lunes, 26 de septiembre de 2011

Chivatazo. Ante el enemigo, despertad. Por Pedro de Tena

O bien matan terroristas desde el Estado o bien colaboran con ellos desde las instituciones. ¿Hay diferencia? Sólo aparente. Se trataba y se trata de la supervivencia del partido. En un caso, matando, y en el otro, chivatando.

El enemigo llegaba desde lejos, llamaba a la puerta y, a pesar de las súplicas, no perdonaba. Venía a matar. Sólo una cosa podía hacerse frente a aquel destino: despertarse. Borges lo profetizó. Hay enemigos ante los que nada cabe sino la recuperación de la consciencia. Lo hemos visto estos días de asco y vergüenza de la política cuando nos hemos cerciorado, si es que la certeza no era absoluta aún, de las manos en las que España está. El Estado de Derecho y sus valores derivados no existen para estos enemigos de la democracia que o bien matan terroristas desde el Estado o bien colaboran con ellos desde las instituciones. ¿Hay diferencia? Sólo aparente. Se trataba y se trata de la supervivencia del partido, aunque sea a costa de la desintegración moral del Estado y de la democracia. En un caso, matando, y en el otro, chivatando.

El espectáculo del asco tenía otros actores. Independientemente de la consideración que nos merezcan los autos del juez Ruz, es evidente que quien manda en la Policía española ordenó cometer un delito de colaboración con banda armada. Delito hay, pleno de la Audiencia dixit. Nadie puede negar ya que alguien ordenó a alguien que les dijera a los terroristas de ETA y a sus socios del PNV que salieran pitando porque había una redada tendida y que iban a ser detenidos. Esto es un hecho reconocido por los jueces reunidos en aquel desgraciado pleno. Pero, para vergüenza común, reconocieron un hecho de una extrema gravedad y fuéronse, y no hubo nada. Bueno, sí, que no había indicios para unos. ¿Y quiénes son los otros? Ante un hecho de tamaña envergadura, el poder judicial en España, ¿es todo lo que puede hacer? ¿Dar el cante de algunos defensores de tesis -no hay delito-, de tesis que desaparecieron como por arte de magia en dicho pleno, al parecer envolvente universal de la infamia?

Y luego está la propia policía, con minúscula, como le corresponde. Desde 2006 hasta aquí, ¿nada ha podido hacerse? ¿Otro 2011, con destrucción de pruebas, que no las hubo ni las habrá? La obediencia debida no exime. Desde la prudencia por conservar los traseros, pueden hacerse muchas comprobaciones, muchas pesquisas, muchas averiguaciones. No. Lo que tenemos es una parte de la policía diciendo que no han sido ellos, sino otro personaje. Por si fuera poco, en un cambalache peor que el tango de Santos, los subordinados, al parecer conocedores de la responsabilidad de sus superiores, les chantajean públicamente, pero no se van al juzgado de guardia a denunciarlos. Asco y vergüenza de la política.

Estos enemigos de la democracia han venido a matarla cantando:


"Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor,
ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador.
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!"

Si en España quedan aquellos que laboran noche y día como un buey, que no viven de los otros, que no matan ni están fuera de la ley, no queda más que despertarse. Despertarnos.

Libertad Digital – Opinión

La desesperación de González. Por Carlos Carnicero

El ex presidente González está prisionero de esas situaciones que la vida determina en las que no se puede estar no estando o no se puede marchar quedándose.

Consejero de Endesa -con una buena retribución anual- deseoso de vivir su segunda juventud, amigo personal de Carlos Slim -uno de los hombres más ricos del planeta- apela a la pasividad de los militantes de su partido para que reaccionen. Intenta zarandearlos para que se pongan en pié e invoca el viejo grito de la izquierda ante la amenaza de la derecha. En esta ocasión son las privatizaciones y los recortes en las sanidad y la educación. Pero el gobierno socialista acaba de llevar a cabo la privatización de los aeropuertos y de la Lotería Nacional. No es lo mismo, pero puede parecer igual.


Pero los socialistas, en estado de shock sobre todo, pero no únicamente, por las tribulaciones de José Luis Rodríguez Zapatero en su personalísima forma de entender el ejercicio del poder, no son capaces de reaccionar. Asisten a la batalla electoral con el certificado de derrota debajo del brazo. Saben que no pueden dejar de concurrir pero conocen que su destino depende de la reacción que sepan llevar a cabo desde la catástrofe a la que están convocados. Esta catarsis solo es posible desde la antesala de la destrucción. Felipe González, que fue un líder carismático y excepcionalmente dotado para la política, sabe de sobra que el tiempo no es reversible.

Su momento pasó y él quiso que fuera para siempre. Ahora, atormentado por la que se avecina para su partido, intenta conciliar la tranquilidad de su madurez con las llamadas de su conciencia para movilizar a los militantes. Pero ni él tiene el ascendiente que tuvo ni los socialistas viven la intensidad de su vocación como lo hicieron. Ahora toca asistir a la debacle para intentar conquistar el futuro. Es el momento de la ofensiva conservadora en Europa y España no puede ser una excepción.


Periodista Digital – Opinión

Rajoy. Entrevista en 'El País'. Por Agapito Maestre

'El País' presenta a Rajoy, aunque con cierta elegancia, como más le gusta a Rubalcaba: se trata de un hombre afable, sencillo y un poco indolente, pero sin ningún tipo de programa y que pasa de puntillas por los problemas más dramáticos del país.

El País dedicaba ayer la portada y cuatro páginas a Rajoy. Es un buen reportaje, aunque el periodista no ha conseguido sacar a Rajoy nada sobre si subirá o no los impuestos, poco se dice del modelo de fiscalidad que promocionará, tampoco logramos enterarnos sobre cómo cambiará el tejido productivo y menos aún se abordan las medidas que llevará a cabo Rajoy para rebajar las cifras del desempleo. Quizá el periodista no ha preguntado con la debida precisión o quizá Rajoy haya logrado hacer impenetrable su hermetismo para no adelantar lo que muy pronto sabremos en la campaña electoral, lo cierto es que, desde el punto de vista de un programa concreto de carácter económico y social, apenas conseguimos enterarnos de lo que hará el PP nada más llegar a La Moncloa.

Se dice, sin embargo, algo claro y contundente, desde el punto de vista ideológico, sobre cómo salir de la crisis económica; algo, dicho sea de paso, que el propio Rajoy ha elevado hace meses a categoría programática, e incluso lo ha plasmado en el título de su libro, En confianza; en efecto, según el propio Rajoy, "la clave no son los decretos sino la confianza." Bastaría con crear una situación de confianza "entre las partes en conflicto", pongamos que hablamos de la relación entre el Estado y los mercados, para que pudiéramos empezar a salir de la crisis. Se trata, pues, de hacer creíble, dar confianza, a los mercados que el PP puede hacerlo mejor que el PSOE.

¿Cómo conseguirá, o mejor, cómo está consiguiendo Rajoy que la gente confíe, permítaseme la pregunta sin ironía alguna, en su confianza? La moderación, el equilibrio y, sobre todo, su escepticismo ante los salvavidas patrioteros serían los factores decisivos, según el retrato de la entrevista, que llevarán a Rajoy a La Moncloa. Por desgracia, y a pesar del acercamiento de este periódico a Rajoy, uno no deja de tener la sensación de que El País presenta a Rajoy, aunque con cierta elegancia, como más le gusta a Rubalcaba: se trata de un hombre afable, sencillo y un poco indolente, pero sin ningún tipo de programa y que pasa de puntillas por los problemas más dramáticos del país. Falso.

Dos pruebas presento de esa falsedad. Primera: el PP no deja de presentar propuestas concretas casi todos los días, por ejemplo, ayer en Zaragoza, hizo todo un despliegue sobre una reforma profunda de la Administración. Segunda: la conclusión del propio reportaje: "Rajoy se enfrentará dentro de unos meses y para toda una legislatura al compromiso de hacer honor a la leyenda, apócrifa, que circula desde hace ocho años: Mariano sería mejor presidente de Gobierno que jefe de la oposición". En verdad, si los ciudadanos no confiasen en él y su partido, no le votarían. Un asunto que, por otro lado, está desmentido hace tiempo por las encuestas.


Libertad Digital – Opinión

Desde el Parqué. A golpe de rumores. Por Carmen Tomás

Los inversores están histéricos y en consecuencia los índices y los valores andas locos. Todo vale para mover ventas y compras. Da igual que sea una noticia que un rumor. Los nervios están a flor de piel y las respuestas son alocadas. Lo vimos el viernes. El IBEX se movió en la jornada en un rango de 400 puntos entre el punto más bajo y el cierre. Al final logró salvar la sesión con una subida del 2,1 por ciento, aunque no la semana en la que se ha perdido un 4,7 por ciento.

El rumor de que algunos bancos, entre ellos siete españoles, podrían verse obligados a recapitalizarse fue contrarrestado con la posibilidad de una intervención este fin de semana del BCE. También que el gobierno griego estaba barajando una quiebra ordenada con una quita del 50 por ciento en su deuda atenazó a los inversores. En fin, todo un rosario de dimes y diretes que tienen a las bolsas en un sin vivir. Además, estos últimos días se ha desatado el rumor de que Portugal podría salir del euro. Ni las informaciones de que el G-20 está dispuesto a lo que sea son acogidas con confianza.

En realidad, lo que hay es mucha preocupación por la falta de un plan a corto y medio plazo. Cada día las noticias o los rumores se suceden sin que parezca que nadie toma las riendas. En Europa y en Estados Unidos, donde se ha aprobado otra operación por 400.000 millones. Hay mucha inquietud por los bandazos de los políticos, por la falta de liderazgo y gobernanza.

En España, la polémica se ha centrado en la irresponsabilidad, la penúltima, del gobierno de no prorrogar los presupuestos. Es falso como ha dicho el portavoz Blanco que no sea legal hacerlo. González lo hizo. Ahora, pensiones y salarios públicos quedan al albur y tendrá que ser el gobierno que salga de las elecciones el que tome esas decisiones. Y otras muchas que han quedado sin concretar y que tienen que ver con las Comunidades Autónomas o el salario mínimo. En definitiva, enfangando la situación hasta el final, poniendo palos en las ruedas hasta el último día. ¿Qué digo? Todavía quedan dos meses hasta el 20-N y aún algunos datos y situaciones pueden empeorar puesto que no se han tomado las medidas apropiadas.


Periodista Digital – Opinión

Traspaso de rebajas. Por Pilar Ferrer

Enorme tarea la que ha de acometer el PP cuando llegue al Gobierno. Ante esa «herencia envenenada», rotunda frase de Mariano Rajoy en el último Pleno de la Legislatura, Zapatero y los suyos no se lo ponen fácil. Pura deslealtad supone no prorrogar los Presupuestos, algo que sí hizo en su día Felipe González. Además, el Ejecutivo de Zapatero lanza el marrón de pensionistas y funcionarios a sus sucesores. Una maniobra que vaticina un escasamente limpio traspaso de poderes, un legado turbio, reflejo de país empobrecido, bajo el peor presidente que ha conocido.

Rajoy y su equipo no se amilanan. Sabedores de lo que encontrarán si la victoria les sonríe, el PP ha cogido el toro por los cuernos en su segundo Foro de campaña, celebrado en Zaragoza. Nada más, y nada menos, que la reforma del sector público. Una patata caliente, un sector abultado de manera irresponsable por los socialistas, cuyas letales consecuencias están a la vista. Definido muy bien por Soraya Sáenz de Santamaría, «Austeridad, transparencia y eficacia», el equipo que salga del 20-N cogerá unas finanzas quebradas, reflejo de lo que han heredado los nuevos dirigentes autonómicos y locales.

En palabras de uno de ellos, «no han dejado ni el forro del bolsillo», ejemplo de gestión derrochadora. Dejar el ahogo económico para el que venga es la última patraña de un Gobierno socialista tan incapaz como insolidario. En esta pelea política por el duro ajuste, Rajoy ofrece reformas y programa. Rubalcaba, nada. Sólo nervios y confusión. A Mariano Rajoy le espera un traspaso difícil. De racionales rebajas y muchos deberes.


La Razón – Opinión

Monarquía. El yerno. Por Emilio Campmany

Si la Monarquía goza de algún prestigio en España es porque no cabe esperar de ella las fullerías que estamos obligados a soportar de nuestros políticos, entre los que habría que escoger a uno para que presidiera una hipotética república.

A los españoles nos pasa con la monarquía lo que a Catulo con Clodia Pulcher, que Odi et amo y no terminamos de saber por qué, pero así es. En 1931, nos acostamos monárquicos y nos levantamos republicanos. Luego, nos han querido convencer de que los monárquicos se opusieron al régimen de Franco. No digo yo que alguno de los pocos que hubo no lo hiciera, pero todos deberían reconocer que España es hoy una monarquía porque Franco quiso que lo fuera, no porque los españoles sintiéramos una pulsión irrefrenable hacia ella. Muchos de los que quieren conservar la unidad de España, que son cada vez menos, creen que la vieja institución es garantía de esa unidad. Otros, de una forma más instintiva que reflexiva, simplemente creen que la monarquía es menos mala que la república. El caso es que hoy somos tan monárquicos que reconocemos como reyes a los padres del actual rey simulando que reinaron cuando, para bien o para mal, nunca lo hicieron. Mañana, chi lo sa?

Apenas hay socialistas que no estén dispuestos a discutir civilizadamente si Felipe González impulsó el terrorismo de Estado, ni casi conservadores que no quieran debatir acerca de si Aznar fue un bruto que nos arrastró a una guerra ilegal. Pero, ay amigo, métase usted con el rey y le saltarán a la yugular un buen manojo de airados ciudadanos dispuestos a no consentirle, por las buenas o por las malas, decir ni una palabra más.

De esta forma, la constitucional irresponsabilidad del rey, perfectamente justificada por su inviolabilidad, se entiende aquí como una suerte de impunidad que ha de alcanzar no sólo a su persona, sino a su familia e incluso a su círculo íntimo. En los grandes negocios de dudosa legalidad ha sido recurso corriente entre nuestros empresarios próximos al poder político, involucrar al rey con el fin de verse protegidos por esa supuesta impunidad. Que don Juan Carlos haya tenido más o menos acierto en mantenerse alejado de este tipo de personajes es harina de otro costal.

Por el Juzgado de Instrucción número 3 de Palma, que investiga los escándalos que envuelven al Instituto Nóos de Iñaki Urdangarín, ha pasado todo el mundo que tiene alguna relación con ellos, incluidos importantes políticos, menos el duque de Palma. Y no será citado salvo que las pruebas contra él sean brutalmente abrumadoras, beneficio del que no gozan el resto de los españoles que pudieran verse envueltos en un procedimiento judicial.

Si la Monarquía goza de algún prestigio en España es porque no cabe esperar de ella las fullerías que estamos obligados a soportar de nuestros políticos, entre los que habría que escoger a uno para que presidiera una hipotética república. Si quiere conservar el que le queda, don Juan Carlos tiene que atajar el asunto poniendo a su yerno fuera de ese paraguas que los españoles nos hemos empeñado en poner encima de su regia cabeza. Todavía está a tiempo.


Libertad Digital – Opinión

Más de lo mismo. Por Victoria Lafora


Los presos de ETA se suman, ahora, al acuerdo de Guernica. El tal acuerdo ratifica las vías políticas como forma de solucionar el "conflicto" vasco. Habrá gente optimista que quiera ver en el extenso comunicado otra puerta abierta a la esperanza pero leído en su literalidad no deja de ser, lamentablemente, más de lo mismo.

En Euskadi no existe más "conflicto" que el creado por la existencia de una banda de asesinos que han acabado con la vida de cientos de inocentes y sembrado el terror entre sus propios conciudadanos. Ese es el verdadero drama.


Que cincuenta años después descubran que tanta muerte no era necesaria y que se puede llegar a los mismos objetivos (porque no renuncian a nada, ni al derecho a decidir al margen de la Constitución ni a la independencia) pacíficamente, no significa que un amnistía borre los crímenes que han cometido.

Y los presos de ETA a cambio de su magnanimidad, apoyando el ansiado fin de la violencia, pretenden volver a casa como si aquí no hubiera pasado nada. Pelillos a la mar, fue todo una equivocación, un error del que no nos arrepentimos porque estaba justificado por una causa noble. Menos mal que la Constitución que nos dimos todos los demócratas impide semejante felonía.

El lenguaje del comunicado sigue teniendo ese tono entre chulesco y perdonavidas de los textos de la banda e incluso de las declaraciones de la izquierda abertzale. En ningún momento, en ningún párrafo se les dice a los colegas en ejercicio que entreguen las armas, que cese definitivamente la violencia. Como debería hacer Bildu y no hace.

Eso sí, exigen al Gobierno del Estado que ponga en práctica "sus derechos" que traducido al lenguaje normal quiere decir acercamiento de presos al País Vasco y puesta en libertad de los que están pendientes de juicio. De derechos saben mucho de obligaciones ni oír quieren.

Además de reclamar, como no, una nueva negociación entre el ejecutivo de Madrid y la banda terrorista o lo que queda de ella. Mal, muy mal, garrafal, haría el gobierno de Zapatero a dos meses de las elecciones si escuchara estos cantos de sirena.


Periodista Digital – Opinión

Ritos de purificación. Por José María Marco

Resulta sorprendente que el final de los toros en Cataluña haya coincidido con la agonía del Gobierno de Rodríguez Zapatero y, tal vez, con el final de una manera de hacer política y de concebir la propia sociedad. En Cataluña se han venido haciendo, desde la Transición, cosas mucho más graves que ésta de los toros. La más evidente es tratar al castellano como una lengua extranjera, en particular en la enseñanza, con consecuencias que todo el mundo conoce aunque haya quien no quiera verlas, como es crear una gigantesca subclase (el término lo utilizó el ministro de Educación británico este verano) incapaz de expresarse satisfactoriamente ni en castellano ni en catalán. Son las Jessicas y las Vanessas de las que hablaba Jordi Pujol desde lo más hondo de la actitud nacionalista, ese resto inasimilable que en muchos lugares de Cataluña constituye la mayoría de la población.

La prohibición de los toros presenta un dramatismo peculiar por razones evidentes. No es, como en el caso de la exclusión del castellano o del español, un proceso largo, amparado en justificaciones de tipo histórico. La prohibición de los toros en Cataluña es una decisión política de consecuencias inmediatas, visibles en una sola tarde. Muestra sin lugar a dudas el tratamiento al que se está sometiendo a la sociedad catalana: un rito de purificación en el que se distingue, se separa, se disecciona y se aparta aquello que los nacionalistas no consideran catalán.


Los toros, ha decidido el nacionalismo, son una tradición española y, en consecuencia, no forman parte de la cultura catalana y pueden –y deben– ser prohibidos en Cataluña. De aplicarse el mismo razonamiento en la política moderna, nos encontraríamos metidos en una pesadilla en la que la gobernación de las naciones consistiría en una aspiración a la pureza que iría excluyendo, en virtud de las mayorías políticas momentáneas, aquello que esas mismas mayorías considerarían que les es ajeno. Las sociedades abiertas dejarían de existir y la tolerancia sería un concepto tabú. Da vértigo pensar en lo que esa política, aplicada en cualquier país en la era de la globalización, llegaría a producir. El siglo XX fue muy aficionado a estos experimentos de ingeniería social y cultural, como bien sabemos. Al parecer, el siglo XX ha durado hasta ahora.

Por otra parte, lo que se prohíbe en Cataluña atañe, de forma muy especial, a todo lo que el nacionalismo considera español. Sin embargo, la sociedad, la economía, la cultura, la vida catalanas han estado siempre mezcladas con la vida española. Son indiscernibles, de hecho, y aunque haya rasgos específicamente catalanes, esos rasgos forman parte del conjunto español. Además de la crueldad propia de los ritos de purificación, lo que está en cuestión aquí es la naturaleza del resultado, su calidad, por así decirlo. Barcelona –se ha dicho muchas veces– podría haber sido algo parecido a un Milán español. ¿Será más atractiva, más rica, más poderosa cuando se haya convertido en la representante perfecta del catalanismo limpio de cualquier impureza?


La Razón – Opinión

Terrorismo. Tres falacias sobre ETA. Por José García Domínguez

La gran cuestión, la indiscutida, es que ha de ser ETA quien guste concedernos la gracia de extinguirse. En el bien entendido de que es a ETA –y solo a ETA– a la que corresponde fijar los plazos que marquen el final de su propio tiempo.

Un mito exculpatorio y un par de axiomas apriorísticos. Tres falacias. Apenas nada más. He ahí el trípode de taras morales sobre el que se ha sustentado la pervivencia de ETA a lo largo de los últimos treinta años. Una leyenda romántica que aún habita atrincherada en lo más profundo del inconsciente de la izquierda. Y dos premisas tan fatalistas como erradas. La segunda de ellas, por cierto, presente hoy mismo en la trastienda retórica de todas las declaraciones partidarias a cuenta del último comunicado de los presos. Así, risueño, el señor Rubalcaba habla de "gesto inédito" y de "paso importante". A su vez, Basagoiti, otro que también está esperando a Godot, dice no conformarse "con algo que no sea la disolución".

Léaseles bien entre líneas: la gran cuestión, la indiscutida, es que ha de ser ETA quien guste concedernos la gracia de extinguirse. En el bien entendido de que es a ETA –y solo a ETA– a la que corresponde fijar los plazos que marquen el final de su propio tiempo. Pues, como alguna vez ha enunciado José María Ruiz Soroa, en el fondo, el paradigma dominante considera accesorios los éxitos policiales frente al nacionalismo armado. De ahí ese anhelo recurrente, obsesivo, el de reclamar –"exigir" dicen los más airados– que certifique de modo formal y por escrito el compromiso de deponer las pistolas. Como si fuera imposible, o muy arriscada temeridad, simplemente despreciar cuanto opine o deje de opinar ETA al respecto.

Un prejuicio igual de absurdo, por lo demás, que aquella otra premisa imperante hasta la llegada de Aznar en 1996. A saber, la fantasía entonces tan extendida que quiso presumir imbatible al terrorismo euskaldún. En cuanto al mito, no es otro que el de tener a ETA por última rémora de la dictadura. Una coartada intelectual que, a ojos de buena parte de la izquierda, dotaría de legitimidad de origen a los carniceros vascos. Y una burla que únicamente requirió obviar la generosa amnistía que, allá a inicios de la Transición, abarcaría a la totalidad de los convictos etarras. ¿Por qué entonces nuestra democracia insiste en que ETA la avale rindiéndose? ¿Porque como el propio Ruiz Soroa ha apuntado no está completamente segura de su propia causa? Cualquiera diría que sí.


Libertad Digital – Opinión

Reunión de Gernika. Por Charo Zarzalejos

Nergar lo evidente es tan absurdo como leer lo que no está escrito. Es evidente que ETA ya no es lo que era. Hoy tiene menos apoyo social que hace apenas cinco años, las FSE les pisan los talones todos los días y hoy en el País Vasco el clima social no es el que era. Es obvio que hoy estamos mejor que hace un tiempo. No es necesario ningún viaje en el tiempo para recordar a la perfección aquellos años en los que las víctimas se contaban a decenas y ETA campaba a sus anchas al otro lado de la frontera con Francia.

No se puede negar lo evidente pero tampoco leer lo que no está escrito. Ni en el Acuerdo de Guernika, ni en el documento de los presos conocido ayer se pide el fín de ETA. En ningún momento los firmantes exigen a la organización terrorista que desaparezca. No. Lo que se hace es apostar por el fín de la violencia a cambio de contrapartidas como es la amnistía, el derecho a decidir y la apuesta por el llamado "proceso democrático" que es como se denomina en los últimos tiempos a lo que todos conocemos como negociación pura y dura. Primero, el Acuerdo de Guernica y ahora los presos piden lo que la propia ETA ofreció el 10 de Enero.

Ni Bildu ni ahora los presos exigen a ETA su final, su desaparición como organización terrorista. Unos y otros hablan de conflicto "político y violento" que, en última instancia, solo quedaría resuelto si se concretara ese "proceso democrático"_es decir, la negociación_para abordar la amnistía de los presos y el derecho a decidir. Con otras palabras, con frases más o menos alambicadas es un poco más de lo mismo.


Sin duda es mejor que los presos hagan este comunicado que uno llamando a la violencia pero los que con entusiasmo casi adolescente hemos creído en muchas ocasiones estar tocando la paz con los dedos nos asiste todo el derecho del mundo a ser profundamente escépticos. Bildu gobierna en Guipuzcoa, sus representantes hablan de democracia, de derechos y, como no, de paz. Pero Bildu no se siente incómodo con una ETA aletargada y vigilante. Su "compromiso con la paz" ha tocado techo. Ni han pedido ni pedirán nunca que ETA se vaya, que desaparezca. Dirán que hay que arreglar el "conflicto" y aquí no hay más conflicto que el generado por unas personas que se resisten a entregar las armas. Si son demócratas ¿qué es lo que les impide exigir a los terroristas que dejen de serlo?. En lo que se está es en la pretensión sutil de que aquí no ha habido ni víctimas ni verdugos, que todo parte de una situación ex novo y que si hablamos como si nada hubiera ocurrido, como si todos hubieran sido iguales, el "conflicto" se acaba.

Desde hace un tiempo se está produciendo un lento desplazamiento de la presión. Hasta las elecciones, esta se dirigía, aunque con matices y timideces hacia los terroristas. Ahora se desplaza hacia los gobiernos francés y español para que tomen decisiones y apliquen ya mismo "y sin contrapartidas de ningún tipo los derechos que nos corresponden", que no son otros que la amnistía y un proceso de negociación_el de toda la vida_con el Gobierno. Si como auguran las encuestas, Rajoy será el nuevo inquilino de Moncloa ya puede ir sumando a su lista de problemas la persistencia de ETA y la consiguiente reclamación de una negociación política. Hoy Domingo la izquierda abertzale conmemora en Guernika el primer aniversario de la declaración que toma nombre de la emblemática localidad vizcaína. Hablaran de violencia, de paz, de derechos, de "todas las víctimas" pero ya verán. Nadie va a decir lo que todos deseamos oir: "ETA, kampora. ETA, fuera".


Periodista Digital – Opinión

Farsa en Moscú

El regreso de Putin a la presidencia escenifica la imparable degradación de la política rusa.

Vladímir Putin seguirá al frente de Rusia durante un futuro previsiblemente muy largo, quizá 12 años. La farsa política se ha consumado en el congreso del partido gobernante y el actual primer ministro acepta regresar al todopoderoso cargo de presidente de la nación en las elecciones de marzo próximo, tras poner fin a meses de especulación que ha mantenido paralizada la pesada maquinaria burocrática rusa. Especulación relativa, puesto que todos parecían saber, según muestran las encuestas, que Putin se disponía a recuperar el puesto que prestó durante unos años a su protegido Dmitri Medvédev, solo porque la Constitución le impedía un tercer mandato consecutivo.

La restauración de Putin en la presidencia será a la postre simbólica, puesto que nunca ha dejado escapar el poder real. Durante los años que ha permanecido teóricamente a las órdenes del presidente Medvédev, el indisputado hombre fuerte de Rusia ha mantenido consigo los resortes de que disponía en el Kremlin. Medvédev, que por decisión de Putin se hará cargo de la jefatura del Gobierno tras las elecciones parlamentarias del 4 de diciembre (tan conocido resulta su desenlace), nunca ha sido en este tiempo otra cosa que el rostro amable y pretendidamente liberal de una Rusia que nunca ha existido. El anuncio de este fin de semana en Moscú confirma lo que Putin ha hecho evidente durante su largo mandato: que la competición política ha sido sustituida por una simulación cuidadosamente coreografiada por el Kremlin. Resulta paradigmático el reciente caso del partido Causa Justa, creado por el poder como una alternativa a la silenciada oposición liberal, y cuyo millonario, iluso y dimitido líder llegó a creer que podía tener agenda e ideas propias.

En ausencia de una lucha abierta y limpia por la representación ciudadana, el Kremlin imita y manipula los ritos externos de la democracia. El impresentable apaño escenificado en el congreso de Rusia Unida emite un inequívoco mensaje que liquida las esperanzas liberalizadoras. Medvédev ha resultado ser un presidente inane, pero hace cuatro años, al denunciar el "nihilismo legal" de Rusia y su "eterna corrupción", alentó expectativas sobre un cambio que alejara al gran país del poder autoritario, la debilidad institucional y un creciente y tóxico nacionalismo. La vuelta de Putin a la presidencia devuelve el juego a la casilla cero.


El País – Editorial

Rajoy y el sector público

En España se emplean 47 días en constituir una empresa, lo que nos sitúa en el puesto 49 del ranking internacional, según un informe difundido por el Banco Mundial que hoy publicamos en nuestro periódico. Es un despropósito que, ante los cinco millones de parados que arrastra el mercado laboral, la Administración no haya movido un dedo para ayudar a los emprendedores aliviándolos de burocracias estériles y de trámites disuasorios. Que para crear una empresa se exijan más condiciones, más tiempo y más garantías que, por ejemplo, para practicar un aborto pone de manifiesto cuáles han sido las prioridades del Gobierno socialista durante estos ocho años. Mariano Rajoy prometió ayer, en el foro que su partido celebró en Zaragoza sobre la reforma del sector público, enmendar esta situación de modo que sea posible crear una empresa en 24 horas. Acierta plenamente el presidente del PP al colocar a la Administración como aliada de los emprendedores, en vez de como su enemiga. Porque de eso se trata, de que el sector público esté al servicio de los ciudadanos, y no a la inversa. Son numerosas y variadas las medidas que Rajoy ha puesto encima de la mesa, algunas ya conocidas (Estabilidad Presupuestaria, Ley de Transparencia y Buen Gobierno, Pacto por la Austeridad, etc.), pero otras están llamadas a tener un fuerte impacto en la dinamización de la economía. Varias de ellas persiguen el objetivo de reforzar la unidad de servicios y de normativas para garantizar la igualdad de todos los ciudadanos, sea cual sea la comunidad en la que residan y trabajen. Así, Rajoy establecerá por Ley una cartera de servicios públicos básicos comunes, entre los que se incluye la Educación, la Sanidad y los servicios sociales. No menos importante será la Ley de Unidad de Mercado, con el propósito de ordenar la maraña legislativa que han creado las comunidades autónomas, para desesperación de los inversores extranjeros y de los propios empresarios españoles, que deben sortear17 normativas, autorizaciones y licencias distintas, y a veces contradictorias, para vender sus productos o abrir nuevos negocios. Otras medidas anunciadas por el presidente popular están relacionadas con la imparcialidad de las administraciones y sus organismos de control. Unos de los males más arraigados en la gestión pública son la arbitrariedad y el amiguismo alimentados por intereses políticos. El Gobierno socialista los ha llevado a niveles de república bananera, sobre todo a la hora de repartir las subvenciones y de intervenir los órganos reguladores. En este punto, Rajoy pretende restituir la decencia en la concesión y reparto de ayudas mediante una Ley de Subvenciones que tase con criterios objetivos y erradique la discrecionalidad. Igualmente, es de gran importancia la racionalización y reforma de los organismos reguladores. La obsesión intervencionista del PSOE ha sembrado el BOE de una costosa burocracia destinada a colocar a los afines y controlarla políticamente. Conviene, por tanto, un recorte racional y, sobre todo, garantizar la independencia de los reguladores mediante la elección de sus miembros por una mayoría reforzada del Congreso. Es la única forma de que recuperen la credibilidad y la confianza que han perdido en estos ocho años por culpa del dirigismo socialista.

La Razón – Editorial

Camino de las urnas

La posible mayoría absoluta del PP si gana Rajoy se presenta como el principal dilema.

El Consejo de Ministros aprobará hoy el decreto de disolución de las Cortes y convocatoria de elecciones. Con independencia del resultado electoral, Zapatero, que lleva meses preparándose para ser un buen expresidente, no seguirá en La Moncloa. Viene preparándose desde que comprendió que no habría recuperación económica (y del empleo) a tiempo para rescatar a ese 30% de indecisos entre sus anteriores votantes que detectan las encuestas. Por eso dio paso a Rubalcaba al tiempo que asumía la posición de chivo expiatorio del malestar ciudadano que se sustanció en las elecciones de mayo.

Con vistas al 20-N, Rajoy parte con una sustancial ventaja, pero a medida que se acercan las urnas la preocupación del PP es menos asegurarse la victoria, que da por hecha, que garantizarse los apoyos necesarios en caso de no alcanzar la mayoría absoluta. Las siete recetas que Rajoy administró a Zapatero en su despedida son meros enunciados que demuestran sentido común, pero no respuestas a los dilemas de la crisis: en particular, cómo compaginar el cumplimiento de los compromisos de reducción del déficit con la necesidad de estímulos al crecimiento.


Prueba de su propia perplejidad ante ese problema ha sido la actitud del PP en el último pleno: argumentó contra la recuperación del impuesto del patrimonio, pero se abstuvo. Sin duda, para tener las manos libres para, en lugar de derogarlo como había insinuado, mantenerlo si las cosas van tan mal como augura el FMI.

Ese panorama constituye una diferencia con la primera victoria del PP. Cuando a finales de 1995 González anunció el adelanto electoral, la economía ya había iniciado su despegue, por lo que, frente al desgaste socialista, la probable alternancia era vista como un factor de estabilidad. Ahora Rajoy también se beneficia del mayoritario deseo de cambio, pero el margen con que cuenta para convertirlo en recuperación económica a corto plazo es escaso. Rubalcaba, por su parte, se enfrenta al desafío de demostrar, con sus muchas iniciativas, unas más meditadas que otras, que lo importante es el programa; mientras que Rajoy juega con la ventaja de que le basta con presentarse como encarnación de la alternancia frente a lo que hay: casi cinco millones de parados.

Otro asunto que influirá en los resultados es la actitud ante la posible mayoría absoluta del PP. Tras la experiencia de la segunda legislatura de Aznar, muchos votantes consideran vital que no se repita, lo que puede favorecer el voto a otras candidaturas, incluyendo la de Rubalcaba, cuya esperanza de gobernar va unida a la hipótesis de una alianza múltiple; pero un número no menor de sus electores potenciales puede considerar, a la vista de los efectos de la política de alianzas de Zapatero, que nada favorecería menos los objetivos anticrisis que una subasta de concesiones a esos aliados entre los dos aspirantes principales; lo que podría reforzar el voto al PP para que pueda gobernar sin ellos.


El País – Editorial

Rejón de muerte a... Cataluña

"El catalanismo ha castrado a Cataluña", dijo el padre Orlandis el siglo pasado. Hoy, desde la Monumental, y entre gritos de "¡Libertad! ¡Libertad!" de tantos catalanes humillados y ofendidos, podemos asegurar que el nacionalismo la está matando.

Si el Tribunal Constitucional o el próximo Gobierno –declaración de Bien de Interés Cultural mediante– no lo remedian, la corrida que se ha celebrado esta tarde en la Monumental de Barcelona habrá sido la última fiesta de la Fiesta Nacional en Cataluña, para regocijo de los odiadores de España, que al aprobar la prohibición sin vergüenza esgrimieron el bienestar del toro: meses después blindarían los correbous, en que al mismo animal se le puede prender fuego, tironear con sogas o arrojar al mar... Porque de lo que se trataba era de España, de darle el enésimo puyazo en el terreno simbólico.

Este domingo, en la Monumental han tocado a difuntos por una tradición catalana que se remonta, cuando menos, seis siglos –hay documentado un correbous en Cardona en el año 1409–; es decir, que en el Principado iban a los toros trescientos años antes de que Rafael Casanova vivara a España en aquel 11 de septiembre (1714) que el establishment catalán conmemora como si de una insurrección independentista se hubiera tratado, y medio milenio antes de que la plaga nacionalista empezara a asolar aquellas tierras.


Con la proscripción de la Fiesta –que no sería la misma sin toreros como Mario Cabré o Joaquín Bernadó, condecorado en 1988 con la Medalla de Oro de Barcelona, ahora oficialmente Ciudad Antitaurina; y sin las pañoladas con las que el respetable pide las orejas, la primera de las cuales tuvo lugar en el coso barcelonés de Las Arenas–, el nacionalismo ha vuelto a demostrar que lo suyo no es el fomento de lo catalán, la preservación de lo tradicional, el amor a Cataluña. Nada más lejos de la realidad: su permanente manipulación de la historia, su fobia al español –lengua materna de más de la mitad de los catalanes–, su obsesión por separar a los catalanes del resto de sus compatriotas revelan que Cataluña no les gusta, que Cataluña les irrita, que Cataluña necesita mordazas, decretos y golpes de hoz –como pide su manipulado himno oficial– para ser como debiera.

"El catalanismo ha castrado a Cataluña", dijo el padre Orlandis el siglo pasado. Hoy, desde la Monumental de Barcelona, y entre gritos de "¡Libertad! ¡Libertad!" de tantos catalanes humillados y ofendidos por sus representantes, podemos asegurar que el nacionalismo la está matando.


Libertad Digital – Editorial