viernes, 23 de septiembre de 2011

Chivatazo a ETA. El avestruz, peor que el faisán. Por Guillermo Dupuy

Lo que me parece evidente es que la barbaridad que se perpetró en el bar Faisán va a resultar pecata minuta comparada con la que se está perpetrando en el ámbito judicial para lograr su impunidad.

Decía hace escasos días Soraya Saez de Santamaría que lo importante en el "caso Faisán" no era tanto el "verbo" como el "sujeto". Con lo del "verbo" se refería a la vergonzosa controversia que se supone estaba dirimiendo el pleno de la Sala de lo Penal respecto a si el chivatazo a ETA debía ser considerado un delito de colaboración con banda armada o únicamente un delito de revelación de secretos y encubrimiento. Para la portavoz del PP, sin embargo, más importante que el verbo era el "sujeto"; es decir, el hecho de que entre los imputados se encontrara el entonces "número tres del Ministerio del Interior" y las responsabilidades políticas que ello conlleva.

Antes de que el pleno de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional decidiera vergonzosamente revocar el procesamiento del "sujeto" sin ponerse de acuerdo en el "verbo", ya me pareció algo ingenua y equivocada la afirmación previa de la portavoz popular. Y eso por dos razones: primero porque de haberse perpetrado la prevaricadora tesis de que el "verbo" -esto es, la tipificación delictiva del chivatazo- no podía ser el de colaboración con banda armada por el hecho de no tener los acusados afinidad ideológica con los terroristas, se hubiera burlado la ley, contrariado la jurisprudencia y dejado como no acordes a derecho las sentencias por las que en este país muchas personas, sin compartir objetivo político alguno con los terroristas, han sido condenadas y cumplen penas de prisión por colaborar con ellos.


Pero la apreciación de Santamaría me pareció ingenua, además, pues la determinación del "verbo", la tipificación del delito, era y es decisiva en este caso para saber cuáles son todos los "sujetos" responsables del mismo. Si, como acorde con la lógica más elemental, los acusados por el chivatazo a ETA siguieron ordenes de sus superiores al realizarlo, es mucho más probable que "tiraran de la manta" si se enfrentaban a una pena mucho más severa, tal y como la que castiga el delito de colaboración, que a una mucho más leve, como la que pena el delito de revelación de secretos.

El caso es que, por evitar la división entorno a qué tipo de delito constituye el chivatazo, al final el pleno de la Sala ha revocado aquello en lo que sus magistrados sí parecían estar de acuerdo como era apreciar indicios en los acusados de relación con el chivatazo, con independencia de qué tipo de delito fuera este. Así lo dejaron, al menos, en evidencia tanto los magistrados de la sección de la Audiencia Nacional que en su día ratificaron el auto de procesamiento de Ruz, como incluso José Ricardo de Prada con su repugnante voto discrepante. Y es que De Prada no dudó en ningún momento de la relación de Hidalgo, Ballesteros y Pamies con el chivatazo; lo que hizo fue justificar y enmarcar el soplo en el proceso de diálogo y negociación política que estaba entonces llevando el gobierno con ETA.

Parecería que por evitar una división en la tipificación del "verbo", se ha preferido ahora poner en duda los indicios que permitían juzgar al "sujeto". Yo no sé si esto último será una prevaricación, pero de lo que estoy seguro es de que con ella se ha evitado la prevaricación de quienes, en caso contrario, hubieran tenido que ignorar a sabiendas que el delito de colaboración "no exige que el colaborador comparta los fines políticos o ideológicos de los terroristas", tal y como Gómez Bermúdez sentenció con el 11-M.

Lo que me parece evidente es que la barbaridad que se perpetró en el bar Faisán va a resultar pecata minuta comparada con la que se está perpetrando en el ámbito judicial para lograr su impunidad.


Libertad Digital – Opinión

Zapatero resta votos. Por Fermín Bocos

La noticia no puede ser más escueta ni reveladora: Zapatero no participará en la campaña electoral. Visto el precedente de Felipe González -que dejó la Presidencia del Gobierno en 1996 ¡hace 15 años!- pero ha participado en todas las campañas celebradas desde entonces: en la de Almunia primero y en las dos del propio Rodríguez Zapatero, después, no queda más remedio que pensar que el candidato Rubalcaba le habrá pedido que se mantenga al margen. Que ya que no suma, cuando menos, que no reste. Tan drástica decisión, sin duda, nace de una reflexión a partir del análisis de las últimas encuestas que otorgan una ventaja al Partido Popular de alrededor de 14 puntos, diferencia que podría traducirse en una mayoría parlamentaria absoluta. Incluso aplastante.

En relación con los malos pronósticos que anuncian los sondeos al Partido Socialista algunos sociólogos subrayan que el rechazo de los votantes no es tanto al candidato como a la marca "PSOE". Es la primera vez que algo así acontece en relación con este partido, aunque no es un fenómeno nuevo en la política nacional. Lo sufrió el PP en los últimos meses de la segunda legislatura de José María Aznar a raíz de su polémica decisión de acompañar a los EE.UU. en la insensata guerra de Irak. Fue el entonces candidato, Mariano Rajoy, quien pagó las consecuencias, pues hasta unos meses antes iba por delante de Zapatero en las encuestas de intención de voto. Más tarde aconteció el terrible atentado de los trenes de Atocha con las consecuencias de todos conocidas.

Volviendo a la noticia que nos ocupa: la ausencia de Zapatero en los mítines de la campaña electoral, cabe añadir que quien tanto cuidó su imagen y tanto procuró un entorno mediático dedicado a alimentar el culto a su personalidad -no pocas veces entretenido encomiando nimiedades políticas, como la leyenda del "talante" o la ocurrencia de la "alianza de civilizaciones"- se quedan sin ditirambos que llevarse a la pluma o la boca. A Zapatero, el candidato Rubalcaba no lo quiere en los mítines porque en lugar de sumar, le resta votos. "Sic transit...". La política es así: hoy estás arriba, mañana todos te dan la espalda. Que tomen nota tantos y tantos que pierden hasta su sombra por salir en los telediarios.


Periodista Digital – Opinión

Salvavidas popular. Por Martín Prieto

Para la imaginería de ésta desestructurada dirección socialista a la derecha del Partido Popular no hay nada, ni a la diestra de Mariano Rajoy habita nadie, por eso se refieren a ellos como extrema derecha o derecha extrema sin molestarse en viajar mentalmente por las carreteras secundarias de la política europea donde verdes de ocasión, gamberros, piratas y nazis van encontrando su democrático acomodo. Cuando José María Aznar entró en La Moncloa, fue vituperado por esa derecha irredenta que le reclamaba la desclasificación de los papeles del CESID que podrían incriminar a Felipe González en la guerra sucia de las cloacas del Estado. Aznar mantuvo su criterio de que la Nación no debía desestabilizarse a garrotazos en cada alternancia política y se abstuvo de destripar el felipísmo, mientras la nomenklatura socialista le agradecía el gesto reputándole de asesino por las calles. El PSOE nació como colaboracionista de una dictadura con un Pablo Iglesias jugando a la legalidad y la subversión siguieron por la revolución antirrepublicana de 1934, luego el paréntesis, la financiación ilegal, el robo del erario para enriquecimiento de altos cargos, continuaron enterrando a la gente en cal viva y acabaron desplumando los faisanes. Al juez Ruz le han ralentizado el caso para no dañar más al Gobierno, que pisó «la ley y la moral para acordarse con el diablo como Fausto». Al no leer a Goethe no saben el final de la historia. Me adelanto a suponer que si Rajoy es presidente no se comerá el faisán ni dejará a Rubalcaba y a Camacho a los pies de los caballos. Y los que hoy se benefician de su moderación le darán las gracias acusándole de fundamentalista reaccionario.

La Razón – Opinión

RTVE. ¿La censura previa? Por Agapito Maestre

Los miembros de ese Consejo son nombrados por los partidos y, naturalmente, actúan al servicio de los patronos, pero sería deseable que hubiera no sólo un nivel de autonomía moral respecto al partido, sino un cierto decoro profesional.

Que a propuesta de los consejeros nombrados por el PP se tomara, en el Consejo de Administración de RTVE, la decisión de una especie de control previo de los contenidos informativos, me pareció una manera de imponer la censura. Por fortuna, los dirigentes populares han reaccionado a tiempo y retirarán semejante barrabasada política. Dos lecciones podemos sacar de esta acción que, en mi opinión, va más allá de una simple metedura de pata.

Primera, la calidad democrática y la eficacia de un partido también se mide por la calidad intelectual y profesional de sus colaboradores. Los miembros de ese Consejo son nombrados por los partidos y, naturalmente, actúan al servicio de los patronos, pero sería deseable que hubiera no sólo un nivel de autonomía moral respecto al partido, sino un cierto decoro profesional. Y, ciertamente, con todos los respetos a las personas, uno ve los curricula de los consejeros y dan un poco de pavor. En segundo lugar, será necesario que estos consejeros, tanto si han actuado por iniciativa propia como por mandato del partido, reconozcan públicamente su error y se dejen de excusas "ideológicas". Esta medida inhabilita a esta gente en el presente y en el futuro para estar en esos órganos de la administración.


Liderazgo, programa, dirigentes, militantes y no sé cuántas otras cosas más determinan la calidad de un partido político; hay, sin embargo, un factor que es fundamental y, a veces, pasa desapercibido: se trata de elegir con tino y precisión a los colaboradores para determinadas tareas en órganos e instituciones de la Administración. El arribismo, el cambio de chaqueta y, en fin, todos los males derivados de la burocracia del partido, donde además de funcionarios existen "notables" o barones, no ayuda a elegir los mejores, pero este tipo de patinazos tendrían que ayudar a los dirigentes del PP a rectificar y, sobre todo, a prestar más atención a la hora de elegir a los colaboradores. Tiene que ser los mejores.

Esperemos que este asunto de la censura en RTVE se detenga definitivamente. Pero, además, deberían aprender los dirigentes del PP que no hay que crear problemas más allá de los que hay, y el primero de todo es el nivel de crispación creado por el PSOE antes de llegar al poder el PP. Pues que no deja de resultar singular, desde el punto de vista democrático, que a un partido político a dos meses de las elecciones, y antes de llegar al poder, se le está haciendo oposición como si estuviera dirigiendo el gobierno de España. Por ahí iba la decisión del Consejo de RTVE. ¿Cuál es la parte de culpa que tiene el propio PP en esta situación? Creo que la pregunta es, a todas luces, pertinente a dos meses de las elecciones.


Libertad Digital – Opinión

Las fases de la esperanza. Por Rafael Torres

Como se sabe, la esperanza se desarrolla en diversas fases hasta que se consume, instante en el que sobreviene lo que se ha dado en llamar la muerte de la esperanza. Entonces, desaparecida toda ansiedad, pues ya nada se espera, sobreviene la serenidad absoluta. Con Esperanza Aguirre y sus fases lo que pasa, por el contrario, es que nos mata, y que, en vez de quedarnos serenos, se nos siguen llevando los demonios con sus ocurrencias. Que no son simples ocurrencias, sino designios, planes, proyectos, como se verá cuando sus pares del PP controlen todos los espacios y los resortes políticos, y se jaleen los unos a los otros en la destrucción de lo público, de las conquistas sociales y de los restos del Estado del bienestar, si es que el PSOE ha dejado algo de todo eso por destruir.

Esperanza Aguirre, que no puede, ni sabe, ni quiere disimular el yuyu que le dan los pobres, pues pertenece a un mundo cuya divisa es el "tanto tienes, tanto vales", carece, por eso mismo, de toda capacidad para regir y administrar una sociedad democrática e interclasista. Su sectarismo es total, no percibe su cargo ni como de servicio (lo de servicio le debe de sonar a chacha), ni mucho menos como de servicio a todos los ciudadanos, incluidos esos indignados, sindicalistas y "de la ceja" que tanto desprecia. Y por ello, más que por ahorrar en maestros lo que nunca ahorraría en enchufados, opta por esa siega de la hierba bajo los pies que representa la miserabilización del sistema educativo público, hasta convertirlo en algo como de beneficencia para marginales. Para ella, los marginales son, resulta innecesario aclararlo, los que no tienen dinero para montarse (en salud, en educación...) un Estado para ellos solos.

Hay fases de la educación, afirma Esperanza, que lo mismo no debieran ser ni obligatorias ni mucho menos gratuitas. Tales son las fases de esta Esperanza. Las masas (pues la mujer tiene también ese poco de cosa marxista y antigua de considerar a la gente como masa), a currar y a apencar con lo que se les eche, bien que a los niños superdotados que contenga se les puede instruir aparte, gratis, para ponerles en su día al servicio de los intereses que ella tan unívocamente defiende y representa.


Periodista Digital – Opinión

Ascó. El futuro pasa por el átomo. Por Emilio J. González

El Ejecutivo ha decidido dejarse en paz de demagogias y abandonar la doctrina Garoña para extender, por diez años más, la vida útil de la central nuclear de Ascó. Debemos felicitarnos por ello.

En una nueva rectificación del Gobierno Zapatero, el Ejecutivo ha decidido dejarse en paz de demagogias y abandonar la doctrina Garoña para extender, por diez años más, la vida útil de la central nuclear de Ascó. Debemos felicitarnos por ello porque aunque esta decisión no suponga en sí misma una apuesta de futuro por la energía nuclear, cosa que le corresponderá decidir al Ejecutivo que salga de las urnas el próximo 20 de noviembre, al menos no supone un nuevo paso atrás en una cuestión tan importante como sensible para la economía española.

La política energética de los países avanzados se caracteriza por tres principios: la seguridad del abastecimiento energético, que éste se efectúe a precios razonables y que, en la medida de lo posible, la energía que se utilice sea respetuosa con el medio ambiente. La única fuente de energía de todas las que dispone Europa es la nuclear, en especial España, que cuenta con el 50% de las reservas europeas de uranio y el 25% de las mundiales. La dependencia exterior de nuestro país en materia de energía es muy superior a la de los países más avanzados de la Unión Europea, lo que nos crea un doble problema. Por un lado, cada vez que nuestra economía crece, las dificultades de nuestra balanza de pagos, el gran cuello de botella de nuestro crecimiento, van a más. Por otra, cuanto mayor sea nuestra dependencia del exterior, más inseguro se vuelve el abastecimiento, teniendo en cuenta que esa dependencia se concentra en el petróleo y en el gas natural, los cuales proceden en su mayoría de países políticamente muy inestables y poco amigos de Occidente. En consecuencia, la apuesta nuclear supone para nosotros una cuestión geoestratégica de primer orden.

Además, la economía española necesita recuperar competitividad con relación tanto a nuestros socios de la UE como con las llamadas economías emergentes. Eso sólo lo podemos conseguir reduciendo los costes de producción y uno de los principales es el energético. Si este se incrementa, o se reducen los salarios, o se despiden trabajadores, o se cierran empresas. No otras opciones. Por ello, una estrategia energética adecuada se convierte en un elemento de primer orden no sólo para superar la crisis sino también para crear empleo y bienestar social.

La energía nuclear, asimismo, es limpia, tanto como la de las renovables pero cuenta con la ventaja de ser infinitamente más barata y de que no depende de que sople el viento o el día sea soleado. Es decir, que garantiza un flujo constante de electricidad a precios muy bajos. La apuesta por lo nuclear, por tanto, es el futuro de nuestro país. La decisión de prolongar la vida de Ascó, en este sentido, es una buena noticia, pero el próximo Gobierno debe ir más allá y aprobar un plan energético que incluya el desarrollo pleno de la energía nuclear.


Periodista Digital – Opinión

Víctimas, ahora del enjuague. Por Agustín de Grado

Es triste, sí. La soledad absoluta de las víctimas. Vejadas cuando su firmeza es obstáculo a los desmanes de unos. Ninguneadas cuando otros no las consideran baza electoral. Lo expresaba Daniel Portero, hijo del fiscal asesinado por ETA, la otra noche en Telemadrid: «Tuvimos que copiar uno a uno los 12.000 folios de la causa, con bolígrafo y papel, porque el señor Garzón nos impidió fotocopiarlos. Todo han sido impedimentos, pero vamos a llegar hasta el final». Porque han sido ellas, las víctimas, sólo ellas, con su coraje y dignidad, quienes han conseguido demostrar, contra viento y marea, que en el Faisán hubo un chivatazo a los terroristas para burlar la desarticulación de su red de extorsión en un momento en el que el Gobierno socialista negociaba con ETA y la banda exigía pruebas de buena voluntad. Ni el fiscal ya, siempre tan sumiso al Gobierno, se atreve a sostener lo contrario. Hubo chivatazo y, por tanto, delito, reconoce al fin. Aunque en su empeño por salvar al poder político estaba dispuesto a asumir para los policías imputados una condena leve por revelación de secretos frente a la muy grave de colaboración con banda armada. Apaño sustituido in extremis por la salomónica decisión de un Tribunal dividido y sumiso al enjuague político: revocar el procesamiento, pero sin cerrar el caso. Rubalcaba respira (de momento). Bermúdez ha hecho méritos para otra condecoración. Ruz deberá confirmar su fortaleza de juez íntegro. ¿Y las víctimas? Heridas y solas, como casi siempre, seguirán buscando justicia. Para que la traición perpetrada aquel 4 de mayo de 2006 en el bar Faisán, mientras Zapatero y Rubalcaba negociaban con ETA, no quede impune.

La Razón – Opinión

Faisán. Comerse el marrón. Por Cristina Losada

Pienso que los países serios y los que no lo son se distinguen, en lo cualitativo, por la frecuencia con la que gobernantes y altos cargos practican la indigna maniobra de esquivar los marrones que les corresponden.

Huyo de la costumbre de atribuirle a España, y más exactamente a su condición sociopolítica, rasgos singulares y aberrantes que harían de ella, de nosotros, una anomalía. Segura estoy de que en todas partes cuecen habas. Pero dicho esto a modo de caución, pienso que los países serios y los que no lo son se distinguen, en lo cualitativo, por la frecuencia con la que gobernantes y altos cargos practican la indigna maniobra de esquivar los marrones que les corresponden. A mayor seriedad, menos conductas repelentes de esa clase. Y el caso del chivatazo dado en el bar Faisán a la red de extorsión de ETA, a fin de que la mafia terrorista escapase de una detención programada para el instante que convenía a la Justicia, es un caso paradigmático de marrón huérfano e itinerante, además, como es obvio, de un vergonzoso delito.

Cuando hace unos días el diario El Mundo informaba de que uno de los imputados había enviado al Ministerio del Interior el mensaje claro, clarísimo, de que no estaba dispuesto a comerse el marrón, seguido por el corolario de rigor, la amenaza de tirar de la manta, la tentación de exclamar Spain is different! era fuerte. Y cuando el Pleno de la Audiencia Nacional decide quitarse el Faisán de encima por unanimidad –no se diga que uno solo aguantó el pulso–, y lo devuelve al remitente muy aligerado de peso, resulta fortísima. Pero, como cuestión previa, ha de consignarse que la exclamación apropiada es la que afirme una semejanza: cuán fiel a sí mismo, a sus vicios, es el Partido Socialista. Siempre tan dispuesto a cruzar furtivamente la frontera de la ley como a negarlo, una vez descubierto, y a dejar que paguen los mindundis. Verdad que ese tercer acto cambia si los paganos van a tirar de la manta, pero nunca desemboca en el único final que admite una democracia: el reconocimiento del delito y la admisión de la responsabilidad y su consecuencia penal por parte de los cargos políticos.

La política linda o penetra en el ámbito penal con facilidad pasmosa, cuando el hábito de infringir la ley se sostiene en la certeza de impunidad que brinda la extendida servidumbre al poder político. ¡Quién se resiste! Luego se enmascara el hedor con pías invocaciones a la razón de Estado, como si delinquir fuese obligatorio para los gobiernos que afrontan el terrorismo. Pero lo cierto es que alguien avisó a los terroristas, alguien lo ordenó y alguien delinquió. Y no responde nadie.


Libertad Digital – Opinión

Punto y aparte. Por Julia Navarro

Esta es la última semana de legislatura antes de que comience oficialmente la campaña electoral. Viendo a Zapatero batirse con Mariano Rajoy en el pleno del Congreso es fácil percibir como el presidente está políticamente K.O. mientras que el líder de la oposición se siente a dos pasos de la Moncloa. Eso se nota también en los pasillos. Ya hace meses que sus señorías sienten un gran desapego por Rodríguez Zapatero. Incluso los suyos no le rodean como antaño. Está descontado. Si hace un par de años cuando Zapatero entraba en el Congreso inmediatamente se formaba un corro a su alrededor, sus compañeros socialistas por aquello de tocar "poder" y los diputados de la oposición para intentar hablar con el presidente de algún asunto importante para ellos.

Ahora, los diputados socialistas buscan a Rubalcaba. El candidato socialista es el nuevo jefe del PSOE aunque oficialmente Zapatero continúe ostentando el cargo de secretario general. Pero por más que el presidente aún sea secretario general de su partido el poder real lo tiene Rubalcaba y es a él a quien buscan los socialistas y también los diputados de la oposición.


En lo que respecta a Rajoy y a los suyos están exultantes. Demasiado creo yo. No porque dude de que el PP tiene todas las papeletas para ganar el 20-N, al fin y al cabo es lo que apuntan todas las encuestas, sino porque en algunos hay ciertas actitudes de arrogancia. A Mariano Rajoy, claro, le tratan, y no sólo los suyos, como si ya fuera presidente. Los diputados de las minorías nacionalistas se desviven por hablar con él. Y no les quiero decir el revuelo cuando Rajoy entra en el Congreso.

Verán yo he escrito en innumerables ocasiones que Mariano Rajoy no tiene carisma, e incluso dudaba de que algún día llegara a ganar las elecciones. Pensaba que tarde o temprano alguno de los "barones" o "baronesas" de su partido le terminaría desbancando. Me equivoqué. Bueno, no me he equivocado en lo que Rajoy no tiene carisma. No lo tiene. La prueba es que todas las encuestas le dan una valoración baja en el aprecio de los ciudadanos. Otra cosa es que el PP gane las elecciones y Rajoy se convierta en presidente del Gobierno.

Naturalmente, la falta de carisma no significa que no se pueda ser un buen gobernante, a lo mejor lo es, y en eso ganaría nuestro país dadas las circunstancias que atravesamos. Pero lo que me llama la atención es la cantidad de "pelotas" que se le van acercando exactamente en la misma proporción que otros han dejado de hacer la "pelota" a Rodríguez Zapatero.

Una vez más se demuestra que en muchas ocasiones resistir es vencer, es el caso de Rajoy. Y también que levitar cuando se está en el poder, creerse el más listo del mundo, presumir de "baraka", rodearse sólo de quienes dan la razón es una solemne estupidez. Y eso es lo que le ha pasado a Zapatero. Prometió que no cambiaría, pero muy pronto empezó a no soportar las críticas y a poner distancia con quien se atrevía a decirle que no comulgaba con su política.

En todo caso, es un alivio que la legislatura termine ya. Es un punto y aparte que ya veremos a dónde nos lleva. La solución el 20 N.


Periodista Digital – Opinión

A tomar la calle. Por José Antonio Vera

A menos de dos meses del 20-N, parece cada vez más clara la estrategia de Rubalcaba. Por una parte, romper con Zapatero, no hablar de Zetapé, aparecer ante la opinión como si el candidato no hubiese nunca formado parte del Gobierno, o en cualquier caso transmitir que no tuvo más remedio que obedecer las decisiones «equivocadas» de Zeta, pero que él no lo habría hecho así, por supuesto. «Yo hubiera» es estos días la expresión más repetida de Alfredo, una forma como otra cualquiera de quitarse de encima el muerto de la crisis y de endosárselo entero a su predecesor como candidato.

Por tanto, punto uno, enterrar a Zapatero, y por extensión, punto dos, a su propio partido. El marketing nos habla de RbCb, de Alfredo, de Rubalcaba, pero nada del PSOE. Es como si nuestro hombre fuese un espíritu puro que ha llegado a donde está por obra y gracia de su inteligencia, o de sus maldades, pero sin apoyo de nadie, sin partido ni organización que le sustente.


En tercer lugar, la presunta «eficacia». Zapatero y su Gobierno eran un completo desastre y Pérez R. es, sin embargo, un hombre eficaz. Para hacer llegar esta idea se traslada a los ciudadanos que ha sido el responsable del «fin de Eta», de la disminución de los accidentes en las carreteras y de la solución al conflicto de los controladores. Claro, nada se dice de que ETA aún no ha entregado las armas ni de que los proetarras han vuelto a tomar la calle; y menos aún de los vaivenes poniendo unos meses la velocidad a 110 km/h y luego a 120; y tampoco de los paros actuales en los aeropuertos por no haberse cerrado como debía el acuerdo con los trabajadores del control aéreo.

Rubalcaba quiere vender «eficacia». Pero, además, se ha propuesto asustar a la gente con relación a Rajoy. Para ello (punto cuatro), está decidido a llenar la calle de indignados, liberados, sindicalistas, profesores o perjudicados en general por los recortes del PP. Se trata de trasladar la idea de que Rajoy quiere liquidar el Estado del Bienestar, y que ello sólo se puede evitar con la presión callejera, extremando las posiciones, creando tensión, provocando al Partido Popular para que sus dirigentes digan cosas que rearmen a la izquierda y la unan en torno a Rubalcaba.

El ex vicepresidente demostró con creces el 11-M que es un experto en movilización callejera. Y en eso están ahora sus «comandos». Que por dos horas más de actividad docente en Madrid se haya removido a toda la enseñanza pública en España no es una casualidad. Se actúa con total intención. Es el primer paso de lo que viene. Nos quedan dos meses de manifestaciones, huelgas, griterío, reuniones de la ceja, concentraciones de liberados e indignados, «curiosamente» contra el candidato del PP, nunca contra el Gobierno, y menos contra el responsable del desastre educativo de la Logse, o sea, el mismísimo Alfredo.

Esto tiene una pinta fatal y huele a algarada diaria para evitar a la desesperada, por segunda vez, que Rajoy llegue a La Moncloa teniendo las elecciones ganadas. Rubalcaba está en ello.


La Razón – Opinión

Faisán. Pastelerías Bermúdez. Por Emilio Campmany

Este segundo pastel improvisado tiene para Rubalcaba la ventaja de aplazarlo todo a un momento posterior a las elecciones, pero no estoy seguro de que el pastelero haya cumplido a satisfacción con el señorito que hizo el encargo.

Ballesteros, Pamies y García Hidalgo han debido de amenazar con que, si la cosa seguía, cantaban. Como la Sala competente iba a confirmar su procesamiento por colaboración con organización terrorista, Bermúdez acudió al rescate a toque de corneta y horneó el primer pastel. Ya no sería la Sala quien decidiera acerca de la calificación del delito, sino el Pleno. El plan era el ideado por la Fiscalía. Los policías cometieron un delito, sí, pero no el gravísimo de colaboración con organización terrorista, sino el de revelación de secretos, que lleva aparejada una pena más leve y que permite trasladar el caso a un juzgado de Irún.

Estando el pastel en el molde y habiendo el horno alcanzado su correcta temperatura, van la mitad de los magistrados del Pleno y dicen algo tan obvio como que avisar a un etarra de que va a ser detenido es colaborar con la organización a la que pertenece. El primer pastel ya no sirve y urge preparar otro. Para eso Bermúdez se las pinta solo. Se inventa que la cuestión a debatir no es la calificación del delito, sino si hay suficientes pruebas para procesar a los tres imputados, que es cosa que nadie discutía, ni siquiera la Fiscalía, que siempre reconoció la calidad de la prueba y sólo impugnó el tipo imputado.


El pastel sale redondo, en su punto y con un atractivo color dorado. Lástima que el olor que despide no esté a la altura. El caso es que todos los magistrados, sin excepción, se ponen de acuerdo en que se debe investigar más y devuelven a los procesados al escalón inferior, el de ser tan sólo imputados.

Este salto mortal con tirabuzón, este segundo pastel improvisado tiene para Rubalcaba la ventaja de aplazarlo todo a un momento posterior a las elecciones, pero no estoy seguro de que el pastelero haya cumplido a satisfacción con el señorito que hizo el encargo. Para empezar, el caso sigue en la Audiencia, lo que significa que el Pleno ha reconocido, implícitamente al menos, que el delito es colaboración con organización terrorista. En segundo lugar, el Pleno también deja claro que han sido uno o varios policías los que lo cometieron, pero que no hay completa seguridad de que fueran concretamente éstos que ahora había procesado Ruz. Eso deja muy mal a Camacho y a Rubalcaba, pues a sus órdenes no estaban sólo Ballesteros, Pamies y García Hidalgo, sino todos, incluidos los que dieron el chivatazo a ETA, seas quienes fueran. Y en tercer lugar, el futuro auto obliga a la Fiscalía a recurrirlo en perjuicio del candidato desde el momento en que formalmente ya se había convencido de que las pruebas contra los imputados eran suficientes para procesarlos y lo único que discutía era el delito por el que había que hacerlo.

Como ven, Pastelerías Bermúdez vuelve a llamar nuestra atención con una de sus creaciones, nunca del todo logradas, pero siempre sorprendentes.


Libertad Digital – Opinión

La frialdad de la despedida. Por Fernando Jáuregui

Asistí este miércoles a la última sesión de control parlamentario en el Congreso de los Diputados; dentro de menos de una semana, el Parlamento quedará disuelto para dar paso al calendario preelectoral. Fue una jornada de despedidas frías, en la que ni el presidente Zapatero ni el candidato Rajoy quisieron siquiera encontrarse por los pasillos dándose la mano para solaz de los fotógrafos: estábamos ya en cuasi-campaña y acaso no convenían demasiadas efusiones.

Sé, porque ellos lo han dicho, que Zapatero y Rajoy han terminado llevándose bien. En parte, porque el uno ha rectificado en muchos de sus planteamientos iniciales y, además, anunció pronto su retirada de la competición por permanecer en La Moncloa. Y también porque el otro ha abandonado el lenguaje "guerrero" empeñado en una oposición con el "no" por principio. Pienso que estas nuevas actitudes han humanizado a ambos personajes y les han acercado algo más a la opinión pública; veremos qué dicen las encuestas, que sin duda van a proliferar en las próximas semanas.

Al final, Zapatero y Rajoy se despidieron desde la tribuna con los habituales reproches, entre los que el presidente del PP incluyó la "herencia envenenada" que el inquilino de La Moncloa deja (casi le faltó decir "me" deja). Pero no era el tono agrio de otras ocasiones: el reglamento no cedió a Rajoy tiempo para una despedida protocolaria y le cortó el micrófono antes de que pudiera desear suerte a su ex adversario en su nueva singladura "particular".


Por los pasillos de la Cámara se adivinaban humores muy distintos. Desde los de los diputados que han decidido -mayoritariamente, en el grupo socialista- no optar a figurar en las listas electorales hasta la euforia de los parlamentarios "populares" que saben que, en su inmensa mayoría, repetirán en el escaño y que bastantes compañeros de partido que antes no estaban les acompañarán en el próximo cuatrienio.

Todo eso, en cuanto a la superficie. Porque la verdad es que, en cuanto al fondo, hay pocos motivos para estar satisfechos de una Legislatura bronca, poco creativa, que ha transcurrido de susto económico en susto económico, de crisis institucional en crisis institucional. Pero, en fin, tiempo habrá para el análisis demorado del "zapaterato", una época quizá afortunadamente irrepetible en la que no todos los errores los cometió, desde luego, la misma persona.

Rajoy, en esta última sesión, enumeró hasta siete razones para haber aprendido de los errores de quien él piensa que ha sido su predecesor (Pérez Rubalcaba estaba, en este acto parlamentario, como inexistente); confiemos en que, efectivamente, haya sacado las lecciones pertinentes de los errores ajenos... y de algunos de los propios. Que así sea, por el bien de todos.


Periodista Digital – Opinión

El valor de una minoría

Cualquier reflexión sobre la sociedad española del siglo XXI estaría incompleta o sesgada si obviara la aportación de las comunidades judías a un proyecto común de convivencia y prosperidad. Aunque es cierto que las decenas de miles de judíos españoles constituyen un colectivo reducido, sería injusto relativizar su capacidad de liderazgo en los más diversos ámbitos de la vida nacional, así como su implicación en ese proyecto conjunto de recuperación y superación de la crisis. La presencia de Isaac Querub Caro, presidente de la Federación de las Comunidades Judías de España, en el foro «LA RAZÓN de...», se convirtió ayer en una oportunidad para analizar la situación, las necesidades y las aspiraciones de esos miles de españoles de credo judío. La cita, que reunió ayer en nuestro periódico a numerosas personalidades de la política, la empresa y las finanzas, mostró a un colectivo orgulloso de sus raíces y de su españolidad, protagonista decidido de la sociedad civil. Uno de los elementos esenciales que marcan el papel de los judíos en la nación de hoy es el grado de rechazo o aceptación con que se encuentran en la sociedad. Las encuestas reflejan que España figura a la cabeza de la UE en manifestaciones contra ellos, probablemente como consecuencia de que los judíos han sido criminalizados a lo largo de la historia y de que esa imagen se encuentra todavía instalada injustamente en el inconsciente de muchos ciudadanos. También porque se ha relacionado el antiamericanismo y el antisemitismo en los últimos años, lo que ha alimentado un caldo de cultivo crítico en la izquierda. Pese a todo, es necesario contextualizar y ponderar esa animadversión que no es mayoritaria. Sin duda, existe antisemitismo, pero afortunadamente podemos decir que España no es antisemita por mucho que desde ciertos sectores políticos e incluso mediáticos se empeñen en distorsionar la realidad, actuar con prejuicios y no ser ecuánime. Nuestro país no podría entenderse sin la aportación de esos otros españoles que nos legaron una rica herencia cultural, teológica y filosófica de la que nos sentimos legítimamente orgullosos. La realidad es que España ha progresado en libertad religiosa en los últimos treinta años, pero también es cierto que sólo podremos estar satisfechos cuando esta minoría tan relevante, que comparte con orgullo una fe distinta a la de la mayoría de sus compatriotas, se sienta plenamente como en casa. En 1990 las Comunidades Sefardíes dispersas por todo el mundo recibieron el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia. Entonces, Don Felipe habló de ellas como «parte entrañable de la gran familia hispánica... que lejos de su tierra, los sefardíes se convirtieron en una España itinerante, que ha conservado con inigualable celo el legado cultural y lingüístico de sus antepasados», y les convocó «al reencuentro con sus orígenes, abriéndoles para siempre las puertas de su antiguo país». El espíritu de las palabras del Príncipe de Asturias nos permite hoy y lo hará en el futuro construir un país mejor y más justo con esa minoría esencial. Como aseguró ayer Isaac Querub en LA RAZÓN, «los judíos estamos en casa».

La Razón – Editorial

Hágase ya

El pánico económico exige que Europa baje tipos, apruebe el rescate griego y autorice los eurobonos.

A juzgar por el hundimiento de las cotizaciones bursátiles durante la sesión de ayer y el nuevo repunte de los diferenciales de deuda, los mercados financieros comparten el temor a la recesión que ha manifestado la Reserva Federal estadounidense (Fed) con el lanzamiento de nuevos e incitativos estímulos económicos. Lo excepcional de la decisión revela inquietud de quienes disponen de más elementos de juicio sobre la situación de la economía estadounidense y las gravísimas tensiones financieras que pesan sobre el sistema económico mundial. Pero, a pesar de la caída continua de las Bolsas y de la resistencia a bajar de las primas de riesgo, que, para cualquier observador, revelan una situación mal disimulada de pánico ante las dificultades para salir del estancamiento mundial, los responsables económicos europeos siguen sin afrontar con decisión la cada vez más inevitable quiebra de Grecia y, si eso sucediera, el riesgo de una desaparición a corto plazo de la moneda única.

Prueba de esa irresponsabilidad política que contamina Europa es que en plena tormenta monetaria, con la prima de riesgo española por encima de los 370 puntos y una expectativa de crecimiento que prometen una tasa de paro superior al 20% el año próximo, la única preocupación del presidente del PP en la última sesión del Congreso sea el caso Faisán. O el mutismo del Gobierno, empezando por su presidente, ante lo que está sucediendo. O que la discusión sobre los nuevos planes de salvación de Grecia siga fijada en octubre y condicionada a más ajustes cuya discutible racionalidad hundirá las rentas de gran parte de la población griega. Ridículo y aterrador.


Estados Unidos ha hecho, mejor o peor, lo que tenía que hacer. Obama, Geithner y Bernanke creen que es posible la reactivación de la economía mediante una política de estímulos. La llamada Operación Twist trata de presionar a la baja los tipos de interés a largo plazo para favorecer aquellos segmentos de mercado a los que la actividad se muestra más sensible, como los correspondientes al mercado hipotecario y, en general, la financiación empresarial. A ese propósito destinará 400.000 millones de dólares: comprará títulos de deuda del Tesoro de su país con vencimientos de 6 a 30 años, que financiará vendiendo una cantidad equivalente en títulos con vencimiento igual o inferior a 3 años. La Fed ha comprometido la reinversión en compra de bonos a 30 años de los ingresos derivados de cualquier amortización anticipada de valores hipotecarios provenientes de agencias como Fannie Mae.

Una operación de tal envergadura demuestra que EE UU cree que la recuperación es posible y aplica las políticas necesarias para lograrla. Pero en Europa, los responsables del euro parecen dormidos mientras la estabilidad de la moneda única se desmorona. Christine Lagarde, directora del FMI, expuso ayer con agudeza el fondo de la cuestión: las decisiones son correctas, los planes nacionales afrontan con valentía los ajustes del déficit y la cumbre de julio planteó una reforma valiente de la arquitectura financiera europea; pero hay, dice Lagarde, un "desfase entre los compromisos y su puesta en práctica".

Mantener ese "desfase" en esta situación de miedo incontrolable equivale a una negligencia culpable por parte de los responsables del euro. Se sabe lo que hay que hacer para acabar con el pánico de las Bolsas y la deuda y ofrecer esperanzas de recuperación: bajar los tipos de interés, aprobar el rescate de Grecia, autorizar la creación de los eurobonos y aplicar por fin la "nueva arquitectura financiera" discutida en julio. Pues bien, hágase de una vez. Pero no el mes que viene ni en función de los intereses de Francia o Alemania; hágase ya. Con la misma urgencia que si Europa se jugara la supervivencia como reducto de bienestar económico; porque lo cierto es que se lo juega y pierde por goleada.


El País – Editorial

La satisfacción de Zapatero

España está con el agua al cuello gracias a la gestión de un presidente incapaz para nada que no sea imponer su visión sectaria de la realidad, y que encima se declara muy satisfecho por ello.

No debería sorprendernos que, pese a verse obligado a convocar elecciones anticipadas, Zapatero considere "muy satisfactorio" su periodo al frente del Gobierno de España. Al fin y al cabo, su objetivo nunca fue mejorar nuestro bienestar y calidad de vida, sino llevar adelante un profundo proceso de cambio en la sociedad española, socavando lo que en ella quedara de valores tradicionales para sustituirlos por los progresistas. En eso, sin duda, ha tenido grandes logros. Lo único que lamentará de los cinco millones de parados será, seguramente, que le hayan impedido cerrar algunos flecos como la ley de igualdad de trato o la de muerte digna.

No obstante, resulta especialmente doloroso para las víctimas de la crisis que Zapatero se halague a sí mismo públicamente en un día en que el Ibex ha caído un 4,62% y la prima de riesgo ha alcanzado los 373 puntos básicos. España está con el agua al cuello gracias a la gestión de un presidente incapaz para nada que no sea imponer su visión sectaria de la realidad, y que encima se declara muy satisfecho por ello.

Claro que no es la primera vez, precisamente, que Zapatero hace tan oportunas declaraciones. Sin duda el caso más recordado es su discurso en vísperas del atentado de la T-4 en el que declaró que "estamos mejor que hace un año, y tengo la convicción de que de aquí a un año estaremos aún mejor". Aunque sin llegar a tan altas cotas, tampoco fue menor la metedura de pata de comparar la economía española con un transatlántico en el aniversario del hundimiento del Titanic.

En cualquier caso, lo de menos es lo satisfecho que pueda sentirse el pronto expresidente del Gobierno de España. Tan sólo da una medida de la altura moral del personaje y de su sentido de la oportunidad, como si aún quedaran muchas dudas respecto a ambos. Pero no estaría de más que otros miembros del PSOE, especialmente quien pretende recibir la confianza de los ciudadanos en las próximas elecciones, criticara aunque fuera con la boca pequeña la actitud de quien ha sido su jefe hasta anteayer. ¿Están también Rubalcaba y el resto del PSOE "muy satisfechos" con lo realizado en estos siete años de Gobierno? Sería el último clavo que le falta a su tumba política.


Libertad Digital – Editorial