jueves, 29 de septiembre de 2011

Bastantes sacrificios. Por Carlos Rodríguez Braun

No debería haber ningún sacrificio más por parte del pueblo español, que ha padecido con enorme dureza el ajuste ante la crisis económica sin ninguna ayuda de un Gobierno cuyas medidas la han profundizado y prolongado. Ese ajuste se ha cobrado numerosas víctimas en términos de millones de parados y cientos de miles de empresas que han debido cerrar. Ya son bastantes, ya. Pero cuando el Rey habló ayer de «bastantes sacrificios», evidentemente se refería a que en el futuro habrá más. La incógnita estriba en quiénes han de soportar el grueso de los costes, y a cuánto ascenderán.

Los socialistas actúan como si tuvieran las llaves del paraíso terrenal: si les votamos, todo será regocijo en la tierra progresista prometida, donde manarán leche y miel. Nadie sufrirá, salvo un pequeño puñado de asquerosos ricos, que además se lo merecen, por ser reticentes a arrimar el hombro, etc. La demagogia socialista es irritante, porque han sido ellos los principales responsables de los padecimientos ciudadanos. Su estrategia charlatana y mendaz busca, como siempre, engañar, pero sobre todo salvar los muebles antes de la catástrofe, al módico precio de prometerlo todo sabiendo que no se va a gobernar.

El caso del PP es el opuesto. Por primera vez en muchos años la derecha se ve ante la certeza de una victoria electoral, y al mismo tiempo en una coyuntura económica crítica. Dado el panorama en el ala izquierda, cualquier cosa que digan los conservadores será inmediatamente hipertrofiada y distorsionada por una izquierda que conserva su habitual y considerable peso mediático, para hacer llegar el mensaje de que la derecha cercena derechos. Es una mentira fabulosa viniendo nada menos que de los socialistas, como si no tuvieran nada que ver con el desastre presente, pero no por ello van a dejar de esgrimirla si creen que les ayuda electoralmente. Y así, entre demagogias y cautelas, queda oscurecida la única realidad que debería importar: los sacrificios que han sufrido los españoles son bastantes, ya son bastantes.


La Razón – Opinión

Un contrato con los electores. Por Fermín Bocos

Faltan cincuenta días para que se celebren las elecciones y faltan concreciones en los programas electorales de los dos candidatos que aspiran a ser inquilinos de La Moncloa. Hablo de compromisos concretos, no de anuncios con cuenta gotas como están haciendo tanto Mariano Rajoy como Alfredo Pérez Rubalcaba. Deberíamos importar la costumbre norteamericana del "contrato con los electores", y exigir el enunciado pormenorizado de medidas, proyectos de ley -para aprobar o derogar normas- y el correspondiente cálculo presupuestario de todas las iniciativas. Conocidas las intenciones de los candidatos y transformados sus respectivos programas en un "contrato" con los ciudadanos, llegado el día de las votaciones los votantes norteamericanos saben a qué atenerse.

No es como aquí, donde un candidato puede anunciar que durante la legislatura se alcanzará "pleno empleo" -lo hizo alegremente Zapatero en la última campaña electoral- y, si concluida la misma, resulta que España tiene ¡nada menos que cuatro millones medio de parados! no pasa nada porque no hay libro de reclamaciones. Quiero decir que lo más que le puede pasar al político que en periodo electoral fantasea o engaña al personal es que su popularidad se desplome en los sondeos. Que es lo que, por cierto, viene acaeciendo desde hace meses con Zapatero. Todos los estudios conocidos constatan el descrédito cosechado por el Gobierno socialista en la gestión de la crisis económica. Cuando, tras meses de negar la mayor, Zapatero cambió la línea política y paso de la barra libre de gasto en rotondas y subvenciones, al recorte de los sueldos de los funcionarios y a la congelación de las pensiones de los jubilados, debería haber tenido el coraje de convocar elecciones y asumir el correspondiente desgaste político. Un país adulto se merece gobernantes capaces de decir la verdad y pechar con las consecuencias. En términos políticos, ZP ya es pasado.

Por eso, para no repetir errores, a los que vienen hay que emplazarles para que concreten sus planes de gobierno. A eso me refiero cuando, en vísperas del 20-N, hablo de la necesidad de que unos y otros sean tan claros como concisos a la hora de anunciar su "contrato con los electores". Para que después nadie se sienta engañado.


Periodista Digital – Opinión

Lo inédito. Por Javier G. Ferrari

Para Rubalcaba, perdón, el señor Rubalcaba, el comunicado de los presos de ETA es algo inédito. Para su todavía jefe, ZP, al que le quedan dos telediarios de esos en los que querían meter mano los consejeros de la hoy llamada Corporación, para quedarse sólo en la Z, se trata de un paso significativo. Y significativo es, porque significa lo mismo de siempre, que para dejar de pegar tiros en la nuca y matar a niños con bombas, hay que dejarles salir del trullo sin que la banda terrorista se disuelva y entregue las armas.

En toda esta historia lo único verdaderamente inédito es que el Fiscal General del Estado se haya desmarcado tildando de vergonzoso e intolerable que los asesinos encarcelados condicionen mantener las pistolas y la goma-2 en los zulos, a cambio de una amnistía que haga bueno el borrón y cuenta nueva.


Los etarras y quienes les apoyan desde las instituciones, o coquetean con ellos para sacar réditos electorales a la desesperada, son el borrón. La única cuenta que vale es la de las víctimas, el casi millar de asesinados, los mutilados y sus familias rotas para siempre. Una paz sin vencedores y vencidos. La frase es en sí misma una infamia. Como una infamia es ver a los de Bildu cobrando de un Estado que quieren destruir y mostrando con el descaro que ofrece la impunidad concedida por el Constitucional de don Pascual Sala, su complicidad absoluta con ETA, cuando no su sometimiento a los dictados de los que tienen las pistolas.

Al menos, al final de su mandato, Cándido Conde Pumpido ha mostrado una pizca de arrepentimiento después de haber sido un fiel escudero del mal llamado proceso de paz, que ha terminado siendo un viaje a ninguna parte por más que el candidato socialista se empeñe en seguir con la ficción de un inminente final del reinado del terror. Ni aun en el caso más que improbable de que ETA anunciara que se entrega atada de pies y manos y asume que la Justicia haga su trabajo, don Alfredo conseguirá un solo voto motivado por este supuesto hecho.

Pero es que además no se va a dar el caso, porque la existencia del independentismo de pendiente y camiseta con mensaje, como diría el maestro Ussía, depende de la amenaza y el miedo a volver a las andadas. Sin el factor miedo el señor Garitano seguiría siendo un simple plumilla en el GARA, o quizá ni eso. Pero, hoy por hoy, este individuo tiene 800 millones de euros para gastar en actos vergonzosos y en propaganda etarra.

El inédito gesto del Fiscal General podría completarse con alguna acción toda vez que hay que ser o muy tonto o muy malo para seguir negando la evidencia de que Bildu y ETA son la misma y repugnante cosa. Haga usted el favor, don Cándido, y redímase de errores pasados poniendo a esta gente en su sitio, que no es otro que el mismo en el que se encuentran los abajo firmantes que hablan de vencedores y vencidos en lugar de asesinos y asesinados.


La Razón – Opinión

Elecciones. El pánico socialista al ridículo. Por Cristina Losada

La campaña de terror significa que el PSOE tiene miedo de perder incluso a sus más leales e ideológicos votantes. Hasta fantaseará con robarle de nuevo sus cuatro votos a la pobre Izquierda Unida.

Un estudio de la Fundación Alternativas, que no es precisamente madriguera neocon, indica que el partido Socialista ha perdido el apoyo tradicional que los votantes no ideológicos prestan a quien sea que ocupe y hasta okupe el Gobierno. Los analistas de esa Fundación, en cuyo patronato figura Zapatero, sugieren que la fuerte carga ideológica del Ejecutivo del finado, ha conseguido asustar a esa cuarta parte del censo que no está abonada ni a la derecha ni a la izquierda. Se trata de entre seis y siete millones de votantes. Un buen bocado. La curiosidad es que dichos electores son siempre los últimos en abandonar a un Gobierno. Es gente fiel al que manda, manque pierda y no se la arrastra, así como así, a novedades. Ya no. Empezaron a desertar y ahora de su fidelidad no quedan ni las raspas. Se han pasado masivamente a la oposición. Y el estudio insiste en que no es la crisis la causa última del insólito cambio de tendencia.

Los socialistas, sin embargo, han decidido que la vía segura para no perforar su suelo electoral es asustar aún más a los votantes. Así, han sacado la motosierra y la guadaña, nobles instrumentos que figurarán en los recuerdos rurales del portavoz, pero que hoy remiten a crímenes y espantos, a fin de que el respetable visualice a los de Rajoy como psicópatas que disfrutan con el descuartizamiento. El del famoso Estado del Bienestar, naturalmente. Ya tiene dicho Rubalcaba que ahí reside la diferencia crucial: ellos disfrutan, nosotros no. Porque los socialistas, cuando recortan, echan la lagrimita. Pocas cosas reflejan mejor en qué ha venido a condensarse la traída y llevada ideología: en la exhibición del sentimiento. Y conste que el PP ha hecho sus intentos por competir en ese terreno resbaladizo.

Los cerebros de Ferraz han pergeñado, además, un bonito mapa que ofrece la posibilidad de "conocer en tiempo real la magnitud de los recortes" aplicados por las comunidades del PP. Tiempo real, no el otro. Y la nota bélica se subraya con unas dianas. No quiero extenderme sobre qué se dijo de otro mapa con dianas, aquel de Sarah Palin. Pero, en fin, como no se les debe suponer ignorantes de las filigranas analíticas de sus estudiosos, la campaña de terror significa que el PSOE tiene miedo de perder incluso a sus más leales e ideológicos votantes. Hasta fantaseará con robarle de nuevo sus cuatro votos a la pobre Izquierda Unida. Tanto teme que se le borre del mapa.


Libertad Digital – Opinión

La motosierra entra en campaña pero Rajoy no se moja. Por Antonio Casado

Parece un reflejo fiel de la realidad que las ganas de echar a los socialistas barren por diez a uno a las dudas que suscita Mariano Rajoy como gobernante. A partir de ese intangible se ha instalado la sensación de que todo el pescado está vendido. Solo al Alcoyano se le ocurriría pedir prórroga después de ir perdiendo por diez a uno.

Sobre ese telón de fondo vimos ayer una mala comedia, falsa, aburrida y poco creíble. Me refiero al cruce de acusaciones, pliegos de cargo y cintas de vídeo sobre el manejo de la guadaña en los servicios públicos que se dedicaron entre el PSOE y el PP. Y no digo entre sus primeros actores, Rubalcaba y Rajoy, por incomparecencia del segundo, que sigue a la espera de que el tiempo pase sin que pase nada.


Así que el candidato socialista, que había planteado el reto al grito de ¡que viene el PP con la motosierra!, volvió a dar la patada al aire en su intento de hacerse el encontradizo con Rajoy y tuvo que conformarse con meritorios encabezados por González Pons. Al portavoz oficial del PP le tocó salir al paso de las declaraciones en las que Rubalcaba aseguró que su eventual plan de recortes no afectaría en ningún caso a la Educación ni a la Sanidad. Y que el PP, en su muestrario autonómico, ya ha empezado a mover los dos pilares del llamado Estado del Bienestar. Pons, la lengua más afilada del partido de Rajoy, habló de la “cara dura” del candidato socialista por denunciar los recortes sociales de otros después de haber respaldado “el mayor hachazo social de la democracia”.
«Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y hay que ponerse al día. Volver al tanto tengo tanto gasto. Vale. Es justo y necesario. Pero el quid de la cuestión es dónde dar el corte. Y ahí entra la política.»
Y así es como el ruido de la motosierra ha entrado en la campaña electoral. Lógico, por otra parte. Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y hay que ponerse al día. Volver al tanto tengo tanto gasto. Vale. Es justo y necesario. Pero el quid de la cuestión es dónde dar el corte. Y ahí entra la política, que consiste en jerarquizar y decidir. No todos los partidos jerarquizan del mismo modo, según sus respectivos idearios. Se aplica la motosierra según un orden de prioridades.

El tronco del árbol es el Estado del Bienestar, en una concepción socialdemócrata. Básicamente, Sanidad y Educación. Dos tareas propias del Estado como ente gestor del bien común. Pero eso es discutible y discutido en partidos que se tienen por liberales, como el PP o los nacionalistas de CiU. Sin ir más lejos, el ex presidente del Gobierno, José María Aznar, acaba de defender la necesidad de reducir el Estado a la mínima expresión. Y eso confiere sentido a los ajustes que están decidiendo los gobernantes autonómicos del PP en materia de Educación o los de CiU en materia de Sanidad.

Bajo esa luz se entenderá mejor que Esperanza Aguirre se ponga brava defendiendo la necesidad de prescindir de profesores interinos, en nombre de la austeridad sin decir ni media palabra sobre la deuda millonaria de Telemadrid. Se entenderá igualmente que Artur Mas defienda con tanta convicción los recortes en Sanidad mientras guarda silencio sobre los costes millonarios de la inversión lingüística, los doblajes al catalán o las sedes “diplomáticas” de Cataluña en el extranjero.


El Confidencial – Opinión

El comunismo era eso. Por Francisco Muro de Iscar

Algunos echan de menos la antigua URSS y el inestable equilibrio entre Moscú y Washington. Incluso en la actual Rusia algunos echan de menos el comunismo, porque entre Putin y Mevdevev, con el concurso activo de unos cuantos ladrones de cuello blanco, hay muchos ciudadanos que no ven ni en los anuncios lo que significan la prosperidad y la libertad. Peor están en Cuba, eso sí, donde la vieja dictadura castrista se atrinchera para defender el poder de la oligarquía frente a los derechos de los ciudadanos. Y aquí, entre nosotros, algunos siguen empeñados en sacar a pasear las viejas recetas comunistas, los viejos eslogans, las arcaicas teorías de la lucha de ricos y pobres como instrumento para cambiar el mundo.

Con esta crisis, nos jugamos la universalización de la pobreza y en ello parecen empeñados tantos los viejos roqueros de la dictadura del proletariado como los ardientes defensores de la libre acción de los mercados. Con un Gobierno de izquierdas en España, hay más parados que nunca, más pobres que nunca y, lo que es verdaderamente más grave, ricos más ricos que nunca. Por eso es una desfachatez hablar de impuestos sobre el patrimonio para que paguen los ricos, cuando los ricos no sólo no han pagado nunca el patrimonio y los banqueros, no los bancarios, nunca han sido mejor tratados por Gobiernos que no solo no han castigado el fraude ya los fraudulentos -a muchos les habían puesto ellos mismos- sino que han inyectado dinero sin fin de los ciudadanos en las arcas de los bancos para que estos salvaran la piel.


Dicho eso, si derrocamos el capitalismo como proponen Cayo Lara o Toxo, mientras Méndez juega al sindicalismo de salón, ¿será para volver al comunismo? Se acaba de presentar un excelente libro de Jesús López Medel y Rafael Mañueco, "Gorbachov, ocaso y caída del imperio rojo" que analiza el desmoronamiento del comunismo en la vieja Unión Soviética. En la presentación, Antonio Gutiérrez, ex secretario general de Comisiones Obreras, hizo una profunda autocrítica de un régimen tiránico que negaba la libertad, un sistema perverso que oprimió durante decenios a millones de personas y acabó con la vida también de muchos millones de ciudadanos. Dijo Antonio Gutiérrez que, contra lo que pensó alguna vez, "octubre del 17 no fue una revolución sino un golpe de Estado. La verdadera revolución fue la que acabó con las dictaduras y enfiló, de alguna forma, hacia la democracia". Pero, ¿quién pide perdón por tanto daño causado a tantos? Fascismo y comunismo son dos formas de totalitarismo que niegan la libertad como algo perverso en sí mismo.

La URSS estalló porque no había ninguna opción de maquillar el comunismo y porque no había valores ni principios para sostener el sistema ¿Puede estallar ahora Europa si sólo se maquillan los problemas para no afrontarlos? Los individualismos, la falta de valores y la negativa a avanzar hacia la unión política puede acabar con Europa. Si eso sucede, socializaremos la pobreza y volveremos cien años atrás. El comunismo era y es eso: el poder de unos pocos tiranos oprimiendo al pueblo.


Periodista Digital – Opinión

Esta vez no cuela. Por José Antonio Vera

El problema es que llegaron diciendo que éste iba a ser el Gobierno más social de la historia y al final ha acabado siendo el más antisocial. Porque de lo que no se dieron cuenta es de que si no hay trabajo no hay gasto social que valga, pues hay menos gente cotizando, menos ingresos por impuestos y muchas más personas (hasta cinco millones) cobrando del erario público. De manera que ahí está el meollo.

Para mantener el gasto social que teníamos hay que generar empleo, y si eso no se hace, al final no hay más que reparto de miseria. Que es en lo que estamos.

Y tiene bemoles esta acusación socialista atribuyendo al Partido Popular los recortes sociales. Nunca hubo más recortes que con Rodríguez Zapatero.

Pensiones congeladas, rebaja del cinco por ciento en el salario de los funcionarios, del 11,5 por ciento en la atención a la dependencia, del 28,3 por ciento en el apoyo a las familias, del 61 por ciento en el fondo para inmigrantes y del 80 por ciento en el plan de acción para la discapacidad.

Dice Rubalcaba que Rajoy se va a cargar la Sanidad, cuando la realidad es que ha sido su Gobierno el que ha rebajado en 4.254 millones el presupuesto sanitario, en 2.840 el de educación, y en 1.209 el de vivienda.

Piensa el candidato Alfredo que como ya nos han toreado un par de veces, lo van a hacer siempre. Y esta vez no cuela.


La Razón – Opinión

Rubalcaba. Las miserias del populismo. Por José García Domínguez

Porque la muchedumbre no desea que se le mente la verdad. Razón última de esa pasmosa facilidad con que suele dejarse embaucar por charlatanes, demagogos, farsantes, vendedores de crecepelo y flautistas socialdemócratas de Hamelin.

Si algo retrata al postulante Rubalcaba es esa incapacidad suya para ocultar el desprecio intelectual que le suscitan sus votantes. Consecuente, ha dado en prometer a pensionistas y funcionarios que les subirá los mismos emolumentos que acaba de mutilar hace apenas un cuarto de hora. Y aunque, de momento, nada ha dicho de la Luna de Valencia, parece que también anda al caer. De antiguo es sabido, por lo demás, que entre los gajes del oficio político está el imperativo de adular a la multitud y dar satisfacción retórica a sus instintos. Así, como buen cínico, Alfredo Laercio o Diógenes Rubalcaba, que tanto monta, conoce el gran secreto: decirle solo lo que quiere oír. Única y exclusivamente lo que quiere oír.

Porque la muchedumbre no desea que se le mente la verdad, menos aún si la presume contraria a su deseo. Razón última de esa pasmosa facilidad con que suele dejarse embaucar por charlatanes, demagogos, farsantes, vendedores de crecepelo y flautistas socialdemócratas de Hamelin. Si la engañan es porque, en el fondo, ansía ser engañada. Por eso, al igual que el valor en los soldados, se supone un elemental sentido de la responsabilidad a las élites; aquello que antes se llamaba honestidad intelectual, el atributo moral inexcusable para luego reclamar los sacrificios que deberá hacer la sociedad a fin de salir del pozo. Y sobre todo, en avatares como éste, cuando algo muy parecido a un cataclismo sistémico podría llevarse por delante la finísima capa de consenso moral que hemos dado en llamar convivencia civil.

Mas helo ahí, nuestro gran hombre de Estado subido al carro de la demagogia garbancera como cualquier tertuliano de barra de bar, presto a cortejar los oídos de las capas más primarias del electorado. La gran esperanza blanca del frente nacional-sindicalista contra el rigor fiscal, genuina reencarnación del camarada Girón de Velasco, regurgitando verbosidades iconoclastas para goce y disfrute de encefalogramas planos. Fiel a sí mismo como la Historia que, obediente al mandato de Marx, únicamente concede repetirse a modo de farsa. La farsa chusca de esos camisas viejas de don Alfredo, airados guardianes del tarro de las esencias, que ahora predican la revolución pendiente a cambio de un puñado de votos. Y mientras, los mercados de deuda soberana observando perplejos la mascarada.


Libertad Digital – Opinión

México grita

Los narcotraficantes intentan extender su censura del terror también a las redes sociales.

La inaudita violencia ejercida por el narcotráfico está descomponiendo el tejido social mexicano. Casi 45.000 muertos en cinco años, desde que el presidente Felipe Calderón desencadenara su cruzada contra los carteles, es más de lo que puede soportar un país, aunque tenga la envergadura de México. Los mexicanos, que hasta hace poco situaban las penurias económicas en lo alto de sus angustias, las han sustituido por la brutalidad criminal que asola una nación donde la extorsión y el asesinato individual y colectivo se han convertido en moneda corriente. Y donde debilidad institucional y corrupción dejan impunes un porcentaje de crímenes incompatible con un Estado de derecho.

Uno de los efectos más perversos de este resquebrajamiento social es el progresivo silencio sobre la criminalidad vinculada al narcotráfico. Numerosos periódicos y emisoras mexicanos, sobre todo de zonas fronterizas con EE UU, donde la violencia es más estremecedora y cotidiana, han dejado de informar por miedo a convertirse en blanco de los pistoleros. Los ciudadanos empiezan a volcarse en internet y las redes sociales para tener noticia de acontecimientos que, de otra forma, comienzan a estarles vedados.


Pero las redes sociales están ya en el punto de mira de los sicarios, sabedores de que el amedrentamiento colectivo es la herramienta definitiva de su éxito. El reciente y macabro asesinato en Nuevo Laredo, junto a Tejas, de una periodista muy activa en una red local, unido a otro doble crimen a comienzos de mes de iguales características, indica que los narcos apuntan también a la información digital. Y que sus fuentes funcionan en el mundo supuestamente anónimo de internet. Como María Macías, son muchos los periodistas (11 han sido asesinados en lo que va de año) que vuelcan en la red las noticias que no difunden sus medios.

La censura del terror amenaza los mismos cimientos de México como Estado bajo el imperio de la ley. El miedo a informar que hurta a los ciudadanos su derecho a conocer socava el imprescindible contrapeso del periodismo en un sistema democrático ya acosado por una enquistada corrupción. La guerra contra los caudillos de la droga, en la que el Estado se ha implicado a fondo, Ejército incluido, no se está ganando. Y nadie en México, que estrena nuevo presidente el año próximo, ha expuesto todavía un plan político coherente y articulado para salir del abismo.


El País – Editorial

Populismo irresponsable

El Rey vaticinó ayer un futuro de «muchos sacrificios» para el país. Las palabras de Don Juan Carlos describieron con espontaneidad y realismo el panorama adverso que las cifras y los estudios reflejan desde hace meses y que los políticos más responsables han reconocido para poder enmendarlo. No hay margen para los paños calientes ni las verdades a medias, sea campaña electoral o no lo sea. Las exigencias internacionales a nuestro país son proporcionales a las consecuencias de una gestión de la crisis muy deficiente. La escasez de recursos públicos y las trabas para lograr una financiación regular y eficiente han abocado a las administraciones públicas a una aguda política de ajustes. Desde hace días son noticia casi diaria las decisiones, muchas veces traumáticas, de gobiernos autonómicos, forzados por las circunstancias de una herencia recibida marcada por el endeudamiento y el déficit. La mayoría de los nuevos gobiernos populares se ha topado no sólo con la caja vacía dejada por los socialistas, sino con compromisos de deuda ocultos y miles de facturas sin pagar en los cajones. El paradigma de esa situación de quiebra técnica ha sido Castilla-La Mancha, con 7.000 millones de deuda reconocida y 2.500 millones en facturas sin pagar. La respuesta de Dolores de Cospedal fue una terapia de choque consistente en reducir en un 20% el presupuesto regional. En Baleares, José Ramón Bauzá se ha enfrentado también a la escasez y ha adoptado políticas casi de excepción imprescindibles, como la eliminación de 92 empresas públicas para ahorrar 115 millones de euros. No estamos ante decisiones caprichosas ni mucho menos ante un falso alarmismo como desde el PSOE se ha presentado estos días. Es la asunción de una realidad y la gestión compleja de un escenario con parámetros no alejados de la bancarrota en algunos casos. La coyuntura no está delimitada por la retórica reduccionista de una izquierda en campaña, responsable principal del colapso financiero de muchos territorios, sino por la estadística y la calle. La primera nos habla de que el déficit de las comunidades autónomas alcanzó el 1,20% del PIB en el primer semestre, cuando el objetivo para todo el año es del 1,30%, y de que algunas de ellas no lograrán alcanzarlo, lo que no beneficiará ni a la confianza ni a la credibilidad. La segunda nos presenta un estado de opinión pública mayoritaria que apuesta por la catarsis del cambio que los gobiernos populares han puesto ya en marcha porque no hay otra salida. Ante el rigor y la seriedad se ha instalado en el PSOE un discurso demagógico y radical que falsea la realidad con promesas que directamente atentan contra la inteligencia de los españoles. Si el guión de los últimos días del candidato Rubalcaba es lo que nos espera hasta el 20-N, no puede ser más decepcionante. Cabría esperar algo más de un político de su trayectoria que anunciar subidas a los funcionarios y pensionistas que no podrá cumplir y que presentarse como el adalid de las políticas sociales cuando fue uno de los brazos ejecutores del mayor recorte de la historia democrática. Los españoles se merecen la verdad, aunque a algunos les cueste entenderlo.

La Razón – Editorial

La Comisión actúa

Para ser eficaz, la idea de gravar las operaciones financieras debe aplicarse en toda la UE.

La intervención del presidente de la Comisión Europeo, José Manuel Durão Barroso, en el Parlamento Europeo ha sido una pequeña muestra de realismo en el marasmo de torpezas y retóricas inútiles que ya viene caracterizando la gestión de la crisis económica y financiera de la eurozona, la más grave de la historia de la UE. Esta es una crisis que está poniendo a prueba la capacidad de nuestras instituciones y autoridades, comunitarias y nacionales, para encontrar soluciones con las que evitar daños adicionales a la población, y en particular a las de aquellos países que comparten el euro como moneda.

De poco vale instrumentar una retórica defensiva como la empleada por Juncker o Trichet buscando diferencias favorables a la situación frente a la existente en EE UU, como reacción a las declaraciones del presidente Obama en las que mostraba su razonable inquietud por la cuestionable gestión en Europa de las renovadas amenazas de la crisis de la deuda soberana. Esa preocupación de las autoridades estadounidenses por la situación en la eurozona es tan razonable como evidente es el grado de interdependencia que existe entre ambos bloques económicos, en especial de sus sistemas financieros. Por eso es de valorar que la Comisión, lejos de alimentar esas declaraciones defensivas, se disponga al menos a poner propuestas sobre la mesa.


Y las que Barroso ha señalado en el Parlamento Europeo son pertinentes. Aun cuando no esté en sus manos la resolución definitiva de la crisis abierta en los mercados de deuda pública, sí es conveniente que favorezca el fortalecimiento frente a crisis venideras y que algunas iniciativas contribuyan a distribuir los costes de la crisis actual. Avanzar en la regulación de los sistemas financieros es la primera lección que cabe deducir de la crisis. No menos necesaria es la contribución de esos operadores financieros a suavizar sus costes fiscales. Quienes han recibido ingentes sumas de dinero de los contribuyentes, en algunos casos coexistiendo con retribuciones escandalosas a sus directivos, han de contribuir de forma diferencial a la reducción de los déficits públicos. No solo han de ser impuestos sobre el trabajo o sobre el consumo los que ayuden a cubrir los muy significativos recortes en el gasto público.

Tiene todo el sentido la propuesta de Barroso de gravar con una tasa específica a las operaciones financieras, con el fin de "contribuir de forma proporcionada" a satisfacer esos necesarios propósitos de consolidación fiscal. Para que sea eficaz, y no genere oportunidades de arbitraje, el impuesto sobre las transacciones financieras debería aplicarse en los 27 países de la UE. Con los tipos impositivos previstos, la recaudación sería de 57.000 millones de euros anuales, a partir de su entrada en vigor el 1 de enero de 2014. Deseable sería que esta iniciativa fuera acompañada de otras de más inmediata aplicación que aceleren la transición a una verdadera integración fiscal, desde bases de distribución y equidad hasta ahora ausentes en no pocos sistemas tributarios de la UE.


El País – Editorial

La desfachatez del PSOE

La desfachatez que caracteriza a Rubalcaba y a Zapatero se basa en la negación descarada de la realidad tanto como en la proyección sobre los adversarios políticos de los defectos que les son propios.

Uno de los rasgos más distintivos del socialismo que ha liderado Zapatero y que pretende seguir liderando Rubalcaba es la desfachatez; una desfachatez basada tanto en la negación más desvergonzada de la realidad como en la proyección sobre los adversarios políticos de los defectos que les son propios. Que este rasgo distintivo del socialismo, lejos de amainar, va a más a medida que se acercan las elecciones generales, lo ilustran tres ejemplos bien recientes.

El primero es la repugnante buena acogida que Rubalcaba y Zapatero han brindado a la carta en la que los presos etarras insisten en considerarse "presos políticos", en arremeter contra los Estados de España y Francia por mantenerlos "cautivos" y por su "estrategia de opresión y represión hacia Eukalherria", al tiempo que exigen la "amnistía total" y condicionan el "alto el fuego" a la "resolución definitiva del conflicto que los Estados español y francés han impuesto a Euskal Herria". Cualquier gobierno responsable hubiera acogido como un revés este clamoroso fracaso de su política penitenciaria o, como mucho, lo hubiera disimulado sobre la base de que no hay que hacer caso a unos criminales que ya no están en situación de hacer más daño. Sin embargo, tanto Rubalcaba como Zapatero han tenido la poca vergüenza de celebrar como algo positivo que los etarras presos celebren el aniversario del "Acuerdo de Guernika", como si, en lugar de ser este acuerdo un calco del Pacto de Estella y de los chantajistas comunicados de "alto el fuego" de los terroristas, fuese algo parecido al "Pacto de Ajuria Enea" o incluso al "Pacto por las Libertades". Orwell en estado puro.


Otro tanto se podría decir de la desfachatez de los socialistas en materia de Educación: han denunciado como criticables recortes en materia educativa, lo que no es sino una reordenación de la tarea docente por la que los profesores de la Comunidad de Madrid pasarán a dar clase dos horas más a la semana, una menos que la que permite el reglamento derivado de la LOE por los socialistas aprobada. Al margen de los recortes en materia educativa que ellos han llevado a cabo en las comunidades que aun gobiernan, como Andalucía, no pocos dirigentes socialistas se llenan, además, la boca en defensa de la escuela pública, cuando al tiempo, envían a sus hijos a colegios privados. Tal es el caso, entre muchos otros, del secretario de Organización del PSOE, José Blanco, que ha tratado de justificarlo con la falsa excusa de que en la zona en donde vive no hay centros públicos con educación bilingüe. Lo cierto, sin embargo, es que, gracias al encomiable impulso del gobierno que preside Esperanza Aguirre, Madrid cuenta con más de 160 centros públicos bilingües, siete de los cuales se ubican precisamente en la zona donde vive el señor Blanco. Pero con los socialistas, ya se sabe: "haz lo que yo diga, pero no hagas lo que yo hago".

Finalmente, y en un terreno más amplio de los recortes, es donde se sitúa el más reciente ejemplo de la ilimitada desfachatez de los socialistas. Este miércoles Rubalcaba ha orquestado en todo el país una especie de "jornada de lucha" contra los supuestos "recortes" del PP a cargo de no pocos dirigentes autonómicos socialistas que han dejado una montaña de facturas sin pagar en las comunidades que han gobernado.

Tras dejar el país en la ruina y acometer, como funcionarios y pensionistas bien saben, el mayor recorte en la historia de nuestra democracia, Rubalcaba y sus partidarios tienen la "cara" de arremeter contra lo que, por otra parte, no son sino encomiables y obligados ejercicios de austeridad por parte de algunos gobiernos autonómicos del PP, cuyos recortes van dirigidos fundamentalmente contra el despilfarro –incluido el que supone la existencia de no pocas empresas públicas- y que, por lo tanto, no afectan a las áreas fundamentales del mal llamado Estado de bienestar. Esos recortes no sólo son plausibles, sino que deben ir a más si queremos superar esta crisis de deuda, a la que, en buena parte, nos han conducido los gobiernos manirrotos. Eso, sin olvidar que el mayor y más criticable "hachazo social" es el que han recibido los cinco millones de parados. Claro que eso no lo reconocerán quienes con tanto descaro niegan la realidad y proyectan sobre los demás sus propios defectos.


Libertad Digital – Editorial