martes, 27 de septiembre de 2011

La varita de Rajoy. Por Iñaki Ezkerra

De la declaración institucional que leyó ayer Rajoy me quedo con tres frases: «No tengo una varita mágica», «Zapatero deja una herencia difícil de gestionar» y «lo peor es no hacer nada». No hacer nada es exactamente el programa político que nos ha regalado Zapatero para los próximos y cruciales tres meses que tardará en salir un Gobierno de las elecciones del 20-N. Cruciales porque nuestra economía va cuesta abajo y sin frenos. De lo que se trata es de que esa difícil herencia que Zapatero deja sea «más difícil todavía» de gestionar para Rajoy. De lo que se trata es de fastidiar hasta el último momento, de hacernos perder el mayor tiempo posible para que la situación empeore al máximo; de sacar de quicio y maniatar tanto a la oposición como a todos los españoles con ese absurdo plazo así como con esa estúpida alusión a la muerte de Franco que lleva implícita la fecha de los comicios y que puede tener varias interpretaciones, pero una inequívoca: tocarnos las narices hasta con la despedida. Al contrario que Zapatero, que presumía de tener una varita mágica cuyo último truco ha sido su propia desaparición, Rajoy dice que no tiene esa clase de artilugios. Pero algo tiene que es tan efectivo como la magia para superar la interminable carrera de obstáculos en su camino hacia La Moncloa. En los casi dos meses que quedan hasta las elecciones, vamos a ver de todo. Por parte de Rubalcaba, por parte de los indignados, por parte de ETA, por parte quizá hasta de Marruecos. Y vamos a ver el temple de este hombre que sí tiene una varita mágica aunque dice que no. Es en lo único que miente.

La Razón – Opinión

Carta de presos. Acostados con "mata niños". Por Guillermo Dupuy

Ignoro si los elogios que Rubalcaba y Zapatero han brindado a la repugnante carta de los "presos políticos vascos" puedan ser constitutivos de un delito de apología del terrorismo. Lo que sé es que constituyen una no menos repugnante mentira.

Nada tiene de "inédito", y menos aun de "positivo", que el autoproclamado "Colectivo de presos políticos vascos" haya respaldado el llamado "Acuerdo de Guernika", al que tan buena acogida dos encapuchados de ETA ya dedicaron en Gara horas después de ser aprobado hace un año, entre otros, por el representante de su supuestamente ilegalizado brazo político, Rufi Etxebarria. Como se sabría meses después, ese Acuerdo de Guernica, con el que se había burlado públicamente y por enésima vez la ley de partidos, había sido diseñado por la propia ETA y no tenía por objetivo más que hacer pasar por exigencia de la "izquierda abertzale" lo que, en realidad, no era más que un estratégico alto el fuego "permanente, general y verificable" que la banda terrorista ya había prefigurado meses antes con el anuncio en la BBC del "cese de las acciones armadas ofensivas" y que, finalmente, haría suyo con el anuncio de "alto el fuego" de enero de 2011.

Ese "Colectivo de presos políticos vascos", que nada tienen que ver con los escasos etarras arrepentidos como Soares Gamboa, siempre se ha caracterizado por su obediencia a la dirección de la banda terrorista, tanto cuando esta ha declarado altos el fuego como cuando los ha dado por concluidos. La apuesta por "vías exclusivamente pacíficas y democráticas" que contiene el Acuerdo de Guernica, como lo contenía el antiguo Pacto de Lizarra, es la misma conocida expresión con las que los etarras envilecen las palabras "paz" y "democracia" y encubren sus, por otra parte, nada camufladas exigencias de amnistía y autodeterminación. Es por ello, perfectamente lógico que, en la cacareada "carta de los presos", como en el Acuerdo de Guernica, como en los propios comunicados de ETA, el arrepentimiento por el daño cometido brille por su ausencia, y en lo que se incida es en la exigencia de la derogación del ordenamiento jurídico de todo aquello que obstaculice la consecución de aquello por lo que ETA ha matado a casi un millar de personas.


Ya a principios de este año, el "colectivo de presos políticos vascos", por boca de su portavoz, la etarra y exedil de HB, Ana Belén Egües, había declarado su apoyo al Acuerdo de Guernica y al "alto el fuego de ETA", aclarando, con un elocuente "la rendición por la rendición va a ser que no", que lo de la banda terrorista era un mero alto el fuego, no una claudicación.

¿Nos hemos de extrañar ahora que quienes se autoproclaman "presos políticos" no muestren el menor arrepentimiento, pidan la "total amnistía" y se ciñan a la estrategia de alto el fuego de ETA? ¿Nos ha de sorprender que para reforzar esa falta de arrepentimiento que destila el Acuerdo de Guernica el "colectivo de presos políticos vascos" haya elegido ahora para su firma a Jon Agirre Agiriano, un asesino de un niño de trece años que jamás ha pedido perdón ni dado la menor muestra de arrepentimiento?

Buena parte de la clase política y mediática de nuestro país vuelve, sin embargo, a hacer trampas y a presentarnos a los etarras y sus presos en mejor disposición de la que están. Incluso aquellos políticos y medios de comunicación que califican de "insuficiente" el "paso" dado por los presos contribuyen al engaño. Incluso sean estos los que más lo fortalezcan, precisamente porque no se presupone en ellos condescendencia o complicidad.

Ignoro si los elogios que Rubalcaba y Zapatero han brindado a la repugnante carta de los "presos políticos vascos" puedan ser constitutivos de un delito de apología del terrorismo. Lo que sé es que sus calificativos de "inédito", "positivo" y un "paso hacia la paz" constituyen una no menos repugnante mentira que hubiera merecido una contundente crítica por parte del principal partido de la oposición.


Libertad Digital – Opinión

Se va el caimán. Por Ely del Valle

Se va Zapatero a su León natal como el caimán se fue para Barranquilla, y en el camino deja casi dos cuatrienios de empeño personal en darle la vuelta a este país como si fuera una tortilla de patatas. De momento se queda en funciones, lo que es un decir porque hace meses que sus funciones las asume Rubalcaba que este fin de semana, y llevado por el penoso resultado que le auguran los sondeos, ha atribuido al Psoe el invento de la sanidad pública y gratuita. Es lo último en Memoria Histórica: no sólo borramos el pasado, también lo tergiversamos a placer. Lo siguiente puede ser reivindicar como propia la supresión del servicio militar obligatorio. Pero volviendo a Zapatero, el presidente se va pero se queda ocupando, a razón de 74.000 euros anuales, asiento en el Consejo de Estado, órgano que, afortunadamente, sólo tiene funciones consultivas. No es mal destino para quien no parece que vaya a ser motivo de rifa entre la empresa privada. Con su firma, convocando unas elecciones anticipadas que no son más que la constatación de un fracaso, la novena legislatura, como la Monumental de Barcelona, ha echado el cierre. La diferencia es que ni Zapatero ni su cuadrilla ministerial han salido a hombros sino que lo hacen a punto de recibir una estocada en toda la urna y con el respetable pidiendo sus dos orejas. Es posible que, como afirma Blanco, la Historia le reconozca algún mérito distinto al de haber sido capaz de crear el caos y el desconcierto. Es más, si se lo dejan a Rubalcaba es posible que Zapatero pase a la posteridad como el presidente que inventó el subsidio de desempleo y el pitorro del botijo; y si no, al tiempo.

La Razón – Opinión

El turrón en La Moncloa. Por Fernando Jáuregui

Alguien, no recuerdo quién, inventó la denominación de "felipato" para el período de mandato de Felipe González. Yo mismo puse el título de "aznarato" a un libro, y de "zapaterato" a otro. Se trataba de significar el inmenso poder que le cabe a un presidente del Gobierno en España, país en el que los poderes legislativo y judicial ostentan peculiaridades especiales que les hacen tener una influencia recortada en beneficio del Ejecutivo. Ahora, con la disolución formal del Parlamento en las próximas horas, yo diría que nos aproximamos al inicio de un "marianato", si hemos de hacer caso a lo que nos vaticinan los sondeos de opinión de manera inequívocamente unánime. Es decir, que Mariano Rajoy será, si no ocurre lo inesperado, jefe del Ejecutivo español y tomará el turrón en La Moncloa.

Ya sé cuánto le molestan a Rubalcaba, el candidato socialista, estos vaticinios ajenos al definitivo veredicto de las urnas. Pero el comentario político ha de tomar los elementos que le brinda la realidad, y todo apunta a que este lunes se da un nuevo, importante, paso hacia el relevo no solo de persona, sino de partido, en el palacio presidencial y, claro, en el Consejo de Ministros. No me parece, contra lo que Pérez Rubalcaba dice, ni ocioso ni, menos, poco democrático, lanzarse a la prospectiva de lo que pueda ocurrir cuando, en diciembre, un nuevo rostro, muy probablemente el de Rajoy, y un nuevo partido, el PP, se hagan con ese cúmulo impresionante de poder que supone gobernar, puede que con amplia mayoría, en España.


Muchas veces he dicho que los inconvenientes de tener un partido gobernando con mayoría absoluta en España superan a las ventajas. Comprendo la necesidad de un drástico cambio tras ocho años con unas fórmulas desgastadas, y sé que ahora el péndulo le favorece a Rajoy, pero hace tiempo que pienso que los grandes pactos deben primar sobre las recetas únicas, los acuerdos sobre las guerrillas verbales de partido contra partido. No, no me gustan los poderes absolutos.

El "marianato", si finalmente se produce, como parece, heredará bastantes cosas malas del "zapaterato" -podría discutirse si todo ha sido culpa de Zapatero y de sus malos equipos o si, también, de una crisis internacional a la que nadie embrida--; pero igualmente heredará algunas cosas buenas. La quiebra del terrorismo etarra, una quiebra que parece irreversible y definitiva, entre ellas, dígase lo que se diga de los métodos de ZP-Rubalcaba en su combate frente al terror de la banda. También, en la parte positiva, el reconocimiento por parte de los que mandan de verdad en Europa y en los mercados de que en España, al menos ahora, se hacen las cosas como se debe, lo que, por supuesto, implica que antes no era así.

Le confieso a usted que mi interés no estriba ahora en los ataques de florete con trampa que se crucen los dos principales partidos. Ni siquiera en unas propuestas electorales que todos saben que no son el verdadero programa de medidas -algunas muy duras, sin duda_ a aplicar. Temo que la precampaña y la campaña, que ahora se enfilan hacia unas urnas ya muy próximas, van a ser un continuo fuego de artificio; ya lo son.

Me importan, sí, los gestos de fondo, esos gestos a veces casi inapreciables, del hombre que se comerá el turrón en La Moncloa: de que mantenga su talante moderado, su independencia frente a las presiones de los poderosos de toda laya, de que corrija algunos defectos evidentes en su entorno y en su propio trayecto, nos va mucho a todos. De que muestre, ya y no después del 20-n, su actitud pactista con el principal derrotado -y, en lo posible, con las restantes fuerzas, desde luego--, de que mantenga su firmeza en ciertos principios y de que abandone otros que carecen de sentido y se mantienen solo de cara a la galería, va a depender que España enderece un rumbo que, en algún momento, parecía que empezaba a desviarse. Seguro que el hombre que puede encarnar el "marianato", seguro que su rival, el que protagonizaría un improbable "rubalcabato", lo saben perfectamente. Y es ese momento de encuentro lo que de verdad me interesa a mí del período que se abre hoy mismo.


Periodista Digital – Opinión

ETA nunca dice adiós. Por José Antonio Álvarez Gundín

Aguardan en vano quienes esperan que ETA se levante un día de buen humor y anuncie que, como le aburre matar, entrega la ferralla y desguaza el coche bomba. Que los etarras nos perdonen la vida por falta de munición no significa que se consideren unos fracasados por haber asesinado a 857 personas. Están orgullosos de lo que han hecho, no les disgusta el balance y en sus planes de jubilación no figura contar a sus nietos la historia de una derrota. Jamás dirán adiós, todo lo más un hasta luego, como quien va al baño a lavarse las manos después del tajo. Así que hágannos la caridad los señores nacionalistas y los socialistas acomplejados de no sobar los comunicados de ETA como si fueran higadillos de oca en los que palpita un futuro esplendoroso. Al alimentar expectativas y ensoñaciones ponderando la paz de los Soprano, a los de Urkullu y Eguiguren les deben de sudar las manos de la ansiedad, tal vez porque así justifican negociaciones humillantes y se ponen al fin una medalla, aunque sea de latón. Pero si ellos se conforman con que los etarras se quiten la capucha, los demás aspiramos a que sean los policías los que puedan ir a cara descubierta sin temor a represalias. Y para eso queda mucho, sobre todo desde que los batasunos han reconquistado las calles con mando en plaza. Una vez aseguradas la financiación y la propaganda desde los ayuntamientos, los próximos objetivos de ETA son volver al Congreso y, en un par de años, agarrar al Gobierno de Ajuria Enea por donde más pecado hay, agostando la primavera constitucional de López y Basagoiti. Ante sus halagüeñas perspectivas, que Gobierno y Tribunal Constitucional han alentado, ¿qué necesidad hay de rendirse? ¿A qué capitular? Al contrario, en vez de salir de la madriguera con los brazos en alto como es de ley, los etarras han logrado que les extiendan la alfombra y les hagan el pasillo, con el comisionista Currin de «cheerleader». Eso sí, los Heraldos de la Paz están analizando las últimas arrugas de la capucha de ETA para averiguar si la alfombra tiene que ser roja o con motivos florales, no sea que por un fallo de diseño se irriten los gudaris. Con tal de no exigir la derrota de los malvados, nos abruman con una retórica pringosa de manual de autoayuda cuyo próximo consejo será darle las gracias a los pistoleros por el receso.

La Razón – Opinión

España. Redefinir el Estado de las autonomías. Por Emilio J. González

Rajoy, con un PP que, después de las últimas autonómicas y municipales, disfruta de un poder territorial como no ha conocido antes partido alguno, contará con todo a su favor para llevar a cabo esta reforma. Otra cosa es la voluntad política de hacerlo.

Este fin de semana, el presidente del PP, Mariano Rajoy, ha avanzado un conjunto de medidas para los primeros cien días de Gobierno encaminadas a contener el gasto de las autonomías, responsabilizar a sus gobernantes de la gestión de los dineros públicos, evitar la duplicidad de competencias con el Estado e impedir que la normativa autonómica sobre distintas materias deje de ser uno de los principales elementos de fragmentación del mercado único nacional. Todo esto, desde luego, suena muy bien y si Rajoy pone en marcha las medidas anunciadas se habrá dado un paso adelante hacia la resolución de la crisis fiscal española. Pero aún le quedará la tarea más importante: recomponer el Estado español a partir de sus escombros, de ese reino de diecisiete taifas en que ha degenerado el Estado de las autonomías.

Lo primero que hay que hacer, en este sentido, es definir qué tipo de Estado queremos: un Estado descentralizado con más peso del Gobierno central y más control sobre las políticas que, de una u otra forma, tienen alcance nacional o afectan a la unidad económica, política y social de España; o un Estado federal como el que tenemos ahora, con unas autonomías cada vez más fuertes y un Gobierno central cada vez más débil que, lejos de resolver los problemas de los ciudadanos, crea a éstos nuevas dificultades. Esto lleva necesariamente a definir cuál es el papel real que deben desempeñar las autonomías, una cuestión que hasta ahora se ha pasado por alto porque el principio rector de la política territorial ha sido que hubiera comunidades autónomas a cualquier precio. Y ese precio ha sido muy caro.

En este terreno, habría que seguir los principios del federalismo fiscal en el sentido de dotar a las autonomías de aquellas competencias en términos de prestación de servicios a los ciudadanos que pueden realizar de forma más eficiente que el Estado en razón de su mayor proximidad a ellos y, por tanto, de mejor conocimiento de sus necesidades. Me refiero, fundamentalmente, a las competencias en materia de educación y sanidad que, sin perjuicio del establecimiento de unos baremos a nivel nacional, pueden ejercerse mejor desde niveles de la administración más cercanos al ciudadano. Este principio conlleva dos cosas. Por un lado, un sistema de financiación a través de impuestos propios de cada autonomía, que establezca un verdadero modelo de corresponsabilidad fiscal, y un sistema de transferencias que nivele las diferencias de riqueza entre los distintos territorios. Por otro, dejar de concebir a las autonomías como si fueran pequeños estados en sí mismas, lo que les lleva a ejercer funciones impropias de su naturaleza, y entenderlas como lo que debería ser: una parte de la Administración pública española. Sólo así conseguiremos que no se repitan los males que hoy nos aquejan. Rajoy, con un PP que, después de las últimas autonómicas y municipales, disfruta de un poder territorial como no ha conocido antes partido alguno, contará con todo a su favor para llevar a cabo esta reforma. Otra cosa es la voluntad política de hacerlo.


Libertad Digital – Opinión

Una victoria XXL. Por José Antonio Zarzalejos

Resulta tan paradójico como real: el PSOE está alarmado por el derrumbe electoral que le auguran las encuestas, y el PP sumamente preocupado por una victoria electoral apabullante porque deja en sus manos toda la responsabilidad de reactivar un país colapsado. Si se siguen las crónicas de Gonzalo López Alba en el diario Público –uno de los periodistas más solventes en el conocimiento interno del PSOE— es posible hacerse una idea precisa de la situación de los socialistas. Según López Alba en la sede de la calle Ferraz se preparan para un resultado similar al del año 2000, es decir, por debajo de los 130 escaños. Con Almunia los socialistas lograron 125 y el PP de Aznar alcanzó los 183. Sólo en 1977, con 118 diputados y en 1979 con 121, los socialistas se comportaron peor que en las generales de 2000. Teniendo en cuenta la mala campaña preelectoral de Pérez Rubalcaba -pinchazo con la reforma constitucional y con el impuesto sobre el patrimonio y enormes líos en la confección de listas- en este momento, el PSOE ya estaría por debajo de la frontera de los 130 escaños y, en consecuencia, el PP partiría de salida con la mayoría absoluta asegurada.

Este derrumbe del PSOE provocaría lo que Miguel Ángel Aguilar -otro analista irónico, culto e informado de lo que sucede en la izquierda española- ha denominado stravincere, expresión italiana traducible como victoria rotunda e inapelable de los populares y que el publicista dice sería mejor evitar para “defender al triunfador de sí mismo”. En otras palabras, la conjunción de una victoria XXL -enorme, de hasta 3/5 de la Cámara (210 de 350)- permitiría al PP un gobierno sin necesidad de pacto parlamentario alguno porque dispondría del quórum reforzado que la Constitución exige para las leyes orgánicas, designación de miembros del Tribunal Constitucional, del Consejo General del Poder Judicial y otros organismos decisivos. Es decir, un potencial e histórico rodillo que sume al PSOE en una inquietud extrema. No parece que el PP, aun con mayoría absoluta alcance semejante registro.
«La conjunción de una victoria XXL –enorme, de hasta 3/5 de la Cámara (210 de 350)- permitiría al PP un gobierno sin necesidad de pacto parlamentario alguno porque dispondría del quórum reforzado que la Constitución exige para las leyes orgánicas.»
En la calle Génova la cautela y la preocupación se añaden a la satisfacción por una victoria cantada. Y cobra todo su sentido la prudencia de Rajoy que, pese a las enormes expectativas generadas por las encuestas internas y externas, se esfuerza en mantener una presencia pública de moderación y cercanía. No quiere que se cante victoria y detesta que se ofrezca una imagen prepotente. Sabe -y lo advierte- que España se ha convertido para él y su futuro Gobierno en un colosal problema de difícil manejo que requerirá decisiones duras con poco margen de maniobra. Encarar este futuro inmediato con “la mano tendida” ha sido el mensaje fundamental de su periplo por Cataluña -Rajoy espera mucho de la capacidad de entendimiento entre PP y CiU- y el propósito último de los mensajes, aparentemente inocuos, que incorpora su autobiografía (En confianza) en la que él mismo se presenta como un hombre más de acuerdos que de discrepancias y enemigo del conflicto -en tanto en cuanto lo pueda eludir-.

El previsible descalabro del PSOE no le permitirá -hasta que no se rehaga de sus crisis interna- desempeñar eficazmente el papel de oposición. La izquierda no convencional, intelectual, esa que se mueve en el mundo de las artes escénicas, la que anida en los movimientos sociales, los sindicatos y los colectivos de distinta naturaleza, están ya velando armas para sustituir al PSOE y comportarse como empalizada frente al PP. Los conservadores saben -como saben los socialistas- que la agitación en la calle, las huelgas y las protestas, recibirán, sin dar ni una mínima tregua, las medidas inevitablemente polémicas que deberá adoptar un eventual Gobierno del PP.

La huelga de los docentes de la red pública en Madrid es política, como sostiene Esperanza Aguirre, y puede verse en las movilizaciones y en los argumentos que se esgrimen una especie de ensayo ante las futuras políticas conservadoras. El modelo educativo es un terreno muy ideológico y de tradicional confrontación. Sin embargo, las medidas de la Comunidad de Madrid tienen una lógica relevante. Se han incrementado en dos las horas lectivas de los docentes (estaban en 18 y pasan a 20, pudiendo llegarse hasta las 21); no es cierto que se haya despedido a interinos, sino que no se han vuelto a contratar a los 1.700 (no 3.200 como se ha dicho) del curso pasado, pero sí a más de 700; es incierto que haya más escolares este año en la ESO; hay menos (viene descendiendo su número desde hace años: 143.000 en el curso 1999-2000; 120.000 en el curso 2011-2012); se ha aumentado el número de profesores en primaria (más de 100 respecto del curso pasado) y el ratio de alumnos por profesor (en Madrid de 9,7) es más bajo que en Corea (18,4), Finlandia (13,2), Nueva Zelanda (14,8), Japón (13,3), Australia (12,3) y Países Bajos (15,8) que pasan por ser los países de alta calidad educativa porque tienen menor fracaso escolar.

En el informe Pisa, Madrid está a la cabeza de las comunidades españoles, dato de no poca importancia. Lucía Figar, consejera del ramo, es una mujer razonable e inteligente que, seguramente, intenta componer la situación frente a la resistencia de los huelguistas. Su difícil comparecencia ayer en la comisión correspondiente de la Asamblea autonómica le acredita en estos momentos difíciles.

Huelga ideológica y política

En este contexto, podrá reprocharse –se lo han reprochado desde el PP- que Esperanza Aguirre se pase de frenada en algunas declaraciones y luego haya de recoger velas, pero lo cierto es que no hay razones objetivas para una huelga como la que hemos vivido esta semana. Más aún cuando, como desveló este diario, el propio sindicato UGT-FETE elaboró un severísimo informe sobre “los recortes en educación del proyecto de ley de presupuestos generales del Estado para el año 2011”, que no merecieron movilizaciones ni huelgas. En los Presupuestos, que Ángel Gabilondo ha de conocerse al dedillo, se establecían previsiones muy duras, aunque explicables: no a la contratación temporal salvo casos excepcionales (no, pues, a la contratación de funcionarios interinos), recorte salarial a los docentes, recorte a la enseñanza concertada y a las partidas dedicadas a educación en general del orden del 8%.
«Las medidas de la Comunidad de Madrid tienen una lógica relevante. Se han incrementado en dos las horas lectivas de los docentes (estaban en 18 y pasan a 20, pudiendo llegarse hasta las 21); no es cierto que se haya despedido a interinos, sino que no se han vuelto a contratar a los 1.700 (no 3.200 como se ha dicho) del curso pasado, pero sí a más de 700.»
No cabe demasiada duda de que el componente ideológico y político en la huelga de la enseñanza en Madrid busca una confrontación con el PP que pretende objetivos que van más allá de los confesados. La irrupción en la escena de cineastas y escritores que el pasado día 12, al modo habitual, manifiesto incluido, se alzaban en custodios de la enseñanza pública y reprochaban al Gobierno autónomo madrileño sus decisiones -de nuevo, se olvidaron del Gobierno de Zapatero- confirma que estamos ante un debate extremadamente simulado por los convocantes de la huelga, sea cual fuere el seguimiento que haya tenido que, en todo caso, va a menos. Parece buscarse un clima de opinión que ofrezca verosimilitud a los mensajes según los cuales el PP podaría los servicios públicos básicos del Estado del Bienestar, presentando al conservadurismo político como un neoliberalismo desalmado.

La victoria de grandes proporciones del PP el 20-N provocará a su vez una consecuencia de dimensiones replicantes. Y la misión del Gobierno de Rajoy consistirá en lidiar con los problemas socio-económicos de España y la previsible reacción de la izquierda más militante en la calle. Un hombre como Rajoy, que según todos los que le conocen está mejor dotado para presidir el Gobierno que para liderar la oposición (si hay una victoria XXL del PP ese mantra se caería por su base), parece el adecuado para este escenario en el que la firmeza debe ser compatible con el diálogo y la rapidez en la gestión con explicaciones suficientes, tanto al Parlamento como a la opinión pública.

Por una vez, ¿será posible que la izquierda acepte su derrota sin revolverse en la calle y que la derecha gobierne con templanza? Vamos a verlo, advirtiendo que la herencia de Zapatero -dialécticamente castigado hasta la crueldad por sus afines, como el consejero-delegado de Prisa y Presidente del El País, Juan Luis Cebrián, según el cual “no hemos contado con el líder adecuado” y por eso “España se encuentra en una fase desprestigio” y por Jordi Sevilla-, es tan envenenada como sintetizó en siete puntos Mariano Rajoy en la última sesión de control parlamentario al Gobierno. Y es que Zapatero es historia, pero como ha dicho José María Aznar “no deja nada por continuar y todo por rehacer”. Vamos a irnos preparando para una alternancia extremadamente complicada.


El Confidencial – Opinión

En Berlín o en Madrid. Por Francisco Muro de Iscar

"Un Estado que no respeta el Derecho es una banda de forajidos". No es un mal recuerdo en un momento en el que, en diversos lugares, el Derecho se utiliza arteramente, a la medida del interés personal y el relativismo se impone. La frase es de San Agustín y le sirvió a Benedicto XVI para lanzar un mensaje rotundo en el Parlamento alemán sobre razón, justicia y ecología. Los miembros del Bundestag, puestos en pie, dieron dos largas ovaciones al Papa y aplaudieron con entusiasmo varios pasajes de su discurso. Con respeto. El presidente del Bundestag dijo que "raramente un discurso en esta Cámara ha atraído tanta atención en Alemania y fuera de ella".

El viaje del Papa a Alemania, la cuna del protestantismo, no era fácil, pero ha servido para muchas cosas: para volver a lanzar un mensaje sobre la ética, para defender un uso racional de la naturaleza, el compromiso con la ecología, el respeto a la persona humana, su vida y sus derechos. Pero también ha habido en Berlín una reiterada condena de la pederastia. Benedicto XVI quiso reunirse con varias víctimas, tres hombres y dos mujeres, de abusos sexuales cometidos por clérigos a los que, además de mostrarse conmovido e impresionado por su sufrimiento, expresó su profundo pesar "ante estos atroces crímenes".


Garantizó que se han puesto en marcha medidas eficaces para que nunca se vuelvan a repetir. Pesa sobre la Iglesia este terrible pecado que Benedicto XVI ha afrontado con valentía. Y queda su discurso pidiendo la unidad de los cristianos para construir un mundo más justo y para combatir juntos la ausencia de Dios en la sociedad.

Meter a Dios en la sociedad es precisamente lo que hace Caritas cada día. En los últimos años, los de la crisis, mucho más. Mientras otros sólo hablan, Caritas "da trigo": cientos de miles de ciudadanos tienen ropa, comida, alimentos, vivienda o empleo, y sobre todo una palabra de consuelo y de aliento gracias a su labor y a la de sus voluntarios. Pero también "predica". Acaba de redactar una propuesta ante las próximas elecciones en la que pide a todos los candidatos -Caritas no tiene color político- que no se olviden en sus programas ni en sus políticas de los más desfavorecidos. Que no olviden los principales problemas de los españoles: el empleo, la protección social, la vivienda, la migración, la cooperación al desarrollo y el apoyo al tercer sector.

Lo hace con propuestas concretas, sin alharacas, "como interlocutor válido de una importante base social involucrada en la defensa de la dignidad y los derechos de las personas más vulnerables de la sociedad". Caritas no habla por referencias ni de memoria. Caritas toca todos los días la resinación y la indignación de los desheredados, de las víctimas de la crisis, la pobreza física, la miseria sentimental a la que hemos condenado a cientos de miles de ciudadanos. La Iglesia de Benedicto XVI y la de Cáritas es la misma. Mal que les pese a algunos.


Periodista Digital – Opinión

Sólo es libertad. Por Ignacio Villa

No hay que ser aficionado a los toros, no hay que conocer el arte del toreo, ni siquiera es necesario ser habitual en los cosos taurinos para saber que la prohibición de las corridas de toros en Cataluña se ha convertido ya en uno de los gestos más antidemocráticos de estos últimos treinta años en España. Una decisión sobre la que es difícil encontrar un precedente.

Hoy no es necesario hablar de verónicas, de bravuras, de trajes de luces y de puertas grandes. Hoy simplemente hay que hablar de libertad. Cuando un Gobierno, sea del color que sea, tiene que prohibir una fiesta popular por motivos políticos, los cimientos más básicos de la convivencia están fallando en lo esencial. Es evidente, así se ha demostrado a lo largo de la historia, que en Cataluña hay una gran afición a los toros, como también existe en gran parte de España o en el sur de Francia. ¿Es eso, una falta contra la identidad de algo o de alguien? ¿Significa atentar contra las normas o las reglas de la democracia? ¿Alguien puede ver en las corridas de toros una ofensa contra alguna sensibilidad especial?


La supresión de las corridas de toros en Cataluña es un atentado directo contra la libertad de los ciudadanos. ¿Alguien puede afirmar o demostrar que un catalán de nacimiento y ejerciente de todos sus derechos es menos catalán por ser aficionado a los toros? Sencillamente: ¡no! A estas alturas, ya nadie oculta que esta prohibición en Cataluña es una simple y burda estrategia política para azuzar un enfrentamiento irreal e inexistente entre el nacionalismo catalán y el mal llamado nacionalismo español. ¿O es que no se dan cuenta los políticos catalanes el ridículo que supone que ahora miles de ciudadanos tengan que viajar a Zaragoza, a Valencia o a Nimes, por ejemplo, para poder disfrutar de una afición que desde luego tiene el sello español pero que es universal? No hay más que cruzar el Atlántico para darse cuenta que en plazas de toros como las de México DF, Lima o Quito se vive la misma afición, sin más etiquetas nacionalistas que no llevan a ninguna parte.

La prohibición de las corridas de toros en Cataluña, nos sitúa de nuevo ante la evidencia de lo que significa el nacionalismo llevado al extremo. Una evidencia que se traduce en exclusión, en complejos y en prohibiciones. Una realidad que se traduce en uniformidad, y que tiene en el verbo prohibir el peor de los ejemplos.

Una democracia bien asentada ¡nunca prohíbe! Una democracia asienta las bases de una convivencia ordenada, sin imposiciones histriónicas, ni obligaciones trasnochadas. Cuando un Gobierno tiene que prohibir una costumbre popular con una gran afición, con una afición de siglos es que está consiguiendo que falle algo tan básico como es la libertad. Hoy en Cataluña por desgracia no hay que hablar de la afición de toros, hay que hablar de un recorte de libertad. De las libertades de los catalanes.


La Razón – Opinión

Terrorismo. ETA, lo inédito y lo inaudito. Por Cristina Losada

El perdón es un acto privado, íntimo, personal que en ningún caso puede sustituir a la acción de la Justicia. Así que llámese por su nombre, sin rebabas sentimentales, aquello que se pretende. La impunidad.

En sus días como primera ministra, Margaret Thatcher, que fue víctima, junto a la cúpula de su partido, de un atentado del IRA que causó dos muertos, apuntaría a una cuestión esencial. "Las naciones democráticas –dijo– deben encontrar el modo de quitarles a los terroristas el oxígeno de la publicidad del que dependen". Thatcher se refería, ante todo, a la prensa. A buen seguro, no imaginaba que un Gobierno se hiciera dependiente e incluso adicto a publicitar las palabras y los gestos de una banda criminal interpretados a su conveniencia. Pero tal ha sido aquí la norma desde el infausto proceso de paz hasta estos minutos de la basura. Así, tras haber desafiado el principio de realidad, el Partido Socialista se ha entregado, en las antevísperas electorales que padece, a ese principio del placer que exige satisfacción inmediata. Y ha encontrado una, mira por donde, en una especie de comunicado de los presos de ETA.

Todos a una, sus voceros han celebrado como un hecho "inédito" el pronunciamiento de los reclusos y han vuelto a anunciar el final de ETA igual que hacían, cada hora, antes de que volara la T-4. Se diría que en busca de algún voto perdido y despistado se agarran a cualquier clavo ardiendo que pueda sujetar un decorado tan raído. Aunque, para ser precisos, hay algo que no es inédito, pero sí inaudito. Porque los socialistas no sólo saludan jubilosos la enésima exigencia de amnistía. Resulta que también saltan de alegría ante un cierre de filas de los presos que aboca al fracaso de su política de beneficios penitenciarios. Si querían generar división con el palo y la zanahoria, ya tienen la réplica. Ha ocurrido lo que vaticinó Mikel Buesa en La Ilustración Liberal mediante la analogía con el juego del gallina. O los sueltan a todos o nada. En suma, otro viaje a ninguna parte que deja como secuelas el sufrimiento infligido a las víctimas y la legalidad burlada.

El viaje, no obstante, prosigue. La próxima parada está aquí y el rótulo anuncia "perdón". Algunas víctimas y algunos presos de ETA se reúnen y se perdonan. O no. Pero se prepara ese escenario de "la reconciliación" que viene justificándose con imposibles comparaciones con el tránsito de una dictadura a una democracia. El perdón es un acto privado, íntimo, personal que en ningún caso puede sustituir a la acción de la Justicia. Así que llámese por su nombre, sin rebabas sentimentales, aquello que se pretende. La impunidad.


Libertad Digital – Opinión

Zapatero guarda las formas ante el rey Juan Carlos y el BOE. Por Antoio Casado

El 29 de julio pasado Zapatero anticipó que adelantaba las elecciones. Casi dos meses antes de firmar el correspondiente decreto de disolución de las Cortes y convocatoria de elecciones generales. Podía haberlo anunciado ayer, cuando tocaba, pero hubo prisa. Sólo el primero de los motivos ha decaído: el clamor propio y ajeno de elecciones anticipadas. Los otros dos siguen vigentes. Uno, paso atrás del presidente de Gobierno más vilipendiado de la democracia española para dejar espacio político al candidato Rubalcaba. Y otro, pasar el marrón de nuevas y duras medidas de ajuste al nuevo Gobierno, en la seguridad de que esta crisis da para cargarse a más de uno.

Así que cuanto antes, mejor, incluida la tarea de elaborar a toda prisa los Presupuestos del 2012, inevitablemente restrictivos. O gobernar con la prórroga automática de los del Gobierno socialista, hipótesis desechable donde las haya. Y todo ello con dedicatoria al adversario político, que barre en las quinielas. Eso es lo que se le viene encima a Mariano Rajoy.


Sin el morbo de la sorpresa, ayer el presidente del Gobierno guardó las formas: firma del decreto, despacho con el rey Juan Carlos en Zarzuela, reunión informal y extraordinaria del Consejo de Ministros -aunque no era necesario- y envío del documento a la imprenta del BOE. En rueda de prensa, recordó las generales de la ley: el Ejecutivo seguirá gobernando con normalidad (en funciones a partir del 20-N) hasta el aterrizaje del Gobierno que alumbren las urnas. En total, algo más de dos meses a partir de ahora, junto al ojo del huracán de una crisis europea que amenaza a la economía mundial.
«Si se está hundiendo el barco carece de sentido discutir sobre la decoración de los camarotes. Por eso no hay clima de campaña.»
Bajo el signo de la misma crisis, pregona el mismo “cambio” la emergente izquierda francesa contra la derecha de Sarkozy que la emergente derecha española contra la izquierda de Zapatero. Qué curioso. Y en los dos casos al conjuro del mismo concepto de “cambio” pero, claro, en direcciones cruzadas.

¿Pero, qué cambio? Ayer le preguntaron a Mariano Rajoy si pensaba retirar las medidas de ajuste tomadas por Zapatero y severamente criticadas por el PP. Tales como la reducción del sueldo a los funcionarios o la congelación de las pensiones. “Depende”, dijo. Oído, cocina. No es mala respuesta como precursora del “cambio” prometido por el PP y de la triste campaña electoral que se avecina.

Lógico. Si se está hundiendo el barco carece de sentido discutir sobre la decoración de los camarotes. Por eso no hay clima de campaña. La pugna ya se da por librada, aunque la adhesión del electorado a Mariano Rajoy sea un matrimonio sin amor. Y en cuanto a Rubalcaba, ayer volvió a constatarse el creciente alejamiento de Zapatero de la vida política nacional a fin de cederle todo el espacio al candidato socialista.


El Confidencial – Opinión

Chacón y Rubalcaba. Por José Luis Gómez

Carme Chacón, ministra y candidata por Barcelona, está realizando un tremendo despliegue mediático en el que reivindica su figura y a la vez defiende a Rubalcaba, su adversario interno en las primarias frustradas del PSOE. Lo hace por la vía de la comparación y con un mensaje muy orientado a Cataluña, que según ella es donde se juegan estas elecciones. "Cataluña -dice Chacón en El Periódico- va a decidir si quien preside el Gobierno es Rubalcaba o Rajoy, que pidió por las plazas de España firmas contra Cataluña".

Las elecciones se juegan en realidad en todas partes, pero es verdad que Cataluña tendrá un peso que puede ser decisivo, sobre todo para evitar la que parece probable mayoría absoluta del PP. Junto con Andalucía, es el principal granero electoral de los socialistas, con la ventaja de que el espacio de la derecha en Cataluña lo ocupa CiU.

Las cosas no están bien para el PSOE en ninguna parte, ni siquiera en sus feudos tradicionales. Su problema es general y también local. En la Asturias de Areces gobierna ahora Cascos, en Andalucía languidece Griñán, en Euskadi están en manos del PP, en Cataluña ni existe tripartito ni deseo de que vuelva, y también han caído los gobiernos socialistas de Extremadura, Aragón y Castilla-La Mancha y los compartidos con los nacionalistas en Galicia y Baleares. En las grandes ciudades quedan Zaragoza y Vigo como principales referentes, curiosamente con alcaldes que fueron ministros de Felipe González.

Carme Chacón, que hace ahora diez años tuvo un papel importante en la aproximación del felipista Rubalcaba al zapaterismo que ella compartía con Blanco y Caldera, también sabe todo esto, pero por ahora se dedica a mostrarse encantadora y a proyectarse desde Cataluña. De paso le echa una mano a Rubalcaba para que nadie diga que es rencorosa. Hace su papel, como siempre.


Periodista Digital – Opinión

El canalla firmante. Por Alfonso Ussía

De no ser por los presumiblemente marginales pantalones a media pantorrilla que ya no corresponden a su avanzada edad, parecía un otoñal honorable. Pelo blanco y barba cana, la expresión tranquila y una camiseta gris con un mensaje que no se leía bien, afortunadamente. Más que camiseta, un niqui. Los pijos, como son definidos por el lugar común de la retroprogresía, llevan en sus polos el cocodrilo de «Lacoste» o el petiso de «Ralph Laurent».

Los progres llevan mensaje o una variación de la imagen del «Che» que ya no resulta nada original. Como el «Presoak Kalera» de los proetarras, cuyas letras jamás se destiñen porque no se lavan. Algo tienen las concentraciones en espacios cerrados de los batasunos que recomiendan la mascarilla antigás o antipolución. Ganas dan de instalar en el exterior del recinto donde se reúnen un servicio de duchas obligatorio. No se pretende que una bilduetarra deje a su paso un ambiente de lavanda o de Chanel número 5, lo cual sería muy de agradecer, pero de ahí a la mugre media largo trecho con muchas posibilidades higiénicas. Y lo mismo se puede decir de los varones inmediatos al terrorismo. El pendiente en la oreja, el niqui con mensaje y hasta los pantalones a media pierna son perfectamente compatibles con el agua y el jabón.


Pero no se trata de eso. Intento escribir que podía pasar por una persona honorable. Fue el encargado de firmar en nombre del llamado «colectivo de presos» la adhesión al pacto encabezado por «Bildu» en el que se pide que no haya vencedores ni vencidos en la lucha del Estado de Derecho contra el terrorismo, y que todos los presos comunes de la ETA –en España no existe la figura del preso político–, sean perdonados. Él, Jon Aguirre Aguiriano, el que podía parecer venerable melancólico, fue el encargado de firmar el acta mientras los que llenaban el salón de actos de Guernica aplaudían a rabiar y vitoreaban a los etarras.

Con toda seguridad, eligieron a Aguirre Aguiriano por su permanencia durante treinta años en diferentes residencias penitenciarias viviendo a costa de los contribuyentes. En esos treinta años, ni una señal de arrepentimiento. En esos treinta años, ni un impulso de solicitud del perdón de una familia destrozada. El canalla firmante no ha pasado treinta años de su vida en la cárcel por ser independentista, estalinista o vasco. En España el que quiera ser independentista lo puede ser y decir, el que quiera ser estalinista lo puede ser y manifestar, y ser vasco es una condición mayoritaria y abrumadoramente decente. Eligieron a Aguirre Aguiriano por su valiente pasado de «gudari» y su heroica acción «bélica». Colocó una bomba asesina en Azpeitia que segó la vida de José María Piris, un niño de trece años. Asesinar a ciegas, sin riesgo y por placer a un niño de trece años es empresa que merece – y así se ha demostrado–, el público reconocimiento de Bildu y del entorno inmediato al terrorismo.

Llevaba sobre el «niqui» una banda negra, a modo de correa que sujeta el bolso masculino o «maricona» o quizá se trataba de la cinta correspondiente a una condecoración etarra concedida por su valor. Firmó y fuese entre ovaciones. Matar a niños de trece años está muy bien visto en determinados círculos. ¿Don Pascual Sala? Está reunido.


La Razón – Opinión

Proetarras. Graves incidentes en Leiza. Por Francisco José Alcaraz

Vivimos en una libertad vigilada por ETA, libertad vigilada que se mantiene siempre y cuando el Gobierno siga pagando la fianza a los asesinos. Esa fianza es la pérdida de la memoria, dignidad y justicia.

El domingo 25, después de terminar el programa Sin complejos, mi amigo Luis del Pino me llamó para preguntar por el homenaje realizado por VCT a Juan Carlos Beiro asesinado por ETA en Leiza en 2002. Me preguntaba "¿no ha habido incidentes?". Le contesté: "sí que los ha habido, Luis, ha habido incidentes muy graves".

Consciente de que la pregunta iba dirigida a interesarse por los posibles ataques de los proetarras, quise exponerle que la ausencia de este tipo de incidentes no puede tapar otros incidentes de más calado como son los hechos que les relato.

Un grupo de víctimas del terrorismo y ciudadanos implicados con la causa nos habíamos desplazado desde varias ciudades de España. Antes de llegar a Leiza, en un área de servicio a pocos kilómetros del pueblo, nos esperaba Silvestre, un vecino de la localidad, que nos condujo a aparcar los autobuses en un polígono industrial junto al pueblo. Cuando nos bajamos del autobús, muchos esperaban encontrar la presencia de algún Cuerpo de Seguridad del Estado para acompañarnos y protegernos de cualquier incidente hasta la plaza del Ayuntamiento. No fue así, y sólo nos acompañó un hombre valiente, Silvestre, que, junto a sus hijos, nos recibieron con los brazos abiertos.


Procedimos a desplazarnos todos con las fotos de Juan Carlos Beiro hasta la plaza, durante el trayecto en esa improvisada manifestación silenciosa en un pueblo que todos calificábamos como "pueblo fantasma", tan solo fuimos escoltados por Silvestre y su hijo, que hacía de improvisado agente parando el tráfico en las calles para poder darnos paso. Sorprendió a todos la ausencia de los uniformes que podrían habernos transmitido seguridad frente al aquelarre estético de un pueblo adornado con las pancartas proetarras y pintadas desafiantes.

Cuando llegamos al Ayuntamiento algunos ciudadanos, venidos desde fuera, representantes políticos del PP Navarro, UPN y DNE, entre otros, escoltados por un dispositivo de la Guardia Civil, recibieron con aplausos a la comitiva encabezada por la familia de Juan Carlos. La plaza y las casas adyacentes estaban adornadas con pancartas y pintadas a favor de los asesinos de ETA. Además de estas pancartas, en el Ayuntamiento no ondeaba la bandera nacional, incumpliendo con ello la ley. Un periodista me indicaba que en el tablón de anuncios del Ayuntamiento tenían expuestos unos pasquines contra mi persona y contra VCT, tratándonos de fascistas por alegrarnos del encarcelamiento de Otegui.

Los cinco minutos de silencio terminaron con un "¡viva la Guardia Civil!" y "¡viva España!". Después nos desplazamos por el pueblo fantasma hasta la iglesia y, una vez terminada la misa, de nuevo sin la presencia de uniformes, volvimos todos hasta el polígono para recoger el autobús y desplazarnos al lugar donde fue asesinado Juan Carlos. Durante el acto pasaron algunos coches que miraban con indiferencia, otros con odio manifiesto, a quienes allí nos congregábamos.

¿Alguien ha encontrado algún incidente en este relato? Por supuesto que sí, el incidente es que en el homenaje a un Guardia Civil que perdió su vida por trabajar por la libertad y la seguridad en Leiza, la mayoría de los vecinos del pueblo en lugar de estar al lado de las víctimas, estaban al lado de los asesinos. El incidente es que ese pueblo esté gobernado por el brazo político de una banda terrorista, dejando en evidencia al Gobierno y a los medios de comunicación que nos quieren vender que Bildu no es ETA.

El incidente es que, a pocos kilómetros de allí, miles de proetarras llenaban las calles de Bilbao a favor de los asesinos, mientras en la concentración estábamos poco más de un centenar de ciudadanos llegados de toda España, y muy pocos de Navarra y la Comunidad Autónoma vasca. Incidente es que muchos, por miedo, decidieron no venir en los autobuses o ausentarse de una concentración en homenaje a una víctima del terrorismo. Incidente es que se piense que este acto de desagravio es una provocación a Bildu-ETA. Incidente es que la mayoría de los medios, casi todos afines al Gobierno, propaguen las "virtudes" de los proetarras y su manifestación ocultando el homenaje a una víctima de ETA. Incidente es la necesidad del dispositivo de seguridad en el Ayuntamiento para evitar ataques de los proetarras evidenciando la falta de libertad que existe. Vivimos en una libertad vigilada por ETA, libertad vigilada que se mantiene siempre y cuando el Gobierno siga pagando la fianza a los asesinos. Esa fianza es la pérdida de la memoria, dignidad y justicia.

Leiza, 24 de septiembre de 2011, graves incidentes.

Las víctimas solas en medio de un pueblo fantasma donde gobierna el terror. Aunque algunos valientes como Silvestre y su familia me permiten poder decir que en Leiza aun quedan buenas personas.


Libertad Digital – Editorial

El precio de la crisis

Descalabro de la derecha francesa en las elecciones para cubrir la mitad del Senado.

No hay que ver giro hacia ningún sitio, ni a la izquierda, ni cuando y donde toque, a la derecha. Es el peaje de la crisis que devasta Europa. Así, el giro electoral en las votaciones para cubrir la mitad de las plazas del Senado en Francia, con una rotunda victoria de la izquierda y del partido socialista, lo ha sido de castigo a quienes estén en el Gobierno; en este caso, la derecha del presidente Nicolas Sarkozy.

Esa derrota debe enmarcarse en los comicios de recientes escenarios europeos, como en Dinamarca, o en la sucesión de reveses que viene sufriendo en los länder la democracia cristiana de Angela Merkel en Alemania. Pero ello no resta legitimidad al júbilo socialista, que por primera vez en la historia de la V República, fundada por De Gaulle en 1958, obtiene la mayoría en la Cámara alta, en vísperas de que a partir del próximo 6 de octubre el PS celebre primarias para elegir candidato a las presidenciales de mayo de 2012. La izquierda precisaba ganar 23 escaños para obtener la mayoría en un Senado, que pasaba de 343 a 348 puestos; es decir, sobrepasar los 174, como ha ocurrido, con una ganancia de 24, mientras la derecha bajaba de 171 a 170.


Pero hay notas al pie que obligan a la prudencia a la hora de extrapolar resultados. En primer lugar, la renovación del Senado se produce tras unas elecciones municipales en las que el poder ya había tenido que pagar un primer plazo por la catástrofe del paro, el exangüe crecimiento de la economía -menos de un 1% este año- y la atonía general del país, datos que, sin embargo, no son tan malos como los españoles, donde el 20-N habrá elecciones legislativas. En segundo término, los comicios han sido indirectos, con el voto de 71.000 grandes electores -diputados, consejeros regionales y provinciales, alcaldes y ediles-, lo que no es necesariamente una foto fija del sufragio popular. Y en tercero, la derecha se presentaba con su habitual desunión entre la UMP de Sarkozy y otras formaciones del centro y la derecha, por lo que todo ello no dibuja un escenario forzosamente válido para una segunda vuelta contra el presidente en ejercicio en una Francia dividida en dos mitades, izquierda y derecha, que solo se unen cuando truena.

Europa vota contra una crisis que no respeta fronteras, y la improbable recuperación para dentro de apenas ocho meses será un factor a tener en cuenta. Tristemente, esa es la mejor baza del PS.


El País – Editorial

Rajoy toma el relevo

Aveces, la escena es más elocuente que el libreto y los gestos valen por todo un discurso. Como ocurrió ayer, cuando el presidente del Gobierno realizó una declaración institucional para anunciar desde La Moncloa que se disolvían las Cortes y se convocaban oficialmente elecciones generales para el 20 de noviembre. Acto seguido, y como si el guión se hubiera pactado de antemano, Mariano Rajoy tomó la palabra en la sede del PP para efectuar otra declaración institucional convocando a los españoles a aunar esfuerzos frente a la crisis. Si se hubiera hecho a propósito no se habría mejorado la puesta en escena de un relevo de Gobierno, pues hasta el candidato Rubalcaba fue relegado al papel de secundario. Es posible que los inversores, tan sensibles a las incertidumbres, hayan tomado buena nota de que, al menos en cuanto a quién debe gobernar, España lo tiene claro. Zapatero fue parco en su intervención, rehusó presentar un balance de su gestión y, salvo una referencia favorable al comunicado de los presos de ETA, se retiró con discreción, como quien da por finiquitado su papel. Rajoy, por el contrario, dio a sus palabras la entonación y el significado propios de quien gobierna o está a punto de gobernar. Y como tal hay que juzgarlo, porque ya no se trata de una opinión del líder de la oposición, sino del próximo presidente. En este punto, tiene especial importancia la cuestión de los Presupuestos de 2012, que en estos momentos están prorrogados de hecho, lo que significa que se mantiene la congelación de las pensiones y de los salarios públicos. Le corresponderá a Rajoy cambiarlos o no, según lo aconseje el estado de las cuentas públicas, medida de prudencia tanto más aconsejable cuanto que no se sabe con certeza si los números de la Administración socialista son reales o esconden sorpresas, como ha ocurrido en Cataluña y en Castilla-La Mancha. Que Rubalcaba le reproche al presidente del PP que no avance su decisión no pasa de ser un ataque gratuito de quien ha gobernado a base de improvisaciones. Lo cierto es que la herencia que recibe Rajoy es sencillamente ruinosa, el peor legado de toda la etapa democrática, incluso peor que el de González a Aznar, cuando éste heredó una Seguridad Social en quiebra y unos indicadores económicos que hacían imposible la entrada de España en el euro. Pero hace bien el presidente del PP en no abundar en ello y en pasar página. Tiene más interés y es más constructivo su llamamiento a poner en marcha un proyecto nacional basado en tres ejes: superar la crisis, crear empleo y garantizar los servicios públicos. No cabe duda de que si el PP obtiene mayoría absoluta, como apuntan algunas encuestas, Rajoy podrá actuar con mayor celeridad y menos hipotecas. Sin embargo, para el líder popular lo sustancial es, a falta de una varita mágica en la que sólo creen los ilusos, la movilización de los españoles para secundar directrices claras, coherentes y fiables. Para ello ha prometido gobernar con transparencia, con «la verdad» y con diálogo. Es decir, con solvencia, sin improvisaciones, sin cambios de criterio cada quince minutos y sin demagogias. Dicho de otro modo, justo lo contrario de cómo se ha hecho en estos siete largos años.

La Razón – Editorial

Rajoy, en vísperas

La crisis marcará al próximo Gobierno, que no debería desmantelar los aciertos del que termina.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció ayer la disolución de las Cámaras previa a la convocatoria de elecciones generales para el 20 de noviembre. El fin de la legislatura es también la despedida de un dirigente socialista capaz de llevar a su partido a una súbita victoria en 2004 y, apenas ocho años más tarde, a la que podría ser su peor derrota. La crisis económica se ha erigido en causa necesaria de este tránsito desde la cima de las expectativas al abismo del descrédito político. La causa suficiente habría que buscarla, por su parte, en los errores cometidos durante la estancia de Rodríguez Zapatero en La Moncloa.

Su forma de gobernar fue poco institucional, ignorando que la estructura jerárquica de la Administración limita, sin duda, la explotación propagandística de los aciertos por parte del líder, pero, a cambio, le ofrece protección, minimizando el desgaste por los errores y los fracasos. Voluntariamente situado en la primera línea, Zapatero dilapidó su credibilidad con la misma velocidad con la que la había ganado. En especial cuando, declarada la crisis, trató primero de negarla y, después, de combatirla a golpes de propaganda e improvisación. El abrupto giro de la política económica en 2010, justificado y necesario por otra parte, acabó de arruinar su capacidad de liderazgo.


La principal diferencia entre la primera legislatura de Zapatero y la segunda fue la irrupción del principio de realidad, en forma de insoportable crecimiento del paro y de acelerado deterioro de las cuentas públicas. De no haberse producido esa irrupción, Zapatero habría sido valorado por sus iniciativas en materia de derechos ciudadanos y por la renuncia a ejercer el control sobre la radio y televisión públicas. El fracaso del proceso de paz con los terroristas fue compensado con el extraordinario debilitamiento de la banda. Es pronto para determinar si una cosa llevó a la otra o si, por el contrario, la lenta pero imparable agonía del terrorismo hacía innecesario entablar ningún diálogo. Las tensiones territoriales, tratadas con frivolidad durante la primera legislatura, han cobrado nuevo e inusitado vigor durante la segunda.

Si se cumplen los pronósticos, Mariano Rajoy se encontraría en vísperas de tomar las riendas, en la grave situación por la que atraviesa España. La profundidad de la crisis económica no permite descartar que se traslade al terreno social. En evitarlo o en gestionarlo con capacidad de liderazgo, si afloran los conflictos, es donde los previsibles nuevos dirigentes se jugarán su suerte y también la del país. En materia económica, el Gobierno que salga de las urnas no podrá hacer nada distinto de lo que ha amagado con hacer, pero no ha hecho, el saliente. Del nuevo Gobierno se espera que corrija los errores del anterior, no que desmantele sus aciertos. El reciente intento de recuperar el control de la radio y televisión públicas no es un buen augurio. Tampoco algunas medidas adoptadas en sanidad y educación por las comunidades que gobierna.


El País – Editorial

Los desastres de Zapatero: un balance somero

Son tantos los errores de Zapatero que costará años recuperar el pulso (y no sólo económico) de la nación. Ese es el legado del peor presidente de la democracia y uno de los políticos más nefastos de nuestra historia.

Aún es pronto para calibrar la dimensión y categoría de los desastres causados por el aún presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Sin ir más lejos, la última alusión complaciente al comunicado de los presos terroristas es una contribución más a la indignidad y una nueva cesión ante los verdugos, tratados por Zapatero con una consideración que no han encontrado nunca las víctimas durante los siete años que todavía dura su presidencia. Que Zapatero pondere el comunicado de los etarras encarcelados (en los que se reclama un final sin vencedores ni vencidos y la amnistía de todos los presos) como un "paso significativo hacia el final de la violencia" es una prueba más del tipo de desatinos, en este caso contra España y contra las víctimas de ETA, que han caracterizado las dos últimas legislaturas.

La política territorial es otro de los frágiles escenarios donde Zapatero ha mostrado su desprecio por la historia, por la lógica, por las instituciones, por la Constitución, por el sistema judicial y por la mayoría de los españoles. La barra libre estatutaria concedida a los nacionalistas catalanes, así como las frecuentes concesiones, también al PNV, a cambio de la estabilidad parlamentaria ha acabado por darle la razón en su creencia de que la nación es algo relativo. Tan relativo, que el balance de sus dos legislaturas es un retroceso inédito en términos de cohesión nacional, con ciudadanos desiguales ante la ley y en la prestación de servicios en función de su lugar de residencia, con el consentimiento de atropellos como la política lingüística de la Generalidad y con una desestructuración institucional y judicial que permite a los nacionalistas en Cataluña hacer ostentación del incumplimiento de las sentencias.


Tampoco ha sido mejor la política internacional, en la que Zapatero ha sometido a España a notorios ridículos internacionales, con fotos tan desafortunadas como la protagonizada por la familia Rodríguez-Espinosa en la Casa Blanca, con compañías tan poco recomendables como la de Chávez, con meteduras de pata tan sonoras como tachar a Merkel de fracasada; con operativos tan patéticos como la Alianza de Civilizaciones. El colofón de esta escalada del despropósito ha sido el alineamiento a favor de las tesis palestinas, compromiso que la próxima administración deberá deshacer, como muchos otros, si aspira a que España recupere la posición internacional que le corresponde.

Por no hablar del balance económico, donde Zapatero ha logrado ahondar en una crisis que tiene en España manifestaciones más crudas que en el resto de Europa, con despilfarros sin cuento, ausencia lacerante de planes y una tasa de paro impropia de una economía avanzada. De hecho, son tantos los errores de Zapatero que costará años recuperar el pulso (y no sólo económico) de la nación. Ese es el legado del peor presidente de la democracia y uno de los políticos más nefastos de nuestra historia.


Periodista Digital – Editorial