domingo, 19 de abril de 2009

DOS GENERALES. Por Alfonso Ussía

«Mucho me temo que la venganza sobrevuela en sus ánimos a la Justicia. El general Navarro presenta una hoja de servicios admirable e intachable»

Se dice que la Justicia es la venganza legal. No estoy de acuerdo. La Justicia es la Justicia y la venganza, la venganza. En la primera y en la segunda también está el dinero. Dos generales han ocupado estos días el interés de la noticia. El general Navarro, al que algunos -no todos-, de los familiares de los militares fallecidos en el accidente de Turquía, quieren enviar a la cárcel. No por el accidente en el que perdieron la vida nuestros soldados, sino por el método de identificación de sus restos que pudo no ser el más fiable y adecuado. Y el general Merry, al que han borrado de una calle de Sevilla para sustituir su nombre por el de una mediocre cómica cuya actuación pública más relevante en los últimos años ha sido, junto a su presencia en el guateque de posesión de la cartera de Cultura de la ministra Sinde, la entrega de una límpida rosa blanca a Jone Goricelaya, la abogada batasuna y proetarra.


El general Navarro ha sido maltratado y calumniado por unos forenses turcos. Que olía a alcohol. Que estaba borracho. Que precipitó el reconocimiento de los restos humanos de nuestros militares por imposiciones protocolarias. Desde el respeto absoluto, y sin fisuras, a los familiares de los militares fallecidos, mucho me temo que la venganza sobrevuela en sus ánimos a la Justicia. El general Navarro presenta una hoja de servicios admirable e intachable. Se pudo equivocar, pero sus errores, de existir, no fueron malintencionados. Una catástrofe aérea no se puede tratar como un accidente de carretera. Los últimos en experimentar la desolación y la impotencia han sido las familias de los fallecidos en el accidente del avión de Spanair en Barajas. El general Navarro no pilotaba el avión que se estrelló en Turquía. No quiero entrar en dolorosos análisis macabros, pero en un accidente de esas características los restos se confunden. Lo siento, pero es así. Y considero que no es edificante traerse a un par de forenses turcos para humillar a un general español que, según ellos, «olía a alcohol». A qué olerían los turcos. Si los familiares de los fallecidos en el accidente del «Yak» desean que la pérdida de sus seres queridos sea compensada con la humillación de un general y su ingreso en prisión, séame permitido recordarles que están más cerca de la venganza que de la Justicia. El general Navarro apareció en escena cuando el remedio a la tragedia no existía, y atribuirle una voluntaria mala «praxis» en el desempeño de su desagradable obligación nada tiene que ver con el equilibrio. Además, que la palabra de dos turcos influidos no es para ser tenida en cuenta. Por turcos y por influidos. Respecto al general sevillano Pedro Merry, desahuciado de su calle en Sevilla por una actriz mediocre que sólo ha destacado por su sectarismo político y su mala educación, poco hay que decir. Los comunistas que apoyan al pobre alcalde de Sevilla así se lo impusieron y la estupidez se ha cumplido. Dicen que Merry Gordon estaba en el Golpe del 23-F. Que lo demuestren. Lo que sí se puede demostrar es que la mediana cómica entrega flores blancas a Herri Batasuna.

La Razón - Opinión

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