea, más que intentar frenar el debate sobre el reconocimiento de Palestina, lo que deberían hacer es sentar a las dos partes, colocándoles frente a sus propias contradicciones y presentándoles un plan claro del que no habría vuelta atrás y que conllevara todas las garantías para la seguridad y existencia de Israel que es lo que Hamas pone en cuestión.

Lo que Netanyahu no podrá gestionar es la frustración de los palestinos si una vez más no se les da una salida. Sobre todo ahora que la "primavera árabe" es un espejo en el que se miran.

Esta es la semana "D" para los palestinos, la semana en que en Naciones Unidas pueden cosechar, ¡ojalá! un éxito diplomático que suponga el principio para que tengan un Estado. Es la hora de la diplomacia y de la inteligencia, y también de que las dos partes entiendan de una vez por todas que no tienen otra opción que entenderse y vivir juntos y en paz.


Periodista Digital – Opinión

Rubalcaba. El antisistema. Por José García Domínguez

Diríase que allí donde estén los enemigos confesos de la democracia representativa, o sea de la democracia, allí estará Rubalcaba.

Ni siquiera ahora, ya en la última vuelta del camino, el emérito Rubalcaba concede renunciar al modus operandi de todos los demagogos que en el mundo han sido: predicar doctrinas que saben falaces a un público que saben idiota. Empeño, ése de embaucar con retórica huera a las capas más acéfalas del censo, en el que al parecer no le importa compartir discurso con la flor y nata de los antisistema. Igual con los energúmenos de la extrema derecha que con sus pares del 15-M. Diríase que allí donde estén los enemigos confesos de la democracia representativa, o sea, de la democracia, allí estará Rubalcaba. Razón acaso de que en su visita a la provincia de Barcelona le haya faltado tiempo para lanzarse a deslegitimar no al Tribunal Constitucional, sino a la Constitución misma.

Aunque no termine de quedar claro a quién desprecia más el postulante, si a la masa catalanista, su oscuro objeto de deseo, o a la inteligencia. Que "un tribunal no debe corregir la soberanía de un pueblo", ha sentenciado a modo de única pista. Soberbia cogitación que apenas admite dos interpretaciones con arreglo a los principios de la lógica cartesiana. A saber. O Cataluña es una nación soberana y nadie en los últimos quinientos años había reparado en el detalle. O la organización de la Fiesta de la Rosa incurrió en un exceso manifiesto con la generosa ración de ponche que le fue servida a su ilustre invitado.

En cualquier caso, como la Esquerra, como Batasuna, como Otegi, como Usabiaga, como Ternera, como Txeroki, quien manda en el PSOE también semeja empecinado en ignorar que la Carta Magna fue refrendada en su día tanto por catalanes y vascos como por el resto de los españoles. En el capítulo catalán, por cierto, con muchísimos más votos populares que el tan cacareado Estatut. Una evidencia de Perogrullo que, siguiendo el sutil razonamiento del candidato, llevaría a que el TC no pudiese enjuiciar ninguna ley emanada del Congreso de los Diputados. En fin, tras una existencia volcada en la vida pública, muchos políticos comienzan a mirar hacia la Historia. Él, sin embargo, prefiere continuar con la vista fija en el vulgo. Ora para adularlo. Ora para engañarlo. Triste, sórdido final el suyo.


Periodista Digital – Opinión

De una envidia admisible a unos cambios peligrosos. Por Andrés Aberasturi

"Que envidia me dais, que suerte ser bilingüe y poder cambiar del catalán al castellano". Y la verdad es que esto de entender otras lenguas es siempre bueno y positivo, que el saber no ocupa lugar y que todas esas cosas, pero de ahí a sentir nada menos que envidia por el bilingüismo de los catalanes, hay un cierto trecho difícilmente explicable para alguien que, de entrada, ni vive en Cataluña. Pero Rubalcaba está en campaña sentimental y para competir en dirección contraria con aquella tontería de Aznar de que él hablaba catalán en la intimidad, el candidato socialista suelta esta otra tontería de sentir envidia (pecado capital/nacional) de los que pueden cambiar del catalán al castellano. Se puede -y se debe- sentir respeto por cualquier lengua, pero envidia, lo que se dice envidia, la verdad es que yo sólo la siento -y en todo caso- por los que hablan inglés correctísimamente que es, nos guste o no, el esperanto de nuestro tiempo. Pero en fin, todo vale en campaña y empezar una reunión con una frase tan rotunda como la que encabeza esta columna, imagino que provoca el entusiasmo de los escuchantes catalanes aunque si la mantiene en Extremadura, por ejemplo, seguramente puede herir muchas sensibilidades. Pero Cataluña es un gran caladero de votos para el PSOE y eso justifica cualquier envidia, pero de ninguna manera afirmaciones difícilmente sostenibles como la de cambiar la Ley si es necesario para mantener el Estatut diga lo que diga el Constitucional.

A Rubalcaba no le parece razonable y no tiene "lógica política" que el Alto Tribunal se pronuncie después de que los ciudadanos hayan votado en referéndum, y añade una frase algo barroca y tal vez por eso algo inquietante: "Hay que cambiar las cosas para que el proceso sea natural y culmine con el aval ciudadano". ¿Qué cosas hay que cambiar? ¿Puede un referéndum convertir en constitucional lo que el TC considera inconstitucional? Y aun más ¿puede hacerlo avalado tan sólo por el 36 por ciento de los ciudadanos con derecho a voto? Se pueden cambiar muchas cosas, pero devaluar una de las patas del Estado de Derecho, resulta siempre peligroso porque al final siempre hay alguien que quiere convocar, por ejemplo, un referéndum sobre la pena de muerte después de un crimen horrendo o de una masacre. Y no. Por otra parte, la voluntad de una parte del pueblo -y más aun la voluntad de 36 por ciento del pueblo- no puede pasar por encima de la Ley cuando afecta a todo el resto del colectivo. Con este razonamiento, Rubalcaba está ofreciendo todos los triunfos a Bildu en particular y a los independentistas en general. Hay afirmaciones que se vuelven contra uno y si lo de la envida no deja de ser un guiño emocional admisible, lo de "cambiar las cosas" puede resultar muy peligroso; tan peligroso que no se debería decir ni para ganar un puñado de votos.

Periodista Digital – Opinión

Docentes en armas

Las declaraciones políticas y la sobreactuación sindical avivan la convulsión por los recortes.

Las protestas por los recortes presupuestarios en la educación pública, que han suscitado un amplio seguimiento, están marcando el inicio del curso escolar. Los primeros tijeretazos que se aplican en 30 años alarman a los docentes y padres de alumnos. Es evidente que el aumento de horas lectivas y la consiguiente reducción del número de profesores interinos en 10 comunidades autónomas puede afectar a la calidad de la enseñanza. Afirmar lo contrario solo sería posible si las consejerías de Educación que han aplicado los recortes hubieran presentado un proyecto paralelo para aumentar la eficiencia del sistema. Que no lo hayan hecho, que no hayan sopesado recortes en partidas menos cruciales y solo apelen a la necesidad de reducir gastos, es un indicador demasiado explícito sobre la importancia que esas comunidades -en manos del PP en su mayoría- otorgan a la educación pública.

Lejos de ello, los políticos se han lanzado a un cruce de sonrojantes declaraciones que han caldeado el ambiente. Entre ellas destacan de nuevo las de la presidenta de la Comunidad de Madrid y exministra de Educación, Esperanza Aguirre, que explicó primero que los profesores solo trabajaban 20 horas a la semana, confundiendo las horas lectivas con las laborales, y ahora plantea analizar el fin de la gratuidad de la educación no obligatoria, entre la que se encuentra la formación profesional y el bachillerato. A estas declaraciones, siempre respaldadas por su partido, se ha sumado la portavoz parlamentaria, Soraya Sáenz de Santamaría, culpando de todos los males a la ley socialista, la LOGSE. De modo que es esperable que el PP, en la misma línea argumental que le permite afirmar que un cambio de Gobierno resolverá la crisis económica, confíe en una derogación normativa para mejorar la educación.

Claro que había sobradas razones para la inquietud sobre la calidad de la enseñanza pública. Pero los recortes llegan cuando se percibían los primeros síntomas de mejora en un sistema que sufre déficits endémicos. Ello no justifica, sin embargo, sobreactuación alguna de los sindicatos, que deberían medir la proporcionalidad de sus protestas y evitar interferir en la campaña electoral. Tal actitud solo da alas a políticos como Aguirre, daña su propio crédito y hace un flaco favor al ya maltrecho sistema educativo.


El País – Editorial

Ministros huelguistas

Los sindicatos de la enseñanza prestaron ayer un flaco favor a los estudiantes, sus familias y al propio sistema escolar. Más allá de la guerra de cifras sobre el seguimiento de los paros en los institutos de Educación Secundaria de la Comunidad de Madrid, lo relevante de la jornada de ayer es la instrumentalización política de la escuela pública por parte de la izquierda. No existía razón académica para promover un conflicto en un sector estratégico en estos momentos. La decisión de la Consejería de Educación de ampliar en dos –hasta 20– el número de horas lectivas, dentro del rango establecido por la Ley, y de reducir por consiguiente el número de interinos, no suponía recorte presupuestario alguno en la partida destinada a Educación, pues los fondos ahorrados se destinarán a centros bilingües o a becas. Por tanto, estamos ante una huelga política para desgastar a una administración del PP a dos meses de unas decisivas elecciones generales. El carácter de la movilización se encargó de remarcarlo no sólo el activismo del candidato socialista a la Presidencia, sino, lo que es todavía más grave, el de los ministros. Fue especialmente significativo que el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, aprovechara ayer el acto de apertura del curso académico para alinearse con los paros y asegurar ante Esperanza Aguirre y la Reina Doña Sofía que no se debe «debilitar» la educación pública, reproche que adquiere tintes partidistas cuando hay una huelga en marcha. En esa misma línea, Elena Salgado y José Blanco prestaron argumentos a los sindicalistas al criticar los supuestos recortes mientras la Comunidad de Madrid rechaza el Impuesto de Patrimonio. Que un Gobierno aliente una movilización contra otra administración conlleva no sólo alterar las reglas del juego democrático, sino también trasladar a la sociedad el orden de sus prioridades. A estas alturas el Ejecutivo está más interesado en desestabilizar a los gobiernos populares que en combatir el fracaso escolar. La consigna de los huelguistas de evitar la destrucción de la escuela pública es pura demagogia. Si su preocupación fuera real, se habrían movilizado también contra la Junta de Andalucía del socialista Griñán, que ha impuesto una jornada lectiva de 21 horas «si la distribución horaria del instituto lo exige». Si alguien no ha respetado ni ha cuidado esta enseñanza ha sido la izquierda, con leyes que han generado un empobrecimiento paulatino en formación y una desnaturalización del sistema, incluidos los recortes en los sueldos de los docentes. Frente a ello, es conveniente recordar hoy que la Comunidad de Madrid se encuentra al nivel de los mejores en el último informe PISA. No hay duda de que cualquier sacrificio es doloroso y que es de justicia reconocer el trabajo de esa mayoría de profesores comprometida con un servicio público esencial. Pero todos estamos obligados a realizar un esfuerzo y arrimar el hombro en este escenario de crisis, más todavía aquellos que tienen mayor seguridad en el trabajo, a los que, al fin y al cabo, sólo se les pide que acerquen su contribución a la que realizan desde hace años sus compañeros de la escuela concertada, que imparten 25 horas lectivas.

La Razón – Editorial

El paro y los impuestos

Obama pretende conseguir un reequilibrio de los costes sociales derivados de la crisis.

Barack Obama encara la última fase de su mandato con una apuesta de reequilibrio económico-social que entraña una enorme dificultad política, por el obstruccionismo republicano en las Cámaras, y sin embargo denota bastante sensatez y equilibrio en sus concretas apuestas económicas.

Hace algo más de una semana logró con cierta holgura cuadrar el círculo de lo deseable y lo posible en su plan por el empleo. Lo deseable, desde su posición progresista, era devolver el drama del paro a la categoría de primera prioridad de su mandato, en detrimento del aparentemente más tecnocrático debate del déficit público que tanto le perjudicó en julio y agosto: la pretensión era teñir su legislatura de social y de sensible a los sectores más desfavorecidos, no solo los trabajadores, sino también de amplias clases medias. El secreto del éxito del plan recayó en que era más ambicioso de lo que nadie preveía, y al mismo tiempo contenía medidas (como algunas reducciones selectivas de impuestos a la economía productiva) aceptables por el conservadurismo inteligente.


La segunda ronda del envite se plasmó el lunes con su propuesta para reducir el déficit presupuestario en 10 años por una cuantía de cuatro billones de dólares: con un doble objetivo, cumplir los compromisos de saneamiento de las finanzas públicas que permitieron en agosto la formalización de un pacto para liberar el endeudamiento, y encajar las previsiones del nuevo gasto (325.000 millones) incluido en su plan para la creación de empleo.

A nadie se le oculta que la posibilidad de que este esquema se abra paso es extraordinariamente difícil, a tenor de la retórica desplegada por los republicanos, especialmente los del ala más ultra. Pero si alguna posibilidad tiene la propuesta es que encierra un equilibrio similar al de la anterior: de los cuatro billones, uno sería ahorrado por los menores gastos militares en Irak y Afganistán; algo más de uno y medio por la reducción de gasto social, y una cantidad algo inferior por un aumento de los impuestos a los más pudientes, eliminando las ventajas que George Bush concedió a las rentas superiores a 250.000 dólares. Y, desde luego, la posibilidad de abrirse camino radica en el apoyo ciudadano que pueda suscitar, que se cifra, según los primeros sondeos, en el 63%.

La nueva fiscalidad para los más ricos se apoya además en la complicidad de buena parte de ellos mismos, como simbolizó en un artículo el multimillonario Warren Buffet. Aunque la propuesta es vituperada como si fuera lanzada por un bolchevique, es en realidad una propuesta centrista, como las que permitieron a Clinton recuperar la desventaja cosechada en su primera legislatura y conseguir así apoyos pluripartidistas para ganar un segundo mandato. Si parece mucho más izquierdista es porque trata de contrarrestar décadas de contrarreforma social, en las que los salarios han disminuido sustancialmente su peso en el PIB y en las que las rentas altas han logrado reducir notablemente su exposición a la fiscalidad.


El País – Editorial

El fracaso de una huelga política

La impostura de los sindicatos a la hora de cuantificar el seguimiento de la huelga palidece ante la nula justificación a la hora de convocarla.

Mucho se podría hablar de la desfachatez de los sindicatos al elevar nada menos que al 80% el seguimiento de la huelga en los Institutos de Educación Secundaria de la Comunidad de Madrid que la Consejería de Educación y Empleo ha cifrado en el 43%. Pero ya habrá tiempo de desinflar la cifra cuando se tenga que descontar el salario del día a los huelguistas. Mayor aún es su impostura al intentar justificar su convocatoria. Por mucho que los sindicatos vociferen contra un supuesto "recorte" y una supuesta "agresión a la educación pública", lo que el Gobierno autonómico madrileño ha llevado a cabo no es más que una tímida reordenación en la actividad del profesorado que básicamente se limita a elevar de 18 a 20 horas las horas lectivas que los profesores dedican a la semana.

Cuando cinco millones de trabajadores han perdido el empleo entre la incompetencia del gobierno socialista y la muda condescendencia sindical, el que haya profesores que decidan no ir a su puesto de trabajo como forma de protesta ante lo que no es más que un limitado ajuste en sus privilegios resulta un pésimo ejemplo para cualquier ciudadano, incluidos los alumnos. Más aun cuando este aumento de horas lectivas a la semana entra dentro de lo establecido en el reglamento derivado de la LOE, que establece la jornada lectiva de los profesores hasta 21 horas, y que no produjo rechazo sindical alguno cuando el gobierno socialista y sus aliados parlamentarios la aprobaron.


A todo lo anterior hay que sumar la ausencia de protestas similares ante recortes de verdad como los de la Junta de Andalucía, que incluyen, entre otros, un gasto no ejecutado de 347,2 millones de euros en materia educativa en el presupuesto de 2011 que, a su vez, era inferior en 219 millones al aprobado para 2010. Eso, por no hablar del recorte del salario aprobado por el Gobierno socialista que los profesores madrileños han tenido que sufrir, como todos los funcionarios de España, por culpa de un Gobierno que, al igual que los sindicatos, primero negó la existencia de la crisis y después defendió que la forma de salir de ella era que el Estado gastará mucho más de lo que ingresa.

De aquellos polvos vienen ahora estos lodos; sólo que en el caso de la Comunidad de Madrid el ajuste ha tenido que ser menor gracias a que ha contado con un Gobierno que, a diferencia del andaluz, ha mantenido durante estos años mucho más equilibrados sus presupuestos, no derrochando el dinero en cosas menos importantes que la educación. Sin embargo, la protesta sindical se dirige contra Esperanza Aguirre, dejando en evidencia que se trata de una huelga política en beneficio del PSOE, auténtico compañero de viaje de UGT y CCOO, corresponsables todos ellos de la situación ruinosa que padecemos.

Ya podrán los huelguistas llenarse la boca con proclamas como la de la "escuela pública de todos, para todos", pero lo que están defendiendo, en realidad, son ilegítimos e insostenibles intereses particulares espoleados por el interés electoral de la izquierda política.


Libertad Digital – Editorial